Continuamos con el repaso a las series que conforman este proyecto que ha tardado más de dos décadas en salir a la luz y que si bien a nivel de crítica parece haber pasado sin pena ni gloria, tenemos que reconocerle a Dan DiDio su olfato carroñ... estooo comercial a la hora de seleccionar una historia que homenajear y unos creativos a la altura de aquellos dos ingleses locos que se pusieron a deconstruir el género allá por los años 80. Lo cierto es que las series de las que hablaremos hoy se centran en el grueso de la nueva generación de vigilantes que nació a la sombra de los Minutemen.
Espectro de Seda
La historia: Laurie es la hija de Sally Jupiter, la Espectro de Seda que en los años 40 fue heroína, figura mediática y mujer objeto. Toda su vida se ha desarrollado entre las expectativas que su madre ha depositado en ella, y en su compleja relación con los hombres, como su antiguo agente y padrastro, o los compañeros de su madre, como Hollis Mason y Eddie Blake. Atravesando la crisis de la adolescencia en los convulsos años 60, Laurie decide emprender junto a su novio una fuga a San Francisco, la ciudad de las flores y el amor en pleno auge del movimiento hippie, la psicodelia y la experimentación con las drogas. Lo que encontrará en esa ciudad tendrá muy poco que ver con el amor y mucho con la traumática asunción de su propia herencia.
Los autores: Segunda aportación de Darwyn Cooke, que en esta ocasión se encarga de escribir una historia sumamente ingenua y que tira de todos los tópicos habidos y por haber en lo referente al movimiento hippie y beatnik que se desarrolló en los años 60 en torno a la ciudad de San Francisco. En el aspecto gráfico nos encontramos con una maravillosa Amanda Conner, cuyo estilo vistoso, limpio y suave resulta perfecto para reflejar la belleza de la ciudad de San Francisco y la variedad de escenarios que se nos presentan, desde los antros protodiscotequeros con mafiosos con cara de estrella de cine, a los alrededores del Golden Gate, pasando por las reuniones de espíritus libres de aquella época o los delirios psicodélicos provocados por la ingesta de drogas.
El resultado: Lo mejor de la historia es el desarrollo de las relaciones que Laurie establece con dos figuras paternales tan opuestas en su metodología y diferentes en sus caracteres como serían el Búho y el Comediante, el antiguo amante y el mejor amigo a los que recurrirá Sally Jupiter para recuperar a su hija. La serie se resiente del contrapunto entre el planteamiento ingenuo y casi naif de Laurie enfrentado a la realidad de una red criminal que extiende sus redes sobre la ciudad extendiendo el consumo de sustancias alucinógenas, tan bien plasmadas por Amanda Conner. Sin duda el punto más destacable de esta serie -el gráfico, no las sustancias alucinógenas, no me sean malpensados-. 6/10
Búho Nocturno
La historia: La pareja formada por Rorschach y Búho Nocturno causa estragos entre los criminales de la ciudad. Un fortuito encuentro con una misteriosa mujer dedicada a la prostitución sadomasoquista, Lady Crepúsculo, provocará un enfrentamiento entre los compañeros. Mientras que Dan Dreiberg, el nuevo Búho Nocturno, caerá subyugado bajo los notables encantos y la fuerte personalidad de la mujer, Rorschach proyectará en ella toda la rabia y la frustración acumuladas en su infancia por culpa de su madre. El equipo separará sus caminos temporalmente, el primero afrontando una serie de brutales crímenes contra el mundo de la prostitución y el segundo orientando su camino hacia el mundo de la fe, aunque sus caminos acabarán confluyendo de forma irremediable y ambos se verán enfrentados a unos demonios ocultos bajo la superficie que amenazarán su propia existencia.
Los autores: J. Michael Straczynski escribe esta serie con la intención de desarrollar la dicotomía entre las personalidades de Dreiberg y Kovacs, además de presentar algunas de sus aventuras en común y de paso explicar aquella foto dedicada en el piso de Dan sobre la que bromeaba con Laurie en un momento de Watchmen. Buenos diálogos y algún que otro giro previsible pero no molesto es lo que nos depara una historia que en lo gráfico reunía a un equipo creativo de lujo, Andy Kubert al dibujo y Joe Kubert a las tintas. O lo que es lo mismo, hijo y padre o alumno y maestro, ofreciendo un trabajo cargado de lineas y contrastes, urbano y sucio acorde a lo narrado. Desgraciadamente el fallecimiento de Joe Kubert a mitad del proyecto provocó que tuviera que ser terminado por Bill Sienkiewicz.
El resultado: En este caso la cabecera debiera haber sido Búho Nocturno y Rorschach, porque ambos comparten protagonismo casi al cincuenta por cien, quizá por aquello de que Dreiberg parece un personaje menos rico en matices y posibilidades que el vigilante de la gabardina y el test de manchas en la cara. Lo cierto es que la historia se desarrolla a dos niveles entre la trama de relación personal y trama criminal emprendida por Búho y Crepúsculo, y la búsqueda de Rorschach de hallar algo de paz en su convulso mundo interior y de encontrar una brújula moral adecuada que guíe sus pasos. Lo cierto es que aquí, una vez más se cae en el gran error del proyecto, que es forzar las cosas al máximo, y se hace afrontar a Rorschach un horror por lo menos asimilable al de aquel abismo que le devolvía la mirada en la serie original, sin que al parecer le afecte ni la mitad. Cosas que tienen los asesinatos, nunca sabes cual es el que verdaderamente te va a cambiar la vida... 6/10
Rorschach
La historia: En el corazón podrido de la ciudad de Nueva York, Times Square, la banda de Rawhide se ha ido apoderando progresivamente de los negocios de prostitución y tráfico de drogas, acaparando el control de los mismos. Un Rorschach en el filo de la navaja, prosiguiendo su obsesiva carrera contra el crimen, emprenderá una cruzada para acabar con Rawhide y sus secuaces, afrontando una lucha brutal en la que su propia vida correrá peligro. Sólo hallará refugio en la cafetería Gunga Diner, en la que una amable camarera podría ser capaz de resquebrajar sus miedos y traumas y atravesar la armadura con la que Walter Kovacs ha protegido el débil hálito de cordura que su madre, la sociedad y el crimen le han dejado en el fondo de su mente. Pero otro depredador camina por las calles de Nueva York, escurridizo, letal, silencioso, invisible...
Los autores: De nuevo nos encontramos con Brian Azzarello escribiendo a otro de los personajes duros de la serie original, en un entorno de crimen y degradación urbana que deberían adaptarse a la perfección tanto al personaje como al entorno que describe la historia. Lo mejor que puedo decir del guión de Azzarello es que es funcional y que enclava el relato en las claves que esperamos del personaje: desequilibrio psicológico, inestabilidad social, violencia extrema... En el apartado gráfico nos encontramos a un excepcional Lee Bermejo haciendo gala de un estilo de dibujo hiperrealista que refleja perfectamente el decadente entorno urbano del Nueva York de los años 70 en el que se desarrolla la historia.
El resultado: La mirada a la oscuridad y el horror del personaje adorado por los lectores acaba por ser eso, una simple mirada que repite el esquema que todos esperaríamos del personaje: reflexiones deprimentes y negativas en el diario, escenas de brutalidad y decadencia urbana, y un ambiente un tanto apocalíptico en el entorno criminal de la ciudad que nunca duerme. A Rorschach se le vapulea con demasiada facilidad, no infunde respeto alguno entre los criminales, y al final las tramas parecen resolverse por ciencia infusa o dejarse al albur de un azar que no termina de ser del todo realista. Sobresale el gran trabajo de Lee Bermejo para ilustrar una historia funcional que cumple simplemente, y eso hablando de un proyecto de estas características, es toda una decepción. 6/10
Dr. Manhattan
La historia: El Dr. Manhattan se halla perdido en sus reflexiones atemporales, sumido en su universo de simultaneidad cuántica, repasando los acontecimientos que le han llevado hasta Marte y la incertidumbre de un futuro cercano que se le presenta lleno de muerte y destrucción y que por primera vez en su existencia como señor del tiempo y la materia aparece oscuro e incierto. Una duda, una leve alteración durante una de esas visiones acaba por generar algo aterrador para Manhattan, toda una miriada de universos alternativos en los que Jon Osterman no ha sufrido el accidente fatal de la separación de campos intrínsecos, o en el que su relación con Janey Slater no se rompe por su atracción por Espectro de Seda. Cada nueva decisión de cada alter ego acaba generando nuevas realidades paralelas, nuevos universos, nuevas posibilidades, que amenazan la existencia del propio universo. El Dr. Manhattan, como una rata en un laberinto, se verá forzado a elegir entre volver a lo que fue en primera instancia o en afrontar otra, todas o ninguna de esas realidades diferentes.
Los autores: Llegamos ya a la última de las series con el tercer trabajo de J. Michael Straczynski como guionista, situando su historia antes, durante y después de la trama narrada en Watchmen, y encajando su relato de posibilidades, dudas e incertidumbres entre los intersticios de lo estipulado y narrado por Moore con la habilidad de un orfebre. Acompañándole en la labor gráfica nos encontramos con un Adam Hughes estupendo que acerca su propio estilo al de Dave Gibbons para acercar todavía más esta miniserie a su alma mater.
El resultado: Junto con Ozymandias, para mí, la mejor serie del proyecto, que no tiene miedo de volver a repetir diálogos o situaciones de la serie original para enclavar una historia dentro de aquella, sin invenciones absurdas, sin contradicciones argumentales o sin alterar alegremente la esencia de los personajes. La indiferencia y la frialdad de un dios azul perdido en el tiempo y sumido en la perplejidad eterna cobran fuerza con las palabras de un Straczinsky que se mueve como pez en el agua en el campo de la ciencia ficción y con la potente narrativa de Adam Hughes, que llega a extremos de experimentación visual bastante interesantes para reflejar la progresiva aparición de esas realidades alternativas en las que sus personajes se encuentran cada vez más inmersos y más perdidos. 7/10
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