Con esta entrada he querido sumarme en esta semana tan especial a un evento que muchos aficionados llevamos esperando varios meses ya. Me refiero al tan esperado especial televisivo que celebra el cincuenta aniversario del Doctor Who, personaje de ciencia ficción que ha protagonizado seriales en la televisión británica desde el 23 de noviembre de 1963, y que pese a sus altibajos creativos y a las interrupciones de emisión, ha sabido resurgir de las cenizas con la fuerza necesaria como para convertirse en un fenómeno cultural de referencia en el campo de la ciencia ficción a nivel planetario. Mis recuerdos del personaje se remontan a algunos episodios protagonizados por Tom Baker, el estrafalario cuarto Doctor, emitidos en catalán por la TV3 en horario infantil. No fue hasta mucho después que el boca a boca de varios blogs -en especial Crisei de Rafa Marín- me llevaron a darle una oportunidad a la nueva encarnación del personaje, impulsada por Russell T. Davies como escritor y show-runner en el año 2005 y con Cristopher Eccleston encarnando al Doctor. Tras unos capítulos repletos de maquillajes ridículos, trajes de goma, chistes sonrojantes y escenarios de cartón piedra, los personajes comenzaron a cobrar vida, las historias tomaron profundidad y seriedad y la cosa nos enganchó de tal modo que en un año nos ventilamos las tres temporadas de David Tennant como el décimo Doctor y las pertenecientes al spin off protagonizado por Jack Harkness y su equipo de investigadores de lo inusual y alienígena en la división Torchwood. A lo largo de esta semana son muchos whovians los que han contribuido con su granito de arena para difundir la riqueza de un personaje más grande que la vida que ha marcado a varias generaciones de espectadores con sus historias, acompañantes, tragedias y maravillas, y yo he querido colaborar dentro de lo posible con dos entradas. La de hoy, previa al visionado del especial, se engloba dentro de la sección de dibujos de colección, y pertenece a una de las sesiones de firmas de las Jornadas de Avilés celebradas en las famosas terrazas cercanas a la Casa de la Cultura. El autor, Mark Buckingham es un viejo conocido de esta sección, un artista como la copa de un pino y una de las personas más amables y agradables que he tenido la fortuna de conocer a lo largo de mis años como asistente a este tipo de eventos. En aquella ocasión, y dado que Mark ha trabajado como dibujante en varias de las colecciones de comic protagonizadas por el Doctor, le pedí un Doctor Tennant, a lo que el dibujante accedió amablemente. Como manera de calentar motores de cara a The day of the doctor no está nada mal... Allons-y!!!
viernes, noviembre 22, 2013
sábado, noviembre 16, 2013
Bienvenidos al fin del mundo: Noche de bares apocalíptica
El 22 de junio de 1990 cinco amigos terminaban el instituto en la pequeña localidad de Newton Haven, un idílico pueblecito de la campiña inglesa que contó con el honor de tener la primera rotonda de las islas. Para celebrar la ocasión, los amigos decidieron recorrer todos y cada uno de los pubs de la ciudad en una noche de fiesta, cerveza y diversión. Doce bares, doce pintas de espumosa y fría cerveza. El reto de la Milla de Oro de Newton Haven les llevaría a los bares de nombres tan clásicos como El Primer Correo, El Viejo Conocido, El Gallo Famoso, Las Manos Cruzadas, Los Buenos Compañeros, El Fiel Sirviente, El Perro Bicéfalo, La Sirena, El Panal, La Cabeza del Rey, El Hueco en el Muro y finalmente, para rematar la noche, el último de los bares, El Fin del Mundo. En esa autodenominada odisea hacia la madurez, los muchachos bebieron, y rieron, hicieron el gamberro, y pelearon, y vomitaron, y fueron perdiendo efectivos por el camino hasta que, sin poder concluir su épica noche de bares, vieron amanecer desde una colina cercana y separaron sus caminos durante más de una década...
La vida no ha sido muy generosa con Gary King (Simon Pegg), un alcohólico que acude a terapia grupal donde refiere una y otra vez la noche en que intentó llevar a buen puerto el recorrido de La Milla de Oro de Newton Haven. Sin amigos, sin oficio ni beneficio, una loca idea se apodera de King, que decide reunir de nuevo a la banda y asaltar quince años después todos y cada uno de los bares para cumplir lo que en su momento no pudieron. Para ello vuelve a ponerse en contacto uno tras otro con sus viejos amigos. Peter Page (Eddie Marsan) es un apocado vendedor de coches en el concesionario paterno; Oliver "O-Man" Chamberlain (Martin Freeman) trabaja el sector inmobiliario de alto standing; Steven Prince (Paddy Considine) es un arquitecto exitoso y con una envidiable vida sentimental; finalmente, Andy Knightley (Nick Frost), antigua mano derecha de Gary, hoy exitoso abogado corporativo, totalmente sobrio y resentido a muerte con el que fuera su mejor amigo. Y de esta forma, no sin gran esfuerzo y encaje de bolillos dialéctico Gary King reunió a su corte (príncipe, caballero, chambelán y paje) para regresar a su Newton Haven natal y afrontar la épica empresa del recorrido de La Milla de Oro.
La Milla se inicia con cierto calma y recelo mutuo. Los viejos amigos se ponen al día, recuerdan la época dorada de su juventud y algunos trapos sucios van saliendo a la luz. Conforme caen las pintas y los bares se suceden las tensiones se suceden, y la aparición de la hermana de Oliver, Sam (Rosamund Pike) no hace sino aflorar una vieja rencilla romántica entre Gary y Steven. Al tiempo que una verdad se va haciendo cada vez más evidente, la de que mientras todos prosiguieron con sus vidas lejos de allí, Gary King quedó atrapado en la visión idílica de un pasado que quizá no fuera del todo como a él le gustaría recordar y que dista mucho de poder ser recuperado o revivido como quisiera, los amigos comienzan a quedar atrapados en una serie de pubs uniformes y parecidos los unos a los otros y a ser seguidos por unos vecinos y parroquianos que se comportan de manera cada vez más extraña. Para la cuarta pinta se hará evidente que algo muy extraño está sucediendo en el antaño idílico Newton Haven, y que los cinco amigos tendrán que ser inteligentes, valerosos y serenos para afrontarlo con posibilidades de éxito. O eso o seguir bebiendo pinta tras pinta en una maníaca y desesperada carrera hacia El Fin del Mundo que les aguarda al final del camino de La Milla de Oro de Newton Haven.
Nos encontramos con otra de esas películas ante las que un servidor no puede ni quiere ser objetivo. Bienvenidos al fin del mundo (The world's end) es la tercera colaboración cinematográfica del director y guionista Edgar Wright con los actores Simon Pegg y Nick Frost, cerrando la que ha sido llamada de manera no oficial Trilogía del Cornetto, una serie de tres películas que parodiaban un género concreto cada una y en la que sus protagonistas aparecían comiendo un cornetto de diferente sabor en cada una de ellas. Así, en Zombies Party (Shaun of the Dead), donde se partía de una situación cómica para acabar en una ordalía zombi de proporciones apocalípticas reflejada con bastante gore e influencias de George Romero, el sabor de cornetto elegido es el de fresa (rojo sangre). En Arma Fatal (Hot Fuzz), comedia costumbrista que desarrolla el enfrentamiento entre un policía de ciudad y un agente de pueblo y que de nuevo, partiendo de la comedia, acaba desarrollando una película de colegas con altas dosis de acción, el cornetto degustado es el azul original. Finalmente, en Bienvenidos al fin del mundo nos encontramos con el cornetto verde de menta y chocolate y una historia que mezcla la comedia con la ciencia ficción.
Pero aún tenemos que remontarnos un poco más, a la madre del cordero de esta generación tan particular de cómicos británicos que han desarrollado uno de los más coherentes corpus cinematográficos de los últimos años con una buena dosis de elementos comunes -sobre los que más tarde entraremos-, un casting de actores recurrente y una conexión sentimental bastante potente con la actual generación de treintañeros. Los más veteranos del lugar seguro que sabrán a que me refiero, pues en tiempos fui uno de los más devotos apóstoles de esa pequeña serie británica de dos temporadas, doce capítulos de veinte minutos de duración, que fue Spaced. Para el público español es una de esas rarezas inexistentes que no ha sido emitida por televisión o editada en modo alguno en nuestro país, pero en ella se asientan todas las bases del universo multigenérico y polifriqui de Wright, Pegg y Frost que con tanto acierto han sabido trasladar a la pantalla grande, aunque bien es cierto que ninguna de las películas llega a hacerme sentir la diversión genuina y la morriña que me provoca el revisionado de una serie que descubrí en 2004 gracias a la visita de unos amigos a casa y que ya me ha acompañado durante casi diez años, bien sea mediante ocasionales revisiones, momentos inolvidables que he vuelto a ver decenas de veces (con el famoso tiroteo a lo Platoon a la cabeza) o mediante los nuevos trabajos que cualquiera del trío calavera ha realizado para cine, entre los que podríamos destacar además de los citados Paul (con Pegg y Frost), Son of Rambow (con Jessica Stevenson, la tercera en discordia en Spaced), Attack de Block (Frost) o los cameos de Stevenson y Pegg en diferentes temporadas de Doctor Who. Cabe decir que la presencia de Simon Pegg en dos franquicias que adoro como Misión Imposible y Star Trek ha sido la guinda para disfrutar todavía más de esos pasteles.
Ya sabemos de dónde vienen, ahora veamos cómo han llegado hasta esta tremendamente satisfactoria conclusión de la Trilogía del Cornetto. Empezaremos por algunas de las similitudes que unen las tres películas, algunas de ellas formales y otras relacionadas con la temática o el tratamiento de los personajes. Lo primero que llama la atención es que pese a la diversidad genérica de las cintas nos encontramos con una serie de estilemas formales recurrentes que uniformizan el aspecto narrativo de cada una de las cintas: montaje rápido de planos cortos para reflejar acciones concretas que pueden ser repetidas en varias ocasiones a lo largo del metraje (en este caso el gesto de tirar una pinta, poner en marcha un coche, etc), empleo de canciones reconocibles que se adecuan como puño al guante a la narración mostrada y que, en este caso concreto además remite de manera directa a la memoria sentimental de sus protagonistas y a la del espectador que se identifique generacionalmente con ellos (éxitos de los 90 y de la era Madchester aparecen generosamente a lo largo de todo el metraje, con especial peso de Charlatans, Primal Scream, Soup Dragons, Happy Mondays, Blur, Suede, James, Stone Roses) y el uso de gags repetidos que unen las tres películas, como aquel que muestra a un personaje saltando una valla con catastróficas consecuencias.
Si entramos en el campo de los temas que obsesionan a Wright y cía, nos encontramos en primer lugar con el eterno complejo de Peter Pan que muestran sus protagonistas, reticentes a aceptar responsabilidades eminentemente adultas y con tendencia a vivir en un mundo menos exigente y más centrado en las aficiones de cada personaje: música, videojuegos, cine de entretenimiento. La importancia de la amistad y la panda de amigos como núcleo vertebrador de las relaciones contemporáneas, muchas veces en conflicto directo con las exigencias que supone una relación de pareja estable, es algo que se inició en Spaced y que ha aparecido de una u otra manera en cada una de las películas, siendo en este cierre de trilogía donde el tono se hace más amargo y melancólico, en tanto que se reabren viejas heridas, se dan segundas oportunidades y algunos personajes se muestran abiertamente en contra de cualquier posibilidad de cambio, madurez o evolución. Como tercer elemento vertebrador, y consecuencia directa de los dos anteriores, nos encontramos con el escenario perfecto para que esas personas y sus amigos desarrollen a la perfección su relación: el pub como centro de reunión, como ecosistema poblado por semejantes con la teórica intención de pasarlo bien y regar buenos momentos con toda clase de bebidas espirituosas.
Me gustaría destacar el último par de elementos unificador de la trilogía. Por un lado, el recuperar a una serie de actores británicos de cierta edad pero probada solvencia profesional (Timothy Dalton, Paul Freeman, Kenneth Cranham) al tiempo que mantener un sólido cuerpo de intérpretes que participan de manera recurrente en varias de sus películas -algo que pueden comprobar de manera exhaustiva en este enlace-. Así, ver los cameos de Jessica Stevenson, Mark Heap, Michael Smiley o Julia Deakin siempre remite emocionalmente a Spaced, mientras que la presencia de actores tan dotados para la comedia como Martin Freeman, Paddy Considine o Bill Nighy eleva el nivel medio de cada película en la que colaboran. Por otra, está el tratamiento dado al factor paródico de cada género. Lo habitual en estos casos es caer en un tono de farsa abierta propio de las spoof movies, o no llegar a un adecuado término medio entre los extremos genéricos que se tratan en la película, pero Edgar Wright ha sabido destilar la esencia de cada género e imbricarlo en su película de tal modo que nos encontramos con películas que abordan una invasión zombie, una conspiración rural armada y una situación de paranoia de ciencia ficción (adviertan lo exquisitamente vago que estoy siendo en lo referente a toda la parte genérica de esta última película, evitando todo espoiler que pueda arruinar alguna de las abundantes y divertidas sorpresas que aguardan en el fondo de esa pinta deliciosamente refrescante que es Bienvenidos al fin del mundo) de manera seria, mientras que los personajes aportan la dosis cómica necesaria para mantener la sonrisa en todo momento.
Menuda chapa que les he soltado a cuenta de Cornettos, viejos amigos, bares de pueblo y pintas de cerveza, pero es que personalmente este el tipo de cine que me encanta y concretamente Bienvenidos al fin del mundo es el tipo de película que retrata de manera aproximada una situación personal concreta, ese momento en que los amigos se van a otra ciudad/provincia/país a trabajar o emprenden nuevas etapas personales que les alejan de lo que fue en su momento una colección de buenos momentos, dejando la cosa en el aire para ese futurible momento de reunión o reencuentro en el que rememorar los buenos viejos tiempos y tratar de recuperar por un instante la magia perdida que nos recuerde por qué cuando eramos jóvenes y más irresponsables la vida se afrontaba de otra manera más sencilla, luminosa y divertida. Se cierra así un corpus temático espectacular que debería comenzar con el visionado de Spaced (en Youtube tienen muchos episodios) y proseguir con el disfrute de la Trilogía del Cornetto en todo su etílico, multigenérico, irresponsable e inmaduro esplendor. Y para dentro de año y medio, esperemos que Edgar Wright nos ofrezca una más que decente y divertida película protagonizada por el Hombre Hormiga, lo que no sería moco de pavo...
domingo, noviembre 10, 2013
Galería de originales LXXII: Paul Pelletier (II-IV)
Le estoy cogiendo el gusto a aprovechar las tardes de los domingos para emborronar un poco el interfaz de escritura de blogger y dejar por aquí una entradita que, no nos engañemos, la mayoría de ustedes leerán mañana por la mañana. Hurtando tiempo a una siesta que no necesito, y antes de dedicar un ratillo a avanzar alguna lectura atrasada, voy a subir el resto de originales de mi colección personal que son obra del dibujante estadounidense Paul Pelletier. No es la primera vez que este caballero aparece en esta sección, pues en el año 2007 -casi nada, como si fuera ayer mismo- ya dejé aquí buena cuenta de una de sus páginas pertenecientes a la colección de Flash. No era el único arte perteneciente a aquella etapa que adquirí con el paso de los años, y es que este dibujante, que comenzó su trayectoria profesional a finales de los años 80 y ha venido trabajando de forma continuada para todas las grandes editoriales americanas, no ha visto subida su cotización en exceso, y mucho menos en una serie de bajo perfil para el coleccionista medio como pueda ser la del velocista escarlata. Lo cierto es que para DC, donde consolidó su carrera a lo largo de los años 90, su trabajo pudo ser visto en cabeceras como Darkstar, Guy Gardner, Green Lantern, Superboy and the Ravagers, Outsiders, Superman, Titans o Legion of Super-Heroes. Ya posteriormente el caballero pasó a trabajar en el Real Mad... que diga en Marvel, y su trabajo pasó a ser más reconocido y apreciado por un publico más mayoritario, gracias a colecciones como Exiles, She-Hulk o Fantastic Four. Recientemente Paul Pelletier ha trabajado en eventos de la editorial como War of Kings o Fall of the Hulks, con lo que podríamos afirmar que el dibujante se mantiene como un profesional solvente y con trabajo dentro de la industria. Revisando lo escrito hace 6 años, constato el cariño por su trabajo en la serie de Flash, digno, con buenas dotes narrativas, y realizando los lápices de una etapa que fue mi primera serie regular americana comprada vía Previews, harto de ver cómo se me negaba como lector y aficionado a Flash, a Mark Waid y a DC la posibilidad de leer una de las más decentes series de aquellos años. Me hace gracia comprobar cómo finalizaba aquella entrada con un amargo grito exigiendo una recopilación de todo aquel material, que llegaría un par de años después y que puso en su momento a disposición del lector español una de las mejores etapas continuadas del velocista escarlata y uno de los tebeos de super-héroes mejor construidos y armados de la década de los 90 junto al Starman de James Robinson. Las dos primeras páginas que encontrarán bajo estas líneas pertenecen a los compases finales de esa etapa, concretamente a los números 153 y 154. En la primera de ellas vemos al Flash venido del futuro enfrentarse al Hombre Plegado, mientras que en la segunda de ellas asistimos a la confrontación dramática entre Walter West y su interés sentimental, Linda Park, que no ha olvidado su amor por el Wally West de su realidad. Déjenme que les hable un poco de la que en su momento fue conocida como la Saga del Flash Oscuro, en la que una encarnación más atormentada de Wally West de un universo alternativo reemplazaba a Wally como protector de Central City, adoptando un uniforme más oscuro y una actitud más adusta. El drama de Walter, forastero en realidad extraña, se hace aún mayor cuando descubre que el amor de su vida, perdido en su realidad, existe en un universo que podría quedar destruido para siempre si su presencia en el mismo a modo de disrupción persistiera. En una historia de amor imposible y sacrificio asistimos en paralelo a dos momentos de profunda intensidad emotiva que conducen al final de la etapa de Waid y Pelletier en la colección en el número 162. Los lectores tampoco pudimos quejarnos demasiado, porque dos números después un tal Geoff Johns, primero con lápices del dibujante vasco Ángel Unzueta y posteriormente con los de Scott Kolins iniciaría otra gran etapa con el personaje que llegaría casi sin levantar el pie del acelerador hasta el número 200 de la colección. En resumen, que les tengo mucho cariño a todos esos comics. Y para completar la entrada, pues una muestra curiosona de arte con una página apaisada en la que aparecen dibujadas dos páginas de tamaño cuartilla, seguramente para una publicación de pequeño tamaño a modo de cuadernillo, pertenecientes a una publicación antológica de la editorial Acclaim, Acclaim Adventure Zone, en la que Paul Pelletier ilustraba el segmento protagonizado por Megastar.
jueves, noviembre 07, 2013
El Clavo/Otro Clavo: Alan Davis y el Universo DC en todo su esplendor
Por culpa de un clavo la herradura se perdió,
por culpa de una herradura el caballo se perdió,
por culpa de un caballo el caballero se perdió,
por culpa de un caballero la batalla se perdió,
Por culpa de una batalla el reino se perdió.
Y así un reino se perdió... todo por culpa de un clavo.
El Clavo: Un mundo sin Superman
Una tranquila noche en Kansas, 20 años en el pasado. El matrimonio formado por Martha y Jonathan Kent se preparan para un paseo nocturno en coche cuando contemplan con fastidio la rueda pinchada de su furgoneta. Renunciando a su salida nocturna, en el cielo, sobre ellos, brilla con fuerza un cuerpo celeste proveniente de un extinto y lejano planeta, con el que ya no tendrán un crucial encuentro.
En el presente, el mundo está en un momento de cambio y convulsión. Las actividades super-heroicas se hallan en el punto del huracán mediático por las consecuencias de acciones como las llevadas a cabo por la Liga de la Justicia, en las que algunos de sus miembros acaban gravemente heridos -Green Arrow- o muertos -Hawkman-. La imagen entre la ciudadanía se deteriora todavía más cuando el periodista Perry White dirige una campaña de descrédito contra los miembros del grupo que pueden ser considerados ajenos a lo humano, alienígenas por su procedencia o condición, como es el caso de Wonder Woman, Aquaman o el Detective Marciano. Por contra, sus compañeros Green Lantern, Flash o Atom, humanos, sufren el acoso de una opinión pública que más que como héroes los percibe como peligros para la seguridad pública. Otro miembro de la JLA, Batman, abunda en esa mala imagen cuando una de sus incursiones en el manicomio Arkham, tomado por los reclusos dirigidos por un Joker más letal que nunca, finaliza con catastróficas consecuencias, dejando la imagen de Batman dañada y su psique y su moral completamente destruidas.
Poco a poco la campaña de White, apoyada desde la alcaldía de Metropolis por Lex Luthor, hace más irrespirable el ambiente para la comunidad super-heroica, a lo que contribuye una serie de misteriosos y letales ataques contra grupos como la Patrulla Condenada o los Outsiders. Los miembros de la JLA viajan a lo largo y ancho del planeta en busca de respuestas, Batman se hunde en la auto compasión y Lex Luthor finalmente da el paso definitivo, implantando una suerte de estado de sitio en el que los héroes serán perseguidos y encarcelados, todo ello garantizado por un cuerpo de robots conocido como los liberadores. Al borde de una crisis mundial de proporciones aterradoras la comunidad heroica deberá unirse, restañar sus heridas y alzarse contra el mal que les rodea, quizá contando con la ayuda de un amigo de otro mundo al que todavía no habían podido encontrar.
Otro Clavo: El Universo al borde del abismo
El milenario enfrentamiento entre los mundos de Apokolips y Nueva Genesis ha llegado a un punto sin retorno cuando Darkseid encuentra el arma definitiva con la que llevar a cabo sus planes de conquista y destrucción universales. Solo la intervención del Cuerpo de Linternas Verdes y el sacrificio de uno de los Nuevos Dioses es capaz de frenar la amenaza de Darkseid y su Bomba de la Condenación. Esos eventos, ocurridos durante la crisis de Lex Luthor en la Tierra, son referidos a sus compañeros por Linterna Verde a modo de aviso. Los sucesos ocurridos a eones de distancia pueden llegar a amenazar a la Tierra y a la existencia entera en cualquier momento.
Un Superman que ha adoptado el papel de campeón de la humanidad y se ha unido a la JLA busca encontrar su lugar en un mundo que es completamente ajeno y diferente a todo lo que conocía. Mientras, sus compañeros investigan la presencia de sicarios de Apokolips en la Tierra y la extraña pérdida de energía que está sufriendo la batería central de poder en Oa. Batman y Batwoman, enzarzados en una atormentada e interminable lucha contra el crimen en Gotham se ven acosados por los demonios de su pasado, unos demonios que van cobrando una tangible y aterradora realidad. Para terminar de redondear la situación, Flash y Átomo cruzan accidentalmente la barrera entre universos y llegan a Tierra 3, donde llamaran la atención de su viciosa contrapartida, el Sindicato del Crimen de América. Finalmente los héroes serán capaces de descubrir la entidad que se esconde tras todas y cada una de esas amenazas, una entidad arcana y primigenia frente a la cual, quizá, ni todos los poderes reunidos del Universo puedan hacer nada.
Los Otros Mundos DC de Alan Davis
Con El Clavo y Otro Clavo nos encontramos con dos series limitadas en formato prestigio de tres números de extensión cada una de ellas, ambas englobadas en su momento en la línea Elseworlds de DC, en la que la editorial situaba todas aquellas historias alternativas que no tenían cabida en el universo DC tradicional al jugar con conceptos o personajes alterados ubicándolos en situaciones e historias nuevas. Esto permitía una gran libertad creativa a los autores de esa línea, que aunque con los años permitió la aparición de decenas de truños editados con el único y exclusivo interés crematístico, también facilitó que un reducido grupo de artistas colocaran a los héroes DC en sitaciones alocadas y extrañas que iban desde el terror a la fantasía o la ciencia ficción, ofreciendo obras de cierta enjundia, bastante por encima de la media. Sin ánimo de ser exhaustivo, y por citar algunas de esas obras, nos encontraríamos la fundacional Batman: Luz de Gas (y su secuela Amo del futuro) de Mike Mignola, Superman: Hijo Rojo (Millar y Johnson), la obra maestra absoluta que es Kingdom Come (Waid y Ross), Superman/Batman: Generaciones de John Byrne (que consta de tres series, dos de ellas absurda e inexplicablemente inéditas en nuestro país) o JSA: Los Archivos de la Libertad (Jolley y Harris). Lo cierto es que el hecho de que haya tanta historia alimenticia y tebeo olvidable sólo contribuye a una cosa, a que historias como El Clavo y Otro Clavo brillen todavía más y destaquen por encima del resto.
El artífice absoluto de ello no es otro que el dibujante británico Alan Davis, que ejerce en estas dos series de autor completo. Davis, que cuenta con una dilatada trayectoria profesional que comenzara en Gran Bretaña en los primeros años 80 pronto llamó la atención del mercado americano. Sus primeros pasos allí fueron en la editorial DC, donde formó un fructífero equipo artístico con el guionista Mike W. Barr, con el que trabajaría en las series Batman y los Outsiders y en Detective Comics. Aunque su trayectoria profesional le llevaría a una larga etapa trabajando para Marvel en decenas de títulos, con joyas como Excalibur (junto a Chris Claremont) o ClanDestine (como autor completo), se nota que existe un cierto aprecio por esos primeros trabajos y los personajes con los que trabajó en DC. Llegado cierto momento de su carrera, Alan Davis se desvinculó de lo que vendría a ser el trabajo en series regulares y se dedicó a etapas cortas o a series limitadas como Killraven o Cuatro Fantásticos: El Fin. En esta coyuntura surge un proyecto como El Clavo, una serie limitada que fue editada en el año 1998, en la que ejerció como autor completo y en la que contaba con libertad absoluta para trabajar con personajes icónicos conocidos por el autor.
Lo primero que llama la atención de las series es el profundo conocimiento del Universo DC del que hace gala Davis. Además, deja de lado las tradicionales presentaciones o prólogos argumentales que tanto lastran este tipo de proyectos, y con tan solo dos páginas plantea el meollo argumental de la historia: ¿qué habría sucedido si los Kent, por culpa de un inoportuno pinchazo, no hubiesen descubierto la nave espacial en la que Kal-El llegó a la Tierra? A partir de ahí construye un relato in medias res en el que la JLA atraviesa un periodo de falta de confianza interna y recelo externo, con decenas de personajes en danza a los que el conocedor del UDC ubicará al instante pero a los que el lector casual entenderá en el contexto de su historia pero no les sacará todo el partido argumental al desconocer de donde provienen o el porqué de lo chocante de su situación o de sus acciones. El respeto y cariño por los personajes se aprecia especialmente en el trato a Batman y a la línea argumental que se extiende a lo largo de las dos miniseries en su enfrentamiento con el Joker y con los remordimientos por las pérdidas sufridas en su larga e interminable lucha contra el crimen.
A nivel argumental nos encontramos con dos planteamientos diferenciados pero coherentes. En El Clavo nos presenta a unos héroes carentes de un referente moral superior, de una piedra de toque que permita ajustar el conjunto y centre su papel en el mundo. La amenaza en la sombra que mezcla los tejemanejes de la prensa y la política y la sorprendente mano oculta que orquesta todo el conjunto nos permite asistir a una historia de caída en desgracia y redención por parte de toda la comunidad heróica, con especial cuidado en mostrar un momento tan icónico como la revelación al mundo de la presencia del Último Hijo de Krypton. Por contra, Otro Clavo hace hincapié en la vertiente cósmica del UDC, con un largo prólogo ubicado en el universo del Cuarto Mundo creado por Jack Kirby, y especial atención a los personajes de Darkseid como némesis definitiva y Big Barda y Mr. Miracle como héroes de la función. No sólo ellos tendrán especial importancia en esta historia, sino que la presencia de los Nuevos Guardias y los Linternas Verdes será determinante para el devenir de la historia, así como la intervención de algunos héroes místicos de la editorial. Davis coge los juguetes con los que ya se había acostumbrado a trabajar y multiplica los cameos, las referencias, los juegos argumentales, para no dar descanso ni al lector casual que quiera leer un buen tebeo de pijamas ni al DC fan que busca y encuentra el sentido de aventura y maravilla tan a menudo difícil de encontrar en las series regulares y un tratamiento lleno de cariño y respeto para los personajes que ama.
A nivel gráfico poco podemos decir del trabajo de Alan Davis que no se haya dicho ya... pero lo vamos a intentar. Con influencias reconocidas de autores de la talla de Neal Adams, Gil Kane o Barry Smith, Alan Davis ha llegado a ser uno de los artistas más reconocibles e imitados -o copiados, según a quien le pregunten- del panorama actual. Con gusto por el dibujo de formas suaves y redondeadas, llenas de volumen, un claro sentido de la narrativa, siempre fluida y clara pero no ceñida a ataduras formales, el dibujante británico no pierde de vista el público al que van destinados sus comics, y el amplio espectro de edad que abarca. Concretamente en estos trabajos mantiene un nivel narrativo exquisito, y adopta una estructura casi capitular adaptada a la habitual división de las historias de la JLA en momentos autoconclusivos protagonizados por parejas o miembros en solitario. Cada uno de esos momentos es rematado por una espectacular splash page de acción, sin dejar de lado para los momentos finales de acción de algunas de esas páginas dobles ante las que un lector no puede hacer otra cosa más que quitarse el sombre, ponerse en pie y aplaudir.
¿Porqué les hablo hoy, a finales del 2013, de un tebeo que fue mi primera adquisición del Previews, allá por 1999, en una librería que lleva 13 años cerrada? Pues porque recientemente hemos podido ver en las estanterías de nuestras librerías la enésima última nueva edición de una obra que ha sido publicada ya por tercera vez en nuestro país. Entiéndanme, no me quejo de que se edite de nuevo El Clavo, un tebeo impresionante de obligada lectura para todos los aficionados al comic de super-heroes. Sí me quejo de que nos encontramos ante otra edición independiente tratando como si de una novedad se tratara a un tebeo que tiene ya tres lustros a sus espaldas y cuya continuación, publicada en el 2004, cuenta ya casi con una década. ECC ha jugado a repetir la tirada sin arriesgar lo más mínimo y sin pensar en el lector hispano que, quizá, habría agradecido un recopilatorio -no integral, ni ultimate, ni leches- simple y llano de las dos series, un Clavo/Otro Clavo por 20 euritos que habría sido regalo perfecto para estas navidades. Pero por qué hacer eso, cuando en breve aparecerá la segunda parte -siempre que esta venda lo suficiente-, y en un par de añitos nos espolsarán, entonces sí, el tomo doble en tapa dura a precio ajustado para el momento... Y esta es la triste historia del lector de DC en España, comprando los MISMOS comics en ediciones no tan DIFERENTES desde 1989... Y con 75 años de tebeos e historias a sus espaldas, eso acaba picando un poco... Para terminar. Los que no lo tienen o no lo han leído, pecado perdérselo. Para los que lo hayan disfrutado, o ya tengan alguna edición previa, pues aprovechen para releerlo, que sigue mereciendo muy mucho la pena. Y a ver si le dejan hacer a Mr. Davis esa tercera historia que tenía en mente, una especie de The Final Nail que cerraría la que a buen seguro sería una trilogía redonda.
lunes, noviembre 04, 2013
El juego del lunes (Lunes... Lunes bo Bunes Bonana fanna fo Funes Fee fy mo... ¡Munes!)
Ha pasado algo de tiempo desde que les rallara la cabeza con mis tonterías habituales, y esto ha dado tiempo a acumular acontecimientos que compartir con ustedes y... No, en realidad no ha dado tiempo a nada, en tanto que mi vida transcurre plana y tranquila como el cardiograma de un difunto en la mesa de prácticas de Herbert West. Si acaso, comentar, por aquello de las efemérides, que servidor cumplía hace unos días su segundo aniversario de boda, y que no se perdió la oportunidad de darle a tal acontecimiento una mínima celebración low cost y un toquecillo friki sin el cual, para qué engañarnos no nos quedaríamos tranquilos.
Los contenidos por aquí han seguido más o menos la tónica habitual. Dibujines, commissions, la semana temática dedicada a los cómics de Watchmen -y a la respectiva desilusión-, y se quedó en el tintero esa entrada debida a Walter White y a Jesse Pickman, que guardo en la recámara hasta que se emita el final en castellano y así poder hablar con un poco más de tranquilidad sobre la misma. Para esta semanita que, debo confesarles, servidor la va a pasar de vacaciones en la calidez y tranquilidad del hogar, les quiero preparar una ración doble de Alan Davis, y más concretamente repasando sus dos grandes obras para el Universo DC ahora que ECC ha realizado la enésima publicación de El Clavo en España.
Y tampoco es que queden demasiadas cosas más en el tintero. Que no les engañé con el revisionado de El terror llama a su puerta, que he rematado esta mañana mientras hacía ejercicio en la elíptica de mis amores, y que he constatado todas y cada una de las cosas que les dije, disfrutando todas y cada una de las escenas que les comenté y anotando un par más todavía de momentos al haber del Detective Cameron. La canción con que quiero deleitarles y entretenerles hoy surge también de otro visionado de género fantástico, aunque en este caso televisivo. Para ver algo más ligero después de la quinta temporada completa de Breaking Bad nos metimos entre pecho y espalda la segunda temporada de American Horror Story, ambientada en un sanatorio mental durante los años sesenta. La historia es un despiporre que mezcla experimentos genéticos, criminales de guerra nazis, monjas sádicas, posesiones demoníacas, ángeles de la muerte, psicópatas y mucho melodrama, en un visionado bastante agradecido en el que destaca la presencia de esa gran actriz que siempre ha sido Jessica Lange, verdadera musa del proyecto AHS que recientemente ha abordado su tercera entrega. El caso es que en mitad de un capítulo, sin venir a cuento, y prácticamente más como un delirio de locura que como una representación de la realidad, se nos presenta un numerito musical con una canción del año 64 perteneciente a Shirley Ellis. De ritmo endiablado y pegadizo, y letra juguetona, esa canción se ha incrustado en mi subconsciente de mala manera y ya anda en mi biblioteca digital. El caso es que he querido dejarles aquí no solo la versión original de la canción, con la grabación televisiva de un show de la época, sino también la versión que pude ver en American Horror Story y que me parece una verdadera delicia. Y sin más, un servidor de ustedes se despide cantando Pedro, Pedro bo Bedro Bonana fana fo Fedro Fee fy mo Medro, Pedro!!!!
The name game!
Shirley Ellis
Shirley!
Shirley, Shirley bo Birley Bonana fanna fo Firley
Fee fy mo Mirley, Shirley!
Lincoln!
Lincoln, Lincoln bo Bincoln Bonana fanna fo Fincoln
Fee fy mo Mincoln, Lincoln!
Come on everybody!
I say now let's play a game
I betcha I can make a rhyme out of anybody's name
The first letter of the name, I treat it like it wasn't there
But a B or an F or an M will appear
And then I say bo add a B then I say the name and Bonana fanna and a fo
And then I say the name again with an F very plain
and a fee fy and a mo
And then I say the name again with an M this time
and there isn't any name that I can't rhyme
Arnold!
Arnold, Arnold bo Barnold Bonana fanna fo Farnold
Fee fy mo Marnold Arnold!
But if the first two letters are ever the same,
I drop them both and say the name like
Bob, Bob drop the B's Bo ob
For Fred, Fred drop the F's Fo red
For Mary, Mary drop the M's Mo ary
That's the only rule that is contrary.
Okay? Now say Bo: Bo
Now Tony with a B: Bony
Then Bonana fanna fo: bonana fanna fo
Then you say the name again with an F very plain: Fony
Then a fee fy and a mo: fee fy mo
Then you say the name again with an M this time: Mony
And there isn't any name that you can't rhyme
Every body do Tony!
Pretty good, let's do Billy!
Very good, let's do Marsha!
A little trick with Nick!
The name game
domingo, noviembre 03, 2013
Sketch-busters CCXXIX: Miguelanxo Prado
Esta semana aparecía en medios de comunicación generalistas, medios especializados y redes sociales una noticia relacionada con el mundo del comic de las que le reconcilian a uno con el mundillo. El historietista, ilustrador, animador y pintor Miguelanxo Prado era considerado merecedor del Premio Nacional de Comic 2013 por su monumental novela gráfica Ardalén -que mucho me temo no he leído-, un trabajo de 256 páginas que le ha tomado más de tres años de trabajo. He de decir que este autor ha tenido una presencia discontinua pero constante en mi vida lectora de comics, en tanto que sus trabajos para Cimoc y El Jueves, concretamente la historia serializada Trazo de tiza y su sección Quotidiania delirante, eran dos lecturas que me resultaban fascinantes y atrayentes a partes iguales, aun cuando se apartaban bastante de mis gustos más generalistas relacionados con la ciencia ficción o el humor de trazo más grueso que abundaban en cada una de las respectivas cabeceras. Cuando años más tarde confluyó el talento del ilustrador con una de las series que más he disfrutado nunca y con uno de mis personajes predilectos, en el especial Sandman: Noches eternas, con guión de Neil Gaiman, la satisfacción fue ya completa y absoluta. Y para más inri, el caso es que conforme se iban sucediendo sucesivas ediciones de las Jornadas de Comic de la Villa de Avilés, la presencia de Miguelanxo en las mismas fue constante, acudiendo como un aficionado más a asistir a las charlas, a las exposiciones y a la convivencia con otros autores y aficionados. Aún conservo por casa una tirada conmemorativa de sellos que el autor firmó para los asistentes. Durante una de aquellas Jornadas tuvimos la inmensa suerte de poder coincidir con Miguelanxo Prado en una improvisada sesión de firmas, y el autor coruñés tuvo la inmensa amabilidad de dibujar a Morfeo en todo su melancólico, solitario y atormentado esplendor. El caso es que no sé cómo demonios he tenido tanto tiempo este dibujo escondido en la carpeta de pendientes, y cuando apareció la noticia de la concesión del Premio Nacional de Comic tuve que mirar y remirar en el blog para comprobar que no estaba publicado. Así pues, corregimos ese retraso injustificado y celebramos una grandísima noticia para el mundillo -al reconocer el peso y la calidad de un gran artista en el momento de la publicación de su nueva gran obra- y para la memoria friki sentimental de un aficionado que ha quedado encandilado a lo largo de los años por la poesía y la melancolía que destilan las imágenes evocadas por la plumilla y el pincel de uno de nuestros más grandes artistas. Que Morfeo vigile sus sueños en esta tarde dominical y les acompañe sanos y cuerdos de regreso al tan a menudo ingrato y difícil mundo de la vigilia.
viernes, noviembre 01, 2013
Aquellos maravillosos años (Especial Halloween): El terror llama a su puerta
Detective Cameron: Tengo buenas y malas noticias, chicas.
La buena noticia es que vuestros novios han llegado.
Universitaria: ¿Y cual es la mala?
Detective Cameron: Que están muertos.
A bordo de una nave espacial un alienígena corre por su vida con un contenedor en sus manos, mientras es perseguido por dos seres de su misma especie que le disparan sin cesar. La persecución finaliza abruptamente cuando el primero, claramente enajenado, arroja el contenedor al espacio cuando la nave pasa cerca de un planeta verdeazulado. En la Tierra, mientras tanto, una pareja de jóvenes que ha ido a dar un paseo en coche por el campo -con eróticos resultados- contempla cómo un objeto brillante cae desde el cielo hasta una localización cercana. Al tiempo que el muchacho se acerca hasta el misterioso meteorito, su novia escucha aterrada cómo la radio del coche anuncia la fuga de un peligroso psicópata de un manicomio cercano. Una babosa del espacio, un loco con su hacha, una joven y un estudiante encontrarán un aciago final en esa noche de 1959.
27 años después, en la actualidad de 1986, dos jóvenes universitarios pasean por la Universidad Corman durante la festivoa y caótica semana de ingreso en las fraternidades. Chris Romero (Jason Lively) es un muchacho apocado y simpático, y J.C. -aunque su nombre completo es James Carpenter Hooper- (Steve Marshall), su mejor amigo, es un lanzado y dicharachero chaval que compensa con su ironía y su sentido del humor el hecho de tener un problema motriz y andar con muletas. Chris queda impresionado por la belleza de una estudiante, Cinthia Cronenberg (Jill Whitlow), e intentan ingresar en la fraternidad a la que esta pertenece, presidida por su novio. La prueba de ingreso, aunque el presidente no tenga intención alguna de permitir que Chris y J.C. se una a su hermandad, consiste en robar un cadáver y depositarlo como broma pesada en la entrada de otra fraternidad.
Chris y J.C. se adentran en un centro médico de investigación situado en plena universidad, y consiguen acceder hasta un laboratorio en el que hay un cuerpo situado en una cámara de conservación, un cuerpo mantenido allí durante 27 años para su estudio, tras unos aciagos sucesos acaecidos en una noche de 1959. Los amigos se encuentran con una situación aterradora cuando el cuerpo inanimado parece cobrar vida y huyen del lugar corriendo y aullando como demonios, según el testimonio de un conserje. La desaparición del cuerpo, y varias muertes posteriores harán que el teniente Ray Cameron (Tom Atkins) se desplace hasta la universidad Corman y comience una investigación que pasará de ser inusual a horrorosamente imposible. Con Chris y J.C. en el centro del huracán desde el primer momento, los cadáveres amontonándose en el campus y los fantasmas del pasado acosando al corrosivo y atormentado teniente, sólo faltaba para rematar la semana de iniciación que las babosas del espacio y el baile de las fraternidades llegaran a una explosiva colisión repleta de muerte y destrucción
Antes de empezar a hablar de esta película, permítanme unas breves palabras sobre la misma y sobre lo que significa para un servidor. Sin más, una obra maestra del cine de terror de serie B de los años 80, una carta cinematográfica de amor de un fanboy entregado que reúne en una misma historia decenas de referencias y homenajes a todos los maestros del género que le han formado y una de las películas más divertidas y revisionables de aquella época, una producción modesta y honesta que sin exagerar habré visto una decena de veces en formato televisivo -inolvidable pase en Noche de Lobos incluído-, videográfico y digital y que me sigue entreteniendo como la primera vez, me hace sonreír con todas y cada una de las pullas, coñas y entradillas del teniente Cameron, y todavía me coge con la guardia baja con alguno de los sustos repartidos por su metraje. Esta es mi declaración de principios de fan entregado a El terror llama a su puerta, pero no crean que no tengo argumentos de peso para apoyar las anteriores afirmaciones y unos cuantos datos interesantes o divertidos sobre la cinta, así que vamos con ellos.
El terror llama a su puerta es el título español de la película Night of the Creeps, escrita y dirigida por Fred Dekker en el año 1986. Aunque se trate de otro de esos cambios infames de título a los que los distribuidores españoles nos tienen tan malacostumbrados, en este caso lo encuentro divertido y bastante afortunado. Fred Dekker es un viejo conocido de esta sección, ya que hace ocho años le dediqué otra entrada especial Halloween para la que fuera su segunda película, otro festival ochentero con un carácter más marcadamente infantil como fue Una pandilla alucinante (The Monster Squad, 1987). Con sólo dos películas, Dekker se convirtió en uno de mis directores preferidos, un cineasta con sus bases genéricas sólidamente asentadas en el cine fantástico de serie B y con las miras puestas tanto en los clásicos de horror de la Universal, como en las películas de ciencia ficción de los años 50 o en las eclécticas y renovadoras propuestas del terror de los años 70. Si en Una pandilla alucinante rendirá homenaje a toda la pléyade de monstruos clásicos -y a la influencia que los mismos han tenido en la cultura popular-, aquí nos encontramos con un pastel de referencias que se inicia como película de amenazas alienígenas -con un inicio muy similar al de, sin ir más lejos The Blob (1958) y un planteamiento similar al de It came from outer space (1953)-, atraviesa una breve etapa de película de fraternidades y bromas pesadas y acaba desembocando en una parte final que combina a partes iguales el thriller y el terror, con Night of the living dead como la más importante de sus referencias (1968).
Si temáticamente nos encontramos con todo ese festival de homenajes, en la elección de la nomenclatura de los personajes Dekker se permite el lujo de saludar a todos sus maestros, por los que siente esa devoción compartida por todos los aficionados de la película. Así, nos encontramos nombres tan reconocibles como Corman, Romero, Carpenter, Hopper, Cronenberg, Cameron, Landis, Miner o Raimi, o lo que es lo mismo, los mejores y más destacados directores de cine que alimentaron las pesadillas de varias generaciones durante los años 70 y 80. Esto convierte a Dekker, junto con Joe Dante, en uno de los directores con una base referencial y sentimental más destacada del momento, algo que he podido constatar con el reciente revisionado de Aullidos (1981), la película que competía directamente con esta para protagonizar esta entrada y que me reservo para otro Halloween futuro.
Vamos a entrar un poco en la disección de los personajes y los actores que los protagonizan. Empezando de menor a mayor simpatía e importancia, nos encontamos con Steve Marshall, J.C., el típico colega simpático que pone sus necesidades por debajo de la de su mejor amigo, que sabe cuándo quitarse de en medio, cuando echar un cable, y todo ello afrontando sus propios problemas con entereza y dignidad. El momento en que Chris encuentra la grabación de las calderas aún me pone un nudo en el estómago cada vez que lo veo, y algunas de sus pullas a los capullos de fraternidad son de carcajada garantizada. Como la chica de la película nos encontramos a Jill Whitlow, interés sentimental y heroína a la fuerza que pone toda su belleza y energía, que no son pocas, al servicio de un personaje más humano y simpático que por ejemplo el capullín de su novio y sus colegas de fraternidad. Jason Lively interpreta al héroe a su pesar, un tipo normal y simpático ampliamente superado por las circunstancias. Las carreras de Whitlow y Lively no llegaron demasiado lejos, pero se da la curiosa circunstancia de que un año más tarde repetirían en otra película fantástica, El secreto de los fantasmas (la que fuera primera producción americana de Roland Emmerich).
Pero hemos llegado, como diría aquel, al turrón. Todos en pie para recibir al detective Ray Cameron. Alcohólico, amargado, solitario, cínico, irónico, resuelto, valiente, entregado. Cada vez que responde al teléfono dice "Sorpréndeme". Cada vez que le preguntan su nombre responde otro absurdo (Bozo el payaso, la madre de Gary Cooper). Su historia es a la postre la que vehicula el transcurrir de la película, la que conecta los acontecimientos de 1959 y 1986, la que le convirtió en un perdedor solitario, la que le forzará a afrontar sus esqueletos en el armario -literalmente-, y la que le llevará a su heroica conclusión. Cada aparición del personaje en pantalla es casi una ocasión para sonreír cínicamente, y el momento de confesión con Alfalfa, como llama a Chris, en su apartamento es un momento de género puro y duro, rodado con sobriedad pero marcando con cada una de sus palabras la intensidad de las revelaciones. Junto con la cuenta atrás final, cuando el personaje roza ya cotas de grandeza fílmica espectaculares, es otro de esos momentos que me ponen de nuevo el nudo en el estómago. La trayectoria del actor Tom Atkins es mucho más dilatada que la de sus compañeros de reparto, y se nota. Por si fuera poco, es un actor de los del repertorio de John Carpenter, habiendo aparecido en La niebla y 1997: Rescate en Nueva York. Además su presencia ha podido ser vista en otras cintas de género como Creepshow, Maniac Cop o Halloween III.
Alguna cosilla más me queda por decirles. En la escena de los lavabos se puede apreciar un graffiti que dice Go Monster Squad!, un avance de la que sería siguiente aventura fílmica de su realizador un año más tarde. La película cuenta con un final alternativo -que el planeado originalmente- en el que la amenaza final es aún mayor que en el final estrenado, y la aparición de la nave extraterrestre dejaba abierta la posibilidad de una secuela de manera muy clara. Después de la chapa que les he soltado, me temo que no me queda más opción que volver a ver la película de nuevo. Otra vez. Más. Que no será la última. Y finalmente, unas cuantas perlas, dos en forma de vídeo, con el trailer en castellano -modélico, con voz ominosa de narrador y frases lapidarias y dos de los momentos espectaculares del detective Cameron- y el final alternativo, y otra cita del personaje interpretado por Atkins que refleja a la perfección lo que se puede encontrar en El terror llama a su puerta: Zombis, cabezas que explotan, pequeños monstruos viscosos... Y una cita para el baile... Es lo clásico, Alfalfa.
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