Creo que a nadie se le escapa que nos encontramos con Antes de Watchmen con un proyecto destinado a explotar un fenómeno del medio como la serie limitada creada por Alan Moore y Dave Gibbons hace casi tres décadas, una explotación legítima por parte de una editorial que no solo posee los derechos de la historia y los personajes, sino también la de aquellos que sirvieron de punto de partida y modelo para los autores británicos. Puestos en la tesitura de emprender un proyecto de marcada índole comercial, también queda claro que la editorial recurrió a sus autores más destacados o a solventes profesionales de la industria, buscando lograr el mejor resultado posible. En este caso ese resultado óptimo sería el de no atentar en demasía contra la obra original por un lado y por otro conseguir un rendimiento comercial aceptable. Creo que vistos los resultados, también podemos afirmar que DC ha logrado un éxito a medias, ya que se ha hinchado a vender tebeos y tomos recopilatorios pero ha obtenido unos resultados artísticos un tanto mediocres, por lo menos por lo que a mí respecta. Conste que no tenía ninguna animadversión de partida hacia el material. La explotación cultural de iconos que me gustan ha probado con el paso de los años que se puede ofrecer material muy digno partiendo de lo escrito por otros, por mucho nivel que este tuviera. Un caso paradigmático serían las andanzas de Sherlock Holmes fuera del canon, pastiches de tal nivel como La liga de los Hombres Extraordinarios creada por el propio Alan Moore o el homenaje a la cultura popular desarrollado por Warren Ellis en Planetary.
Pero partimos de la base de que, según se afirmó en su momento, habría máxima fidelidad a la obra original, se trataría el material con respeto, esto, aquello, blablabla y lo demás... Y luego pasa lo que pasa. Si de algo se puede acusar a Antes de Watchmen es que falla en sus cimientos, al carecer de una dirección clara a nivel editorial que estipule unas bases homogéneas para todas las series y las mantenga a lo largo del transcurso de las mismas, logrando una unidad formal más allá de los logos de las portadas. Igualmente ya he ido señalando a lo largo de las breves reseñas dedicadas a cada una de las series que los guionistas, y concretamente Darwin Cooke y Brian Azzarello, caen en el profundo error del revisionismo de la obra de Moore, enmendándole la plana a aquel en dos cuestiones que quedaban sugeridas en la obra original y que transforman a su antojo para conseguir forjar el esqueleto argumental de sus respectivas series. Tanto es así que si hubieran respetado el canon de Watchmen ninguno de los dos -sobre todo Azzarello- habría podido contar la historia que narran en Minutemen o El Comediante. Algo que ha parecido escasear en los últimos tiempos en la editorial, como es la libertad creativa, es lo que redunda en perjuicio de estos planteamientos argumentales.
Vamos ya directamente con los dos palos que hacen que un servidor piense que se encuentra ante un intento meritorio pero fallido. El primero es formal, y comprende todas las series, excepto una, la más fiel al original y una de las mejor valoradas por mí. Me refiero a la del Doctor Manhattan, en la que Adam Hughes apoyado por el espectacular color de Laura Martin logra una mimesis con el modelo original escalofriante, hasta el punto de que podría ser un apéndice a aquel famoso número de Manhattan en Marte. Si algo ofreció Watchmen en su momento a nivel formal fue un formato estricto que entre otras muchas cosas seguía dos principios básicos: una narración estructurada en una estructura de 9 viñetas por página divididas en tres filas, que Gibbons alteraba a voluntad atendiendo a las necesidades de la historia, y la total ausencia de efectos de sonido -onomatopeyas- en las escenas de acción o contextualización. Quizá lo primero resulte constrictivo para la libertad creativa de los artistas, que quieran narrar los acontecimientos con su propio criterio, pero de hecho nos encontramos con que Jae Lee crea su propio modelo narrativo con profusión de viñetas circulares y logra un resultado muy meritorio. En lo que sí caen la mayoría de las series es en el empleo de onomatopeyas varias y efectos de sonido que rompen directamente con lo que podría haber sido una homogeneidad formal de un proyecto que pretendía rendir tributo al original.
El segundo palo va a la salud de Brian Azzarello y de los editores que no quisieron sentarse con él y hacerle recapacitar el planteamiento argumental de su historia. El asunto es reflejar la dicotomía entre el clan Kennedy y las brutales acciones del Comediante, un asunto repleto de drama, dolor y traición con una escena tan presuntamente conmovedora como aquella en que Moloch y Blake contemplan las imágenes del magnicidio de Dallas. En un artículo que acompaña a la edición española, y en referencia a la implicación de Blake en dicho asunto, el firmante indica que "en la obra de Moore no hay alusión directa a dicho asesinato, tan solo un chascarrillo que Blake..."... Sostener la falacia de que Moore no sugiere lo que incluso los guionistas de la adaptación cinematográfica explicitaron es aventurado, pero además enmendar la plana al propio Moore para encajar esa historia es un colofón digno para alguien que no debe haber leído Watchmen con demasiada atención. No me resultó difícil localizar la viñeta en la que el hombre más inteligente del mundo desvela los engranajes ocultos a sus adversarios y por ende al lector y establece con claridad todo lo contrario.
Leídas todas las series, superada la decepción de unas, lograda la lectura árida de otras y disfrutadas con bastante interés aquellas que más reparos podrían haber presentado -Manhattan y Ozymandias, para que conste en acta- cabe decir que Antes de Watchmen habría debido ser un proyecto englobado dentro de un Otros Mundos, una suerte de mundo alternativo al de los vigilantes en el que el Comediante no mató a JFK y en el que Justicia Encapuchada era lo que aquí nos cuentan que fue -restando además maldad al personaje de Blake y convirtiéndole en poco menos que un héroe a su pesar-. Lo que resulta más curioso de todo es que el propio Straczinsky plantea esa posibilidad en su serie en la que ofrece múltiples posibles futuros dependiendo de las acciones que emprenden los personajes de la serie. Me quedo con Watchmen serie limitada, con la película como digna adaptación, y honestamente, no creo que vuelva a leer estos tebeos... A menos que hagan un Después de Antes de Watchmen con nuevas aventuras de Rorschach, Búho y compañía, en cuyo caso refrescaré la memoria para encontrarle fallos al nuevo material y trolear a gusto... Y como diría Forrest Gump, esto es todo lo que tengo que decir sobre esto...
1 comentario:
Totalmente de acuerdo con tus análisis. Es lamentable que de todo esto, sólo queden cómics fácilmente olvidables. La magia del bardo es poderosa ;)
Gracias por tus palabras sobre mi grupo!!
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