La culpa de todo la tiene Matilda. Con ese nombre se conoce un inmenso asteroide que se halla en curso de colisión hacia la Tierra. La humanidad ha puesto sus últimas esperanzas en una misión que, desgraciadamente, fracasa ante el estupor de medio planeta. Ese es el preciso instante en que la esposa de Dodge Petersen (Steve Carrell) decide abandonarle de la forma más repentina y radical posible. A tres semanas para el final del mundo que supondrá el impacto con Matilda no está la cosa como para desperdiciar ni un minuto, y desde ese momento las cosas cambiarán radicalmente para la humanidad.
Pero como Dodge es un buen hombre incapaz de tomar decisiones radicales, continuará yendo a un trabajo al que cada día acuden menos empleados y en una disposición menos idónea para trabajar, pese a las repentinas oportunidades de promoción inmediata. Las calles desiertas sólo se ven transitadas por despistados peatones que aún no han encajado la noticia, los transportes están a punto de cesar su actividad y el cambio de mentalidad se va imponiendo poco a poco entre la población. Ya no hay cortapisas morales, ni temor a las consecuencias, ya sea legales por robos o saqueos o éticas ante la promiscuidad sexual sin protección o sin control alguno. Ya no hay relaciones estables a tres semanas vista, y el lado más primitivo del ser humano emergen en la mayoría de la población, excepto en un Dodge que impertérrito aún trata de mantener una rutina irreal ante el más que cercano final de sus días.
Un encuentro fortuito con la vecina de abajo, Penny (Keira Knightly), una vitalista y despreocupada muchacha con una fijación por la música en vinilo, harán que Dodge se replantee la necesidad de una relación personal con el resto del mundo al tiempo que recuperará años de correo atrasado. La carta de su amor de juventud les dará a ambos un sentido, un destino al final de un camino incierto antes de que se produzca el fin de los días en el que Dodge espera una suerte de redención sentimental y Penny una forma de compensar a su vecino por las molestias causadas por su despiste. En su ajetreado y estrambótico viaje se encontrarán con un particular conductor con tendencias homicidas un tanto particulares (un orondo William Petersen), una camarera hippy adicta al cariño, la fiesta y las sustancias más diversas (Gillian Jacobs), un supervivencialista que aspira a sobrevivir a lo imposible (Derek Luke), y con Frank (Martin Sheen), un hombre solitario en cuyas manos residirá buena parte de la suerte final de los amigos y vecinos embarcados en tan extraño y definitivo periplo.
Seeking a friend for the end of the world, título original de la película que nos ocupa -extraído de la letra de la canción Preaching the end of the world, de Chris Cornell- es una producción independiente, que pese a su reparto repleto de nombres conocidos y a su en principio ambicioso punto de partida, hace gala de una gran economía de medios que exprimen los diez millones de dólares de presupuesto para presentar ese particular fin del mundo contemporáneo. Su guionista y directora, y al fin y a la postre alma del proyecto, es Lorena Scafaria, además de lo anteriormente mencionado actriz y miembro del grupo musical The Shortcuts. Su intención era plantear una historia en la que "un inesperado romance floreciera entre dos desconocidos durante un viaje de carretera", y ya estaba en el germen de su anterior guión, Nick and Norah and the infinite playlist. Aquí se añade a ese germen argumental el marco apocalípico que permite ofrecer unas cuantas pinceladas bastante acertadas me temo del desconcierto y la deshumanización que camparían a sus anchas por nuestras ciudades y pueblos si una situación como esa pudiera llegar a producirse.
La historia se nos presenta como una comedia dramática en la que la reacción de los personajes ante las más delirantes y surrealistas situaciones dejan en el espectador una sonrisa cómplice a media orza, lejos de la carcajada que un cómico como Steve Carrell es sobradamente capaz de provocar en la audiencia. Contenido, sutil, inmenso su personaje que pasa del desconcierto a establecer una serie de aterradoras certezas en el tercio final de la película y dota de coherencia y entereza a un Dodge que afronta el desastre final de forma estoica y entregada. Es en ese tercio donde el drama y la comedia dejan paso a un desesperado tono romántico que desemboca en una suerte de amor loco entre dos personas que no tienen mucho más que perder que su propia vida y al otro, recién encontrado. En ese tono, lo que más desentona es el personaje femenino de la Kightley, una actriz histriónica por naturaleza que en un papel tan contenido como este naufraga a la hora de resultar extrovertida y apasionada por la vida, aunque resulta encomiable lo alejada que queda su caracterización de lo habitual en ella -tanto que llega a resultar casi irreconocible- y la pasión que trasluce hacia un desconocido a través de pequeños gestos y actos que conducen a un clímax verdaderamente hermoso en cada uno de sus tres actos y que refleja esa relación loca y desesperada iniciada por dos extraños en el más extraño y loco de los tiempos.
La película no ofrece milagros ni finales felices, pero aún así, el mensaje final, que no evita mostrar la desesperación o la barbarie en que muchos incurren, resulta abiertamente positivo y centrado en la fuerza de unos sentimientos que como muchos han defendido a lo largo de la historia, son capaces de sacar lo mejor del ser humano cuanto peor se encuentran las cosas. Y eso es lo que Scafaria, Carrell y Kneightly nos cuentan en este peliculita de dudoso estreno en nuestro país y que les recomiendo vivamente, aunque solo sea por el romanticismo desaforado del desenlace, por la adopción canina forzosa o por la emotiva despedida de ese presentador de noticiario que sigue al pie del cañón hasta el último momento, como si de uno de los músicos del Titanic se tratara, y ya saben lo mucho que me está gustando en los últimos tiempos esa clase de integridad y honradez estoica...
2 comentarios:
Interesante!
Me la apunto. Gracias!!!
Espero que le guste caballero. Yo aún tengo la sonrisilla buenrollera en el rostro :D
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