sábado, mayo 31, 2008

Sketch-busters LXXIX: Rosinski

Hace un par de semanas comenzaba a recuperar alguno de los dibujos realizado en el interior de los albums firmados a lo largo de los años, principalmente en las sesiones de firmas de Norma en el Salón del Comic de Barcelona. El ponerme a escanear de tirón los albums que recuerdo tener firmados me ha permitido recuperar algún dibujo al que le tengo especial aprecio, como es el caso de este sketch realizado directamente a rotulador por el dibujante polaco Rosinski, en el marco del Salón celebrado en Barcelona en el año 2002 (fue por cierto el mismo año de la "debacle" Garney), en el que presentaba un album realizado en colaboración con su guionista habitual Van Hamme. A este tandem creativo le debemos obras de la categoría de la saga de Thorgal o El gran poder del Chninkel. En aquel momento no me apeteció iniciar una saga y sí en cambio acercarme a la crepuscular e intimista mirada con que ambos autores abordaban un genero que me encanta en el album -de esclarecedor título- Western. El estilo que Rosinski empleó para esa historia alternaba una narración muy centrada en los personajes y una estructuración de las páginas muy densa con espectaculares pinturas al oleo que ocupaban dos páginas y que tenían la doble función de romper el ritmo de la historia y al mismo tiempo sumergirnos en el espacio físico de la época, lleno de un colorido y de una vida que en la historia que se nos cuenta apenas aparece, ya que la paleta de colores empleada se centra en colores marrones, terrosos y ocres.

La única pena es que estos dibujos realizados en las guardas sólo pueden estar digitalmente en compañía del resto de sketchs, ya que la mutilación de los álbums no se contempla ni por asomo. Por lo menos quedan como un grato recordatorio del encuentro con el autor que acompañará futuras lecturas del tebeo.

jueves, mayo 29, 2008

Libros de la Magia - Brigada de la Gabardina: Galería de portadas

Como es habitual, a la reseña de un tebeo la acompaña su correspondiente repaso en imágenes. Como ayer hablé no sólo de La brigada de la gabardina, sino de su génesis en Los Libros de la Magia, pues hoy toca ración doble de portadas del sello Vertigo. Por un lado contamos con cuatro preciosas pinturas, cada una de ellas correspondiente a un dibujante de Books of Magic (Bolton, Vess, Hampton, Lee), y que sirven de repaso al rico universo mágico de DC que salió renovado de aquel empeño y ofreciendo unas posibilidades a nivel argumental que aún hoy siguen dando juego y desarrollándose gracias a series como Shadowpact. Por otro, las espectaculares ilustraciones de Glenn Fabry para la Brigada de la Gabardina dejan bien claro el carácter espectacular y lúdico de la miniserie con una galería de demonios grotescos, moda masculina y cosacos ebrios.








miércoles, mayo 28, 2008

La Brigada de la Gabardina: Los cuatro magos del apocalipsis

En el año 1990 veía la luz la serie en formato prestigio The books of magic, en la que Neil Gaiman presentaba al personaje de Tim Hunter, un niño de doce años destinado a convertirse en el mago más poderoso del universo. Antes de decidir si aceptar o no esa responsabilidad, y de la mano de unos lazarillos peculiares, Timothy recorrería a lo largo, ancho y profundo todos los reinos, planos y universos relacionados con la magia del Universo DC. El Fantasma Desconocido acompañaría a Hunter en un recorrido a través de la historia mágica del mundo, mientras que John Constantine le presentaría el panorama contemporáneo de magos, hechiceros y demonios y el estado de cosas en aquel momento. El Doctor Occult acompañaría al muchacho por reinos de otros planos como Faerie y finalmente el ominoso mago ciego Mr. E le llevaría por un viaje al porvenir mágico que les conduciría a ambos hasta el fin mismo del tiempo. De esta miniserie de cuatro números con guiones de Neil Gaiman y arte de John Bolton, Scott Hampton, Charles Vess y Paul Johnson surgiría un universo más cohesionado y coherente que emplear en las colecciones Vertigo como Sandman, Dreaming o Hellblazer y que a su vez daría lugar a la cabecera mensual Books of Magic, publicada entre los años 1994 y 2000 (75 números), y a la serie Books of Magic: Life during wartime (2004-2005, 15 números).


Pero realmente no es este el asunto que nos ocupa, sino una serie limitada derivada de uno de los diálogos de la serie original en el que John Constantine aludía a la "Carga de la Brigada de la Gabardina" -doble broma haciendo referencia a la Brigada Ligera y su carga suicida inmortalizada por Tennyson y al similar atuendo que comparten todos ellos- refiriéndose a la necesidad de que los cuatro seres con habilidades místicas actuaran conjuntamente como presuntamente ya lo habrían hecho en otras ocasiones para afrontar amenazas de índole sobrenatural o mágico. De ese concepto, apenas mencionado en un par de líneas de diálogo nace la idea de una historia que reuniera de nuevo a estos personajes, con toneladas de actitud y carisma, y que aprovechara el tirón comercial de por lo menos uno de ellos, el de John Constantine, protagonista mes a mes de la serie Vertigo más longeva y que salvando algún que otro leve bache de calidad ha ofrecido al aficionado historias memorables y sagas bien escritas a cascoporro. Así pues, la publicación en el año 1999 de la serie The trenchcoat brigade por parte de DC quedó como una espinita clavada en mis compras pendientes, ya fuera vía Previews o Milehighcomics.



Sólo han tenido que pasar nueve años y tres editoriales para que finalmente esta serie vea la luz en España, y eso pese a contar con un personaje tan popular como Constantine y a pertenecer a un sello que ha gozado de aceptables ventas en nuestro país, pese a las continuas reediciones del mismo material. Los autores de la miniserie fueron el guionista John Ney Reiber (guionista de una larga etapa de Books of Magic o de los números del Capitán America ilustrados por Cassaday), el dibujante John Ridgeway (inolvidable en el arranque de la serie Hellblazer plasmando en imágenes los enfermizos y terroríficos primeros guiones de Jamie Delano) y Glenn Fabry pintando unas impactantes y espectaculares portadas.

La historia nos lleva a un futuro Nueva York devastado en el que un cosaco ebrio deambula entre los restos, mientras Mr. E (de vuelta de un paseo de más de un millón de años desde el fin del tiempo) intenta localizar a un ruso para clavarle una estaca en el corazón por motivos desconocidos. Mientras, en el presente Occult y el Fantasma Desconocido contactan con John Constantine para localizar a E, que ha vuelto a hacer acto de presencia en su tiempo. Para su sorpresa, se encuentran con alguien completamente diferente del obseso maníaco religioso que pretendió acabar con la vida de Tim Hunter en el fin de los tiempos. En el presente E adopta la personalidad de Eric, un invidente bondadoso, que les advierte de un futuro terrible provocado por la entidad conocida como Miseria. La Brigada de la Gabardina emprende entonces un viaje en el tiempo y en el espacio (al Nueva York futuro y a la Rusia de siglos pretéritos) en el que cada uno de ellos deberá afrontar sus miedos internos provocados por el remordimiento y la pena, poderosas armas que Miseria, relacionado íntimamente con Constantine, empleará en su contra. Al final, entre todos tendrán que emplearse al máximo para discernir la verdadera naturaleza del mal e impedir, si no su gestación, si por lo menos la culminación última de sus planes de destrucción.


La lectura de este tomo ha resultado ser una pequeña decepción, en gran medida provocada por las altas expectivas puestas sobre una historia que no deja de ser coyuntural, realizada para aprovechar el tirón de los personajes por separado y que peca de un desarrollo un tanto atropellado e inconexo que no permite al lector empatizar en modo alguno con los personajes o las situaciones. El uso por parte de Reyber de elementos de la mitología eslava (espíritus del bosque -leshy-, ojo del mundo, cosacos centenarios) y el querer introducir a un nuevo miembro de la dinastía maldita de los Constantine se saldan con cierta confusión para el lector, que carece de elementos reconocibles para seguir la historia adecuadamente, hasta el punto de que finalmente a uno le importa tres puñetas cómo demonios van a salir del embolado mágico Occult, Desconocido, E y Constantine. Igualmente, la caracterización de los personajes resulta muy esquemática y casi funcional, siendo una pena que un personaje como nuestro bastardo inglés favorito sea apenas una pálida sombra de sí mismo. Quedan, eso sí, algunos apuntes que hacen llevadera la lectura como la inmersión de cada personaje en el peor remordimiento de uno de sus compañeros o el repulsivo origen de la primordial criatura que amenaza con devorar el mundo, a la altura de lo que se espera de un comic de estas características. En suma, que si son ustedes tan completistas como un servidor en lo referente al universo Hellblazer, no duden en comprar este tomo. Los demás, y salvo los fetichistas de la gabardina, me temo que quedarán muy decepcionados.

martes, mayo 27, 2008

Commissionando personalmente XVII: Luke McDonnell

Hace unos meses les dejaba en sendos posts una muestra del buen hacer de Luke McDonnell en el campo de las commissions, ya fuera realizando ilustraciones a lápiz o entintadas. En realidad con aquellas entradas un servidor no hacía sino engañarse a sí mismo y matar momentaneamente las ganas de encargarle a dicho autor un dibujo como dios manda. Pasadas las fiestas y recuperados de la cuesta de enebrero Pep y yo decidimos lanzarnos a la piscina y ponernos de nuevo en contacto con el autor, al que ya habíamos preguntado precios, tipos de dibujo y gastos de envío en octubre, para proponerle los temas que nos interesaba ver plasmados sobre el papel. Ya lo he comentado muchas veces, pero en estos casos siempre me gusta que el autor pueda escoger entre un par de posibilidades, logrando así que personajes y situaciones sean del gusto del artista y pueda trabajar de esa forma más plácidamente. En este caso los temas propuestos fueron totalmente del agrado de Luke, puesto que no hacían sino homenajear a sus dos etapas más recordadas y reconocibles en el mundo del comic -con permiso de la JLA que él finiquitó en la época de Legends-: Iron Man y el Escuadrón Suicida.



Finalmente opté por pedir un dibujo en tamaño A4 y realizado a lápiz, lo cual hacía muy asequible una escena con varios personajes. Sólo quedaba decidir de entre todos los bastardos memorables que pasaron por las páginas del Escuadrón Suicida ochentero cuáles eran mis favoritos. En ardua competencia con personajes como Némesis o Nightshade finalmente los elegidos fueron Rick Flagg, líder del grupo, Tigre de Bronce (su mano derecha y único personaje eminentemente positivo de la serie), Deadshot (el puñetero amo del cotarro supurando carisma por todos los poros de su cuerpo), la Encantadora (en modo "chica mala", aunque eso fue elección completa del dibujante) y Digger Harkness, el Capitán Boomerang, impresentable pusilánime y ególatra que, pese a todos sus defectos, tuvo un final dignísimo en Crisis de Identidad y cuyo nombre y legado mantiene su hijo mes a mes en la colección de los Outsiders. Mi única petición para Luke fue si podía realizar una composición con los personajes cargando hacia el espectador, y definitivamente creo que echó el resto en esta carga suicida.


Además de un dibujo que para mí es realmente espectacular -y tengo claro que el estilo de McDonnell no es del gusto de todo el mundo- en el paquete Luke McDonnell incluía un preliminar a boli en el que había ensayado la composición de cada uno de los dibujos y un "extra" en el sobre extremadamente simpático y que dice mucho de un dibujante que pierde un minuto de su tiempo en dibujar sobre un envoltorio perecedero y que está condenado a la basura -en principio, claro, que este lo voy a conservar de recuerdo- un Iron Man a modo de saludo para sus seguidores del otro lado del charco. Ni que decir tiene que la cara de bobotonto sonriente que se me quedó cuando la empleada de correos me entregó el sobre fue espectacular. Afortunadamente no había nadie más para "retratarme" en aquel momento.

lunes, mayo 26, 2008

Lunes dividido

Comienza una nueva semanita con la frikisfera totalmente dividida entre los entusiastas de la nueva entrega de las aventuras del Doctor Jones y aquellos que por uno u otro motivo -y reconozco que hay varios posibles- no han encontrado en El reino de la calavera de cristal el mismo festín cinéfago con que un servidor se empachó a gusto el pasado jueves. Aún a la espera de digerir todos y cada uno de los ingredientes cocinados al alimón por Steven, George y David, les dejo con una instantánea obtenida por las cámaras de seguridad ubicadas en la Galería de Originales Plissken's Alley, en la que un arqueólogo de arte original intentaba sustraer una pieza para exponerla en un museo de no-sé-qué universidad. Afortunadamente los gatos redujeron al intruso y ya de paso aproveché para sustraerle el sombrero y asistir con él al estreno de Indy.


Por lo demás, y al margen de lo anteriormente expuesto, no hay más novedad en el frente que el pequeño incidente automovilístico del viernes que me proporcionó un saludable moreno de "autovía" y que pese a todo no me quitó las ganas de actualizar durante el fin de semana, rompiendo con la habitual racha de pereza dominical y completando una semana de contenidos variaditos y bien aderezados que tendrá su continuación durante los próximas días con la publicación de una nueva reseña Vertigo, aunque en este caso hablando de una medio-decepción, un commissionando calentito (de menos de un mes, vaya) con una pieza propia y alguna cosita más que se tercie. Para más adelante dejo una completa reseña de IJYERDLCDC, a la espera de que todos los interesados hayan podido verla y así no chafar sorpresa alguna sobre neveras, tarzanes o calaveras a los posibles interesados.

La canción de hoy pertenece a uno de mis grupos de cabecera, el Culto de la Ostra Azul, que ya ha aparecido en un par de ocasiones por aquí y que en esta ocasión cuenta una historia de pérdida y recuerdo que en un lunes como este me parece más que oportuno recuperar. Como siempre, les pido su mínima cuota de fidelidad bloguera invitándoles a regresar cuando deseen y les recomiendo enfervorecidamente que tengan mucho cuidado ahí fuera.


Live For Me
Blue Oyster Cult

It was a wet night
And the other guy
Was lubricated with a pint of Jack
His truck hit
Jimmy's chevy
With a sound like a thunder crack

I was working late but I felt it happen
I knew that my brother was laid low
I waited for the call
And then the damn call came
And I knew what I knew and didn't want to know

Live for me
Live for me
Live twice as big
Love twice as long
Work twice as hard
Play all of your cards
Live for me
Live for me
Burn twice as bright
Three times as long
But brother, don't do no one wrong

Beth thought he would make it through the winter
I never really thought so myself
The dark spirit was always hoverin' nearer
And I knew in my heart there was just no help

When he called me to the bed
Took my hand to say goodbye
He said he wouldn't blame nobody
Said he wouldn't ask the Lord why

And when he passed on
A March wind blew
Sun drew away a veil of cloud
We buried him smiling
We buried him deep
And I could hear him sayin' right out loud

Live for me
Live for me
Live twice as big
Love twice as long
Work twice as hard
Play all of your cards
Live for me
Live for me
Burn twice as bright
Three times as long
But brother, don't do no one wrong
Brother, don't do no one wrong

domingo, mayo 25, 2008

Exterminadores : Galería de portadas (a cada cual más repugnante)

Aprovecho la tranquilidad dominical para regalarles la vista -es un decir, obviamente- con las portadas del primer arco argumental de la serie Los exterminadores. Las portadas son obra del dibujante e ilustrador Phillip Bond, que comenzó su carrera en publicaciones independientes y revistas de ciencia ficción en su Gran Bretaña natal para posteriormente pasar a trabajar en el mercado americano. Su peculiar estilo le ha convertido en el dibujante idoneo para proyectos de la linea Vertigo, para la que ha desarrollado el grueso de su producción. Desde Los Invisibles a la Doom Patrol o la serie Vinanarama en colaboración con Grant Morrison pasando por Hellblazer: Bad Blood, su trabajo ha contado con un más que merecido reconocimiento. El ser el ilustrador regular de las portadas de esta serie no hace sino rubricar su enorme talento para el diseño y la recreación de grotescas situaciones con la misma habilidad con la que otros podrían dibujar escenas pastorales. Ahora, les dejo con la galería de portadas para que las disfruten -sigue siendo un decir-.










sábado, mayo 24, 2008

Los Exterminadores: Una vida bicha, pero bicha de verdad

Henry acaba de salir de la cárcel y una de las condiciones de la condicional es encontrar un trabajo. Trabajar para su suegro, Nils Peterson, dueño de la empresa de control de plagas Matabichos (Bug-Bee-Gone en el original) es una solución temporal tan buena como cualquier otra, aunque para su chica Laura ese sea un trabajo de poca monta indigno para alguien como él. En Matabichos Henry será tutelado en el aprendizaje por varios compañeros, como AJ, despreciable saco de vicios entre los que se cuentan el intimar con clientas o inyectarse matarratas en vena, o Stretch, un vaquero budista afroamericano que escribe recto con renglones torcidos y al que el protagonista define como "un cruce entre Roy Rogers y el Dalai Lama". A tan variopinto grupo humano de exterminadores hay que sumar al científico de la compañía, Saloth Sar, un camboyano superviviente de los Campos de la Muerte que no duda en trabajar a pie de basurero en busca de especímenes para determinar la eficacia de los productos que emplea la compañía Matabichos.



El planteamiento de por sí es atractivo y repugnante a partes iguales, pero es entonces cuando empieza la historia de verdad. El veneno estrella de Matabichos es un producto de color azul fosforescente conocido como Draxx, y que fue desarrollado por empresas Ocran a partir de un agente químico originalmente destinado a tener aplicaciones militares. El veneno tiene propiedades adictivas que afectan al desarrollo de la capacidad cerebral, y es lo que AJ no puede dejar de inyectarse en vena, mientras que sus efectos en las cucarachas son realmente preocupantes, ya que sufren un proceso acelerado de superevolución de impredecibles consecuencias. A ello sumemos que la novia de Henry trabaja como ejecutiva para Ocran y que está dispuesta a todo para ascender en la empresa, incluso acostarse con su atractiva jefa. O añadamos que Nils Peterson parece un tipo más hábil y con más conocimientos de los que oculta bajo su afable y comprensiva fachada de empresario fumigador. O que la ayuda prestada por Henry a una mujer hispana y a su hijo contra una plaga doméstica puede tener inesperados resultados. O que hay una misteriosa caja con motivos egipcios y una esvástica en el lateral y escarabajos reales como los cincelados en la misma haciendo acto de presencia en Los Angeles y afectando de diferentes maneras las vidas de los protagonistas.


El volumen Exterminadores: Una vida bicha recoge los cinco primeros números de esta serie para el sello Vertigo de DC que actualmente aún está en curso en los USA. El guionista, Simon Oliver, desarrolló el concepto como piloto televisivo, pero pronto se hizo evidente que la gente no estaría dispuesta a ver muchas de las cosas que aquí se muestran en la tele mientras comían palomitas o cenaban frente a la tele. Un comic dentro de la linea adulta Vertigo permitiría a Oliver plasmar todas sus obsesiones relacionadas con el sexo, la violencia y los insectos y plagas más repugnantes sin cortarse un pelo, y eso es lo que podemos encontrar en estos primeros cinco números. Hay sexo explícito que implica cambios en la historia, hay violencia imbricada en la acción y algunas set pieces especialmente explícitas y repugnantes que incluyen ratas, gusanos y cucarachas que les colocarán al borde mismo de abandonar la lectura del tebeo, pero al mismo tiempo encontrarán personajes bien escritos (Stretch, Henry, Nils... ¡incluso AJ!) que plantean más interrogantes que respuestas y conceptos atractivos y enigmáticos (Draxx, la misterosa caja) que tendrán que ser desarrollados y explicados mucho más adelante. La mezcla propuesta por Oliver es sumamente atractiva, y podría definirse como un cruce entre Mimic y Reservoir Dogs.


El encargado de la parte más divertida de todo esto es Tony Moore, que ya nos puso los pelos de punta ilustrando los primeros cinco números de The Walking Dead y que aquí se lo pasa bomba destripando mapaches, dibujando cucarachas encabronadas y cadaveres en avanzado estado de descomposición siendo devorados por un millón de insectos. Además de la gran credibilidad que consigue dibujando hordas de insectos los personajes principales resultan atractivos, expresivos y muy bien diferenciados. Por todo lo anterior habrán deducido que un servidor experimentó un sano placer masoquista de la lectura de un tebeo que ya puede contar conmigo para futuras entregas. Demonios, quiero saber qué es el Draxx y qué hay en la caja y porqué sabe Nils tanto de Códigos IV y de dónde demonios sacó Henry la obscena cantidad de pasta oculta en el maletero del deportivo rojo escondido en un garaje. Así se empieza una serie señores, dejando en el lector imágenes inolvidables -aunque sea por repugnantes- y planteando una serie de enigmas que lejos de dar un concepto mascadito al lector le invitan a iniciar un viaje lleno de bichos y acompañado por tipos de lo más interesante.

jueves, mayo 22, 2008

Él dijo, ella dijo...: Indiana Jones


En En busca del Arca perdida dijo...

Marcus, ¿estás tratando de asustarme ? Nos conocemos desde hace demasiado tiempo. No creo en la magia ni en las supersticiones. Voy tras algo de increible importancia histórica y tú me hablas del hombre del saco. Además, sabes lo cauteloso que soy.

No son los años cariño, es el rodaje.

¿Quieres hablar con Dios? Entonces vayamos a verle juntos, no tengo nada mejor que hacer.

Serpientes... ¿¿porqué tenían que ser serpientes??

Improvisaré sobre la marcha.



En El Templo Maldito dijo...

¿Estás intentando desarrollar algo parecido al sentido del humor o me estoy volviendo sordo?

Fortuna y gloria, hijo. Fortuna y gloria...

Quédate detrás de mí, Tapón. Pisa donde yo pise y no toques nada.

Oh, mierda.

¡¡Mola Ram!! ¡Prepárate para conocer a Kali... en el INFIERNO!!




En La última Cruzada dijo...

La arqueología es la búsqueda de los hechos... no de la verdad. Si es la verdad lo que están buscando, la clase de filosofía del Doctor Tyree es justo al final del pasillo.

¡¡Te... he... dicho... que no... me llames... JUNIOR!!

Nazis... ¡Odio a esos tipos!

La X nunca, jamás, señala el lugar...

¡La X marca el lugar!

Escucha. Desde que te conozco he sido casi incinerado, ahogado, disparado y convertido en comida para peces. Estamos atrapados en medio de algo siniestro aquí, y mi suposición es que papá encontró más de lo que estaba buscando, y hasta que esté seguro, voy a seguir haciendo las cosas del modo en que creo que deben hacerse.

Soy como la mala moneda, siempre vuelvo.

miércoles, mayo 21, 2008

Speed Racer: El ruido y la furia (gou espíd raiser, gou)

La familia Racer lleva las carreras en la sangre, desde que el patriarca Pops Racer (John Goodman) transmitiera a sus hijos Rex (Scott Porter) y Speed (Nicholas Elia) su habilidad con los bólidos y su amor por la competición en las carreras automovilísticas. Mom Racer (Susan Sarandon) es el otro pilar fundamental e inamovible de una familia que sufre una tragedia terrible cuando Rex comienza a correr sucio y fallece en un accidente en el rally campo a través Costa Cristo. El tiempo pasa, Speed crece (y pasa a ser encarnado por Emile Hirsch) y la familia Racer crece con tres nuevos miembros, el travieso Spritle (Paulie Litt), su mejor amigo Chim Chim y Trixie (Cristina Ricci), la virginal-pero-sexy novia de Speed desde el colegio, la cual ha permanecido desde entonces a su lado apoyándole en todo momento. El clan, apoyado por el fiel mecánico Sparkle mantiene el legado de Racer Motors en un mundo dominado por las grandes corporaciones que mueven miles de millones y hacen de los circuitos su campo de juegos empresarial. En ese ambiente dominado por la codicia, plagado de trampas, artimañas y malas artes Speed corre como el viento y pilota los mandos del flamante Mach 5 con una pericia casi sobrehumana, a la altura -si no por encima- de la de su malogrado hermano Rex.




Las hazañas deportivas de Speed en el circuito local de Thunderhead llamarán la atención del poderoso magnate Royalton, dueño de Royalton Industries, que intentará convencer a los Racer para forjar una alianza entre la escudería de unos y los recursos como fabricante y dueño de equipo del otro. La tentación del oropel y la gloria no harán mella en la integridad de Speed, pero Royalton le desvela entonces la cruel realidad que existe tras las carreras y los equipos. Todo es una pantomima, un juego de poder en el que la pericia de los pilotos tiene poco o nada que ver con el resultado de la competición y en la que tiene más peso que la victoria las consecuencias en bolsa del resultado de cada carrera. Desengañado, Speed hará frente común con el piloto Taejo Togokhan (Rain), acosado por mafiosos, y con el misterioso agente libre Racer X (Matthew Fox) para intentar cambiar siquiera un poco los entresijos de la corrupción que dominan las carreras, arriesgando su vida en los circuitos de Fuji y Costa Cristo y pugnando por devolver la pureza del espíritu de la competición al mundo del automovilismo.


La película esta basada en el manga y posterior anime Match GoGoGo que gozó de mucha popularidad a finales de los sesenta y que contó con una versión occidentalizada que debió impactar sobremanera a unos hermanos Wachowski que hicieron suyo hasta límites imposibles un proyecto que llevaba en proceso de desarrollo desde 1992, cuando se anunció la intención de crear un film en imagen real basado en las aventuras de Speed Racer y su Mach-5. La lista de directores y actores que han sido relacionados con el proyecto es de vertigo, desde Alfonso Cuarón hasta Gus Van Sant, desde Johnny Depp a Vince Vaughn. El proceso de escritura del guión no ha sido menos azaroso, puesto que hasta siete guionistas intentaron crear un argumento para la película que resultase satisfactorio. Finalmente Andy y Larry hicieron suyo un proyecto para el que además de ejercer como directores, desarrollaron el guión y realizaron labores de producción, por lo que podemos considerar a Speed Racer como un proyecto que han querido hacer tan personal como lo fuera en su momento la trilogía de Matrix. Precisamente la sombra de Neo y Smith es la que ha planeado sobre ellos en todo momento, y el salto de una epopeya de ciencia ficción, ciberpunk y filosofía a una película para toda la familia basada en un anime ha sido no ya bien recibido, sino directamente condenado por crítica y público, a mi modo de ver de forma totalmente injusta. Y ahora me toca explicarme.


Todo lo anterior es la información puramente objetiva sobre el film, todo lo que cualquiera puede saber sobre Speed Racer consultando un artículo en internet, pero luego uno va al cine, se sienta en una sala vacía (sólo me ha pasado tres veces en mi vida, y en dos de ellas Speed Racer ostenta el dudoso honor) y comienza el delirio visual, el derroche de imaginería futurista y la explosión cromática. Desde la primera escena en "exteriores" uno ya comprende que no puede medir la película con los criterios aplicados tradicionalmente a otras películas, porque Speed Racer no es una película, no es cine en el sentido estricto de la palabra. El juguete de los Wachowski es un divertimento realizado para deleite propio y disfrute del equipo de producción y actores, que resulta de una amalgama de técnicas de filmación y lenguajes narrativos de por lo menos seis medios distintos: cine, anime, manga, cartoon, videoclip y videojuegos. Es una experiencia visual única en la vida porque no se ha hecho nada así, a esta escala, antes y dados los pobrísimos resultados de taquilla y la deblacle crítica es probable que nadie vuelva a intentar algo así en mucho tiempo. Resulta curioso que una adaptación tan fiel al anime original no llegue al público familiar al que originariamente iba destinada la producción, pese a contar con todos los elementos para ello, y aquí me dejo llevar por el entusiasmo: hay mascota cachonda y trufitas de mono, hay niño divertido y travieso, hay exaltación de los valores de familia, hay violencia cómica e inofensiva, hay carreras frenéticas y emocionantes, hay vikingos, hay ninjas, hay golosinas y disfraces y explosiones y un tío enmascarado con una X en la frente y más explosiones y malos malísimos. Realmente Speed Racer parece hecha para llegar a la mayor variedad posible de público pero parece quedarse corta para todos y cada uno de ellos. Los seguidores de la serie original se van a encontrar con un look visionario y rompedor que no es el que se esperaría de una adaptación más tradicional. Los más pequeños se van a perder en una historia cuya estructura narrativa es compleja por momentos (flashbacks imbricados en la narración, flash-forwards, diálogos en plano-contraplano con personajes que van en coches diferentes y a 500 kms/h, cortinillas), y los más jóvenes no van a conectar con una historia que de blanca y pura parece quedarse en inmaculada (no hay lenguaje malsonante, no hay sexo, no hay violencia cool) y los adultos directamente o rehuyen este tipo de producciones o van a encontrar el argumento simplista y los personajes planos.


¿Cómo demonios, entonces, puede uno disfrutar de Speed Racer? Pues muy fácil. Entrando de lleno en el juego de los Wachowski, un juego adornado con colores primarios y chillones repleto de coches rápidos, mujeres guapas y gadgets imposibles, y aceptando las reglas que plantean desde el comienzo y a las que son fieles en todo momento. Diversión absoluta por encima de todo, espectacularidad epatante y emoción a raudales servida por personajes monolíticamente íntegros, devotos o canallescos según se tercie, y todo contado como a ellos les viene en gana, intercalando recuerdos en la narración en los que los protagonistas miran fuera de plano y luego vuelven a la acción como despertando de un flashback, rompiendo los monólogos del villano de turno con descacharrantes secuencias cómicas (Lynird Skynird, un niño y un mono con subidón de azucar y un coche eléctrico desbocado. No les digo más), empleando líneas cinéticas en las peleas para acentuar la sensación de movimiento y frenesí y aderezándolo todo con la necesaria desfachatez y considerables dosis de la poca vergüenza necesaria no ya para ensamblar todos esos elementos, sino para creer en el producto resultante y amarlo como una obra propia. Los hermanos Wachowski se han jugado su prestigio profesional en una película como esta, como en su momento les pasara a otros directores como Paul Verhoeven o Peter Jackson, que tras hallarse en la cresta de la ola hollywoodiense emprendieron proyectos personales que resultaron en desastres económicos y críticos absolutos (Showgirls) o relativos (King Kong). Cuando un artista, sea cual sea el campo en que desarrolla su labor, se juega de esa manera su futuro y su credibilidad, no puedo hacer menos que apoyarle y disfrutar en la medida de lo posible del resultado final, y en el caso que nos ocupa hoy reconozco que me lo he pasado bomba. Los 130 minutos de carreras y charlas familiares se me han pasado volando las dos veces que he visto la peli. He disfrutado como un loco de ese chavalín que se parece a John Goodman como si fuera su hijo biológico, de esa Suran Sarandon perdiendo la respiración por las piruetas de su hijo, de las trufitas de mono, de las "trampas" argumentales, de los momentos de alivio cómico, de la imaginería visual tanto de las carreras como del mundo futuro e indeterminado en que se sitúa la acción, de las piruetas que realizan los coches en carrera, de lo candidamente sensual que aparece Cristina Ricci cada vez que sus enormes ojazos amenazan con absorber todo lo que aparece en pantalla...


Por cierto que mención especial merecen las carreras en sí, primero por el modo en que están rodadas y segundo por el trasfondo de manipulación, corrupción e intereses económicos que plantea y que tantos paralelismos con el mundo real permite establecer (escuderías que representan los intereses del fabricante, piques artificiales entre pilotos para alimentar el morbo, ingresos millonarios derivados de la publicidad). Cada una de las carreras está rodada no como si de una carrera al uso se tratara, sino como un auténtica pelea de gladiadores motorizados en la que no importa quién llegue primero sino quién es el último que queda en pie sobre los circuitos tecnificados y repletos de obstáculos. Es un auténtico festín visual ver cada una de las cuatro carreras que aparecen en el film y ver el modo en que los coches giran, saltan, derrapan, escalan, esquivan y en definitiva luchan entre sí como si de una pelea de kung-fú sobre ruedas se tratara. Mención especial merece el plano acuático de la carrera de Fuji o la diversidad de entornos (arquitectura árabe, desértico, helado) que ofrece el rally Casa Cristo, pero donde la cosa ya alcanza cotas de absoluto delirio visual es en el Campeonato del Mundo, el explosivo y satisfactorio climax de la película en que el espectador corre el riesgo de sufrir un desprendimiento de retina entre tanta explosión, coche volando y esquirlas de cristal aderezadas con un millón de colores diferentes, alguno de los cuales aún está por recibir nombre según Vernie (sufrido lector y amigo, que pidiera esta reseña en los comments de la semana pasada. Si quieres arroz, ¡toma tocho de post!) y que ponen punto final por todo lo alto al delirio precedente.


Pese a todo lo anteriormente, o quizá precisamente a causa de todo ello, Speed Racer ha sido el fracaso absoluto de la temporada a todos los niveles, un fracaso que convertirá el hipotético próximo trabajo de los Wachowski en un proyecto seguramente más acomodaticio y menos arriesgado que este juguete de cien millones de dólares, un paso atrás al género negro con el que debutaran en Lazos ardientes o una nueva visita al ciberpunk visualmente próxima a Matrix que les permita coger el impulso necesario como para hacer Speed Racer 2 o una película con el mismo sentido de la locura, la maravilla, el humor y la imaginación sin complejos de que hace gala la adaptación fílmica de Meteoro.

Les dirijo a otros sitios amigos para que puedan disfrutar de otras opiniones sobre la película, como es el caso de Beldarín o Jon Osterman, o del completo post en el que Lord Absence repasa las notables similitudes entre anime y película.

martes, mayo 20, 2008

Sketch-busters LXXVIII: Gary Frank (y II)

Como comenté ayer, el dibujo de hoy, su autor y la cita que rememora resultan fundacionales, en tanto en cuanto que éste es el primer dibujo que Miss Sparks consiguió en una convención, hermano gemelo de este otro, y que al igual que a un servidor introdujo el gusanillo del coleccionismo de sketchs en el cuerpo. Realizado con limpieza y sencillez por Gary Frank en las jornadas de Unicomic del año 99, resulta curioso cómo el escuchar una charla rodeado de gente con gustos comunes, la breve posibilidad de charlar con un autor idolatrado por tan sólo tres tomos (Aves de Presa y los dos primeros de Supergirl editados por VID, hasta este momento lo único que hemos podido leer de la estupenda etapa de Peter David en la colección de la ex-prima de Superman) que derrochó simpatía entre los asistentes al evento, y el conseguir un dibujo a modo de recuerdo de todo ello se convierte en algo tan memorable en la vida de alguien que desde ese momento no ha podido dejar de asistir tanto a las demás convocatorias de Unicomic como a otras similares (Avilés) o a convenciones de mayor calado (Madrid, Barcelona) en las que intentar repetir la emoción y la ilusión vividas en aquel momento.

lunes, mayo 19, 2008

Lunes aventurero

No diga cine, diga Spielberg. No diga aventura, diga Indiana Jones. Y al final hasta los más escépticos, los que cobran por ver y opinar sobre las películas de toda clase y condición han venido a reconocer lo evidente, que a día de hoy pocos directores saben rodar tan bien como el bueno de Steven y que el regreso de Harrison Ford a su personaje más icónico se salva como mínimo con un más que merecido notable. Casi con frenesí he repasado las crónicas que Carlos Boyero y Oti Rodríguez Marchante dedican al estreno de El reino de la Calavera de Cristal en Cannes y no he podido menos que suspirar de alivio. Entiéndanme, uno está de vuelta de muchas cosas, y la así llamada crítica especializada no suele comulgar con el noventa por ciento de mis filias, pero me alegra ver que Spielberg ha sabido sortear con su habitual talento y talante las ganas que le tenían muchos que auguraban un desastre artístico o una mera repetición de esquemas, aunque no deja de haber alguna opinión más tibia. Hoy se compran las entradas y el jueves todos tenemos una cita con el arqueólogo más famoso de la historia del cine. Desde aquí, me gustaría lanzar una invitación a todos ustedes. En estos tiempos de programas de intercambio y screeners, de copias y cines en casa, de entradas por las nubes y multisalas repletas de público que en realidad va más al cine para pasar el rato que para disfrutar de una película, les invito a que queden con amigos, con familiares, a que vuelvan a sentir esa magia que antaño significaba ir al cine y sumergirse en la oscuridad de los sueños ajenos en compañía de centenares de desconocidos, conectados por unos momentos por emociones o sentimientos similares emanados de la gran pantalla, ventana a otros mundos cercanos o muy lejanos que hacíamos nuestros durante el tiempo que durase la proyección. Dejen que la sonrisa brille en su rostro cuando aparezca el logo de la Paramount, tarareen en voz baja la marcha de los Aventureros del Arca Perdida en voz baja para no molestar a sus vecinos de sala, aplaudan cuando gusten y por encima de todo disfruten de una ocasión única, la que Steven Spielberg brinda de cuando en cuando, la de volver a disfrutar del cine como si fueramos niños.

Y al habitual y sentido tostón sobre el estreno de Indiana, sigue el no menos habitual repaso a la actividad de este vuestro blog amigo, y la verdad es que la semana pasada cumplimos a rajatabla con los objetivos marcados, además de superar el temido bache del fin de semana. Para los próximos días pueden esperar ustedes la prometida crítiquilla de Speed Racer (la cual veré por segunda vez para mantener la ilusión antes de ya saben ustedes qué), un sketch-buster pretérito, casi casi fundacional, diría yo, y un Él dijo, ella dijo que no hace falta decir a quién irá dedicado, porque me parece casi una obviedad. Y todo ello servido con una ilusión y una energía renovadas, que en este caso me vienen del otro lado del Atlántico, desde donde me han hecho llegar un saludo que me ha resultado especialmente emocionante y alentador. Así que ya saben, no dejen de pasar por aquí cuando quieran.

Para cerrar otra entrada de lunes voy a hacer un doble homenaje a la serie Alias que tan grato recuerdo ha dejado en muchos de nosotros. Para empezar, nada menos que la comparativa entre los títulos de crédito inciales de la serie, los pertenecientes a las tres primeras temporadas y el de la cuarta, que refleja el fino olfato de Abrams a la hora de conectar con la audiencia. Si en el primero tenemos una sobria melodía, compuesta por el propio J.J., acompañando al nombre de los actores, en el segundo contemplamos un festival de modelitos à la Bristow con un mix techno de la sintonía acompañado por gemiditos de mujer. Curioso cuando menos. Y como cierre definitivo, la letra del tema Diggin your scene de Smash Mouth, tema fresquito y energético que servía de apoyo a una de las incursiones de Sydney en uno de los capítulos de Alias. Y se acabó, que para un lunes ya está bien la cosa. Sean ustedes buenos, malos o regulares, mantengan la fidelidad para consigo mismos y vuelvan cuando gusten. Esta semana no se preocupen, no hace falta que tengan cuidado ahí fuera. Me han dicho que hay un tipo con látigo y con sombrero que va a ir a por ellos antes de que ellos vengan a por nosotros.






Diggin' your scene
Smash Mouth

Tell me why we're all gluttons for pain
The girl is totally insane
She doesn't know the meaning of tame
Still I can't put out the flame
Hey hey I wanna play on the team that you despise
Every day a new disguise
Every night a Halloween
She says keep the motor runnin' man
Like I was some machine
You can talk talk but I'm keepin' her stock
I wouldn't even change a thing
Why fight you've got me roped and tied
I hit your baited line
I'm so diggin' your scene
I said you're playing with my head
I could split instead
I'm so diggin' your scene
On you like a hungry tick
Like a junkie knows he ought to kick
But I don't want to be dope sick
So I scramble for a fix
Voodoo and sorcery too I can't shake your freaky spell
(Repeat Chorus)
Can anybody tell me why we're Springer bound
Why we feel so up when we're kept down
On a short leash behind a barbed wire fence
With no chance of parole on a life sentence
My friends tell me I should run
They say they think she's got a gun
But that just only turns me on
Right on Right on Right on
Hey hey I wanna play for the team that you despise
Why fight you've got me roped and tied
I hit your baited line
I'm so diggin' your scene
I said you're playing with my head
I could split instead
I'm so diggin' your scene
Don't change
I love that you're deranged
You've got me trapped and caged
I'm so diggin' your scene
I said you're playing with my head
I could split instead
I'm so diggin' your scene

viernes, mayo 16, 2008

52: Un año en diez portadas

Si por mi fuera dejaría aquí las 52 ilustraciones realizadas por el dibujante J. G. Jones para la serie 52, pero por un lado mi habitual moderación y por otro la intención de no saturar de imágenes los contenidos del blog me aconsejan no hacerlo. En cambio he seleccionado diez de las portadas más representativas para mí de la serie -y dejando fuera las que ya aparecieron acompañando la reseña de la serie que dejé por aquí el martes pasado- y que son un ejemplo tan bueno como cualquier otro de la habilidad de Jones para jugar con la composición, con el diseño, y con los iconos más reconocibles del Universo DC. Esta breve selección si atendemos a las posibilidades del material original permite echar un vistazo a las andanzas estelares de Starfire, Adam Strange y Animal Man y a ese peculiar cruce con Lobo, al azaroso sendero de autoconocimiento emprendido por Renée Montoya, al mejor y al peor momento de Black Adam, monarca absoluto de Kandahq o a dos de los mejores momentos relacionados con la trama de la isla de Oolong y a la panda de tarados que allí desarrollan sus experimentos empleando hasta la última de sus podridas pero fértiles -en destrucción y horror- neuronas. Disfruten ustedes, que merecen muy mucho la pena.










jueves, mayo 15, 2008

Alias (2001-2006): Retrato de la espía post-adolescente

Sydney Bristow (Jennifer Garner) es una inteligente, osada y atractiva agente de campo del SD-6, una sección secreta de la CIA empeñada en una guerra sin cuartel contra diversas amenazas criminales que operan a nivel global. Para desempeñar cada una de las arriesgadas y mortales misiones encomendadas por el manipulador líder del SD-6, Arvin Sloan (Ron Rifkin), Sydney contará con el inestimable apoyo de Marcus Dixon (Carl Lumbly) sobre el terreno y del genio de la informática y de la ingeniería Marshall Flinkman (Kevin Weisman) como encargado de burlas sistemas de alarma, piratear toda clase de ordenadores y diseñar gadgets que ya quisiera para sí el bueno de James Bond. La vida privada de Sydney además encara una etapa llena de felicidad ante la inminente boda con Danny, para la que cuenta con la ayuda de su mejor amiga Francie (Merrin Dungy) y de Will Tippin (Bradley Cooper), típico mejor-colega-enamorado-en-silencio. Para todos ellos Syd trabaja en una sucursal del banco Credit Dauphin que la obliga a viajar por medio mundo y atender largas reuniones de trabajo a horas intempestivas.


Por así decir, la vida de la señorita Bristow es lo suficientemente complicada como para provocarle quebraderos de cabeza día sí, día también, y eso cuando no necesita huir de sicarios armados hasta los dientes o debe soportar sesiones de tortura en alguna de sus misiones. Ante la cercanía de su boda decide contarle la verdad a su pareja y de esta forma eliminar cualquier traba que pudiera interponerse en su relación, aunque para ello desoiga los consejos de su padre y superior en el SD-6, Jack Bristow (Victor Garber), que le desaconseja realizar tal confesión. Al día siguiente de contarle a Danny la verdad, el mundo de Sydney vuela en mil pedazos. Danny aparece muerto y Jack le revela la verdadera situación: el SD-6 pertenece en realidad a una organización criminal conocida como La Alianza y él es un agente doble al servicio de la CIA que pretende recoger información que ayude a desmantelar el vasto imperio criminal de Sloan y sus iguales. La propia Sydney pasará a trabajar para la CIA en un peligroso juego doble que la pondrá en más de una ocasión al borde de la muerte, que acarreará desgracias sin cuento para su familia, compañeros y amigos y que exigirá de ella el máximo de sus capacidades simplemente para sobrevivir y mantener su/s tapadera/s. Afortunadamente en la CIA contará con el apoyo de los agentes Michael Vaughn (Michael Vartan) y Eric Weiss (Greg Grunberg) para lograr salir con éxito de las situaciones más peliagudas.


Esto que han leído ustedes no es más que el planteamiento de los primeros episodios de la serie, y la cosa dura cinco temporadas (105 episodios), aunque hay un hilo conductor para toda la serie, y este es Milo Rambaldi. Genio inventor, visionario y profeta que vivió en la Italia del siglo XV, Rambaldi avanzó conceptos tan importantes como la transmisión digital de información, los superconductores o la manipulación genética. Igualmente realizó una serie de ominosas predicciones que avanzaban un armageddon del que aparentemente Sydney Bristow sería la responsable. La obsesión de Sloan por la figura de Rambaldi y por desentrañar los misterios ocultos en sus artefactos y en sus teorías serán determinantes para La Alianza y posteriormente El Pacto, e implicarán a otros agentes libres con sus propios intereses como Julian Sark (David Anders), mercenario letal y refinado con el que los Bristow cruzarán sus caminos en más de una ocasión, Irina Derevko (Lena Olin), espía rusa con contactos en medio mundo y una determinación equivalente a la de Sloan, némesis absoluta de Syd y Jack o la no menos peligrosa Anna Espinosa (Gina Torres), para la cual destruir a Sydney Bristow se tornará en más que una obsesión.

La serie fue parida por J.J. Abrams mientras desarrollaba el culebrón romántico ambiantado en el mundillo universitario Felicity, para el que se planteó hacer trabajar a la protagonista durante un verano para la CIA y luego devolverla a su vida "normal" como si nada hubiera pasado. Partiendo de ese planteamiento, en Alias encontramos dos planos que si bien en la primera temporada están muy diferenciados, el personal y el laboral, conforme avanza la serie esas fronteras se van diluyendo y los camaradas pasan a ser amigos y los amigos agentes. A las preocupaciones sentimentales de una mujer joven y emancipada, con sus inseguridades y sus desilusiones, se solapan los peligros inherentes a la vida de una espía de película, con misiones de infiltración, de extracción, de búsqueda, con las desconfianzas propias de un mundo en que las traiciones y los engaños están a la orden del día y en que la vida de un agente vale menos que la bala empleada para matarlo. A lo largo de los cinco años que duró la serie los cambios son tantos y tan repentinos que en tan solo un capítulo el status de un personaje o de un grupo completo de ellos podía variar totalmente pasando de amigo a traidor o de enemigo encarnizado a aliado circunstancial en un momento, volviendo la serie del revés por completo y manteniendo al espectador en un carrusel de desconfianza y tensión perpetua que sólo con el final definitivo de la serie se mitigó por completo.


Igualmente, la estructura folletinesca seguida a nivel argumental (un culebrón familiar y sentimental en toda regla) se plasmó en una estructura que hacía del cliffhanger final de cada capítulo un motivo más para enganchar a la audiencia, aunque se optó por abandonar esa estructura dejando la trama de cada episodio más o menos cerrada y así reservar los continuará explosivos para el final de cada temporada. En concreto, los finales de la tercera y cuarta temporadas son absolutamente espectaculares, sobretodo el de esta última, en el que tras un doble capítulo de infarto repleto de zombis/contagiados y amenazas apocalípticas con petición de matrimonio incluida era rematado con un cliffhanger de juzgado de guardia en el que continente y contenido contribuían a que el espectador -en este caso un servidor- se quedara con una cara de bobotonto de antología. Además la serie hace abundante uso de flashbacks que permiten manipular todavía más al sufrido seguidor de Alias, y un esquema repetido es comenzar por el momento de máximo peligro para sus protagonistas y volver a un "X horas antes" para narrar los hechos desde el comienzo. Lo cierto es que todo esto le permitiría a Abrams depurar una estructura dramática que emplearía no sólo en la serie Perdidos, siguiente proyecto de este productor con olfato y talento indiscutibles, sino que también sería el planteamiento de Misión Imposible III de la que fue director.


Giros argumentales, relaciones sentimentales, acción a raudales... En Alias el aburrimiento no tiene cabida, pero aún hay tres ganchos más, tres elementos dirigidos a audiencias en principio opuestas pero a la postre -como ha sido mi caso- complementarias. En primer lugar, el juego de disfraces y tapaderas sensualmente -o sexualmente en algunos casos- sugerentes que Sydney empleaba para llevar a cabo las diferentes misiones. Contundentes armas de mujer que llegan a un sorprendente e irónico culmen en la quinta temporada cuando una embarazadísima Sydney Bristow tendrá que llevar a cabo misiones de campo en las que la tapadera vendrá impuesta por la condición de la agente -y de la actriz, ya que una circunstancia que en muchas otras series habría supuesto el retraso de la temporada final aquí se integró plenamente en la trama ofreciendo momentos divertidos, intensos y emotivos-. A lo largo de los más de cien capítulos la protagonista lucirá peinados diferentes, tantos como disfraces o identidades distintas se verá obligada a asumir, demostrando casi siempre que los hombres son débiles juguetes en sus manos. En segundo lugar, el público ávido de argumentos esotéricos queda atrapado por las profecías ominosas de Rambaldi, por las sociedades secretas que buscan dominar o destruir el mundo basándose en artefactos y pociones con más de 500 años de antigüedad, con la existencia de conspiraciones ocultas a lo largo de siglos que finalmente acaban por salir a la luz pública. Estos elementos conforman un mcguffind de fondo que permite mil y una vueltas argumentales y a la postre tampoco importa tanto. Lo que apasiona no es tanto la meta como la búsqueda emprendida por sus seguidores y la personalidad de los mismos, con Sloan y Derevko como sus máximos representantes. Y el tercer factor es el que permite enganchar a un amplio espectro de espectadores: el desarrollo de un amplio plantel de personajes atractivos. Sin la empatía necesaria que permita conectar con alguno de ellos una serie no puede sobrevivir, y resulta prácticamente imposible no sentir alguna clase de simpatía por varios de los personajes que pululan por esta serie, llegando hasta el extremo de que incluso los más maquiavélicos, implacables o repulsivos pueden llegar a resultarnos cercanos o podemos ver en sus motivaciones una explicación comprensible para mitigar el resultado final de sus actos. Por encima de todos ellos, y créanme que Tippin, Dixon, Vaughn, Marshall o incluso alguien tan mezquino como Sark ya justifican por sí mismos el visionado de la serie, hay un personaje espectacular al que el devenir de la serie mima de modo especial y que tanto por evolución como por momentos puntuales a lo largo de los 105 capítulos de Alias resulta especialmente memorable. Me refiero a Jack Bristow, agente de absoluta resolución y habilidades extraordinarias tanto para la planificación como la ejecución de las más delicadas operaciones, bestia parda en el combate cuerpo a cuerpo y en la tolerancia al dolor y a las más variadas formas de tortura, y por encima de todo, padre devoto y abnegado. Lo que Jack es capaz de llegar a hacer por salvaguardar la integridad física y mental de su hija se resume en la siguiente expresión: lo que haga falta. Personalmente lo considero uno de mis personajes de ficción catódica favoritos, y a modo de curiosidad decir que fue elegido, en una de esas listas chorras a las que son tan aficionados los yanquis, como uno de los mejores padres televisivos de la historia, concretamente en el puesto 29. Así pues, como verán, la serie ofrece múltiples razones para que se convierta en la predilecta de adolescentes ávidos de ver mujeres sensuales, espectadores en busca de relaciones sentimentales apasionadas, seguidores de Expediente X con ganas de más conspiraciones y elementos fantásticos o aficionados a las series de espías.


Esta serie fue muy maltratada en su primera emisión televisiva en España, y los cambios de parrilla hicieron que la audiencia se despistara por completo. Afortunadamente su recuperación por los canales digitales, y sobretodo su edición en DVD ha permitido que muchos disfrutáramos de una serie cerrada en el 2006, adictiva y apasionante. Han sido cinco años de serie condensados en cuatro de paulatino visionado doméstico, y el pasado lunes finalizaba un viaje que ha sido largo, intenso, repleto de emociones y sorpresas y culminado con una explosiva traca final que, una vez más, coloca a Jack Bristow como un personaje capaz de todo por salvar a su hija y por extensión al mundo de las maquinaciones de Rambaldi y sus fieles seguidores. Ahora, a ver cómo rematan Battlestar Galactica sus responsables y a esperar tres añitos a que Perdidos llegue a su fin y comprobar si J.J. ABrams es capaz de ofrecer una explicación satisfactoria para todos los embolados en los que se está metiendo la serie. Para entonces espero que ya podré desengancharme de esa droga dura, acaparadora de tiempo en la que se han convertido muchas series de televisión actuales.

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