He esperado a poder leer de un tirón este proyecto editorial de DC que recuperaba los personajes de la inolvidable e imperecedera obra maestra que Alan Moore y Dave Gibbons crearon en 1986 antes de escribir sobre la misma. Lo cierto es que mi opinión viene claramente mediatizada por mi AMOR en mayúsculas por esa serie limitada de doce números que leí primero de forma fragmentaria, comprando los números 4, 11, 9 y 12 en una desesperada búsqueda por los quioscos de Santa Pola, la ciudad donde veraneaba en aquellos últimos años 80, percibiendo los fragmentos de un gran todo que aún tarde unos años en poder completar y apreciar en toda su magnitud, pero ya quedando marcado por dos elementos claros. Por un lado la prosa poderosa de Alan Moore, potente en sus afirmaciones, fascinante en su desarrollo argumental, hipnótica en sus diálogos y poética en unas descripciones que han quedado marcadas a fuego en mi memoria y que recuerdo casi al pie de la letra cada vez que me sumerjo en su lectura, algo que he hecho una buena docena de veces y que a buen seguro seguiré haciendo con el paso de los años, en tanto que este es un tebeo que no me canso de leer. El segundo elemento que volvió literalmente loco a aquel chaval de catorce años que se pateó la ciudad entera rebuscando entre las estanterías y lejas de los cinco o seis quioscos de la ciudad fue el aspecto visual de la historia, aquella estructura narrativa que alternaba secuencias plenamente silenciosas en la que los personajes desarrollaban su actividad o sus peleas con un aspecto casi cinematográfico con la belleza de otros pasajes en la que se colaba la melancolía y la tristeza de aquello que acontecía en el tebeo, de ahí que los fragmentos de Manhattan en Marte o de Ozymandias en la Antártida están grabados a fuego en la retina de un servidor.
Hoy en día las cosas han cambiado considerablemente. Watchmen está considerada con justicia una obra maestra del arte secuencial y a disposición de cualquier lector en formato de novela gráfica en todas las variedades posibles y editada por todas las editoriales que han poseído los derechos de edición de DC en España, desde los retapados de ediciones Zinco que recogían en dos tomos los doce números de la edición original de la colección, pasando por el tomo en tapa dura de Norma editorial o la edición mastodóntica y absoluta de Planeta hasta llegar a la última reedición realizada por la editorial ECC que opta por el tradicional formato recopilatorio americano, más económico, del tomo en tapa blanda o paperback. Afortunadamente cualquier lector que quiera acercarse a esta obra la encontrará a su disposición de manera íntegra y adecuada a sus necesidades o posibilidades económicas. Por si fuera poco la aparición de la película homónima dirigida el año 2009 por Zack Snyder ayudó a difundir todavía más la existencia de la obra de cómic entre el gran público, y si bien no tuvo el efecto llamada de obras como 300 o V de Vendetta, no fueron pocos los que se acercaron hasta librerías especializadas en busca del tebeo del que había partido la película. La fiebre llegó hasta el extremo de la aparición de videojuegos o de una serie de muñecos articulados, algo que Alan Moore había plasmado en los anexos dedicados al personaje de Adrian Veidt como otra forma de explotación comercial del fenómeno de los vigilantes.
De todos es sabido que el proyecto inicial de Watchmen se basaba en los héroes de la Charlton cuyos derechos había adquirido recientemente DC Comics, y que el proyecto cayó en manos de un Alan Moore con unos planteamientos tan arriesgados que se optó por crear un universo independiente con reminiscencias de aquel y nuevos personajes basados en aquellos con los que Moore y Gibbons podrían trabajar con total libertad. Por si a alguien le interesa, aunque la mayoría de aquellos que lean estas lineas lo sabrán de sobra, la correspondencia sería la siguiente: Búho Nocturno/Blue Beetle, Rorschach/Question, Espectro de Seda/Nightshade, Dr. Manhattan/Capitán Atom, Ozymandias/Thunderbolt y Comediante/Pacificador. Todos esos personajes fueron introducidos en el universo DC con irregulares resultados, y salvo la meritoria serie de 36 números dedicada a The Question obra de Denny O'neill y Dennys Cowan todos ellos acabaron protagonizando efímeras series o perdidos en colecciones grupales como JLA, JLI, Escuadrón Suicida o Checkmate. Hoy en día Watchmen habría sido editada por un subsello de la casa madre que garantizara el control de los derechos por parte de sus autores, algo que en aquellos tiempos solo el sello Epic de Marvel garantizaba a los artistas. Nos encontramos aquí con que un equipo creativo realiza una obra capital del arte secuencial, una obra maestra que ha marcado a varias generaciones de lectores pero cuya propiedad intelectual y derechos pertenecen plenamente a una editorial que puede hacer con ellos lo que quiera. La misma vieja historia del mundillo prácticamente desde su génesis.
Ya desde el momento mismo de aparición de la serie original se especuló con la posibilidad de varios proyectos, como una serie limitada centrada en las andanzas de los Minutemen en los años 40, un repaso a la etapa del Comediante en Vietnam -siguiendo la estela del éxito de una colección como The Nam- o una serie centrada en el equipo formado por Rorschach y Búho Nocturno, pero la cosa no llegó a buen puerto, mostrando Moore un claro desacuerdo a que otros autores trabajaran en el universo Watchmen. Años más tarde DC seguía dándole vueltas al proyecto y llegó al extremo, según declaraciones del propio Moore, de ofrecerle los derechos de la historia a cambio de una precuela y secuela en la que el bardo de Northampton no estaba nada interesado. El proverbial respeto a una obra maestra y el temor a que los fans de la historia original dieran la espalda a un proyecto que no contase con el beneplácito de sus creadores originales iban dejando paso progresivamente a una nueva idea, a la de aprovechar comercialmente unos personajes y un marco argumental lleno de posibilidades. El cambio generacional de lectores ayudaba en mi opinión a que esa idea cobrara fuerza, en una jugada muy similar a la planteada con George Lucas con la precuela de La guerra de las galaxias. ¿Porqué desperdiciar la oportunidad de llegar a una nueva masa de lectores con historias decentes dentro del panorama actual por temor a despertar las iras de los viejos lectores y fans irredentos de la obra primigenia? Y finalmente pasó lo que tenía que pasar...
En febrero de 2012 saltaba la bomba en el Previews. Nada menos que siete series limitadas realizadas por algunos de los mejores guionistas y dibujantes de la actualidad centradas en los personajes de Watchmen. El carácter de precuela de las historias venía claramente anunciado en el título del proyecto editorial que englobaba las series: Antes de Watchmen. Dave Gibbons, que siempre ha sido un tipo mucho más afable y conciliador que Alan Moore, y que no ha dudado en poner el cazo que legítimamente le correspondía -como ya sucediera en el caso de la adaptación cinematográfica-, reconocía el esfuerzo de DC como un tributo al trabajo realizado por ellos casi tres décadas atrás y le deseaba la mejor de las suertes. El barbudo guionista inglés, más agrio en el particular y con una clara antipatía hacia una editorial con la que ha acabado en unos términos muy malos, daba opiniones que iban desde el exabrupto -"completa desvergüenza"- hasta la opinión elaborada de que ese proyecto restaría excepcionalidad e importancia a la serie original y que se basaba en una auténtica necesidad económica. Lo cierto es que en este particular un servidor siempre ha estado de parte de Alan Moore, y a lectura pasada no me cabe menos que darle por un lado la razón y por otro resaltar la altísima calidad de un material original explotado dignamente -pero explotado- en una serie de precuelas que aportan poco al original. Pero no quiero avanzar acontecimientos. Les debo dos entradas más con un repaso somero a las series, reseñando equipos creativos, historia y sensaciones, y un post final en el que se desmontarán dos de las mayores falacias de la serie y se rajará sobre una tercera, dejando unos apuntos finales que reflejarán el regusto agridulce que la lectura de esos tebeos ha dejado en un servidor.
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