Creo que no hay mejor entrada a recuperar esta semana que la dedicada a Los Goonies hace ya cuatro años, y todo con motivo del estreno de la última película de J.J. Abrams, Super 8, definida como una mezcla del clásico de Richard Donner con E.T. y como una vuelta a aquel glorioso cine de entretenimiento infantil y juvenil que en los años 80 dio una ristra de películas gloriosas, algunas de ellas comentadas ya en esta sección, como El secreto de la pirámide, Cuenta conmigo, Gremlins, Cocoon, Daryl, Exploradores o Regreso al futuro. Creo que estas líneas son lo más cerca del corazón de aquella memoria que me atrevo a escudriñar, y es que E.T., que sería la madre del cordero último, la esencia definitiva de una forma de hacer cine y crear magia al mismo tiempo, es un recuerdo demasiado delicado al que le tengo un amor tan grande que no me atrevo a hincarle el diente. Pero sí que me lancé a un repaso de esta otra película, destilada con los años como una presencia pop en nuestra vida adulta en forma de camisetas y motivos diversos en los que Gordi, Bocazas o Sloth se han convertido en verdaderos iconos de infancia y el candor de Mickey, los inventos de Data (cero cero negativo) o la brusquedad de Brand en protagonistas de escenas imborrables que en más de un momento de nuestra vida adulta nos habrán vuelto a la cabeza. Con sus villanos de opereta, sus maravillosos decorados de cartón piedra y el acertado uso de la tijera para recortar una de escena lamentable que habría arruinado parte del clímax (la del pudpo), Donner facturó con todo su buen hacer y profesionalidad una película que sigue haciendo reír, que emociona cuando toca, que no aburre, y que nos recuerda que a veces no importa ser popular o rico sino ser fiel a aquellos que te quieren y te consideran su amigo, y que la felicidad verdadera puede encontrarse en el lugar menos inesperado, hasta en los decadentes muelles de Goon y en las tranquilas calles de Astoria. Y si uno cuenta con el tesoro de Willy El Tuerto para conseguirlo, pues mejor que mejor.
Los muelles de Goon (en Astoria, Oregón), zona residencial algo vetusta que ha conocido tiempos mejores, está en el punto de mira de unos especuladores inmobiliarios que pretender construir en su lugar una urbanización con campo de golf. Allí han vivido siempre los hermanos Mikey (Sean Astin) y Brand Walsh (Josh Brolin), hijos del conservador del museo de historia local, Bocazas (Corey Feldman), Data (Ke Huy Quan) y Gordi (Jeff Cohen). En sus correrías y travesuras juveniles han formado una pandilla muy unida en la que ellos se autodenominan Goonies, y que pronto dejará paso a una etapa nueva en otro lugar y en la que ya no contarán con la presencia de sus amigos. En el ático de la casa de los Walsh los muchachos encontrarán un antiguo mapa con las indicaciones necesarias para encontrar el tesoro de Willie "el tuerto", sanguinario pirata que asoló esas costas y que nunca fue encontrado. En un desesperado intento para conservar sus hogares Mikey, Bocazas, Gordi y Data eluden a Brand, encargado de cuidarles y se lanzan a la búsqueda del tesoro. En sus primeros compases se tropezarán con los Fratelli, clan de falsificadores de moneda compuesto por Ma (Ann Ramsey), Jake (Robert Davi), Francis (Joe Pantoliano) y Sloth (John Matuszak), un joven encadenado y deforme que es mantenido oculto por los demás. Ya sólo queda que al grupo de los Goonies se unan Stef (Martha Plimpton) y Andy (Kerri Green), animadora por la que Brand siente atracción.
A través de un sistema de túneles y cavernas plagados de obstáculos naturales, artificiales y trampas mortales, una de las cuales acabó en los años 30 con el caza-tesoros Chester Copperpot-, los Goonies deberán evitar además el acoso de los Fratelli y lograr así llegar hasta el tesoro pirata. Éste se halla a bordo del barco pirata de Willie "el tuerto" y custodiado por los cadáveres de toda la tripulación. El propio Willie preside la mesa del capitán, alrededor de la cual Los Goonies se reúnen y obtienen el fruto de sus esfuerzos. La irrupción de los Fratelli y una última trampa activada por éstos les obligará a huir sin el tesoro... Aunque, a pesar de todo, las gemas preciosas que Mikey guardará en su bolsa de canicas serán suficientes para que ninguna de las familias abandonen los muelles de Astoria, y no sólo eso, sino que los Goonies verán reforzados sus lazos de amistad y compañerismo y aumentadas sus filas con Andi, Stef y un Sloth que ha encontrado en Gordi a su mejor y verdadero amigo.
El grupo al completo con cara de asombro
Nada mejor que estructurar una cinta de protagonismo coral en torno a dos secuencias corales con todos los protagonistas de la película. Así, la cinta se abre con la fuga de Jake Fratelli de la cárcel y la huida del clan en todoterreno por Astoria. Uno tras otro se nos presenta a todos los Goonies, que ocupados en otras cosas se pierden el espectáculo. Sólo Gordi será testigo de la persecución y los disparos. En apenas una secuencia por personaje se nos describe a la perfección el carácter de cada uno de ellos: el ingenioso Data, cuyos inventos caseros no siempre funcionan como él desearía; la ruda pero coqueta Stef lavándose el pelo en pleno puerto mientras aparta un enorme cangrejo; la coqueta y típicamente risueña jefa de animadoras Andi; el no menos coqueto y desenvuelto Bocazas ayudando a su padre en una reparación que confunde el ruido de la persecución real con otra televisiva; el glotón y patoso Gordi, que aplasta una pizza y un batido contra el escaparate de unos recreativos ante la persecución que ve. Todo un ejemplo del buen hacer del equipo creativo de la película, ya que en apenas tres minutos se nos han presentado a todos los personajes de peso en el film: la mayoría de los Goonies y los villanos de la función. Los Walsh merecerán un poco más de atención en tanto que el peso de la acción se articulará en torno a ellos: Mikey será el soñador que les impulse y Brand el referente adulto que admirarán y al que seguirán llegado el caso. La otra escena coral se produce al final, el reencuentro de los Goonies con sus familias, y entendemos perfectamente dos cosas. Por un lado que esas familias de clase media forman a su vez una especia de subclase dentro de la sociedad norteamericana del momento, son unos midclass-goonies alejados de esos yuppies constructores que se reúnen en clubs de campo y quieren desplazarles de sus hogares. De tal palo, tal astilla, y así muchos de los rasgos de sus hijos ya están desarrollados en los padres. Por otro lado, la evolución de cada personaje se hace notoria, quedando claro que los muchachos que han salido de las grutas no son los mismos que entraron. El antaño inseguro Mikey arroja su aspirador contra el asma, Bocazas y Stef arreglan sus diferencias, Brand y Andi sellan su relación con un beso, a Gordi le llevan dos pizzas para que recupere el susto y el padre de Data intenta sacar una foto con su último invento con lamentables resultados. El triunfo de la amistad y la familia sobre la especulación, el desarraigo y la maldad personificada en los Fratelli y en las trampas de Willie.
Los Fratelli en plena huida
La película fue estrenada en 1985, amparada por el midas de Hollywood Steven Spielberg como productor. Fue dirigida por Richard Donner con su habitual competencia y ritmo, siendo capaz de manejar un reparto formado por niños y adolescentes. Gracias a su labor logró aunar la pura aventura juvenil con el despertar
teen à la John Hughes, creando una película que aún hoy día puede ser disfrutada por la audiencia actual (de hecho, doy fe de ello, ya que en un reciente pase cinematográfico los chistes seguían provocando risas y las escenas de acción un más que meritorio silencio). No hay que restar mérito al guionista Chris Columbus, un autor en estado de gracia entonces que encadenó consecutivamente los guiones de Gremlins, Goonies y Young Sherlock Holmes, y que convirtió el argumento que le proporcionó Steven Spielberg en un sólido libreto que manejaba con humor los tópicos del cine de aventuras y dejó algunas secuencias magníficas para el recuerdo. A bote pronto me vienen a la cabeza varias: el abrazo de los hermanos Walsh en el porche, entristecidos ante su inminente marcha de Astoria, la secuencia en el pozo de los deseos donde Bocazas explica porqué coge una de las monedas, "SU" moneda, toda la escena del barco empezando por la charla entre Mikey y el pirata m
uerto y terminando con la espectacular aparición de Sloth y del "capitán" Gordi, o ese plano final en el que el barco pirata surca los mares una postrera vez, afrontando libre el que será su último viaje. A modo de anécdota decir que Richar Donner prohibió que ninguno de los Goonies viera el barco antes del rodaje, para sí lograr una genuina reacción de éstos ante el impresionante decorado construido a tamaño real y con un detallismo asombroso. La guinda del pastel la aporta Dave Grusin, compositor prestigioso y solvente que se aparta aquí de su linea habitual de producciones "serias", y realiza un score soberbio en el que aúna los momentos de intimista melancolía, con las melodías cómicas y los temas de claro aliento épico. Una de mis bandas sonoras favoritas de la época junto con la de Regreso al futuro (que Cuatro emitió ayer mismo como regalo de Reyes. ¡Esa cadena me va a sepultar en un pozo de nostálgica melancolía!)
Aunque la crítica no fue precisamente benevolente con las bondades cinematográficas de esta producción para toda la familia, sí tuvo gran éxito de público, y su posterior edición en video y los sucesivos pases televisivos no hicieron sino acrecentar el número de seguidores o fans de los Goonies. Su presencia en el ámbito de los videojuegos o las numerosas camisetas confeccionadas con motivos de la película o basados en ella son clara muestra de la pervivencia de los Goonies como mito de la cultura contemporánea. Recientemente se editó una edición especial en DVD que incluye una serie de extras jugosísimos, como el video completo de Cindy Lauper "Goonies R Good Enough" o escenas eliminadas como la del ataque del pulpo a Data en la laguna subterránea. Esta escena, delirante y ridícula donde las haya, culmina con el monigote que hace de pulpo meneando unos tentáculos de plástico al ritmo de la canción "Eight arms to hold you" que escucha por los auriculares que Data le ha encasquetado. De ahí que la frase final de Data a los periodistas "Lo peor fue el pulpo" no era una exageración del muchacho sino un fallo de racord. Otra lindeza que nos permite descubrir el DVD es que la asistenta de los Walsh es hispana, y que lo que este chapurrea es castellano y no italiano, como en la versión doblada. Pero la guinda del pastel a esta edición es la reunión del casting original tres lustros después del estreno del film junto al director Richard Donner. Todos juntos realizan un comentario de la cinta que sin los necesarios subtítulos en castellano se pierde irremisiblemente para aquellos que -como es mi caso- se pierden sin esa muletilla.
El reparto de los Goonies en 2001. El tiempo pasa y no perdona, pero me reconocerán ustedes que Gordi ha mejorado un montón
Pese a tratarse de una película de aventuras que no cuenta con elementos sobrenaturales ni eminentemente fantásticos, el tono fantasioso de las aventuras de los Goonies, así como de algunos escenarios -caso de las cavernas o el barco pirata- hace que en más de una ocasión creamos estar viendo un auténtico cuento para niños en el que se nos narran las peripecias de estos osados cazadores de tesoros. Algún que otro elemento oscuro salpica el relato, pero lejos de suponer una abierta contraposición entre realidad y fantasía, esos bocados de cruel realidad son salvados con un sanísimo sentido del humor: las situaciones con el cadáver en la nevera de los helados o el intento de torturar a Gordi, el modo en que se nos presenta a Sloth es propio de las películas de terror para luego pasar al gag de las chocolatinas -nuevamente con Gordi-. Superando ese tono, hay una serie de momentos "serios", subrayados por un hermoso leit-motiv del compositor Dave Grusin, a lo largo de la epopeya aventurera de andar por casa de los Goonies, y son cuatro momentos muy concretos: el arranque de la aventura en el ático de los Walsh mientras se cuenta la historia de One-Eyed Willie; el hallazgo del cadáver de Chester Copperpot, que les hace ser conscientes por primera vez de que están poniendo en juego sus vidas en pos de un sueño, acaso imposible; la secuencia del pozo de los deseos, hermosa paráfrasis de la perdida de inocencia de la infancia y el paso al desencanto rabioso de la adolescencia y al tiempo confirmación de la constitución definitiva de la formación al completo del grupo, cuando Andi y Stef rechazan marcharse con el pijo Troy; la conversación de Mikey con Willie a bordo del barco pirata, en el que aquel considera al corsario el primer Goonie. La sensación que deja finalmente la película, con el plano del navío dirigiéndose hacia el horizonte -como si su destino final fuese el País de Nunca Jamás- es la de haber visto un cuento, una bonita fábula que nos muestra la evolución moral, intelectual o sentimental de sus protagonistas pero que no va más allá, ni lo pretende. Poco importa si la amistad de Gordi y Sloth no pasará del instituto, o que Andi y Brand acaben divorciados y peleándose por la casa, o que Data acabe matando accidentalmente a alguien con uno de sus inventos. Lo que importa en esa escena final de la reunión con las respectivas familias es que los Goonies han triunfado, han mantenido su mundo intacto, su amistad a salvo y sus hogares vivos. Todos ellos han quedado congelados en ese momento, y siempre estarán allí, en los muelles de Goon, eternamente jóvenes. Sólo hace falta enchufar el DVD y volver a vibrar con las aventuras de esta pandilla.
El trailer cinematográfico de la película tal y como se presentó hace 21 añitos
Tres detalles de frikismo cinéfilo para terminar:
Cuando Sloth se abre la camiseta y deja ver el símbolo de Superman suena el famoso tema compuesto por John Williams. Recordemos que Donner dirigió Superman y que no ha sido hasta este año que su Superman II ha podido ver la luz.
El personaje de Data siente una malsana pasión por los gadgets al estilo Bond. La broma se refrenda con el famoso tema de James Bond y con la pulla que le dirigirá uno de sus amigos cuando falle uno de sus inventos: "Cero cero negativo".
Cuando el sheriff habla con Gordi menciona una de las tolas de éste sobre animalillos que se multiplican cuando entran en contacto con el agua. No hace falta decir que el año anterior Columbus había escrito el guión de Gremlins.
2 comentarios:
Precisamente la volví a ver hace unos días, aprovechando que los niños ya tienen edad para disfrutarla. Y vaya si lo pasaron bien. Ahora, cuando su madre les (nos) riñe, le dicen "Mama mala" poniendo la voz de Sloth.
Días después visitamos la Gruta de las Maravillas en Aracena, y estuvimos jugando a buscar el tesoro de Willie el tuerto en cada esquina.
Those were the eighties!
La leyenda de los Goonies continúa ;D Yo hice todo lo posible por perderme en las cuevas de Canelobre durante una visita escolar, pero nada, ni tesoros, ni mafiosos ni trampas... La vida real es un aburrimiento... ¡¡Un abrazo, caballero!!
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