En este vasto universo en el que vivimos existen dos planetas gemelos que orbitan alrededor del mismo solo y que se encuentran casi situados a tiro de piedra. Ambos presentan una particularidad única, pues sus gravedades son inversas, y regidas por tres leyes muy concretas que permiten la supervivencia de los dos planetas: la materia es atraída por la fuerza de la gravedad del mundo del que proviene, y no por la de su gemelo; el peso de un objeto puede ser anulado por materia del mundo opuesto (también llamada materia inversa); y finalmente, después de un tiempo de exposición en el mundo gemelo, la materia inversa entrará en combustión. Tan particulares leyes de la física han dividido a los dos planetas en un sistema social en el que el planeta de arriba acapara las riquezas y los medios de producción avanzados, mientras que el planeta inferior, aparentemente devastado, sobrevive a malas penas trapicheando con la materia inversa que cae del cielo y provee de mano de obra barata al mundo de arriba. Esa mano de obra acude diariamente a sus lugares de trabajo en una inmensa torre propiedad de la compañía TransWorld, edificio que conecta los dos planetas y que, en la Planta Cero, hace coincidir a personas de ambos mundos que desarrollan su labor en el techo y suelo -convenientemente separados- de dicha planta.
Dos mundos tan cercanos y separados al tiempo presentan rígidas directrices para evitar el contacto entre sus habitantes, algo que podría alterar el equilibrio gravitacional o simplemente suponer un riesgo para el status quo socioeconómico. El azar, la curiosidad y la inocencia de la juventud hará que dos niños coincidan en la cima de montañas opuestas. Adam (Jim Sturgess), de Abajo, busca polen de abejas rosas para su tía, mientras que Eden (Kirsten Dunst), de Arriba, disfruta de la naturaleza y la soledad. Los muchachos entablan una sólida relación de amistad que, con los años, fructifica en un amor puro y sincero que los jóvenes materializan de las formas más ingeniosas posibles, aunque durante uno de sus encuentros en la cima de sus respectivos mundos una partida de vigilancia los descubre y acosa, provocando que Eden sufra un accidente casi fatal y que Adam sea perseguido y castigado severamente.
Los años pasan y la vida de Adam está sumida en el tedio y la falta de salidas común al mundo de Abajo. El recuerdo de Eden le acompaña en todo momento, así que resulta una verdadera conmoción para él descubrirla en los medios como miembro del equipo de Transworld. Decidido a cambiar su suerte Adam acude a la torre para buscar trabajo como ingeniero, gracias a su habilidad y a sus prodigiosos diseños cosméticos que emplean materia inversa con fines estéticos. En su periplo por la Planta Zero se encontrará con la gélida presencia del gestor Lagavullan (James Kidnie), ejemplo de tecnócrata opresor, y con el contacto con otros compañeros de Arriba, como el afable y extrovertido Bob (Timothy Spall), con el que entablará una peculiar relación de amistad. La búsqueda de Eden por la Torre exprimirá el ingenio de Adam al máximo, que deberá vencer a las secuelas del fatal accidente, a las fuerzas de seguridad de TransWorld y a la mismísima gravedad de dos planetas si quiere hacer prevalecer su amor por encima de todo aquello que amenaza con negárselo para siempre.
Upside Down, título original más sutil y sugerente que ese Un amor entre dos mundo con que la película será conocida en nuestro país cuando llegue a estrenarse, es una producción franco-canadiense de la que se llevaba hablando hace algún tiempo y que finalmente pudo materializarse el pasado año. El director del invento es el argentino Juan Diego Solanas, hijo del director Fernando Solanas que se exilió del país a raíz del golpe de los militares y que se afincó en Francia. Allí Juan Diego Solanas pudo estudiar y desarrollar su pasión por el cine, materializada en la producción argentino-hispano-franco-belga Nordeste, protagonizada por dos actrices de peso como Carole Bouquet y Mercedes Sampietro. Siete años han pasado entre los dos proyectos del director para la pantalla grande, aunque entre medias realizó un par de documentales. Como les decía este era un proyecto del que se venía hablando desde hacía tiempo y que estaba repleto de elementos sugerentes para un cinéfago del género fantástico como el que les habla. Iba a decir por desgracia, pero alteraré la formulación de la proposición por sin embargo... Sin embargo, el carácter del proyecto dista mucho de lo que avanzaban aquellas noticias.
Ante una sinopsis como la que les he detallado, uno pensaría que estamos ante un film de ciencia ficción con puntos de contacto con cintas contemporáneas como Matrix o Franklyn, con un interesante escenario para desarrollar una completa historia que podría tirar por la revolución social, la acción, el suspense... Los intereses de Juan Diego Solana eran, sin embargo, otros. Nos encontramos en Upside Down con una fábula romántica ambientada en un mundo fantástico, con un cuento que podría empezar perfectamente con "Érase una vez" y finalizar con cualquier fórmula equivalente, desarrollada en una ambientación arrebatadora y hermosamente fantástica, repleta de localizaciones maravillosas -como el Café de los Mundos, donde baila la Dunst el tango como si ella misma hubiese nacido en Buenos Aires, las cimas de los mundos o los momentos de contemplación estelar, que casi parecen pinturas en movimiento de una belleza plástica impresionante- y de personajes monolíticos de buen o mal corazón que acompañan a los protagonistas en su azaroso camino de conocimiento, separación, reencuentro, reconocimiento y búsqueda final de la felicidad.
Curiosamente, y desde el momento en que la voz en off de Jim Sturgess va desgranando la historia como si precisamente de eso, de un cuento se tratara, la película no sólo no me echó fuera de la misma sino que me atrapó irremediablemente. La inocencia y determinación de Adam, la bondad y la belleza cándida de Eden, la honestidad y la campechanería de Bob que le hacen tomar las desgracias como vienen, la inteligencia con que se nos van mostrando las diferentes maneras de vencer la gravedad (los besos en la montaña o la forma de sujetar los objetos en la Planta Cero, por poner dos ejemplos) o de emplear la materia inversa (como globos o combustible para calefacción, sin ir más lejos), y la plasticidad antes mencionada de algunos de los escenarios y localizaciones del film, enfrentados a la anodina decoración grisácea del mundo corporativo de TransWorld me fueron cautivando cada vez más y más. A la espera de un próximo estreno en España, les recomiendo que se dejen atrapar por este cuento, sobretodo en una de esas tardes tontas en las que a uno le gustaría que todas las historias difíciles tuvieran un final feliz y que todas las historias de amor fueran tan puras, inocentes y hermosas como la que Sturgess, Dunst y Solanas nos plantean en esta película.
4 comentarios:
Me la apunto... aunque no se yo, que conociendome XD
Esta para un día que estés especialmente sensible. Así, de sopetón puede provocar un ataque de azúcar. A mí me pilló con la guardia floja :D
Tiene una pinta muy interesante. Habrá que verla. Gran reseña y gracias por dar a conocer una película de estas características.
Gracias a vosotros por tomaros el tiempo para leerlas :D La verdad es que aunque sólo sea por el contemplar algunas de las escenas de paisaje y por lo guapa que consiguen volver a mostrar a la Dunst, ya merece la pena. Pero siempre teniendo en cuenta que no deja de ser una fábula...
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