La ciudad de Gotham vive una época de cambios y de incertidumbre. La familia de Roman Falcone gobierna los bajos fondos con mano firme y pocas esferas de la vida pública de la ciudad quedan fuera de su alcance, ni siquiera el Departamento de Policía, en el que el recién nombrado comisario James Gordon intenta lavar la corrupción reinante en el cuerpo con la ayuda del fiscal del distrito Harvey Dent. Para complicar la situación hay dos nuevos elementos al margen de la ley que pueden decantar para uno u otro bando la balanza del control de Gotham. Las actividades del vigilante enmascarado Batman y la aparición de una serie de coloristas y letales criminales que acompañan sus fechorías con un atrezzo peculiar y modus operandi característicos de cada uno de ellos. Es una situación altamente volátil que pronto empeorará cuando las maniobras de Falcone para blanquear parte de sus negocios choquen con la oposición frontal de Wayne en el ámbito público y de Batman en el de las actividades criminales, un Batman que ha fraguado una alianza con Gordon y con Dent para llevar a Falcone ante la justicia empleando medios poco ortodoxos, aunque nunca traspasando ciertas fronteras.
Portada de la primera edición espaola con fecha de abril de 2001 que sólo de verla me produce escalofríos. El recuerdo de cierta editorial mexicana me retrotrae a unos tiempos tan duros como lector de comics que prefiero olvidarlos. Brrrrrrr.
Acosado por las luchas intestinas con la familia Viti de Chicago y los Marsoni de Gotham, asediado por la policía y con reveses en el consejo de administración del Banco de Gotham propinados por un firme Bruce Wayne, Falcone no tiene más opción que recurrir a los villanes que van haciéndose un lugar en los bajos fondos de la ciudad. Mientras que la ladrona Catwoman mantiene una posición ambigua, Solomon Grundy, el Sombrerero Loco, el Espantapájaros, el Joker o Hiedra Venenosa aparecerán como sicarios de Falcone complicando una situación que por Halloween se vuelve explosiva: un asesinato sacude el mundo del Hampa atacando a uno de sus más insignes miembros, y una calabaza dejada en el lugar parece sugerir que no será un crimen aislado. En efecto, a partir de ese momento se suceden los asesinatos coincidiendo con días festivos (Navidad, Año Nuevo, San Valentín, San Patricio, Locos de Abril...) y cebándose en miembros de las diversas familias mafiosas de la ciudad. Cualquiera puede ser sospechoso y ni siquiera el trío de amigos Gordon-Dent-Batman mantendrá la confianza en sus camaradas conforme los asesinatos de "Festivo" siembran el caos y el pánico en la ciudad y coloca a todos ellos en una situación de la que muy difícilmente podrán salir incólumes.
Escena de uno de los crímenes de Festivo, el correspondiente al Día de San Patricio, y que ejemplifica el modus operandi del asesino. Tras cometer el crimen deja un objeto conmemorativo de la festividad, una pistola del calibre 22 con los números de serie borrados y esparadrapo en la culata y una tetina de biberón que ha sido empleada a modo de silenciador. Además, gráficamente cada asesinato es representado en tonos grises, mientras que la única nota de color la proporciona el recordatorio del crimen.
El largo Halloween se publicó como maxiserie de 13 números entre 1996 y 1997, y era el modo de la editorial de reconocer los buenos resultados del tandem formado por Loeb y Sale en sus tres especiales de Halloween protagonizados por el Señor de la Noche. Situada cronológicamente tras Año Uno continúa casi directamente los eventos narrados en aquella historia, empleando los personajes y situaciones creados por Miller (Falcone, Viti, la situación de las familias mafiosas, el deterioro del matrimonio Gordon) y profundizando en aspectos poco explorados hasta el momento de forma bastante inteligente y bien desarrollada, como pueden ser las relaciones entre Gordon, Dent y Batman, o la tensa y ambigua conexión existente entre Bruce Wayne y Selina Kyle por un lado y Batman y Catwoman por otro. El tebeo esta perfectamente bien escrito, creando un tapiz de interconexiones mafiosas perfectamente imbricado con la trama criminal de los asesinatos de festivo y resaltado todo ello por la progresión de los personajes principales, realmente espectacular en el caso de un Harvey Dent al que pocas veces se había tratado de forma tan digna y respetuosa y dotando al personaje (y a la génesis de Dos Caras) de un dramatismo y un tono de inevitabilidad casi operístico. Las similitudes con una obra canónica del genero como es El padrino, lejos de molestar enriquecen la narración empleando situaciones como las celebraciones familiares de los mafiosos, las figuras de los hijos díscolos, las disensiones internas, los intentos de legalizar parte de un imperio criminal para blanquer ingresos quedan perfectamente plasmados sobre el papel.
A las virtudes del modélico guión de Loeb, bien estructurado, con una dosificación de la información adecuada y con golpes de efecto espectaculares -aunque habría que achacarle una cierta confusión a la hora de rematar la faena y esclarecer la identidad definitiva del asesino o asesinos- hay que sumar la prodigiosa labor de Sale en el apartado gráfico. La evolución del dibujante resulta espectacular respecto a sus primeras obras (Challengers of the unknown, Blades) y en El largo Halloween el artista da rienda suelta a juegos de claroscuro, planificaciones de página idénticas para diferentes situaciones, espectaculares y epatantes viñetas a toda página o incluso a doble página y una contraposición entre barroquismo y minimalismo dependiendo de la intencionalidad narrativa de los autores que convierte a la serie en una lectura apasionante.
Primera viñeta del comic que remite en ambiente y en intención al arranque de El padrino, sustituyendo al enterrador Buonasera por Bruce Wayne y las palabras Creo en América por Creo en Gotham City, expresión que será un leit motiv a lo largo de la maxiserie dicha por varios personajes con ligeras variaciones. A modo de curiosidad decir que parte de la campaña viral del próximo film de Batman se basa en la expresión Creo en Harvey Dent, que aparece en repetidas ocasiones.
A las virtudes del modélico guión de Loeb, bien estructurado, con una dosificación de la información adecuada y con golpes de efecto espectaculares -aunque habría que achacarle una cierta confusión a la hora de rematar la faena y esclarecer la identidad definitiva del asesino o asesinos- hay que sumar la prodigiosa labor de Sale en el apartado gráfico. La evolución del dibujante resulta espectacular respecto a sus primeras obras (Challengers of the unknown, Blades) y en El largo Halloween el artista da rienda suelta a juegos de claroscuro, planificaciones de página idénticas para diferentes situaciones, espectaculares y epatantes viñetas a toda página o incluso a doble página y una contraposición entre barroquismo y minimalismo dependiendo de la intencionalidad narrativa de los autores que convierte a la serie en una lectura apasionante.
Ilustración a color de la portada del recopilatorio americano y portada de la edición española más reciente.
La verdad es que leí la serie en su momento, en la edición de Norma en cuadernillos mensuales, y no había vuelto a releerla hasta hace unos días, cuando aprovechaba los saldos del material DC editado por Norma para conseguir a mitad de precio el recopilatorio en tapa dura que hiciera juego con el de Dark Victory en la estantería y de paso me permitiera releer la historia tras la oportunidad de volver a coincidir con Tim Sale en Barcelona. Para mi gusto, la serie ha ganado mucho con los años, y resulta innegable el peso que ha tenido para el universo de Batman tanto esta historia como su secuela. El aspecto declaramente noir de la historia, junto con cierta melancolía que reina entre los protagonistas (la relación de los matrimonios Dent y Gordon, el modo en que un Romano casi derrotado comparte con Batman cómo sus hombres, diezmados, han llamado a ese año terrible marcado por los asesinatos de Festivo "el largo Halloween", los intentos de Selina de superar todas las barreras que Bruce Wayne pone para frenar sus intentos de estrechar lazos, la soledad terrible en la que navegan prácticamente todos los personajes) pesan mucho más en la valoración final que el ya mencionado confuso final de la historia, y demuestra a las claras que Loeb es un guionista capaz de lo mejor y de lo peor. Relectura grata y compra más que recomendable en sus diferentes ediciones, la última de Planeta, para todos aquellos que quieran disfrutar de un buen tebeo.