lunes, octubre 31, 2011

La cosa: Si todos los remakes fuesen como este...

Tras 1997: Rescate en Nueva York los grandes estudios se fijan en John Carpenter para dirigir un proyecto que llevaba años rondando por Hollywood, el remake de The thing... from another world, film de serie B de los años 50 dirigido por Christian Nyby y producido por Hawks, al que Carpenter tenía cierto aprecio. El guión, a cargo del hijo de Burt Lancaster, Bill, se fija más en el relato original en el que se inspiró Nyby que en la película de este. Escrito por John W. Campbell Jr., Who goes there? marcaba el punto de inicio del film de los 50, pero la mayor parte del relato quedaba al margen de lo que la película mostró, un alienígena vegetal patoso y anquilosado que acosaba a un grupo de curtidos soldados en una base polar, con científico desquiciado e historia de amor incluidos. La paranoia o el horror físico que, según dicen ya que no lo he leido, destilaba el relato original brillaban por su ausencia. Y eso es lo que Carpenter pretenderá recuperar en su John Carpenter's The thing.


Una nave espacial entra en la atmósfera terrestre. Fundido en negro. Tras los títulos de crédito un perro corre por el blanco manto de la Antártida, mientras un helicóptero intenta abatirlo a toda costa. El perro se refugia en una base estadounidense, y los noruegos ocupantes del aparato, que llegan a poner en peligro la vida de los americanos, son abatidos ante la aparente irracionalidad de sus acciones. El perro es acogido sin reservas y la cámara, en suaves travellings, recorre el interior de la base, describiendo tanto el espacio físico (pasillos, habitaciones) como el espacio moral (aburrimiento, hastío, roces) del lugar. Con unas escasas pinceladas se nos indica el carácter de cada personaje. En una inspección rutinaria del campamento noruego descubren que está completamente destruido, sus ocupantes muertos. Un hallazgo resulta particularmente ominoso: un bloque de hielo que tenía algo en su interior almacenado. Tras inspeccionar las cintas encontradas en la base noruega, marchan a una excavación, de la que procede dicho bloque, y en la que encuentran una gigantesca nave espacial que lleva millones de años bajo el hielo. Esa noche, alertados por los ruidos de la perrera, los miembros de la misión descubren un horror más allá de su comprensión, el perro recogido ha sufrido una grotesca mutación y ha intentado asimilar a los demás animales... A partir de ahí las sospechas irán pasando de unos a otros, la desconfianza se apoderará del grupo y algo que no es de este mundo intentará transformarlos a todos ellos en algo completamente distinto de la naturaleza humana, algo frío, alienígena y aparentemente imparable.
La película se rodó en Alaska, en condiciones muy duras, y contó con un reparto enteramente masculino, dentro del cual destacaremos a Kurt Russell, Keith David, Richard Dysart o Wilford Brimley. El equipo técnico, soberbio, dotó al film de una factura excelente. Rob Bottin se hizo cargo de los -escalofriantes- efectos visuales de las transformaciones y de las criaturas; Albert Whitlock (un habitual colaborador de Hitchcock) se ocupó de las maquetas y transparencias; Dean Cundey realizó una labor de fotografía tan gélida como las áridas estepas antárticas en las que se desarrolla el film; y Ennio Morricone compuso la banda sonora, tomando como modelo los anteriores trabajos de Carpenter en sus films y empleando una minimalista melodía para sintetizador que marca el pulso de las aterradoras situaciones que el metraje va desgranando. La composición en scope tan habitual en Carpenter sabe aprovechar todo el ancho de la pantalla, ya sea con los planos "de grupo" o aquellos que ubican a los personajes en el exterior, desamparados en mitad del glacial aire antártico. Carpenter supo hacer suyo un guión ajeno, hasta el punto de que ésta sería una de las películas más personales del director, su mejor film sin duda para el que escribe estas palabras y una obra maestra del género.


Ya desde el inicio la irracionalidad se apodera del relato. El aburrimiento se ve roto por acontecimientos cada vez más extraños, más grotescos, que superan la capacidad de comprensión de los ocupantes de la base. A medida que la desconfianza se apodera de ellos, el desconcierto y la incomodidad del espectador crecen. Cualquiera puede ocultar el mal en su interior, aunque ahora la alegoría no sería anticomunista, sino tal vez sobre los males que nos corrompen de forma silenciosa, imparable y sin piedad: el cáncer, el sida, los males del fin de siglo. Incluso, cuando durante el impresionante clímax (subrayado por la música de Morricone excepcionalmente) los supervivientes deciden asumir con entereza su destino y hacer "lo que tienen que hacer", Carpenter filma con cierta épica desesperada sus acciones, retratando el sacrificio heroico de unos personajes tan hawksianos como Carpenterianos, afines a la filmografía de ambos directores. El descorazonador final del film, valiente por su ambigüedad, su nihilismo último, no impidió que este film obtuviera una buena acogida por parte del público, en el mismo año en que se estrenó un film antitético -aunque de igual calidad cinematográfica, añadiría yo- como fue E.T. (El extraterrestre). La crítica fue muy severa con el film, sobre todo por la comparación con el clásico de Nyby y por el despliegue de efectos especiales, sobrecogedores, realistas (aunque por su exceso, rozando los delirios visuales del surrealismo). En su momento se ignoró, o se quiso ignorar, que acaso los momentos más tensos del film no presentaron ningún efecto especial en la pantalla. Ahora mismo recuerdo dos de ellos: el acceso de locura del científico Blair (Brimley), o la escena de la prueba de sangre, prodigio de narración contenida que mantiene en vilo al espectador, atemorizándolo antes de golpearle visualmente con los FX excepcionales (y aún vigentes en estos tiempos de efectos por ordenador) del Sr. Bottin. Durante años se especuló con la posibilidad de una secuela, pero hasta ahora las únicas continuaciones han venido en forma de comic (Dark Horse ha editado tres miniseries) y de videojuego (donde aparecen personajes de la película).


Extraoficialmente, se considera este film como el primero de la trilogía del apocalipsis, junto a Prince of Darkness e In the Mouth of madness, películas sin relación argumental pero que retratan tres diferentes situaciones apocalípticas...
Disfruten John Carpenter’s The Thing... si consiguen mantener la mirada fija en la pantalla.
[Para los fans de la peli recomiendo este frikisitio: http://www.outpost31.com/. Están planeando un viaje al set de rodaje en Canadá. ¡¡Me apunto!!]

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