Tarde dominical fresquita y lluviosa con la que rematamos unos días casi invernales, y aprovecho estos momentos de relativa tranquilidad para recuperar este dibujo realizado por Dani Sampere durante el Salón del Comic de Barcelona del año 2012. El artista catalán comenzó su carrera en el mercado estadounidense trabajando para una editorial como Dynamite, con gran proyección para sus proyectos y buscando un hueco más que merecido en el mercado para sus licencias. Allí Sampere dibujó a dos iconos femeninos de la talla de Vampirella y Red Sonja. Su trabajo llamó lo suficiente la atención de los editores de DC como para contar con él para colecciones como Justice League, donde realizó un par de números, Batman o Justice League Dark, antes de convertirse en el dibujante regular de la serie Batgirl -donde he podido leerle recientemente en los cruces de Muerte en la familia-, en la que está realizando un trabajo realmente espectacular acompañado en la tarea artística por Vicente Cifuentes en labores de entintado. Si tenéis más curiosidad sobre este joven dibujante, queréis ver muestras recientes de sus últimos trabajos o echar un ojo a las páginas originales en venta, os recomiendo que paséis por su blog personal, donde el dibujante deja una buena ración de su calidad y su talento al alcance de los aficionados. Cuando acudió al Salón de Barcelona el año pasado, Sampere tenía reciente su trabajo en Justice League Dark, serie que reúne a los personajes oscuros de DC en aventuras que, por un lado ofrecen unos sólidos guiones -no podía ser de otra manera estando de por medio Peter Milligan- y por otro unos resideños de personajes relativamente polémicos, como es el caso de Zatanna, la maga con problemas de dicción -esa manía de hablar hacia atrás...- y afición casi fetichista por las prendas de rejilla que Daniel, durante su sesión de firmas en el stand de la FNAC, tuvo a bien realizar para miss Spark y un servidor... !!!erepmaS .rS ,saicarg sahcuM
domingo, abril 28, 2013
jueves, abril 25, 2013
24: Un día en la vida de Jack Bauer... (x8)
El post que van a leer fue escrito entre las 18:00 y las 23:00.
Los hechos no suceden en tiempo real.
Jack Bauer (Kiefer Sutherland) es el agente en punta de la UAT (Unidad Anti-Terrorista) de Los Angeles, un antiguo militar reconvertido en agente federal destinado a una unidad especializada en la inteligencia, el contraespionaje y el terrorismo en sus más variadas manifestaciones. Hombre de fuertes convicciones y con la sólida creencia de que un buen fin justifica hasta el más abyecto de los medios empleados para llegar hasta él, Bauer resuelve de manera expeditiva todas las situaciones que se le presentan en el desempeño de su tarea como agente antiterrorista, labor en la que le acompaña el agente de campo Tony Almeida (Carlos Bernard), la analista Nina Myers (Sarah Clarke) o la experta en informática Chloe O'Brien (Mary Linn Rajskub), aunque habrá muchos más agentes y compañeros colaborando con Jack dado el altímisimo grado de movilidad laboral y vital provocado por las condiciones de estrés y peligro que afrontan los miembros de la UAT. Junto a él, sufriendo el día a día de la vida de un agente del gobierno, está su sufrida familia. Teri Bauer (Leslie Hope) atraviesa una serie de dudas sobre su estabilidad matrimonial, mientras que Kim Bauer (Elisha Cuthbert) suma a su rebeldía e inconformismo juveniles la tendencia a convertirse en la Increíble Chica Rehén a la menor oportunidad.
En el que sería el primero de los ocho peores y más largos días en la vida de Jack Bauer, nos encontramos en plena campaña presidencial, con el candidato David Palmer (Dennis Haysbert) preparado para celebrar un mitin en L.A. y con un oscuro y elaborado complot para asesinarlo en proceso, con la intención de colocar los destinos de Palmer y Bauer en rumbo de colisión. La habilidad de Jack Bauer a la hora de afrontar este tipo de situaciones le colocarían en una posición privilegiada para afrontar con el paso de los años serias amenazas que incluirían un ataque con un virus biológico, el robo de bombas de gas nervioso, tres amenazas de artefactos nucleares o de bombas sucias, y el colapso informático del sistema de centrales nucleares, con el punto de vista puesto en todo momento en doblegar al gobierno de la así autodenominada nación más poderosa del mundo. La unión inextricable de política y lucha antiterrorista, o de Bauer y cualquier presidente que ocupe el cargo en ese momento -hasta seis diferentes llegamos a ver en el transcurso de las ocho temporadas- ocuparán el grueso de la acción que atrapará al espectador sin remedio, desde el minuto uno hasta el mismo final de la serie.
24 fue una serie de televisión emitida por el canal Fox entre el año 2001 y el año 2010, constando de ocho temporadas de 24 episodios -de 42 minutos de duración- y una película para televisión, Redemption, que enlazaba la sexta con la séptima temporada y servía de prólogo a esta. El impulsor y creador de la serie, y del concepto subyacente a la misma es Joel Surnow (co-creador de otra serie adrenalínica como fue Nikita), que junto al productor Robert Cochran presentó a la Fox un proyecto arriesgado sobre el papel: la elaboración de una serie que sería mostrada al espectador en tiempo real. Esto es, cada capítulo de la serie comprende una hora en la vida de Jack Bauer -contando las pausas comerciales-, y cada temporada un día en su ajetreada vida como agente antiterrorista. A nivel argumental, ese hecho suponía un verdadero reto en tanto en cuanto se tenía que transmitir varios argumentos y subargumentos en paralelo de forma que el espectador no se perdiera, siguiera el hilo de la historia y ubicara a cada personaje temporal y espacialmente. Y podemos hablar de docenas de personajes y un mínimo de seis tramas por temporada.
Para ello, los productores contaron con dos elementos formales que se convirtieron prácticamente desde el primer momento en elementos distintivos, reconocibles y absolutamente indiferenciables de la fórmula 24: el reloj digital que inexorablemente y con un sonido angustioso iba marcando el paso del tiempo -con especial énfasis en los compases finales de cada capítulo, y dedicando un reloj silencioso a la desaparición de ciertos personajes clave para acentuar el drama de su muerte, contando con 11 silent clocks en total-, y la pantalla partida para mostrar tres, cuatro personajes en pantalla realizando diferentes acciones en localizaciones distintas, pero ocurriendo al mismo tiempo. Por si quedaba algún despistado, antes de cada capítulo, una pequeña coletilla situaba el capítulo -Los sucesos ocurren entre las 6 y las 7 de la tarde, por ejemplo- temporalmente, y remarcaba la peculiaridad narrativa de la serie -Los eventos ocurren en tiempo real-. Aunque no fuera algo revolucionario -Gary Cooper, Sean Connery o Jean-Claude Van Damme habían vivido situaciones similares en cine-, lograr que un concepto tan ligero en apariencia, pero denso a nivel argumental fue algo milagroso, logrado gracias a un implicado y compenetrado equipo de guionistas, que hacían encaje de bolillos con los tempos narrativos, los traslados, las conexiones entre personajes, para lograr una narrativa fluida, plausible y, sobretodo, no solo entretenida, sino totalmente adictiva y apasionante.
Los valores de producción de la serie consiguieron, además, dotarla de un aspecto casi cinematográfico, con unos sets de lujo, localizaciones en exteriores continuas -con Los Angeles en seis ocasiones, Washington en una y Nueva York en otra como telón de fondo-, o escenas de acción dignas de cualquier producción hollywoodiense. De hecho, el modelo establecido con éxito por Surnow y Cochran ha tenido algunos intentos de traslación a la pantalla grande, con pobres resultados, en cintas como En el punto de mira, La sombra de la sospecha o La sombra del reino. Y es que si por otra cosa será recordada 24, además de por su arriesgada apuesta formal, es por su hábil mezcolanza de tres géneros tan variopintos y aparentemente incompatibles como el thriller, el drama y la política ficción, pilares en torno a los cuales se organizaban los principales argumentos de cada una de las temporadas. En el primer caso nos encontramos con las amenazas directas afrontadas por Bauer y su equipo, sin duda la parte más vistosa y espectacular, dotada de mayor profundidad al conocer por un lado el trasfondo familiar y personal de los implicados -con auténticos dramones en proceso en mitad de crisis terroristas de proporciones apocalípticas- y por otro los entresijos que se manejan en las sombras de la política estadounidense, ya sea en una campaña presidencial o de reelección, o en el interior de los gabinetes, búnkeres y salas de la Casa Blanca.
Si hubiese que poner una guinda a esta producción, o resaltar todavía más factores que contribuyen a culminar un producto de altísima calidad, podríamos citar la adrenalínica y épica banda sonora de Sean Callery o la abundante e impresionante nómina de actores televisivos o cinematográficos que se dejan caer por la serie a lo largo de sus ocho años de existencia y que contribuyen con su talento a elevar todavía más el nivel de la serie. Sin ánimo de ser exhaustivo, pero si extensivo, podemos ver en 24 a actores como Zeljko Ivanek, Lou Diamond Phillips, Dennis Hopper, Mia Kirschner, Jude Ciccolella, Xander Berkeley, Michelle Forbes, Laura Harris, Kevin Dillon, Harris Yulin, James Badge Dale, Zachary Quinto, Paul Blackthorne, Gina Torres, Arnold Vosloo, William Devane, Gregory Itzin, Sean Astin, Peter Weller, Ray Wise, Powers Boothe, James Cromwell, Colm Feore, Janeane Garofalo, Bob Gunton, Jon Voight, Mykelti Williamson, Katee Sackhoff o Freddie Prinze Jr.
A pesar de la evidente calidad, y de los numerosos premios acumulados durante sus años de emisión, 24 sufrió graves críticas por dos controvertidos elementos habituales en el desarrollo de sus tramas. El primero sería la presentación de numerosos personajes árabes como terroristas desalmados y crueles, un tema particularmente sensible que debía lidiar con los límites de lo políticamente correcto y de las exacerbadas sensibilidades post-11s. En segundo lugar nos encontramos con el altísimo nivel de violencia de la serie, cuyo protagonista dispara, golpea, empuja, tortura, electrocuta, droga, envenena, amenaza, extorsiona, decapita, secuestra, atropella o defenestra a todo aquel que se interpone en su camino o supone una amenaza para su bienamada nación, en un conjunto de acciones que si bien espectaculares en pantalla y justificadas argumentalmente no tienen cabida alguna en el mundo real. Servidor, a nivel personal, eliminar cualquier elemento político justificatorio de la serie a la realidad nacional de EEUU y simplemente disfruta de un espectáculo televisivo de primer orden como pocas veces ha sido producido.
24 ha sido una constante desde que Sparks y servidor nos emancipamos. Comenzamos a ver la serie en el verano del 2004, y hemos ido completando temporadas conforme la economía lo iba permitiendo, siendo una de las pocas series que tenemos originales en su integridad. El visionado de cada nuevo peor día de Jack Bauer constituyó en cada ocasión un acontecimiento adictivo y espasmódico, encadenando capítulo tras capítulo y reduciendo los tiempos hasta la semana que nos tomó ver el 8º día, con una media de 3-4 capítulos diarios, y eso conteniendo la necesidad de seguir un poco más, de superar el siguiente cliffhanger, de ver la siguiente hora en la vida de Jack Bauer. Por el camino quedan momentos de electrizante épica, como los clímax finales de la primera temporada, los relacionados con George Mason y Ryan Chappelle -este último protagonista de uno de esos momentos inolvidables que me dejó clavado en el sillón y que tuve que volver a ver para creermelo, de tan intenso y duro que resultó en su momento-, y un final de serie tan emotivo como difícil para un Jack Bauer haciendo piruetas cada vez más difíciles sobre un alambre más fino. Como ya he hecho en anteriores ocasiones -Alias, Chuck, Firefly- quería dejar en el blog unas breves lineas sobre una de esas series que marcan al que las ve y cuyo recuerdo te acompaña mientras vivas o hasta que vuelvas a darle una nueva vuelta a la serie, cosa esta última que no crean me apetece sobremanera. Esperaré como mínimo, 24 horas más...
Si me permiten la broma final, les dejo con dos coñas relacionadas con la serie. La primera es la parodia homenaje que Los Simpsons dedicaron a 24. La segunda es una selección de algunos Bauer Facts que explican porqué el mundo es como es y porqué Jack Bauer hace lo que hace.
Rodeado de terroristas, con un brazo en yeso, en medio de gas lacrimógeno y herido de bala, Jack Bauer se ríe y dice: "Los tengo a todos justo donde quería".
Cuando Jack Bauer pasa por un detector de metales en el aeropuerto y no suena, el vigilante le regala una pistola.
Supermán tiene pijamas de Jack Bauer.
El calendario de Jack Bauer pasa del 27 de diciembre al 29, nadie bromea con Jack.
Si sabe como pollo, huele como pollo y parece pollo, pero Jack Bauer dice que es ternera. No lo dudes, es ternera!!!
Jack Bauer no habla árabe, pero puede hacer que cualquier árabe hable inglés en cuestión de segundos.
1.600 millones de chinos están furiosos con Jack Bauer... Parece una pelea justa.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis, originalmente eran cinco. El quinto era Jack Bauer, y decidió ir a pie.
Si se quedara sin munición durante un tiroteo, Jack Bauer se pondría en la línea de fuego, recibiría tres disparos en el pecho y usaría las balas para recargar su arma.
Nostradamus escribió en su diario: "En la vigésimo primera centuria, el que es conocido como Juan (Jack es el diminutivo de John) salvará el mundo... cinco temporadas de una tacada". Momentos después, Jack Bauer echó la puerta abajo, disparó a Nostradamus en las rótulas y le gritó: !!!¿PARA QUIÉN TRABAJAS?!!!
Jack Bauer podría salir de la isla de “Lost” en 24 horas.
Jack Bauer duerme con una pistola debajo de la almohada, pero podría matarte sólo con la almohada.
Un francés, un inglés y un español entran en un bar... y Jack Bauer va a averiguar por qué.
Jack Bauer eliminó la tecla "escape" de su teclado. No le gusta huir como un cobarde de los problemas.
sábado, abril 20, 2013
Comic Con. Episodio IV: La esperanza de un fan... friki!
Hay un mundo de convenciones y salones de comic al otro lado del Atlántico que deja en pañales a todo lo que aquí conocemos. Un lugar donde Harrison Ford o Kiefer Sutherland pueden presentar su última serie o película, donde Joss Whedon o Kevin Smith se confunden con los aficionados al tiempo que presentan sus propios paneles, donde cientos de aficionados se disfrazan y emulan a sus personajes favoritos y donde, en fin, un chaval de doce años puede llegar a hablar con Stan The Man Lee y preguntarle cuál es su personaje preferido. Ese es el mundo de las Wizard World y demás convenciones americanas y, por encima de todas ellas, la que hoy nos ocupa y es el sujeto del documental Comic Con Episode IV: A fans hope, la convención que se celebra anualmente en la localidad de San Diego, la Convención Internacional de Comic de San Diego (SDCC).
El documental se inicia con unas imágenes de archivo donde vemos al fundador del evento y a los primeros pasos del salón, apenas una reunión de un puñado de aficionados mirando cuatro puestos y asistiendo a unas pocas sesiones de firmas. Cuarenta años después el evento reúne a 130.000 personas de media -unas poquitas más que Expocomic o Ficomic, para que vean lo que pasaría si Mark Hammill o Robert Downey Jr. viniesen a promocionar un estreno a cualquiera de esos salones-, congrega a la mayor reunión de profesionales relacionados con el mundo de la cultura popular que un aficionado al comic, el cine, los muñecos, los videojuegos o la televisión pudiesen desear, y ofrece una serie de productos exclusivos que se convierten de la noche a la mañana en solicitadísimos artículos de colección.
Para guiar a aquellos que probablemente jamás lleguemos a asistir a una SDCC por los entresijos de la convención, el director Morgan Spurlock -productor y actor principal de la versión americana del programa 30 días y el tipo que se pasó un mes entero fastidiando su organismo con comida basura en Super Size Me- puso su cámara detrás de cinco personas anónimas -relativamente, como veremos más adelante- que iban a asistir a la San Diego Comic Con del año 2010, permitiendo al espectador que conociera un pedacito de sus vidas y al mismo tiempo siguiera sus andanzas por los paneles, puestos de venta, sesiones de encuentro con editores y actividades de cosplay. En primer lugar nos encontramos con Skip Harvey y Eric Henson, dos aspirantes a dibujantes de muy diferente origen y actitud vital. El primero es un camarero barra dibujante que cree tener el talento necesario para triunfar y que prepara un book muy heterogéneo para presentar. El segundo es un militar de carrera -metódico y disciplinado- que espera que su trabajo sea lo suficientemente bueno como para trabajar en la industria.
Chuck Rozanscki, propietario de la tienda virtual Milehigh Comics, nos permite entrar en el almacén de su tienda con cientos de miles de comics, y presenta su aspiración de vender un ejemplar único de la serie Red Raven de Marvel -por la irrisoria cifra de quinientos... mil... dólares- y así superar la situación de crisis generalizada que parece atravesar el negocio. Holly Conrad, una artista de maquillaje y diseño de vestuario aficionada, prepara a lo largo de todo el año los elaborados trajes y escenografía de una de las escenas cumbre del Mass Effect 2, Misión suicida, entre las burlas y la incomprensión de su entorno, todo con vistas a escenificarla durante la Mascarada de la convención de San Diego. Finalmente, en la parte que me resultó más abiertamente insoportable, nos encontramos con James Darling y Se Yong Kuan, pareja de frikis adorable en principio. El problema es que James pretende escenificar la típica petición pública de mano a Se Yong durante el panel de Kevin Smith, y recoger un anillo de pedida réplica del anillo único del Señor de los Anillos, pero para ello tendrá que dar esquinazo a su pareja. Y lo que debería ser adorable acaba resultando en los futiles intentos de James por lograr siquiera dos minutos de libertad y en la agobiante y machacona insistencia de Se Yong por no separarse de su amado ni siquiera por un momento.
Spurlock logra con Comic Con Episode IV algo verdaderamente difícil, y es no caer en ninguna clase de partidismo. Simplemente coloca la cámara y deja que sus protagonistas opinen, narren sus aspiraciones, luchen por conseguirlas durante la convención y finalmente reaccionen ante lo conseguido. No hay voz en off que resalte de manera superflua o machacona lo visualizado, y tampoco hay montaje tendencioso. Los posibles temas espinosos que el documental habría podido resaltar, como la especulación con los coleccionables especiales del salón -en la divertida secuencia de carrera y desesperación en busca del Galactus gigante-, los sobre precios de ciertos artículos -ese medio millón por un tebeo del que sólo se edito un primer número en 1940 y con personajes que no volvieron a aparecer-, la pérdida de peso específico del comic en espacio, actividades o relevancia de cara a los medios o el mismo público, o la cantidad de fracasos personales que jalonan el camino al éxito profesional dentro del mundillo -a buen seguro, una decena por cada artista que logra llegar a ver reconocido su trabajo- se van dejando entrever a lo largo de los 88 minutos que dura el documental y que les aseguro que se pasan en un suspiro.
Tenemos el panorama general, numerosas escenas reflejando el ambientillo, y las peripecias personales de esas cinco personas, que acaban de muy diferente manera -desde el éxito más gratificante al más bochornoso de los fracasos, con algún momento incluso de tensión y suspense- y que obviaré para dejarles con algo de intriga que les impulse al visionado del documental. Para complementar eso nos encontramos con las escenas centradas en las personalidades que visitan una SDCC habitualmente y que dejan constancia de sus sensaciones sobre un evento de tales caracteristicas. Sin ser exhaustivo, podrán disfrutar de las opiniones de gente como Olivia Wilde, Seth Green, Joss Whedon, Kevin Smith -cada vez más grande, ya me entienden-, Eli Roth, Thomas Jane, Kenneth Brannagh, Guillermo del Toro, Seth Rogen, Tim Bradstreet, Todd McFarlane, Robert Kirkman, Stan Lee, Grant Morrison o Matt Fraction. El momentazo Stan Lee andando por los pasillos como el mismo Tony Manero o la sesión de firmas con el chaval nos muestran a ese hombre que ha sabido ser la piedra angular del negocio de forma prácticamente continua durante los últimos cincuenta años.
¿Qué más puedo decirles? Una breve reflexión sobre el furor del cosplay, si me lo permiten. Nos encontramos con disfraces elaboradísimos de superhéroes, sensuales señoritas disfrazadas de nuestras heroinas favoritas, pero me temo que en el fondo se trata de impostores ajenos a la realidad del mundo del comic que han encontrado un entorno en el que representar de forma directa y fácil un papel que les eleva por encima del nivel medio -consiguiendo atención y adulación casi instantánea por parte del friki que religiosamente compra cada mes las aventuras de Iron Man, Supergirl o Catwoman- y que poco o nada tienen que ver con unos personajes a los que generalmente desconocen, cuyo background no les importa y cuya vida sobre el papel no contribuyen a mantener al no ser consumidores habituales. Es una sensación que me asalta cada vez que veo uno de esos videos de cosplay épicos que aparecen de cuando en cuando en la red y que vienen de la Dragon Con o de un evento similar. Para terminar, recomendarles el visionado de la película, tanto si a) creen como yo que jamás acudirán a una San Diego Comic Con y les apetece ver cómo se monta aquel tinglado; b) han acudido recientemente a un salón español y ya tienen mono de los puestos de figuritas, de las sesiones de firmas y de la gente disfrazada; o c) una mezcla de ambas dos cosas. Yo sólo les diré que seguiré con suma atención la carrera de Eric Henson, cuyas muestras de trabajo con Hulk nos dejaron con la boca abierta. Qué tipo más majo... Y ahora sí, para terminar, les dejo con una Misión Suicida, pero vista y oída como debe ser, a pie de un entregado público.
lunes, abril 15, 2013
Electrificando un lunes
Después de unas cuantas semanas de haber hecho mutis virtual o haber mantenido una presencia mínimamente testimonial, esta semana he decidido recuperar las buenas viejas costumbres y empezar con un post a la vieja usanza, contándoles la poca o nada sustancia vital que me ha acompañado durante los últimos días, avanzando lo que podrán ver a lo largo de los siguientes, y dejándonos a uno mismo y al respetable una cancioncilla con la que amenizar tan particular día e ir cogiendo carrerilla para todo lo que se avecine. La pasada semana, como ya les comenté, se celebraba el Salón del Comic de Barcelona de este año, y dado que la anterior edición lo dimos todo, y lo pasamos tan bien, hemos seguido desde la distancia con no poca envidia sana y mucha añoranza las aventuras y desventuras de nuestros queridísimos sospechosos más habituales. Aunque sea en la distancia, y de segunda mano, uno no puede dejar de reírse con según qué anécdotas, disfrutar del trabajo maravilloso de muchos autores que han pasado por allí esos días y ver como en el fondo todo sigue igual que siempre, sin novedad en el frente comiquero. Precisamente a cuenta de nuestra ausencia, y para paliar el mono de eventos y saloneo, hemos estado visionando en casa un par de programas y pelis relacionados con el mundillo, de los que querría -y espero- poder hablarles en breve.
Lo cierto es que tras tanto tiempo de presencia discontinua diferida -sólo que sin sobres de por medio-, se me han acumulado unos cuantos temas que me gustaría que fueran apareciendo poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y quedaran plasmados en esta bitácora virtual que me ha ayudado a solventar no pocas lagunas de memoria. Así, sin orden ni concierto, tengo en el tintero el dedicar dos o tres entradas a López-Espí, un repaso a la serie 24, cuya última temporada fulminamos en una semana de vacaciones de forma agónica y adictiva, la reseña de la última joyita de Garth Ennis con el tuerto fumador de puros favorito de los Marvelitas, y las reseñas de la peli y el programa de televisión centradas en el mundillo del comic y el coleccionismo friki de las que les hablaba antes. Como verán hay mucho y variado, más que suficiente para dedicarme dos semanitas a tenerles entretenidos. A ver si consigo quitarme de encima la perrería que me ha acompañado a lo largo de los últimos meses y reactivamos esto como el blog y ustedes merecen.
Y para transmitirle energía y buenas vibraciones a la entrada, pues me despido con una de mis musas atemporales y la canción del grupo Duran Duran en cuyo título la encontramos homenajeada. Que su espíritu y su energía nos contagien a todos y manden a paseo la astenia primaveral. Sean ustedes buenos, y recuerden, como siempre, tener mucho cuidado ahí fuera.
Duran Duran
I knew when I first saw you on the showroom floor
You were made for me
I took you home and dressed you up in polyester
Princess of my dreams
Emotionless and cold as ice
All of the things I like
The way you look
The way you move
The sound you're makin'
In ultra-chrome, latex and steel
I plug you in
Dim the lights
Electric Barbarella
Your perfect skin
Plastic kiss
Electric Barbarella
Try to resist
Then we touch
Hallucinate and tranquilize
(she's so fine)
(she's all mine)
Our private life is subject to investigation
No time to waste
People say they heard about our deviation
But you never looked so good
Wear the fake fur and fake pearls for me
And put on your mystery
The way I feel you know
I'll never keep you waiting
In ultra-chrome, latex and steel
I plug you in
Dim the lights
Electric Barbarella
Your perfect skin
Plastic kiss
Electric Barbarella
Try to resist
Then we touch
Hallucinate and tranquilize
Princess of my dreams
Princess of my dreams
Major domo plasticomo Barbarella
(She's so fine)
Pro-genetic you Electric Barbarella
(She's all mine)
My pretty pretty pretty pretty Barbarella
jueves, abril 11, 2013
Sketch-busters CCXXI: Mikel Janin
Hoy se inauguraba la edición de este año del Salón del Comic de Barcelona, cita a la que le tengo un gran cariño y a la que las circunstancias coyunturales adversas me han impedido acudir este año. Lo cierto es que muchos de los sospechosos habituales de este espacio estarán ahora mismo inmersos en la vorágine que el Salón conlleva cada año, entre visitas a los stands, las exposiciones, y con un ojo siempre puesto en las sesiones de firmas de turno que, en un evento de la magnitud de Ficomic, se multiplican y se diversifican para que lectores de toda clase y condición encuentren en todo momento a un autor afín a sus gustos firmando en tal o cual editorial, desde el más animoso fanzinero que busca abrirse camino en el mundillo, pasando por autores españoles consagrados en el mercado internacional o leyendas del comic independiente que repiten visita a la ciudad condal. Reitero mi aprecio al evento, y más con la asistencia el pasado año al mismo tras tiempo sin acudir y las buenísimas vibraciones que acompañaron a aquellos intensos tres días. Como el que no se consuela es porque no quiere, y servidor se conforma con poco, pues qué menos que recuperar uno de los dibujillos conseguidos durante el transcurso de la pasada edición -de la que les dejé un cumplido y sentido repaso en esta entrada del año pasado-, obra de un joven autor español que repite como invitado en la nueva edición de Ficomic, prueba de su excelente trabajo allende los mares y de la consolidación de una más que prometedora carrera. El dibujante en cuestión no es otro que Mikel Janin, arquitecto pamplonés que dejó el diseño de edificios para pasar a ilustrar historias como el álbum francés Les aventures d'Antonin Phylifrandre: La couronne de Ptah o la obra coyuntural El año que fuimos campeones del mundo, aprovechando el triunfo de la selección española y continuando el tebeo A por ellos! como adaptación de las aventuras del combindo nacional, pero con un tono más realista y cronístico. A partir de ahí, el trabajo de Janin llamó la atención de los editores de DC que confiaron en él para participar en el monumental desastre argumental que fue Flashpoint, donde el dibujante español ilustró un número de Deadman and the Flying Graysons. Ya dentro de los New 52, fue el encargado junto a Peter Milligan de relanzar el apartado mágico y oscuro de DC con la serie Justice League Dark, una de las pocas que mantiene un nivel de calidad digno y un cierto respeto por los personajes y material que aborda. Fue su trabajo en esa serie lo que nos animó a abordar a Mikel en una de las multitudinarias sesiones de firmas numeradas de ECC -que supongo repetirán este año- y solicitarle una Madame Xanadu, que es la que acompaña estas líneas. Quién pudiera estar repitiendo ahora mismo por aquellos lares...
sábado, abril 06, 2013
Galería de portadas: Carmine Infantino (In Memoriam)
Hace tan sólo dos días, y a través de las redes sociales me enteraba del fallecimiento a los 87 años de edad de una verdadera leyenda de la historieta estadounidense, el dibujante y editor Carmine Infantino. Realmente se trata de una gran pérdida para el mundo del comic en general y para los seguidores de DC en particular, dado que este autor, que llegó a ser conocido en el mundillo con el sobrenombre de Mr. DC, estuvo en la base de la renovación editorial de la compañía a mediados de los años 50. Siguiendo el impulso del editor Julius Schwartz, autores como Gardner Fox, John Broom, Mike Sekowsky, Arnold Drake o el mismo Carmine Infantino llevaron a cabo una tarea de renovación de los iconos super-heroicos de la compañía, en algunos casos cambiando la orientación de las series -como en Detective Comics-, renovando los personajes que recibían un nombre y una herencia previa -Flash, Green Lantern, Batgirl- o desarrollando nuevos personajes cuya existencia ha probado ser duradera y provechosa a nivel editorial -Animal Man, Adam Strange-. Carmine Infantino está considerado como una de las fuerzas creadoras más interesantes de ese periodo, con un estilo de dibujo de figuras rocosas y narración dinámica, a él se debe el desarrollo artístico de decenas de personajes que han acompañado nuestras lecturas a lo largo de los años, entre los que me gustaría destacar a los ya citados Animal Man, Adam Strange, Batgirl, Flash II, Kid Flash, Canario Negro, Capitán Búmerang, Deadman, Hombre Elástico, Grodd, Blanco Humano, Amo de los Espejos, Fantasma Desconocido o muchos de los Villanos de Flash sin los que, sin ir más lejos, Geoff Johns no habría podido hacer nada en su recordada etapa en la colección del velocista escarlata. Mi primer contacto con el dibujante fue a principios de los 80 a través de algunos de sus comics de Star Wars editados en España y en las historias de Flash publicadas por Ediciones Zinco dentro del volumen I dedicado al personaje un poco más tarde. Sus inconfundibles mandíbulas cuadradas y su forma de retratar la supervelocidad de Barry Allen me ganaron desde el primer momento. Lo cierto es que para mí fue un verdadero honor poder conocerle en persona hace 12 años, en el transcurso de las Jornadas de Avilés del año 2001, y más concretamente en fechas tan aciagas como las del 11 de septiembre de aquel año, que cogieron a un neoyorquino de pura cepa como Carmine a miles de kilómetros de su hogar mientras su país afrontaba una situación entonces inimaginable. Escucharle hablar con toda serenidad en su charla del amor que profesaba a su ciudad, de su infancia en las calles de Brooklyn o de sus inicios en el mundo del comic fue un verdadero lujo en aquella edición de las Jornadas. La verdad es que para mí habría sido un verdadero honor poder atesorar un dibujo de Barry Allen realizado por su creador, pero la edad impedía a Infantino las sesiones de dibujo y se limitó a firmar los varios tomitos que llevaba para tal efecto. No se me ocurre mejor homenaje que pueda rendirle este espacio que dedicarle una breve galería de portadas de las cientos posibles con algunos de los momentos más memorables o significativos en su carrera, como serían la creación de Batgirl, la primera aparición de Animal Man con uniforme, una muestra de su trabajo en Strange Adventures con el que es uno de mis personajes favoritos, la primera aparición de Flash y la histórica portada del Flash de Dos Mundos, uno de esos tebeos que hacía historia así, casi sin darse importancia, y tres portadas realizadas para Marvel como muestra de otros trabajos, concretamente para la serie Star Wars, Nova y Spider-Woman. Incluyo además, de propina, las dedicatorias del tomo segundo dedicado a Nova dentro de la Biblioteca Excelsior, un tebeo que con el paso de los años y gracias a haber coincidido con varios autores a lo largo de los años, cuenta con el honor de tres dedicatorias de verdadero lujo, la de Carmine Infantino, Sal Buscema y el guionista Marv Wolfman. Descanse en paz el padre de toda una generación de héroes...
lunes, abril 01, 2013
Commissionando CLVI: David Bancroft
Aprovecho la tesitura de este lunes festivo, dentro de un periodo tonto de vacaciones que me va a tener trabajando la agotadora cantidad de cinco días laborables en un lapso de tres semanas, para darle algo de vidilla al blog, que, he de reconocer, está atravesando su periodo de más pertinaz y duradera sequía productiva desde que comenzara hace unos añitos. Para un día como el de hoy, con toda la comunidad disfrutando de días de campo, playa, solaz vario, o reincorporación al curro tras los excesos pascuales, he escogido una galería de commissions perteneciente al dibujante David Bancroft, uno de los artistas representados en la web Catskill Comics. Bancroft ha venido desarrollando su labor como dibujante desde mediados de los 80, principalmente para libros de ilustración y dentro del circuito de convenciones, ese que permite que en el Callejón de los Artistas un dibujante con ganas de trabajar y talento pueda hacerse con un sobresueldo a base de realizar commissions sobre el terreno. En el caso de David Bancroft, nos encontramos con un artista centrado de manera casi exclusiva en el campo del GGA, o Good Girl Art, que se centra de manera prominente en la figura femenina y que ha dado tantos y tan buenos ejemplos de cultura popular en las revistas pulp, publicaciones criminales o comics. Puede consultarse la lista de precios con la que trabaja Bancroft en este enlace, así como verse una extensa galería de trabajos a lápiz, tinta o color en los que deja bien claro que lo suyo es convertir en poco menos que top models a cualquier personaje femenino que se precie. Mención especial a sus homenajes al cine de terror de la Universal, en la que muestra un poco más de clase y estilo que en sus demás ilustraciones, en las que hace gala de un dominio de los volúmenes y el sombreado que se aprecia mucho mejor en las ilustraciones a lápiz. Les dejo con unas cuantas buenas chicas -aunque algunas sean malas, ya me entienden-, con unos cuantos monstruos añejos y con alguna heroína despistada que pensaba estar posando para un especial de trajes de baño.
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