sábado, julio 27, 2013

Star Trek. En la oscuridad: La ira de Sherlock

Hasta el planeta Nibiru, poblado por una civilización tribal poco avanzada que todavía no ha descubierto la rueda, se ha desplazado la nave USS Enterprise para una misión rutinaria de exploración y observación, durante el curso de la cual han sucedido dos cosas a la vez. Por un lado un volcán del planeta ha entrado en erupción amenazando con destruirlo por completo, y por otro el capitán Kirk ha irrumpido en el templo de los Nibiros disfrazado y ha tomado prestado un pergamino sagrado levantando las iras de los indígenas. Mientras Kirk (Chris Pine) huye para salvar su vida, Spock (Zachary Quinto) trata de detener la erupción volcánica, llegando a una situación en la que su vida corre serio peligro y el Enterprise no puede hacer nada para rescatarlo sin entrar en conflicto con la Primera Directiva de no interferir con las culturas poco avanzadas que no han alcanzado el punto del Primer Contacto.


Los sucesos de Nibiru provocan una conmoción en el seno de la Flota Estelar, que provoca poco menos que la ira del Almirante Pike (Bruce Greenwood) y la separación del equipo Kirk-Spock, asignados a diferentes naves. Una explosiva irrupción en las bases de datos londinenses de la Federación provoca la alarma general y se convoca una reunión de urgencia en la sede de la Flota en San Francisco, a la que asiste la plana mayor de la misma, sólo para se objeto de un brutal y salvaje ataque por parte de un único asaltante. El nuevo Almirante, Alexander Marcus, pondrá a Kirk al mando de una delicada misión, localizar al asaltante, John Harrison (Benedict Cumberbatch), en una abandonada provincia del planeta natal de los Klingon, Kronos, y borrarlo del mapa con un sofisticado sistema de misiles de protones.


Para cumplir esa misión la tripulación del Enterprise debe viajar hasta un sector hostil y enfrentarse a un enemigo evidentemente superior en todos los sentidos, un ser con un código moral estricto y peculiar y una sed de venganza provocada por unos sucesos de los que Kirk irá siendo poco a poco conocedor y que alterarán el modo en que percibe al siempre frío, inteligente, letal y determinado Harrison. Junto a un Kirk lleno de furia y determinación y un Spock que aún lidia con las secuelas de la desparición de su planeta natal apenas un año antes, nos encontraremos con un Bones McCoy (Karl Urban) cascarrabias pero cumplidor, una Uhura (Zoe Saldanha) que se debate entre sus sentimientos por el vulcano y las necesidades de la misión, un Chekov (Anton Yelchin) desterrado temporalmente del puente a la sala de generadores, un Suru (John Cho) resolutivo y eficaz, un Scotty (Simon Pegg) enfrentado abiertamente a las órdenes de carácter claramente militarista recibidas, y la nueva incorporación de la tripulación, la de la doctora Wallace (Alice Eve), con un curioso interés por los misiles de a bordo y por la verdadera misión del Enterprise.


De la superficie de Nibiru a Londres, de San Francisco a Kronos, de las lunas de Júpiter a la de la Tierra, y de nuevo a la bahía de San Francisco, no hay lugar en el universo que no siente la ira y la desesperación de un John Harrison desatado, ira que afectará a aquellos que se enfrentan a él de formas muy diversas pero que no dejarán a nadie indiferente y cuyas consecuencias alterarán para siempre las vidas de los tripulantes del Enterprise.


Star Trek: En la oscuridad es la segunda película de la nueva línea temporal paralela de la franquicia Star Trek, y la decimosegunda en el total de la serie. Mantiene en tono y equipo prácticamente todo lo visto en su primera entrega, con los añadidos de Damon Lindeloff al equipo de guionistas y de los actores Eve, Weller y Cumberbatch a un reparto ya consolidado en sus icónicos papeles, que aquí ya juegan a interpretar sus roles con confianza y soltura y dando la impresión de ser una auténtica tripulación que, con el tiempo, quizá llegue a convertirse en esa entrañable familia estelar que acabó siendo en el antiguo universo Trek. Pilotando de nuevo la nave con mano firme, y cumpliendo todas las expectativas con creces, nos encontramos con J.J. Abrams, ese fanboy que hace cine para los aficionados, plagado de referencias y de homenajes -incluso a sí mismo, que este chico no perdona una- y que consigue con ST: En la oscuridad un taquillazo veraniego con buenas medias críticas y sólo unas mínimas y muy especializadas reticencias dentro del fandom más irredento de la franquicia. No es de extrañar que la Disney haya puesto en manos de este enfant terrible la dirección de las nuevas películas de Star Wars, a las que espero mantenga un poco más de tono, estilo y respeto respecto de las originales.


En la sala de generadores, vigilando el motor de curvatura y plasmando sobre la pantalla ideas y diálogos, nos encontramos a los habituales Kurtzman y Orci, que parecen funcionar estupendamente dentro de las producciones Bad Robot (la primera Star Trek, Fringe, Alias, MI: III) pero que tienen truños importantes en su haber como Transformers I y II o La isla. Precisamente esa experiencia dentro de las producciones destinadas a recaudar lo máximo posible independientemente de su calidad intrínseca y que presentan grandes valores de producción -blockbusters, creo que los llaman-, matizada por la sinergia creativa que se produce en la productora de Abrams es lo que ha hecho que las dos nuevas entregas de la franquicia logren unos resultados tan equilibrados entre lo que debería ser una superproducción con unos mínimos de calidad exigibles, y un gran espectáculo que aunque no se tome demasiado en serio a sí mismo, si ofrezca un plus de desarrollo de personajes y de situaciones creíbles e interesantes al espectador. La adición de Damon Lindeloff al equipo de guionistas permite a este disfrutar por fin de un éxito de público y crítica sin la polémica y los palos recibidos en sus dos últimos grandes trabajos: el final de Perdidos (sí, esa maravilla emotiva, contenida, de dos horitas de duración que acababa con el plano de "UN PERRO" -Vincent, amigos- y que hubo espectadores que no pudieron ni quisieron entender) y el guión de Prometheus, la película que muchos odiaron amar el verano pasado, y que servidor, tras verla dos veces, ama odiar, porque reconociendo sus defectos, errores e inconsistencias llega un momento en que me veo atrapado por la tensión y la urgencia de la historia.


Como ya he avanzado antes, el reparto da un paso más en la asunción de sus papeles con convicción y credibilidad, corriendo el riesgo dentro de esta franquicia de quedar marcados para el resto de su carrera por los mismos y acabar convertidos en la cómica sombra del reparto original que vimos en su momento en la divertida y entrañable Space Quest (Héroes fuera de órbita), hasta el momento el homenaje más inteligente y respetuoso pero con punch que se ha hecho del entorno trekkie. Para mi gusto Pine es demasiado físico y chulesco para el personaje, algo que podría explicar su nueva condición de huérfano y delincuente juvenil, pero que ese carácter pendenciero se pueda llegar a contagiar siquiera momentáneamente a Spock ya me chirría un poco más. El desarrollo de Uhura está bien por el mayor peso en la trama y la acción, mientras que Chekov y Sulu, más allá de potenciar el aspecto multicultural de la tripulación presentan rasgos que los hacen simpáticos al espectador. Mis dos personajes favoritos siguen siendos los que eran en la serie de televisión, los más humanos, cercanos y entrañables. El doctor McCoy ejercía de voz de la razón, de tipo prudente, humano, y aún así leal a su capitán y capaz de ir hasta el fin del mundo para socorrer a los suyos. La expresión "Maldición Jim, soy médico, no mecánico/piloto/soldado/artificiero/etc" es uno de los clásicos de la saga, y ese toque de cascarrabias está quizá un tanto exagerado en esta nueva versión. Igualmente Scotty, encarnado por uno de los musos de este blog, Simon Pegg, es dicharachero, muy bueno en lo suyo pero muy malo a la hora de seguir órdenes dentro de una estructura rígida. Los mejores momentos de comedia siguen estando a su cargo, y el sidequick alienígena que le sigue acompañando me parece por igual entrañable y divertido.


Pero la parte del león a nivel de reparto se la lleva Benedict Cumberbatch, el villano absoluto de la función. Y digo absoluto no porque sea el único, sino porque cada momento, escena, plano en que John Harrison aparece, roba la película y la atención se centra por completo en su personaje. Sus diálogos son ominosos, sus acciones terribles y mortales, su presencia en pantalla es impresionante, pero lamentablemente el desarrollo a fondo del carácter y la motivación de su personaje no se hacen en profundidad. Algo muy parecido a lo que sucediera con Bana/Nero en la primera película, y que no deja de ser una pena, en tanto que Cumberbatch, uno de los más prometedores nuevos valores británicos que ha deslumbrado con su Sherlock televisivo y que con su gris pero arrebatador personaje de El Topo me tuvo hipnotizado en pantalla, podría haber dado mucho más de si aportando al personaje algo más que una atractiva superficie visual y unas cuantas poses de arrebatadora villanía y carismática maldad.


Por ir finalizando ya esta pequeña reseña de la película, quiero resaltar, desde mi posición de fan de la saga de medio perfil, que ha visto todas las películas como mínimo un par de veces y quizá un 25 por ciento del material televisivo completo, un par de elementos, uno positivo y otro no tanto, y que reflejan el delicado equilibrio que Abrams y compañía han tenido que buscar en esta nueva andadura cinematográfica. Por un lado nos encontramos con un juego de continuas referencias y guiños a la serie original y a las películas clásicas, con una traspolación directa del argumento de uno de los primeros y el clímax de una de las segundas, alterando en este caso el protagonismo de dicho clímax y homenajeando algunos de sus diálogos. No se me quejarán de la exquisita delicadeza con que estoy omitiendo el espoiler en esta reseña -que no en el título de la misma-. Guiños como el del Tribble en la mesa de McCoy, las maquetas de naves de la federación en el despacho de Marcus, o los continuos diálogos extraídos de la serie original son un verdadero juego de referencias que mantendrán al trekkie más acérrimo con una sonrisa en los labios. Por contra, la fisicidad, dinamismo y violencia imperantes en muchas de las acciones y actitudes de los protagonistas, así como la disolución de muchas de las discusiones ético-filosóficas de la tripulación original en simples máximas que salpican las trepidantes secuencias de acción abundan en aquella pérdida del sentido original de la saga de la que  les hablé hace un par de años a cuenta de Star Trek. Es un encaje de bolillos para mantener a los fans tradicionales y alcanzar a un público mayoritario que quiera disfrutar de una aventura sin más complicaciones ni implicación posteriores. Y al parecer, vistos los resultados, tenemos que reconocerle a Abrams que eso lo ha conseguido sin apenas despeinarse.


Personalmente tenía mucho hype -expectativas elevadas alimentadas por la continua promoción, avances y noticias relacionadas con la película- con el estreno de ST: En la oscuridad, en un verano repleto de grandes estrenos que han buscado llenar las salas con espectáculos mastodónticos y una clara propuesta por el género fantástico, con superhéroes, ciencia ficción, monstruos y zombis repartiéndose el bacalao. ¿Me gustó la película? Bastante. ¿La disfruté? Mucho. ¿Estuvo a la altura de mis expectativas? Pues lamentablemente, no del todo. No consigo empatizar al cien por cien con estos nuevos tripulantes del Enterprise, y me siento más próximo de aquellos carrozas cincuentones y sesentones que hablaban con satélites inteligentes, se peleaban con indios evolucionados, daban vida a planetoides yermos y salvaban las ballenas de la Tierra viajando en el tiempo. Entre tanta explosión, pelea a guantazo limpio, caídas y persecuciones me encuentro a gusto, pero no como en casa. Veo un espectáculo de primera pero a renglón seguido puedo ver A todo gas 6 donde voy a encontrar algo muy parecido -y curiosamente con un sentido de familia y de saga muy desarrollado-. Visto lo visto me voy confirmando en mi sospecha de que este verano la película que más alegrías me va a dar, precisamente porque es la que mayor desastre auguraba, es la que estrena Brad Pitt la semana que viene y le enfrenta a los increíbles zombis infectados enjambre. Veremos. Por el momento, larga y próspera vida a esta nueva singladura de la Enterprise en su misión de exploración por los confines más remotos de la galaxia y que la fuerza nos acompañe para cuando Abrams hinque el diente a la que sí, es mi franquicia favorita, uno de mis amores de infancia, juventud y madurez, y algo que ha estado presente de una u otra forma a lo largo de toda mi vida...


miércoles, julio 24, 2013

Sketch-busters CCXXIII: David Aja (I)

Y alguno se estaría preguntando ya... ¿Pero no era este el tontico de los dibujines y tal? ¿Dos semanas seguidas sin postear un dibujo, ni un original, ni ná de ná? Pues como esto ha ido paulatinamente de ir recuperando poco a poco las buenas, viejas, sanas, añoradas costumbres, hoy toca recuperar la sección que estuvo desde el primer momento en la génesis de este espacio, y que acumula con esta nada menos que 223 entradas, 223 dibujos recogidos a lo largo de los años a lo largo y ancho de la geografía española. Para reiniciar la sección dedicada a los dibujos conseguidos en persona, la verdad es que no he tenido que rebuscar mucho. El orden alfabético, la vistosidad del dibujo y la relativamente rabiosa actualidad hacen que David Aja sea la opción ideal para recomenzar la sección de sketch-busters. Y es que este dibujante oriundo de Valladolid ha sido este año merecedor del galardón Eisner por su labor como dibujante y portadista este año para la serie Ojo de Halcón. La verdad es que visto lo visto creo que tendré que darle una oportunidad a la serie vistas las buenas críticas vertidas sobre la misma. Aunque ya habíamos coincidido con el dibujante en un par de Jornadas de Avilés, no tuvimos ocasión de conseguir una dedicatoria suya hasta el año 2010 en la celebración de Expocomic, donde miss Sparks y un servidor acudimos a una de sus sesiones de firmas con uno de sus tomos para la serie Puño de Hierro bajo el brazo. Tras un rato bastante divertido, David realizó este dibujo de Daniel Rand en acción, una pose que ha repetido bastante a lo largo de los años y que en ocasiones ha llegado a atrezar con quemaduras reales en el papel, aunque en esta ocasión el efecto "explosivo" de la patada de Rand se realizó con medios más tradicionales. Para la próxima entrada les dejaré la dedicatoria conseguida por miss Sparks y la habitual reseña biobibliográfica del autor, que no todo van a ser batallitas sin sentido de un viejo coleccionista cebolleta.


lunes, julio 22, 2013

Y al tercer lunes...

No resucitó, sino que siguió estando vivito y coleando. Por tercera semana consecutiva damos la bienvenida a la semana laboral en vivo y en directo, con el añadido de que ya vemos asomar el hocico de las vacaciones estivales, especialmente de agradecer en un año como este lleno de "alegrías" en el curro. Aunque no es que haya demasiado que reseñar, lo cierto es que quería mantener un mínimo ritmo a esto antes de volver a dejar pasar un lunes en blanco entre cada entrada personal o reservarme para cuando tuviera algo mínimamente interesante que compartir con ustedes. Lo cierto es que la rutina y la tranquilidad que rigen mis costumbres de los últimos meses son tan interesantes como un manual sobre el cultivo de ostras en la altiplanicie de Nueva Guinea, así que me centraré en dos aspectos. Por un lado, me gustaría incidir en el contratiempo, nimio, bien es cierto, que evitó que el pasado jueves pudiéramos asistir a ST:ElO, y que viene a reflejar una amarga realidad que además he constatado en muchos otros lugares de trabajo. Y es que una de las consecuencias de los malditos "ajustes" de plantilla es la de reducir la cantidad de empleados manteniendo en muchos casos una carga de trabajo que no es acorde a la plantilla superviviente, que se ve enfrentada no solo a la necesidad de tapar más agujeros de los que pueden, sino a la realidad de ofrecer un mal servicio que redunda en una peor sensación por parte de los clientes/usuarios/compradores, entrando en un círculo vicioso del que malamente vamos a salir. La sensación de optimismo de cara al futuro era tal el pasado fin de semana, que complementé las sesiones de juego del Last of Us -la última joya que los usuarios de PS3 vamos a disfrutar en esta generación, y de qué manera- con el visionado de la película Los últimos días, un thriller post-apocalíptico de sabor español ambientado en Barcelona con un nivel medio de calidad elevadísimo y que hizo que el domingo fuera una verdadera clase de supervivencia a infecciones rabiosas y ataques de agorafobia salvaje.


La segunda cosa que quería comentarles es que a lo largo de los próximos días este espacio recuperará ya su habitual espacio ecléctico y multidisciplinar, con entradas dedicadas a dibujos de colección, a galerías de commissions o de subastas por internet, reseñas de alguno de los comics leídos en el interín de no publicación o el comentario de alguna película, preferentemente y encargados iluminados mediante que abran más taquillas cuando sean necesarias, el de la última película de J.J. Abrams. Recuperaremos así la normalidad, que además vendrá aderezada por otra clase de entradas que tengo en mente realizar de manera más o menos continuada, como una dedicada a recomendar podcasts o programas concretos de determinados podcasts, sin duda mi mayor descubrimiento personal y vital del último año que ha contribuido a mantener mi cordura o acentuar mi locura, según se mire. Y les dejo ya con la canción de cada lunes, que abunda en el tema apocalíptico y se pregunta desde un futuro indeterminado como se ha llegado hasta allí, sin descuidar una más que oportuna referencia al Capitán Kirk y a los viajes de exploración del Enterprise. Sean ustedes buenos, tengan cuidado con los ajustes de plantilla y las sobrecargas de trabajo y por encima de todo, tengan ustedes mucho cuidado ahí fuera...

99 red balloons
Nena

You and I in a little toy shop
Buy a bag of balloons with the money we've got
Set them free at the break of dawn
Til one by one, they were gone
Back at base bugs in the software
Flash the message, something's out there
Floating in the summer sky
99 red balloons go by

99 red balloons
Floating in the summer sky
Panic bells it's red alert
There's something here from somewhere else
The war machine springs to life
Opens up one eager eye
Focusing it on the sky as 99 red balloons go by

99 Decision street
99 ministers meet
To worry, worry, super flurry
Call the troops out in a hurry
This is what we've waited for
This is it boys, this is war
The president is on the line
As 99 red balloons go by

99 knights of the air
Ride super high tech jet fighters
Everyone's a super hero
Everyone's a Captain Kirk
With orders to identify
To clarify, and classify
Scramble in the summer sky
99 red balloons go by

99 dreams I have had
In every one a red balloon
It's all over and I'm standing pretty
In this dust that was a city
If I could find a souvenir
Just to prove the world was here
And here is a red balloon
I think of you, and let it go


domingo, julio 21, 2013

Galería de portadas: Star Trek. Hacia la Oscuridad

Tarde de domingo, tranquilidad estival, relajación y descanso y galería de portadas relacionada con la reseña publicada el pasado viernes. Como suele decirse, se siente uno como en casa, recuperando las viejas costumbres del blog. En este caso les dejo las portadas del tomo recopilatorio americano -que es a su vez la escogida para la edición española-, así como las portadas regulares de cada uno de los cuatro números con las portadas variantes de los tres primeros números, variantes que abundan en la condición de precuela cinematográfica y escogen la cartelera de la película Star Trek. En la oscuridad y dos fotogramas de la misma para llamar la atención de los lectores y coleccionistas. Nos les voy a engañar, esta semana se ha quedado coja de una entrada, algo que me sabe bastante mal porque la planificación iba como la seda, pero unos pequeños inconvenientes técnicos relacionados con la reducción de plantilla de los cines y la mala planificación de un coordinador de turno que tenía a tres empleados mirando una misma caja, sin abrir más taquillas y provocando un retraso de tres pares de narices que provocó que mucha gente, incluyendo a miss Spark y un servidor, abandonaran el intento de entrar a la sesión elegida, han hecho que no pudiera ver la película a tiempo para culminar la semana trekkie. Espero poner remedio a ese pequeño inconveniente a la menor brevedad posible, y no ya por cumplir con la prometida reseña, sino porque le tengo muchísimas ganas a la película y porque ya se van a empezar a acumular estrenos en uno de los veranos más intensos en cuanto a películas atractivas, con Guerra Mundial Z y Pacific Rim (esta sí, fiasco económico del verano por el momento) asomando el hocico. Por cierto, que quizá el estreno de la película de los zombis enjambre de Pitt y compañía requiera una semana Z, para la que habría material de sobra... Demonios, cuanto estrés para esta época del año en que lo único que apetece es tumbarse a la bartola... Pero por el momento, aquí les dejo con las portadas de David Messina. Ya saben, ¡larga vida y prosperidad!

 







viernes, julio 19, 2013

Star Trek. Hacia la oscuridad: Encuentro en Phaedus

Ha pasado algo de tiempo desde que la nueva tripulación de la USS Enterprise recibiera su bautismo de fuego enfrentándose y derrotando al renegado romulano Nero. Los tripulantes de la nave están acoplándose a sus puestos, conociendo a sus compañeros y lidiando con las secuelas de su primera misión juntos. Concretamente el capitán James Kirk tiene que vérselas con la soledad del mando y la dificultad de obtener el respeto y la confianza de sus subalternos, mientras que Spock, el oficial científico de la nave sufre continuas pesadillas en las que revive una y otra vez la destrucción de su planeta natal, Vulcano, y la futilidad de sus intentos oníricos por rescatar a su madre de la muerte. Ambos compensan con el desempeño esforzado de sus labores en la nave esos problemas, y van estrechando una relación que nació en circunstancias verdaderamente difíciles.


La Enterprise llega al planeta Phaedus, un planeta de clase M con una población de unos 30 millones y un desarrollo equivalente al de Roma, pero donde se han detectado huellas de energía muy por delante del desarrollo de la sociedad. Pronto un equipo de campo formado por Sulu, Spock y Kirk baja a la superficie a investigar los restos de energía, siempre teniendo en cuenta las consideraciones de la Primera Directiva -La Federación de Planetas no intervendrá en los asuntos de, ni dará a conocer su existencia a cualquier sociedad que no haya evolucionado hasta el punto del viaje interestelar por sí misma-. En el camino de descenso la lanzadera sufre un ataque violento de rayos de energía, y la nave acaba estrellándose con violencia sobre la superficie, dejando a Sulu gravemente herido y al resto de tripulantes conmocionado.


Lo que verán en el planeta Phaedus será algo para lo que no estaban preparados. Dos ramas de una misma especie, una de ellas genéticamente evolucionada y con apoyo exterior, llevan enfrentadas años,  colocando a una de ellas al filo de la extinción. Durante una visita rutinaria de la primera tripulación del Enterprise, su capitán, Robert April, incapaz de contemplar impertérrito tal genocidio, decidió intervenir en la contienda y apoyar al bando más débil, convirtiéndose en una suerte de defensor de los débiles. Kirk y Spock afrontan en Phaedus una situación realmente complicada, enfrentados al fantasma de un miembro de la Federación de Planetas dado por muerto, con la perspectiva de elegir entre la Primera Directiva y la extinción de toda una raza, con una guerra civil rugiendo a su alrededor y la intervención directa de una tercera facción que complicará aún más todo el asunto.


Nos encontramos en Star Trek: Hacia la oscuridad (Countdown to darkness en el original) con una nueva entrega de los comics centrados en el relanzamiento de la franquicia cinematográfica. En este caso se trata de una serie limitada de cuatro números que narra unos eventos situados entre las dos películas existentes hasta el momento, con la doble función de establecer una evolución y un desarrollo de los personajes, y de señalar al mismo tiempo una serie de sucesos o eventos que quizá puede que tengan cierto peso en el futuro devenir de los acontecimientos. Para ello, y para continuar con la homogeneidad y nivel de calidad habitual con que IDW ha venido tratando todos estos productos relacionados con Star Trek, ha recurrido al equipo habitual de las anteriores entregas de este particular  universo que se ha venido construyendo con tanto mimo.


En el guión nos encontramos con Mike Johnson desarrollando su propio argumento concebido al alimón con Roberto Orci. Lo cierto es que el nombre de Johnson, que trabaja directamente para Alex Kurtzman y Roberto Orci y ha desarrollado trabajos en comic relacionados con otros proyectos de esa pareja de guionistas además de las películas de Star Trek, como Transformers o Fringe, ha estado muy relacionado con la franquicia trekkie en los últimos tiempos, y es que además de Countdown, Nero y la adaptación oficial de la primera película, está adaptando los capítulos de la serie original a la nueva realidad alternativa en la serie Star Trek: The Original Series. Además tiene pendiente la publicación de una nueva serie centrada, como ya hiciera en Nero, en el villano de En la oscuridad, que me cuidaré muy mucho de desvelar por si todavía queda algún despistado que no sepa de quién se trata.


A los lápices, con su habitual trazo claro y tendencia a mimetizar a los personajes con los actores que los interpretan, nos encontramos a un David Messina cada vez más suelto y desenvuelto en el universo de la Federación de Planetas y mostrando con competencia y coherencia tanto las escenas más íntimas entre, pongamos, Uhura y Spock, como las espectaculares secuencias de acción con los alienígenas y Spock y Kirk. La edición española, una vez más, corre a cargo de Likantro Ediciones, que ha orientado esta línea de tebeos tanto al público mayoritario que quiera acercarse al nuevo universo fílmico de la franquicia (cuidando los aspectos de la edición y manteniendo un formato uniforme que dota de coherencia a todos los productos editados dentro de la misma línea) como a los seguidores acérrimos de la saga, que cuentan con información sobre el Club Star Trek en España y con una breve introducción de su presidente. Otros extras que merecen ser destacados son un texto a modo de epílogo de Mike Johnson, una recopilación de diseños sobre los alienígenas protagonistas, y un par de ilustraciones con autores españoles dando su propia versión de la historia. Sin duda, un tebeo que cualquier fan de Star Trek debería cuando menos leer. 


jueves, julio 18, 2013

El baúl de Plissken: Star Trek (2009). Reinicio/Reignición

Al igual que hiciera con Superman, he preparado el visionado de Star Trek: En la Oscuridad repasando la inmediata entrega fílmica, de la que ya les hablé en el 2009 y de la cual no sólo he cambiado una coma de mi opinión sino que además cuento con el tiempo a mi favor para subrayar lo positivo y lo negativo. Dentro de lo primero, resulta evidente que Abrams resucitó una franquicia muerta y agotada y la convirtió en una película capaz de atraer a la muchachada al cine, esa misma muchachado que hoy día se aburriría soberanamente con las aventuras de los Kirk y Spock originales y demás tripulaciones que han pululado por el universo de la Federación. En lo segundo, creo que sin necesidad de entrar en estériles polémicas sobre qué era mejor o peor, creo que resulta bastante evidente que esta versión ultimate de los personajes de Gene Roddenberry esta muy alejada de aquellas historias donde la reflexión, el diálogo y las inquietudes filosóficas marcaban el peso de la acción dentro de cada historia, y ahora se ha optado por un enfoque más contemporáneo, más dinámico y enfocado a las escenas epatantes de acción, a la violencia lúdica y a la espectacularidad digna de cualquier gran producción que se precie. Lo que no tiene que ser necesariamente malo, ojo, sino simplemente ser otra cosa... Les dejo con el repaso a Star Trek. Un nuevo comienzo, y ya mañana entraremos en precuelas de actualidad e historias puente entre esta película y la siguiente.

Tu padre fue capitán de una nave durante 12 minutos. Salvó 800 vidas,
incluyendo la de tu madre y la tuya. Te reto a que lo hagas mejor.

Capitán Cristopher Pike


La nave de la Federación USS Kelvin investiga una perturbación energética en el extremo de la galaxia. De la nada aparece un gigantesco navío estelar de aspecto terrorífico que exige la presencia del capitán de la Kelvin a bordo. La tripulación de la nave Narada, de origen romulano y bajo el mando del enigmático Nero (Eric Bana), pronto descubre unas intenciones nada amistosas al tiempo que formula crípticas preguntas sobre el dónde y el cuándo se encuentran. En mitad de una batalla épica y trágica entre ambas naves, nace Jaime Tiberio Kirk, y el destino del universo ya nunca podrá ser el mismo...



La juventud no sienta nada bien a un Kirk (Chris Pine) rebelde y lleno de rabia contra el mundo. Arisco, impulsivo y con tendencia a la destrucción y a la violencia, su vida es un continuo revolverse contra la autoridad. En el planeta Vulcano, por contra, un joven mestizo de nombre Spock (Zachary Quinto) ansía encajar en una sociedad fría y racional hasta extremos propios de una máquina que le discrimina por ser hijo de un vulcano y de una humana y por mostrar un asomo de la más grave tara que puede sufrir alguien de su pueblo, emociones. Una serie de fortuitas coincidencias acaban dando con los huesos de ambos en la Academia de la Flota Estelar, uno como cadete de última hora y otro como prometedor oficial de alto rango encargado de evaluar las pruebas de ingreso. Otro cadete con fuerte carácter que entablará una relación de amistad con Kirk es el doctor Leonard "Bones" McCoy (Karl Urban), mientras que la atractica experta en lenguas interplanetarias Niota Uhura (Zoe Saldana) captará su interés "sentimental". Noticias de una fuerte perturbación electromagnética surgen del espacio profundo y la Flota Estelar moviliza a todos sus cadetes. La nave USS Enterprise unirá el destino de todos ellos en un incierto y peligroso viaje hacia lo desconocido, hacia donde ningún hombre ha llegado antes...

La saga cinematográfica de Star Trek había contado con diez películas hasta el momento, seis pertenecientes al reparto original y cuatro a los protagonistas de La Nueva Generación. Los resultados fueron siempre dispares, contando con excelentes películas de ciencia ficción -La ira de Kahn (1982), Misión salvar la Tierra (1986), Aquel país desconocido (1991), Primer contacto (1996)-, dignas muestras de un producto franquiciado -Star Trek. La película (1979), En busca de Spock (1984), Generaciones (1994)-, y algún que otro despropósito como las dos películas que certifican la defunción de la saga atendiendo a sus resultados en taquilla -Insurrección (1998) y Nemesis (2002)-. Buena parte de la irregularidad de la saga fue debida a la diferente factura de la que gozó cada una de las películas, y se aprecia una clara diferencia entre las dirigidas por gente como Robert Wise, Nicholas Meyer o un afortunado Leonard Nimoy que aquellas en las que actores carismáticos pero con poca experiencia tomaron las riendas de la producción con dispares resultados, caso de William Shattner o Jonathan Frakes -que dio una de cal y una de arena, todo hay que decirlo-. Vistos los pobres resultados de Nemesis a nivel de taquilla y el escaso entusiasmo levantado entre el público trekkie al que iba dirigida, los productores dejaron dormir la franquicia el sueño de los justos hasta encontrar alguien idóneo para resucitarla...



Y en este punto entra el mago que ha revolucionado la televisión reciente con series como Felicity, Alias o Perdidos, un productor de olfato más que probado capaz de vender humo y fuegos artificiales sin timar a su audiencia (Cloverfield), y un director competente capaz de imponer su propia personalidad a una estrella y una franquicia establecidas en MI3. Estoy hablando, claro de J.J. Abrams, cuyo interés en el proyecto de Star Trek despertó ilusiones entre los cinéfagos más contumaces como un servidor y cierto recelo entre los seguidores de toda la vida ante la irrupción de un intruso que afirmaba tener conocimientos muy vagos sobre la franquicia. Las noticias sobre el reparto que iban surgiendo con cuentagotas se centraban en actores jóvenes relativamente desconocidos (Pine), provenientes de la televisión (Pegg, Quinto) o con una sólida carrera como secundarios de lujo (Urban, Saldana). Para arropar a la muchachada unos pocos actores veteranos del nivel de Ben Cross, Leonard Nimoy, Bruce Greenwood o Winona Ryder aportaban un plus de prestigio interpretativo al producto. Dando vida al villano de la función, aparecía Eric Bana, la estrella de la peli, aunque visto lo visto, su papel queda reducido a poco menos que un cliché sin peso dramático real que hace lo que hace porque es el villano y es el que debe hacerlo.


Con un reparto ya ensamblado y un diseño de producción realmente espectacular que recuerda en todo momento a los sets clásicos pero a la vez vistos con un sentido del diseño y de la estilización propios de hoy día -algo viejo, algo nuevo, podríamos decir- sólo quedaba crear una historia que satisfaciera a propios y extraños, a seguidores de toda la vida y a nuevos espectadores que se engancharan al nuevo Star Trek, a la primera película trekie genuina del siglo XXI. Los encargados de escribir el guión fueron Roberto Orci y Alex Kurtzman. Ambos cuentan con una dilatada trayectoria como colaboradores, trabajando en series televisivas con Abrams (Alias, Fringe), así como escribiendo conjuntamente los guiones de películas con indudable tirón comercial como La isla o Transformers (y la secuela de esta), ambas dirigidas por Michael Bay. La máxima prioridad de ambos estaba clara: crear una historia que no traicionase el pasado de la saga, tanto televisivo como cinematográfico, y a la vez garantizar el futuro de la película y por extensión de la franquicia. El resultado es modélico en tanto en cuanto esta película puede considerarse al mismo tiempo precuela y continuación directa de la saga original -y me cuido muy mucho de desvelarles detalles porque merece la pena ver el encaje de bolillos argumental y a nivel de continuidad-, y el envoltorio escogido para presentar esa historia es una película de acción y aventuras adrenalínica y espectacular que ha sabido conectar con los dos públicos a los que iba dirigida. La pega, y yo siempre encuentro una, es que la película nos coloca directamente en el segundo acto de la acción, mientras que el verdadero origen de Nero, así como el desencadenante de la tragedia cósmica que presenciamos, tiene lugar en el comic precuela del film Star Trek: Countdown, con lo que al fin y a la postre, en pantalla, tanto las motivaciones como la tragedia de Nero quedan reducidas a un simple y rutinario flashback que explican porqué es el malo, hurtando cualquier tipo de conexión emocional con el personaje.


La película ofrece lo que promete y en abundancia. La trama sigue el viaje iniciático de James T. Kirk en busca de sí mismo y de su lugar en el mundo. Las similitudes con Spock resultan evidentes, y la relación entre ambos progresa e impulsa el desarrollo de la acción, pasando de ser primero antagónica y luego mostrando atisbos de acercamiento y comprensión atendiendo a sus formas de ser complementarias y a las semejanzas en sus azarosas y complejas vidas personales. El enfrentamiento con Nero no es más que una simple excusa argumental para dar lugar a la formación de la tripulación estable y definitiva del USS Enterprise tal y como los seguidores de la saga la conocen, y dejar el camino abierto para toda una serie de hipotéticas futuras nuevas aventuras. Pero estos personajes, siendo los mismos que conocemos, son a la vez distintos. El joven pero eficiente Chekov (Anton Yelchin), el dinámico y aventurero Sulu (John Cho) o el extrovertido y brillante Scotty (Simon Pegg) completan una tripulación acorde con los tiempos que corren, más dinámica, propensa a la insubordinación o a tomar decisiones arriesgadas, y a jugar al límite de lo que permiten las reglas establecidas.


Es más que evidente, y algo reconocido por los guionistas, la búsqueda de un modelo de cine fantástico más dinámico y orientado hacia el gran público, con más movimiento y espectacularidad en pantalla, algo que ellos concretan en la saga de Star Wars y en la influencia que ha ejercido sobre esta nueva Star Trek, menos propensa a los diálogos rimbombantes y llenos de significados filosóficos y antropológicos y más dispuesta a buscar una buena pelea allá donde haga falta. La épica de los enfrentamientos con la astronave de diseño gótico espacial Narada, subrayada por unos vistosos efectos digitales y una impresionante banda sonora de Michael Giaccino (otro habitual colaborador de J.J. Abrams) está a la altura de cualquier batalla espacial rodada por Lucas, y tanto Kirk como Spock hacen alarde de una fisicidad y una fortaleza que sus predecesores apenas insinuaban, llegando incluso hasta el extremo de adoptar dudosas tácticas de infiltración más próximas a una misión suicida que a una estrategia cuidadosamente planificada y con visos de alcanzar el éxito.


Quiero destacar, una vez más, la importancia de contar con Abrams como director e impulsor de un proyecto que necesitaba como agua de mayo ideas frescas y sangre nueva ajena al mundillo endogámico en el que la franquicia parecía haberse instalado. La perspicacia de J.J. a la hora de saber conectar con las audiencias más jóvenes ha quedado demostrado con el éxito de público a lo largo y ancho del planeta, y sus habilidades como cineasta han sido unánimemente respaldadas por una crítica que ha considerado Star Trek como una de las mejores muestras de cine de entretenimiento vistas en mucho tiempo. Pero además de eso J.J. sabe que sus seguidores queremos un plus extra, un algo más que conecte esta cinta futurista con el Abramsverso, y ni siquiera en ese aspecto hemos quedado defraudados. Los guiños que Abrams se dedica a sí mismo y a sus obras anteriores (la esfera de materia roja de Rambaldi, la bebida Slusho, una criatura sospechosamente parecida a la de Cloverfield) están ahí para satisfacer a sus seguidores, pero el tipo es lo suficientemente inteligente como para saber que los guiños trekie son todavía más necesarios para ganarse a un público que quizá pueda sentirse algo desorientado o desplazado ante tanto cambio radical y tanta actitud actual en "sus" personajes. La lista sería interminable, así que citaré tan sólo las dos que más me llamaron la atención: el famoso -y bello-parlamento sobre la amistad de Spock a Kirk y la broma a costa de los tripulantes de rojo y su destino fatal, aunque hay muchas referencias al universo Trek tradicional como la presencia del Capitán Pike, la fugaz aparición de un tribble o la prueba del Kobayashi Maru.


Ya termino con esta reseña que se me ha ido un poco de las manos comentándoles la sensación que me deja esta Star Trek. Por un lado, como película independiente es lo más entretenido, divertido, espectacular y épico que he visto en lo que va de año en pantalla grande, y los resultados, como dije antes, han acompañado a la película garantizando futuras entregas, en las que espero se mantenga el mismo -o mejor, diantre, no debemos conformarnos- nivel de calidad alcanzado. Por otro, la verdad, creo que Abrams llevaba demasiada razón cuando afirmó que este no es el Star Trek de tus padres. Estoy a favor de la acción y del entretenimiento, y creo que era algo que le faltaba a la saga. Es pronto para decir que Star Trek ha perdido sus señas de identidad y que ha adoptado una nueva filosofía más acorde con los tiempos modernos, más guerrera y superficial, más molona en poses y adusta en actitudes y habrá que esperar a futuros títulos para ver cómo se desarrolla la cosa. Yo nunca he sido trekkie y la he disfrutado como un cosaco, aunque, y ya no me repito más, ciertas actitudes me chocan: un capitán y su segundo nunca abandonarían su nave para ir en misión suicida sin cobertura alguna, ante un enemigo vencido y humillado uno esperaría otra actitud que la mostrada en la película... Algo que es pecata minuta comparado con la diversión que, por fin, he vuelto a sentir en la oscuridad de una sala de cine y rodeado de amigos que la disfrutaron igual o más que yo.

martes, julio 16, 2013

El baúl de Plissken: El reinicio de Star Trek en viñetas

El año 2009 supuso un hito memorable para los aficionados al cine fantástico en general y para los seguidores acérrimos de la saga Star Trek en particular, y es que en aquel año se hacía un relativo borrón y cuenta nueva respecto de las tradicionales visiones del universo Trek y se partía de cero para volvernos a mostrar las andanzas de la tripulación original -y más querida- del Enterprise, la capitaneada por James Tiberius Kirk, aconsejada científicamente por Spock y cuidada por el médico de a bordo Bones McCoy. La película contó con una serie de comics editados por IDW a modo de precuela, ampliación argumental o apoyo a la hora de describir a los personajes y las situaciones con los que nos encontrábamos en Star Trek. Un nuevo comienzo y que contribuían a interconectar a las pasadas generaciones con la nueva futura generación de exploradores de la galaxia. Aquí tienen ustedes la recopilación de las reseñas de esas tres series, reunidas y editadas en sendos tomos en nuestro país por la editorial Likantro, que este mes, y con motivo del estreno de Star Trek: En la oscuridad, lanzaba un nuevo tomo precuela del que les hablaré el viernes.

Countdown: Cuenta atrás a un nuevo comienzo

Fecha estelar 64333.4, en el interior del Imperio Romulano, donde sólo unos pocos han podido llegar, la nave minera Narada extrae decalitio cuando una repentina erupción solar desestabiliza la estrella Hobus. El capitán de la Narada, Nero, decide evacuar la zona y regresar a Rómulo con las malas nuevas. Allí se encuentra con una delicada situación diplomática, pues el embajador de la federación, Spock, vaticina que la inestable estrella Hobus se convertirá en un plazo relativamente breve de tiempo en una supernova, y sólo la combinación de los recursos romulanos y la tecnología vulvana podrían frenar una debacle de proporciones cósmicas. A pesar de los augurios de Spock y de las noticias aportadas por Nero, el consejo desoye sus argumentos.

Forzados por las circunstancias, Nero y su tripulación deciden seguir a Spock hasta Vulcano, convirtiéndose en prófugos del Imperio, no sin antes buscar en la frontera exterior romulana las reservas de decalitio necesarias para frenar la supernova. Allí sufren una emboscada remana y sólo la oportuna intervención de la nave insignia de la Federación, el Enterprise comandado por el capitán Data, logrará que esa parte de la empresa llegue a buen fin. Escoltados por Data, Nero y Spock intentan convencer a los vulcanianos de la necesidad de compartir sus conocimientos sobre la materia roja, para lo que contarán con otro aliado valioso e inesperado, el embajador de la Federación en Vulcano, Jean-Luc Picard. El tiempo se agota, los vulcanianos no ceden y Spock conmina a Nero a marcharse para ayudar en las tareas de evacuación mientras él se encarga del resto. Nero, decepcionado y escéptico regresa a su planeta para contemplar el trágico final de lo que más ama en este mundo.


Loco de dolor y de rabia contra el universo entero, sintiéndose una marioneta en manos de todo el mundo y harto de no controlar su destino Nero decide compartir cada lágrima de pena derramada y cada gota de sangre furiosa corriendo por sus venas con todos aquellos que no han sido capaces de ayudarle a evitar el final de Rómulo. Nada en el cosmos parece capaz de frenar la venganza imparable de un Nero que ya no tiene nada que perder, mientras que en el otro lado del universo Spock, Picard y otros viejos conocidos como Geordi Laforge intentan detener una amenaza todavía más peligrosa y letal que la de Nero y que amenaza con acabar con todo, la onda expansiva generada por la supernova Hobus.


Como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, la serie de cuatro números Star Trek: Countdown está concebida como precuela del film Star Trek (2009), narrando los sucesos inmediatamente anteriores a la misma y desarrollando, ahora sí con mayor profundidad, la historia de Nero. Siguiendo el marco general creado por los guionistas del film Alex Kurtzman y Roberto Orci, los escritores Mike Johnson (que también está trabajando en la adaptación de Fringe a comic y coescribiendo Superman/Batman) y Tim Jones realizan una historia enmarcada de lleno en el universo tradicional de Star Trek, prosiguiendo la historia años después de la última entrega cinematográfica de La Nueva Generación y volviendo a mostrar a algunos personajes tanto de aquella (Picard, Data, Laforge, Worf) como de la generación original (Spock).


El encargado de ilustrar la historia es el dibujante de origen italiano David Messina, un artista con experiencia en el campo de la animación y el diseño que conoce perfectamente el universo trek al haber ilustrado varias series relacionadas con él, como Klingons: Blood Will Tell, Intelligence Gathering o Mirror Images. Los resultados de la adaptación fueron tan satisfactorios para la editorial IDW que inmediatamente encargó al mismo equipo creativo la realización de una segunda miniserie-precuela, Nero, cuyo último número apareció publicado el mes pasado, y que narra las andanzas del peculiar personaje desde su primer ataque a la nave de la federación Kelvin hasta su definitiva reaparición y confrontación con la Enterprise años más tarde.


La editorial encargada de publicar Star Trek: Countdown en nuestro país ha sido Likantro Ediciones, que reúne en un sólo volumen los cuatro números de los que se compone la serie. La edición, sumamente cuidada, incluye las portadas antes de cada capítulo -con un curioso juego de espejos relacionando cada una de ellas con una fotografía de un personaje de la película- y una selección al final de los diseños de Messina para algunos de los personajes, como Nero, Spock, Data, o varios tripulantes del Enterprise. De lectura ágil y entretenida el comic es el complemente perfecto para todos aquellos que en su momento disfrutamos de la película, pues nos permite entender mejor esa furia homicida contra el universo entero que impulsa a un Nero decepcionado por todo y por todos y harto de vanas promesas, cálculos erróneos y dilaciones diplomáticas. En concreto el tercer número tiene uno de esos arranques espectaculares que justifican por sí solos la existencia de un personaje. No creo equivocarme al decir que este tebeo gozará de una aceptable recepción entre los aficionados españoles, y más concretamente entre los trekkers patrios, que apoyarán a un tebeo digno que nos devuelve a viejos conocidos y nos permite entender al ochenta por ciento la historia de Nero. Para el otro 20% restante tendremos que esperar a leer ese volumen centrado en las andanzas temporales de Nero entre los años 2233 y 2258. Hasta entonces, buenas lecturas, larga vida y prosperidad a todos. ¡¡¡Y que la fuerza les acompañe!!!


Nero: El fuego de la venganza

Rómulo ha sido destruida por la explosión de una estrella cercana, pese a los esfuerzos de Spock por evitarlo a borde de una pequeña nave cargada con la poderosa materia roja. Los únicos supervivientes de la civilización romulana son Nero y su tripulación de mineros, que a borde del navío Narada emprenden una desesperada persecución del vulcaniano. Ambas naves son atrapadas por el agujero negro provocado por la explosión estelar y proyectadas hacia el pasado. En el caso de los romulanos el salto es de 154 años, y aparecen en un sector espacial en el que no hay señal alguna de Spock o de su nave. No sólo eso sino que la Narada entra en combate directo con la nave de la federación USS Kelvin, asesinando a su capitán y provocando un combate a muerte con la misms en el curso del cual la nave y su único piloto se sacrificarán para permitir escapar a su tripulación.


A siglo y medio de distancia de la destrucción de su mundo Nero afronta el dilema moral de regresar a Rómulo o dar el planeta por muerto y emprender una cósmica carrera de destrucción y venganza contra todo el universo, comenzando por los que considera máximos responsables de la tragedia de su pueblo y su familia, Spock y Vulcano. Pero antes de que Nero pueda llegar a materializar su venganza, aún deberá superar un escollo. El imperio klingon ha detectado la aparición de su nave como una anomalía estelar y ha enviado a varias naves a investigar la zona. Una tripulación debilitada y una nave necesitada de reparaciones no son obstáculo para la despiadada armada klingon.

Prisionero de una civilización cruel, sin esperanza ni perdón en su corazón, torturado infructuosamente por sus captores, Nero concentrará todo su odio en sobrevivir, fortalecerse y esperar una oportunidad. Expandiendo su mente gracias al empleo de drogas, contando con la ayuda de un cartógrafo humano renegado y con la devoción absoluta de su tripulación, el minero romulano emprenderá un viaje de castigo y exterminio que le llevará a encontrarse con maravillas cósmicas más allá de la comprensión humana y al definitivo encuentro con su némesis. Un encuentro que como todos sabemos tendrá dramáticas e inesperadas consecuencias.


Star Trek: Nero es la segunda de las series publicada por la editorial IDW centrada en el universo descrito por Alex Kurtzman y Roberto Orci para el guión del relanzamiento cinematográfico de la franquicia Star Trek el pasado año. Desde luego, la favorable impresión que nos dejó el film de J.J. Abrams se vio complementada con la aparición de la primera precuela en comic de la película, Star Trek: Countdown, que profundizaba en los personajes apenas esquematizados en la cinta y nos permitía disfrutar en mayor medida del papel de Spock en el flashback de la película. Nero constituye la secuela del comic y la precuela del film, en tanto que narra los eventos sucedidos entre el enfrentamiento de la Narada y el USS Kelvin y su espectacular encontronazo estelar con el Enterprise.

¿Qué sucedió en esos 25 años? ¿Qué fue de Nero y su tripulación? Ese lapso de tiempo es el que se nos narra en este tebeo, realizado por el mismo equipo creativo de Countdown con similares resultados. Si Johnson y Jones al guión desarrollan una historia a lo largo de tres décadas ofreciendo potentes diálogos, un interesante cruce con uno de los villanos cinematográficos clásicos de la franquicia y un desarrollo que conecta inexorablemente con la película, David Messina realiza un trabajo sumamente efectivo al ofrecernos espectaculares batallas estelares, brutales peleas cuerpo a cuerpo o ambientaciones tan diversas como puede ser la estéril frialdad de un mirador espacial o la pútrida y sórdida miseria de un penal minero klingon. El buen trabajo del equipo creativo hace que la historia se lea en un suspiro como complemento perfecto y nexo de unión entre ST: Contdown y Star Trek.


Ya comentaba en mi anterior reseña que asistíamos a una suerte de universo expandido trekker en el que se profundizaba en los personajes y sus motivaciones vistos en el film de Abrams de pasada y sin apenas matizar sus sentimientos o la magnitud de una tragedia apenas mostrada en un flashback. Si en ST: Countdown se hacía hincapié en la pérdida de Nero y en el profundo dolor que convertía a un minero en un guerrero sediento de sangre, en ST: Nero asistimos al proceso de enconamiento de dicha sed de venganza, que pierde todo asomo de justificación y se torna en megalomaníaco revanchismo contra la galaxia. Las penurias y privaciones en el planeta prisión, la espera desesperante de su némesis y los enfrentamientos contra todo aquel que se interpone en su camino convierten a Nero en el formidable contrincante que, para mí, se desperdició en pantalla al poder haberlo convertido en una suerte de Vader trek y despacharlo como si de un Darth Maul de peseta se tratara.



La edición española corre a cargo de Drakul Ediciones, que prosigue con su esmerado buen hacer editorial ofreciendo la miniserie en un único tomo que cuenta con una selección final de portadas, ilustraciones en blanco y negro de Messina, reproducciones de sus páginas en blanco y negro, así como información sobre el Club Star Trek de España. Para redondear la jugada el tomo incluye un elegante marcapáginas con las portadas de los tres comic books del universo Star Trek que la editorial ha publicado o tiene previsto publicar. Lo único que echo en falta es un artículo sobre Rómulo, Vulcano, Klingon, personajes comunes a la saga fílmica, referencias, algo que a buen seguro algún miembro del Club Star Trek estaría encantado de realizar para completar aún más si cabe una edición ya de por sí redonda. Un tebeo que los fans de Star Trek no deberían dejar pasar para completar definitivamente la visita a ese nuevo universo cinematográfico creado por Abrams, Orci y Kurtzman. Larga y próspera vida, amigos lectores.

Las reflexiones de Spock: Reflejos en un ojo vulcaniano

Un taciturno y silencioso Spock, embajador de Vulcano en el planeta Romulo, viaja hasta un destino desconocido en una nave de clase Orion. Mientras abandona la zona neutral romulana, las preguntas insistentes y no del todo pertinentes de un comerciante sauriano distraerán a Spock de sus pensamientos, un paseo por la lógica y ordenada memoria del vulcano por su infancia en su planeta natal y su difícil relación con su padre -el vulcano Sarek- y su madre humana, Amanda Grayson, el momento en que se bautizó el Enterprise B, su reticencia a entablar contacto personal con compañeros de la flota o una misión emprendida bajo las órdenes del Capitán Cristopher Pike para investigar unos experimentos sobre los transportadores de materia. El locuaz sauriano sigue su camino y Spock aborda una lanzadera cuyo destino último es la Tierra, en busca de un viejo amigo al que creía muerto tiempo atrás y del que acaba de recibir noticias.


Spock aborda una nueva nave, pilotada por Moxx, un boliano que le conducirá a su destino. Antes de llegar al mismo y de reencontrarse con ese viejo amigo Spock seguirá sumido en el pasado, revisando en su mente momentos como su amargo encuentro en Vulcano con T'Pring, una misión de rescate en la que participaron Kirk y McCoy desoyendo sus consejos de seguridad y arriesgando su propia vida, o el modo en que intentó transmitirle a su compatriota la teniente Saavik la correcta manera de sintetizar en su comportamiento y en su mando las virtudes de la lógica vulcana con las ventajas del sentimiento humano a la hora de establecer cursos de acción correctos. Pero ha llegado el momento del reencuentro y de saldar una deuda contraída en el pasado...


Las reflexiones de Spock es una serie limitada de cuatro números publicada por la editorial IDW dentro de su sello de comics dedicado a la franquicia de Star Trek. Los autores del tebeo son todos ellos grandes conocedores del universo trekker en tanto que ya han trabajado previamente en otros proyectos del mismo. Por un lado nos encontramos con los hermanos Scott y David Tipton formando equipo creativo de guionistas, del mismo modo que lo han hecho en ocasiones anteriores para historias de las series Star Trek. Klingons, Star Trek. Alien Spotlight o Star Trek. The next generation. Verdaderos conocedores del universo en que ambientan sus historias, en este caso realizan una suerte de grandes éxitos vitales de la trayectoria de Spock, analizando algunos momentos de su infancia, juventud, madurez y ancianidad, explicando algunos puntos oscuros o centrándose en aspectos hasta ahora desconocidos. En el apartado gráfico nos encontramos con un viejo conocido, David Messina, quien además de haber colaborado previamente con los guionistas en proyectos previos, estuvo estrechamente ligado a dos tebeos ya reseñados en esta sección -ST: Countdown y ST: Nero- que funcionaron como precuelas a la película Star Trek (2009) que relanzó cinematográficamente la franquicia.




Nos encontramos con un tebeo que los iniciados leerán con sumo placer, al centrarse en el que quizá sea el personaje más mítico de todas series del universo Trek, Spock, el inescrutable vulcano que luchó toda su vida por conciliar una herencia mestiza incompatible y que encontró en la amistad de sus compañeros de viaje la mejor escuela para imbuir sus sentimientos de lógica y viceversa. Personajes como Pike, Kirk, McCoy, Sarek, Scotty, Uhura, Picar, Harriman, se asoman fugazmente a las viñetas de una historia que nos es la suya pero a la que contribuyeron de una u otra forma y en la que dejaron la huella que Spock, en su madurez, analiza y repasa en un momento especialmente difícil. Con una narración muy cinematográfica pasamos de la remembranza fugaz al recuerdo elaborado de un episodio complejo, siempre con la distante frialdad del vulcano, que analiza más que siente esos recuerdos. Situado cronológicamente después del film Star Trek: Generaciones, y estrechamente relacionado con los hechos allí narrados, la historia sirve para entender el porqué del dorado retiro de Spock en Rómulo y el grado de implicación que llegó a tener con dicha civilización.


La edición de Las reflexiones de Spock en España corre a cargo de Likantro Ediciones, que realiza un trabajo tan exquisito como en las ocasiones anteriormente citadas -Countdown y Nero-, añadiendo en este caso un par de detalles que aumentarán todavía más el deleite de los seguidores de la saga: una introducción a cuatro manos por Carlos Díaz Maroto y Luis Alboreca en la que se nos ofrece un interesante repaso por la vida de Spock que sirve para contextualizar la historia y que el lector menos instruido en la vida y milagros del vulcano tenga una mínima referencia para disfrutar del comic, y dos ilustraciones realizadas por los dibujantes españoles Cels Piñol y Javier Aranda, ambos dos relacionados de una u otra manera con lo Trek y que rinden homenaje a un personaje que mi suegro llama "Smog" y que nos ha acompañado a muchos de nosotros de una u otra manera a lo largo de nuestra vida.

lunes, julio 15, 2013

Lunes estelar -309463.688. Cuaderno de Bitácora de Plissken

La inmensidad de las estrellas, su oscuridad infinita y su silencio ominoso aguardan en mi inmediato futuro. El ardiente y luminoso orbe conocido como el Sol arroja con fuerza sus rayos sobre esta pequeña expedición de reconocimiento que ha osado asomarse por segundo lunes consecutivo a las pantallas del ciberespacio, en busca de recorrer los viejos lugares cibérnéticos del antiguo hogar y de recuperar el terreno perdido por la desidia y el desconcierto. La tripulación aguarda a que su capitán les envíe el informe de situación, el futuro se presenta incierto pero con la ilusión de saber que cualquier cosa que nos traiga nos conducirá a un lugar mejor, a un sitio virtual al que ningún friki ha llegado antes...

Con esta entradilla tan particular me permito generar mi dosis semanal de humillación pública y vergüenza ajena, y de paso les avanzo lo que podrán encontrar a lo largo de los próximos días en este espacio que ha tenido una verdadera arrancada de caballo tras la decisión de volverlo a reactivar tras los dos meses de hiato sufridos en mayo y junio. Si la semana pasada saldaba no una, sino dos cuentas pendientes con Superman -el repaso a sus dos últimas andanzas cinematográficas aderezado por la recuperación de algunas entradas dedicadas a tebeos del personaje así como una breve reseña de las películas estrenadas a lo largo de la década de los ochenta del pasado siglo-, esta semana pretendo hacer algo similar aprovechando el estreno de Star Trek: En la Oscuridad, película que aún no he visto -cosa que espero solucionar de cara al final de esta semana- así como de la reciente publicación de un nuevo comic dedicado a la franquicia a modo de precuela de la película, que nos ha traído a España la Editorial Likantro con su habitual buen hacer. Arropando a esas dos entradas de nueva creación tendrán ustedes una nueva dosis de arqueología plisskeniana con la republicación de las entradas dedicadas a los comics previos a Star Trek: Un nuevo comienzo y al estreno de la película en sí misma, que vieron la luz hace unos añitos y que nunca está de más recuperar ante un estreno tan afortunado como el de la nueva película de J.J. Abrams. Ya para más adelante esto recuperará un ritmo de publicación más cabal y habitual con entradas más centradas en los comics o en el arte original, pero por el momento, no quería dejar pasar la ocasión de orquestar dos semanas temáticas tan acordes a los gustos y el espíritu de este espacio.

Para cerrar la supersemana que comenzara el pasado lunes, y con decenas de canciones entre las que elegir, me he decantado por una pequeña joyita nostálgica del año 78 compuesta por Ray Davies para los Kinks, en el que el tono del grupo deriva hacia una festivaleo discotequil sin abandonar la elegancia y la calidad que les convirtiera en referentes de la música británica en los años 60. Sean ustedes buenos y recuerden, como siempre, tener mucho cuidado ahí fuera.


(Wish I could fly like)Superman
The Kinks

Woke up this morning, started to sneeze
I had a cigarette and a cup of tea
I looked in the mirror what did I see
A nine stone weakling with knobbly knees
I did my knees bend press ups touch my toes
I had another sneeze and I blew my nose
I looked in the mirror at my pigeon chest
I had to put on my clothes because it made me depressed
Surely there must be a way
For me to change the shape I'm in
Dissatisfied is what I am
I want to be a better man

Superman Superman wish I could fly like Superman
Superman Superman I want to be like Superman
I want to be like Superman
Superman Superman wish I could fly like Superman

Woke up this morning, what did I see
A big black cloud hanging over me
I switched on the radio and nearly dropped dead
The news was so bad that I fell out of bed
There was a gas strike, oil strike, lorry strike, bread strike
Got to be a Superman to survive
Gas bills, rent bills, tax bills, phone bills
I'm such a wreck but I'm staying alive

[Look in the paper, what do I see,
Robbery, violence, insanity.]

Hey girl we've got to get out of this place
There's got to be something better than this
I need you, but I hate to see you this way
If I were Superman then we'd fly away
I'd really like to change the world
And save it from the mess it's in
I'm too weak, I'm so thin
I'd like to fly but I can't even swim

Superman Superman I want to fly like Superman
Superman Superman wish I could fly like Superman
Superman Superman wish I could fly like Superman
Superman Superman I want to be like Superman
Superman Superman I want to fly like Superman

domingo, julio 14, 2013

El Hombre de Acero: Algo nuevo, algo viejo, algo azul...

El planeta Krypton afronta un momento crucial en su existencia cuando el científico Jor-El (Russell Crowe) comunica al consejo de gobierno la proximidad de un desastre natural de proporciones cósmicas. El consejo desoye sus advertencias, al tiempo que sufre un intento de golpe de estado liderado por el general Zod (Michael Shannon) y por su lugarteniente Faora (Antje Traue), lo cual sume a Krypton en una oleada de caos y destrucción sin precedentes. Jor-El busca poner a su hijo recién nacido a salvo, pero junto al niño, el primer nacido en Krypton de forma natural en siglos, el científico pretende salvar el Códice genético de los habitantes del planeta, la matriz genética que determina la existencia y futuro de todos los kryptonianos. El recién nacido Kal-El es enviado en un cohete a un planeta lejano cuyo sol le proporcionará habilidades y poderes muy superiores al de sus pobladores nativos, lo cual le otorgará unas mayores posibilidades de supervivencia.


Dos décadas después el joven Clark Kent (Henry Cavill) vagabundea por el mundo de empleo en empleo, siempre adoptando diferentes identidades hasta que su innata habilidad para realizar actos extraordinarios al servicio del bien y de la integridad de sus semejantes le obligan a marcharse a otro lugar. Ese peregrinaje estoico y solitario le permite muchos momentos de introspección en los que siempre tiene presente las enseñanzas de sus padres, Martha (Diane Lane) y Jonathan Kent (Kevin Costner) sobre el modo de afrontar el mundo y de mostrar su verdadera naturaleza hacia los demás. Esas enseñanzas sufrirán un duro golpe cuando el ejército de los Estados Unidos localiza una nave kryptoniana en el Artico. Adelantándose a la investigación de la intrépida reportera del Daily Planet, Lois Lane (Amy Adams), Clark Kent descubrirá en el interior de esa nave la grandeza y la responsabilidad de su herencia natal, y entrará en contacto directo con su padre biológico, Jor-El.


La llegada de un ejército de kryptonianos renegados escapados de la Zona Fantasma tras la desaparición del planeta Krypton, liderados por el implacable Zod, pondrá a la Tierra al borde de la extinción. Con unas habilidades extraordinarias ningún ejército es capaz de hacerles frente, y su desprecio por la vida humana es notorio, plasmándose en una actitud genocida al tratar de terraformar el planeta y convertirlo en una suerte de Nuevo Krypton. Sólo la presencia del héroe que llegará a ser conocido como Superman, con un Clark Kent que asume todo el peso de su herencia kryptoniana y viste el símbolo de la casa de El puede arrojar un mínimo halo de esperanza para la humanidad.


Ya hemos hablado en entradas anteriores de la situación económica agotada de una franquicia dedicada a un personaje icónico como el Hombre de Acero y de un intento de revitalización fallido. Tras el éxito sin paliativos de la trilogía de Batman desarrollada por la batuta maestra de Cristopher Nolan dirigiendo los guiones de David S. Goyer, la Warner decidió dar un nuevo enfoque al personaje contando con la misma base que había dado tan buenos resultados a otra franquicia tan muerta como la del Hombre Murciélago. Con Nolan asumiendo las funciones de productor, imprimiendo su sello en el tono solemne, adulto y serio de la película, y con Goyer escribiendo un libreto que se toma sus libertades con el personaje pero que acude a la esencia del mismo para destilarla y adaptarla a los tiempos que corren (lo que hemos venido llamando en el mundillo ultimatización de personajes), el director elegido para montar el tinglado fue Zack Snyder, un tipo que afrontaba su tercera película relacionada con el cómic -tras 300 y Watchmen- y al que no le tembló el pulso de ponerse al frente de una superproducción como esta tras el relativo fracaso económico de su anterior proyecto, la personal, desmesurada y fascinantemente hipnótica Sucker Punch.


Los mimbres con los que se comenzó a tejer esta producción ya eran lo bastante sólidos, pero la elección cuidada de un nuevo reparto, totalmente diferente del de Superman Returns, de acuerdo con el tono de reinicio que se quería dar a esta película, nos presenta un universo completamente nuevo poblado de rostros reconocibles que aportan sobriedad y solvencia a papeles muy sacrificados por el encorsetamiento narrativo que conllevan. Rusell Crowe compone un padre majestuoso y melancólico, capaz de actos de osadía y violencia cuando la ocasión lo exige. Michael Shannon ofrece un Zod visceral y desatado, la composición de un militar golpista para el que no existe freno alguno a sus ansias de poder. Kevin Costner y Diane Lane, en un montaje no lineal de su relación con Clark y la educación del muchacho en su infancia y juventud, presentan a dos personajes honestos y sacrificados, la sal de la tierra de Kansas que es consciente de las miserias provocadas por el miedo y la envidia consustanciales al ser humano, pero al tiempo sabedores de la generosidad y la grandeza que ese mismo ser humano atesora de manera innata. Amy Adams, intrépida periodista, mujer audaz, interés sentimental en ciernes, cumple con creces todo lo que se espera de un personaje como Lois Lane, y cuenta con Henry Cavill para darle cumplida réplica, un tipo cuya grandeza física llena completamente las mallas de Supermán pero que a la vez consigue dotar a su encarnación de Clark Kent de la melancolía y del carácter solitario y sacrificado que un personaje en fuga continua debería sentir.


Como he mencionado anteriormente, nos encontramos con un Superman ultimatizado, con la presentación de unas situaciones que ya hemos leído o visto en varias ocasiones pero que se nos presentan de una manera acorde a los gustos y preferencias de las nuevas generaciones consumidoras de esta clase de productos. Quizá el mayor cambio a la leyenda conocida de Superman sea presentar a Lois Lane y a Clark Kent mucho antes de que este llegue a Smallville como el bisoño nuevo reportero del Planet. Aunque ya sabíamos que Zod era malo nunca le habíamos visto cometer actos de tamaña destrucción y crueldad, por lo menos hasta la reciente saga Last Son donde Metropolis sufre una destrucción sin precedentes provocada por tropas kryptonianas. Se da la curiosidad de que esa historia contó con el argumento de Richard Donner, y que guarda algunos puntos de contacto con la historia del Hombre de Acero, por lo que podríamos decir que la sombra de Donner es tan alargada que ni siquiera el reinicio de esta nueva aventura de Superman escapa a su influjo. Otro rasgo de modernización a la ultimate de la película podría ser la inclusión del actor Larry Fishburne como Perry White, siguiendo la estela de ese Nick Furia de color interpretado por Samuel L. Jackson en las películas marvelianas. 


Con una narrativa no lineal, que pasa de contar el origen kryptoniano a una sucesión de momentos que alternan los peregrinajes de Clark Kent con momentos significativos de su infancia y juventud (contados no necesariamente en orden cronológico), la historia va cogiendo carrerilla pasando de escenas relativamente intimistas, casi reflexivas, hasta desembocar en un largo clímax de cuarenta minutos en los que la destrucción y la violencia campan a sus anchas en la pantalla. Lejos ha quedado la batalla a soplidos de Superman II, y la tecnología de efectos especiales en la actualidad puede ofrecer peleas en vuelo a puñetazo limpio, rayos gravitatorios terraformadores o la destrucción masiva de una ciudad de forma espectacular, creíble y apabullante. La magnitud del enfrentamiento es tal que ha provocado cierta polémica entre algunos espectadores, que se han llegado a tomar la molestia de calcular el coste monetario y en vidas de un enfrentamiento como el de Zod y Superman en el centro de una gran urbe como Metropolis/New York: unos dos trillones de dólares de nada en daños a la propiedad y un coste humano de unos 129. 000 muertos y unas 250.000 personas desaparecidas. Minucias.


Si nos centramos en la misma sucesión de datos objetivos que busqué a la hora de evaluar Superman Returns, en este caso nos encontramos con el caso diametralmente opuesto. Mientras que la crítica especializada le otorga un cinco y medio raspado (como se puede ver en Metacritic o en Rotten Tomatoes), la valoración de sitios como IGN o IMDB donde el peso de las opiniones de los usuarios es mayor resulta mucho más positiva, de acuerdo a la espectacularidad del film. Y para terminar de redondear la jugada, nos encontramos con que a nivel económico, partiendo de un presupuesto estimado de unos 225 millones de dólares, la película ha recaudado cerca de unos 600 millones de dólares a nivel mundial, situándose como una de las cintas más taquilleras del año y garantizando la salud de esta nueva franquicia superheroica, como mínimo con la realización de una segunda parte para 2014 que podría desembocar en el tan soñado proyecto de La Liga de la Justicia. Tiempo al tiempo. Por el momento toca disfrutar de una película espectacular y apabullante, fiel en esencia a lo que supone la figura de Superman pero con concesiones de cara a la galería en lo que a violencia se refiere, pero que tiene dos graves taras, en mi opinión. La banda sonora no consigue transmitir en ningún momento la grandeza o la belleza que los dos temas más reconocibles de John Williams sí aportaban en su momento, y la grandeza del Superman de Richard Donner sigue sin ser superada pese a todos los avances en técnicas digitales y en efectos especiales. La emoción que me transmite Donner, el sentido de maravilla, la diversión sin embages, aun estando presentes en la nueva película de Zack Snyder no logran volar a las mismas cotas de altura y calidad que en la producción del 78. Y qué quieren que les diga. Reitero lo que dije en la reseña de Sucker Punch. El gran problema que siempre tendrá el amigo Snyder es que para mí, su mejor película siempre será la primera...


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