jueves, octubre 09, 2025

Commissionando personalmente 31: Xermánico

     Hay autores que no necesitan grandes alharacas para hacerse notar, que no buscan el impacto a golpe de splash-page ni la espectacularidad impostada del efectismo digital. Autores que simplemente dibujan bien, narran mejor y, sin hacer ruido, acaban dejando su huella entre los grandes. Alejandro Germánico, más conocido como Xermánico, pertenece a esa rara especie. No llegó al cómic por accidente ni por marketing, sino por el camino más difícil: el del trabajo constante, la mejora diaria y el respeto absoluto por la narración visual. De esos autores que se ganaron el sitio a base de páginas bien construidas y plazos cumplidos. Su carrera empezó de manera discreta, con encargos y colaboraciones para editoriales menores, pero pronto su trazo claro y su sentido del ritmo narrativo llamaron la atención más allá del Atlántico. DC Comics se fijó en él, y desde entonces su firma ha aparecido en títulos tan reconocibles como Injustice: Gods Among Us, Green Lantern, Justice League o Wonder Woman. También ha pasado por IDW, ha firmado portadas con músculo y dinamismo, y ha demostrado ser uno de esos dibujantes que entienden el cómic como un lenguaje, no como un escaparate. Lo mejor de Xermánico es su claridad narrativa. No hay confusión posible en sus páginas: la acción fluye, las figuras respiran, y cada viñeta tiene un propósito. Su trazo, firme y contenido, evita el artificio, pero nunca resulta frío. En su dibujo hay cinematografía y elegancia, un sentido del espacio que recuerda más al buen storyboard de una superproducción que al caos que a veces asola el cómic de superhéroes moderno. Y cuando toca subir el volumen, sus composiciones responden con contundencia: héroes musculados, anatomías sólidas y un uso magistral del negro y del contraste.


    Coincidimos con él en el último Salón del Comic de Barcelona al que acudimos, antes de que el maligno apareciera en nuestras vidas e impusiera un hiato en las labores de friquerío y sketch-busterismo. Participaba en el Artist Alley que le editorial ECC habilitó durante varios años para que los dibujantes españoles que trabajaban para la editorial DC pudieran aceptar commissions del público español. Todo muy al estilo americano que ya se ha impuesto en nuestro país y muy alejado de aquella gloriosa época en que los autores hacían auténticos regalos al aficionado español con su arte. Como el Saló suele coincidir con el mes de mayo, que es cuando miss Sparks y yo celebramos nuestro aniversario, algunos años habíamos pedido dibujos "conmemorativos" (como este o este). Aquel año la celebración la inmortalizamos con esta commission en acuarela que el dibujante Xermánico tuvo a bien aceptar, con dos de los personajes de los que hemos estado hablando estas semanas, en una pose realmente entrañable y espectacular. Tengo que decir que es uno de los dibujos que pasó a formar parte de la exposición permanente que existe en chez Sparks Plissken.

lunes, octubre 06, 2025

Justice League (2017 / 2021): Cuando los dioses cayeron… y alguien intentó levantarlos

    Hay películas que no se ven, se sobreviven. Y luego están aquellas que llegan como ruinas reconstruidas, retales de una visión que nunca terminó de cuajar. Justice League pertenece a esa segunda categoría: una superproducción que quiso ser el colofón de un universo cinematográfico y acabó convertida en símbolo de su propio naufragio. La Liga de la Justicia debía ser el momento culminante del DCEU, la prueba de que los héroes más grandes de la historia del cómic podían convivir en la gran pantalla. Lo que obtuvimos fue, más bien, una autopsia filmada de cómo se descompone una idea brillante cuando demasiadas manos intentan reanimarla.


    Tras la muerte de Superman en Batman v Superman a manos de Juicio Final, el mundo queda sumido en un duelo casi metafísico. La humanidad ha perdido a su protector, y en su ausencia los dioses antiguos —o algo que se les parece— empiezan a moverse en la oscuridad. Bruce Wayne (Ben Affleck), envejecido y atormentado por la culpa, decide formar un equipo que pueda resistir lo que viene. A su lado, Diana Prince (Gal Gadot), la inmortal amazona que sigue creyendo en los hombres aunque estos le fallen una y otra vez. Juntos reclutan a tres figuras que encarnan el mito moderno: Barry Allen (Ezra Miller), adolescente con supervelocidad y verborrea nerviosa; Arthur Curry (Jason Momoa), heredero reticente del reino submarino de Atlantis; y Victor Stone (Ray Fisher), mitad hombre mitad máquina, víctima de la tecnología que lo salvó. La amenaza tiene nombre y rostro digital: Steppenwolf, un guerrero alienígena en busca de tres artefactos llamados Cajas Madre, con los que pretende terraformar la Tierra para su amo, Darkseid. La épica debería haber estado servida. El problema es que el espectáculo llega amputado, con el corazón dividido entre dos directores, dos tonos, dos películas que nunca se reconciliaron.


    La producción de Justice League es ya parte del salseo moderno del fandom. Zack Snyder, tras las críticas feroces a Batman v Superman, se enfrentaba a una presión insoportable por entregar una película más “accesible”, menos sombría. En pleno montaje, una tragedia personal -nada menos que el suicidio de su hijo, que para mí es lo peor que puede sucederle a cualquier ser humano- lo apartó del proyecto, y la Warner, temerosa de otro vendaval mediático, llamó a Joss Whedon —recién salido de Los Vengadores 2— para “arreglar” el tono. El resultado fue una criatura de Frankenstein: Snyder aportaba la solemnidad mitológica, el claroscuro y el sentido trágico; Whedon insertó secuencias cómicas, color y una corrección digital que parecía iluminar hasta el alma de Batman. El contraste era brutal: héroes que hablaban con gravedad shakesperiana en una escena y soltaban chascarrillos de sitcom en la siguiente. Cuando se estrenó en 2017, Justice League era, literalmente, otra película de la concebida originalmente por Snyder. Dos horas exactas (por mandato del estudio), efectos apresurados, un villano de videojuego de PlayStation 3 y un bigote borrado digitalmente que ya es leyenda urbana por culpa nada menos que de la estupenda Mission Imposible: Fallout. El público respondió con tibieza: $657 millones de recaudación mundial, menos de lo que se esperaba para la reunión de los mayores iconos del cómic. En Rotten Tomatoes, apenas 39 % de aprobación crítica; en Metacritic, 45/100. Un coloso de presupuesto hundido por su propio peso y una productora que veía como su lucha con la competencia naufragaba miserable y casi definitivamente.


    Pero la historia no terminó ahí. Y aquí llegamos con los polvos que nos han traído los lodos por los cuales he reactivado el blog y escrito esta serie de reseñas que no van a cambiar la vida de nadie pero a mí me sirven de terapia y desahogo, qué demonios. Durante cuatro años se desarrolló en redes una furibunda y organizadísima, y porqué no decirlo, muy persistente, campaña de  hashtags y memes con un único objetivo: release the snyder cut. Finalmente esa versión extendida del director se convirtió en realidad gracias a HBO Max. Y lo que vimos fue, sorprendentemente, una película distinta: no solo más larga (cuatro horas de metraje), sino coherente, imponente y, sobre todo, fiel al espíritu de su autor. Esta versión ya no intenta ser graciosa ni ligera. Es una ópera de dioses exiliados, una elegía sobre la redención y el sacrificio. Superman (Cavill) regresa como símbolo de esperanza, sí, pero también como figura mesiánica, un redentor que vuelve de entre los muertos para unir a los suyos. El montaje se toma su tiempo para dotar de alma a cada héroe: el Flash que salva al mundo retrocediendo el tiempo; Cyborg, el corazón trágico de la historia; Wonder Woman, imponente y serena; Aquaman, resignado pero leal; Batman, agotado y consciente de su mortalidad. El tono es, de nuevo, el del mito clásico, con resabios wagnerianos y alguna escena que nos recuerda a las grandes batallas de la Tierra Media. Y aunque a veces peca de grandilocuente y oscuro hasta el exceso, hay una coherencia emocional que la versión de 2017 jamás tuvo. Rotten le otorgó un 72 % de aprobación, el público un entusiasta 94 %, y en Letterboxd se consolidó como una reivindicación tardía del autor que Warner no supo entender. Esa gran victoria supuso que el fandom acérrimo de Snyder marcaría la pauta a seguir de cada producción y de cada movimiento de Warner relacionado con DC. Si olía o parecía Snyder (grandilocuencia, exceso, oscuridad, ralentís continuos), bueno. Si la producción buscaba un tono más jovial, luminoso o ligero, caca. Finalmente podríamos decir que el DCEU cayó por encontrarse entre dos fandoms que disparaban con balas envenedadas, las hordas Marvelitas que despreciaban sistemáticamente todo lo que no llevara cameo de Stan Lee incorporado y los quintacolumnistas a los que el Universo DC les importaba un rábano y sólo querían que su pope Zack Snyder (recuerden, su mejor película sigue siendo, sí, LA PRIMERA) siguiera jugando con los personajes.


    Ver Justice League en cualquiera de sus versiones es como mirar un mural a medio pintar. En la versión de 2017 ves las pinceladas nerviosas, el borrón, el intento de contentar a todos. En la de 2021 ves el trazo firme, la intención artística, pero también la obsesión de quien quiere levantar una catedral sobre un solar en ruinas. Quizá Snyder no sea un gran narrador, pero sí es un visionario. Sus superhéroes no caminan: desfilan. No hablan: declaman. No se ríen: se confiesan. Y en un género saturado de ironía, eso, paradójicamente, se agradece. Porque detrás de toda su pompa y oscuridad hay algo que ninguna otra adaptación reciente ha tenido: fe. Fe en que estos personajes pueden significar algo, aunque el mundo ya no lo merezca. El gran pecado de Warner fue no entenderlo a tiempo. Tratar de “arreglar” una visión autoral para convertirla en producto genérico. Lo que podría haber sido su Vengadores acabó siendo su Frankenstein. Aun así, me quedo con una imagen que resume todo lo que pudo ser y no fue: la de Superman descendiendo del cielo, envuelto en luz, mientras los demás lo observan con esa mezcla de reverencia y alivio que uno siente cuando por fin regresa alguien que creías perdido para siempre.

lunes, septiembre 29, 2025

Superman V Superman. El amanecer de la justicia: El comienzo del fin

    La batalla final entre Superman y el general Zod asola Metrópolis. Rayos de calor derriban edificios, nubes de polvo recorren la ciudad, las víctimas se cuentan por miles mientras dos dioses dirimen sus diferencias por encima de la aterrada población. Bruce Wayne (Ben Affleck) emerge de uno de sus edificios intentando ayudar a quien pueda y contemplando con determinación a los culpables de esa situación. Entre escombros y civiles muertos, nace una misión: detener a Superman.


    De las cenizas de esa hecatombe surge un mundo nuevo que mira a la vez con terror y admiración al Hombre de Acero, única esperanza para millones que solicitan su ayuda y fuente de miedo para otros tantos, inseguros de si la batalla de Metrópolis volverá a ocurrir. El tecno gurú multimillonario Lex Luthor (Jesse Eisenberg) manipula el miedo colectivo y empuja a políticos como la senadora Finch (Holly Hunter). Superman (Henry Cavill), atormentado por la destrucción, se cuestiona si puede ser salvador o amenaza para la humanidad. Lois Lane (Amy Adams)lucha tanto por desvelar una ominosa amenaza en la sombra como por recuperar la fe en sí mismo y en la humanidad de Kal El. En Gotham los métodos del Caballero Oscuro se radicalizan y siembran el terror tanto entre criminales como aquellos que sufren su yugo. Todos los actores en un drama cósmico de culpa y redención acabarán confluyendo junto a desconocidos pero poderosos aliados en algo que sólo podremos denominar como el Día del Juicio para la humanidad. 


    Tras el impacto del reinicio con Man of Steel y con la ambición de cimentar un Universo DC cinematográfico propio a imagen y semejanza del puñetero Universo Cinematográfico Marvel que estaba comiéndose la tostada económica, Warner apostó en 2016 por lo reunir en pantalla a Batman y Superman y sentar las bases tanto de un universo compartido con los principales personajes de DC como de futuras producciones . Alejado del modelo Marvel de diversión ligera y espectáculo luminoso, la casa estaba obsesionada con la solemnidad marcada por la trilogía de Nolan, encargado de la producción. Se quiso trasladar el tono adulto de El caballero oscuro al último hijo de Krypton; con guiones de David S. Goyer y dirección de Zack Snyder (tras 300 y Watchmen), el proyecto arrancaba teñido de tragedia épica, algo que quizá no se asociara exactamente con Superman. El gancho en las convenciones y en los avances resultaba claro: el encuentro al estilo Regreso del Caballero Oscuro entre Batman y Superman que en el film se saldó con una gloriosa escena de pelea entre ambos que casi mimetizaba varias viñetas de la obra de Miller. Bien oculto al fandom quedó la gran sorpresa del film, nada menos que la aparición de Doomsday via Lex Luthor y la recreación de otra historia mítica como La muerte de Superman (qué gusto da hablar de esto a casi 10 años vista y sin pensar en los dichosos spoilers).


    Snyder imprime una estética pictórica y operística: narración excesiva, ralentizaciones marca de la casa, encuadres angularmente dramáticos y una intensidad visual que busca sentar las bases de ese futuro universo apocalíptico que se nos muestra fugazmente. Affleck ofrece un Batman maduro, agotado, casi alcohólico... Un justiciero con cicatrices al que sólo el sarcasmo y la presencia familiar de su amigo, colaborador Alfred (maravilloso Jeremy Irons) alejan del abismo de la locura. Cavill, por su parte, encarna la gravedad física del héroe sin renunciar a su soledad introspectiva. Eisenberg como Luthor aporta una desagradable psicopatía con momentos francamente incómodos como los de la regaliz o el té de la abuela, que es algo que uno nunca pensó que vería en una peli de super-héroes. La regia presencia de Gal Gadot, debutando como Wonder Woman al son de Junki XL, deslumbra en cada aparición y los aficionados lo agradecieron en masa acudiendo al cine a ver el debut de la amazona en su posterior película de origen. Hay menos respiro del esperado, humor casi inexistente, una narrativa demasiado fragmentada en base a la cantidad de personajes y tramas condensados en la cinta, y un clímax que se percibe como apocalíptico desorden técnico más que como cierre emocional. La música y el montaje pretenden elevar la épica, pero a veces se perciben demasiado grandilocuentes, quizá el mayor lastre que ha acompañado siempre a la carrera de Zack Snyder, del cual reitero una y mil veces que realizó su mejor trabajo en su debut, Amanecer de los Muertos, acompañado de la manita del maravilloso guión de James Gunn, rotundo, retondo, tremendo...


    La taquilla acompañó recaudando casi 1000 millones de dólares, la crítica no fue demasiado compasiva con las muchas carencias del film y el fandom se cebó con algunas soluciones de guión que pese a resultar quizá discutibles a mí me resultaron emocionalmente satisfactorias. En este caso el chiste en redes con memes y continuos ataques fue el punto de conexión que dos enemigos encuentran en el fragor del combate, el nombre en común de sus respectivas progenitoras, Martha, Martha.... El experimento resultó lo suficientemente bien como para que DC tirara del carro hacia delante y encomendara a Snyder desarrollar esa JLA que aquí vislumbrábamos fugazmente en los archivos descubiertos por Diana y Bruce. Personalmente, disfruté la película como un enano, con esa fugaz referencia a la KGBestia, los cameos de Flash y Aquaman, la brutal aparición de Wonder Woman, la batarmadura y el tanque que tanto recordaban a Miller... Es una visión puntual y concreta de un personaje que ha tenido decenas de etapas puntuales y concretas, cada una de ellas con su peculiar idiosincrasia otorgada por los autores encargados de cada una de ellas, y cada una de ellas tanto o más válidas que las demas. Eran buenos tiempos para los aficionados, con Marvel enfilando el camino final hacia su cénit, estrenando esos años Civil War, Doctor Extraño o Black Panther, todas disfrutadas resignadamente en pantalla doméstica por un servidor robando horas al sueño y haciendo equilibrios para no despertar a cierto adorable enano maligno que acunábamos con las fanfarrias de Zimmer o de Silvestri.

miércoles, septiembre 24, 2025

El baúl de Plissken: El Hombre de Acero. Algo nuevo, algo viejo, algo azul...

Se puede comprobar que Man of Steel me gustó. Estrenada un año después de Los Vengadores, los ataques desde el fandom Marvelita o Disneyano -empezaron a confundirse- se centraron en la destrucción y en la cantidad de bajas civiles que Superman no pudo evitar. Tanto se incidió en ese factor de ataque que Los Vengadores 2 vendría lastrada por largas secuencias de rescate de civiles como contraposición. Ese mismo año 2013 Marvel estrenaba 2 "obras maestras", Thor 2 El mundo Oscuro, que casi, casi, hace buena a Love and Thunder, y Iron Man 3 (que personalmente disfruto bastante). Sin ser esta Man of Steel una maravilla absoluta, sí es un producto de entretenimiento bien hecho, disfrutable y que por desgracia acabó generando un fenómeno que aún venimos padeciendo. El Snyderismo.


El planeta Krypton afronta un momento crucial en su existencia cuando el científico Jor-El (Russell Crowe) comunica al consejo de gobierno la proximidad de un desastre natural de proporciones cósmicas. El consejo desoye sus advertencias, al tiempo que sufre un intento de golpe de estado liderado por el general Zod (Michael Shannon) y por su lugarteniente Faora (Antje Traue), lo cual sume a Krypton en una oleada de caos y destrucción sin precedentes. Jor-El busca poner a su hijo recién nacido a salvo, pero junto al niño, el primer nacido en Krypton de forma natural en siglos, el científico pretende salvar el Códice genético de los habitantes del planeta, la matriz genética que determina la existencia y futuro de todos los kryptonianos. El recién nacido Kal-El es enviado en un cohete a un planeta lejano cuyo sol le proporcionará habilidades y poderes muy superiores al de sus pobladores nativos, lo cual le otorgará unas mayores posibilidades de supervivencia.



Dos décadas después el joven Clark Kent (Henry Cavill) vagabundea por el mundo de empleo en empleo, siempre adoptando diferentes identidades hasta que su innata habilidad para realizar actos extraordinarios al servicio del bien y de la integridad de sus semejantes le obligan a marcharse a otro lugar. Ese peregrinaje estoico y solitario le permite muchos momentos de introspección en los que siempre tiene presente las enseñanzas de sus padres, Martha (Diane Lane) y Jonathan Kent (Kevin Costner) sobre el modo de afrontar el mundo y de mostrar su verdadera naturaleza hacia los demás. Esas enseñanzas sufrirán un duro golpe cuando el ejército de los Estados Unidos localiza una nave kryptoniana en el Artico. Adelantándose a la investigación de la intrépida reportera del Daily Planet, Lois Lane (Amy Adams), Clark Kent descubrirá en el interior de esa nave la grandeza y la responsabilidad de su herencia natal, y entrará en contacto directo con su padre biológico, Jor-El.


La llegada de un ejército de kryptonianos renegados escapados de la Zona Fantasma tras la desaparición del planeta Krypton, liderados por el implacable Zod, pondrá a la Tierra al borde de la extinción. Con unas habilidades extraordinarias ningún ejército es capaz de hacerles frente, y su desprecio por la vida humana es notorio, plasmándose en una actitud genocida al tratar de terraformar el planeta y convertirlo en una suerte de Nuevo Krypton. Sólo la presencia del héroe que llegará a ser conocido como Superman, con un Clark Kent que asume todo el peso de su herencia kryptoniana y viste el símbolo de la casa de El puede arrojar un mínimo halo de esperanza para la humanidad.


Ya hemos hablado en entradas anteriores de la situación económica agotada de una franquicia dedicada a un personaje icónico como el Hombre de Acero y de un intento de revitalización fallido. Tras el éxito sin paliativos de la trilogía de Batman desarrollada por la batuta maestra de Cristopher Nolan dirigiendo los guiones de David S. Goyer, la Warner decidió dar un nuevo enfoque al personaje contando con la misma base que había dado tan buenos resultados a otra franquicia tan muerta como la del Hombre Murciélago. Con Nolan asumiendo las funciones de productor, imprimiendo su sello en el tono solemne, adulto y serio de la película, y con Goyer escribiendo un libreto que se toma sus libertades con el personaje pero que acude a la esencia del mismo para destilarla y adaptarla a los tiempos que corren (lo que hemos venido llamando en el mundillo ultimatización de personajes), el director elegido para montar el tinglado fue Zack Snyder, un tipo que afrontaba su tercera película relacionada con el cómic -tras 300 y Watchmen- y al que no le tembló el pulso de ponerse al frente de una superproducción como esta tras el relativo fracaso económico de su anterior proyecto, la personal, desmesurada y fascinantemente hipnótica Sucker Punch.


Los mimbres con los que se comenzó a tejer esta producción ya eran lo bastante sólidos, pero la elección cuidada de un nuevo reparto, totalmente diferente del de Superman Returns, de acuerdo con el tono de reinicio que se quería dar a esta película, nos presenta un universo completamente nuevo poblado de rostros reconocibles que aportan sobriedad y solvencia a papeles muy sacrificados por el encorsetamiento narrativo que conllevan. Rusell Crowe compone un padre majestuoso y melancólico, capaz de actos de osadía y violencia cuando la ocasión lo exige. Michael Shannon ofrece un Zod visceral y desatado, la composición de un militar golpista para el que no existe freno alguno a sus ansias de poder. Kevin Costner y Diane Lane, en un montaje no lineal de su relación con Clark y la educación del muchacho en su infancia y juventud, presentan a dos personajes honestos y sacrificados, la sal de la tierra de Kansas que es consciente de las miserias provocadas por el miedo y la envidia consustanciales al ser humano, pero al tiempo sabedores de la generosidad y la grandeza que ese mismo ser humano atesora de manera innata. Amy Adams, intrépida periodista, mujer audaz, interés sentimental en ciernes, cumple con creces todo lo que se espera de un personaje como Lois Lane, y cuenta con Henry Cavill para darle cumplida réplica, un tipo cuya grandeza física llena completamente las mallas de Supermán pero que a la vez consigue dotar a su encarnación de Clark Kent de la melancolía y del carácter solitario y sacrificado que un personaje en fuga continua debería sentir.


Como he mencionado anteriormente, nos encontramos con un Superman ultimatizado, con la presentación de unas situaciones que ya hemos leído o visto en varias ocasiones pero que se nos presentan de una manera acorde a los gustos y preferencias de las nuevas generaciones consumidoras de esta clase de productos. Quizá el mayor cambio a la leyenda conocida de Superman sea presentar a Lois Lane y a Clark Kent mucho antes de que este llegue a Smallville como el bisoño nuevo reportero del Planet. Aunque ya sabíamos que Zod era malo nunca le habíamos visto cometer actos de tamaña destrucción y crueldad, por lo menos hasta la reciente saga Last Son donde Metropolis sufre una destrucción sin precedentes provocada por tropas kryptonianas. Se da la curiosidad de que esa historia contó con el argumento de Richard Donner, y que guarda algunos puntos de contacto con la historia del Hombre de Acero, por lo que podríamos decir que la sombra de Donner es tan alargada que ni siquiera el reinicio de esta nueva aventura de Superman escapa a su influjo. Otro rasgo de modernización a la ultimate de la película podría ser la inclusión del actor Larry Fishburne como Perry White, siguiendo la estela de ese Nick Furia de color interpretado por Samuel L. Jackson en las películas marvelianas. 


Con una narrativa no lineal, que pasa de contar el origen kryptoniano a una sucesión de momentos que alternan los peregrinajes de Clark Kent con momentos significativos de su infancia y juventud (contados no necesariamente en orden cronológico), la historia va cogiendo carrerilla pasando de escenas relativamente intimistas, casi reflexivas, hasta desembocar en un largo clímax de cuarenta minutos en los que la destrucción y la violencia campan a sus anchas en la pantalla. Lejos ha quedado la batalla a soplidos de Superman II, y la tecnología de efectos especiales en la actualidad puede ofrecer peleas en vuelo a puñetazo limpio, rayos gravitatorios terraformadores o la destrucción masiva de una ciudad de forma espectacular, creíble y apabullante. La magnitud del enfrentamiento es tal que ha provocado cierta polémica entre algunos espectadores, que se han llegado a tomar la molestia de calcular el coste monetario y en vidas de un enfrentamiento como el de Zod y Superman en el centro de una gran urbe como Metropolis/New York: unos dos trillones de dólares de nada en daños a la propiedad y un coste humano de unos 129. 000 muertos y unas 250.000 personas desaparecidas. Minucias.


Si nos centramos en la misma sucesión de datos objetivos que busqué a la hora de evaluar Superman Returns, en este caso nos encontramos con el caso diametralmente opuesto. Mientras que la crítica especializada le otorga un cinco y medio raspado (como se puede ver en Metacritic o en Rotten Tomatoes), la valoración de sitios como IGN o IMDB donde el peso de las opiniones de los usuarios es mayor resulta mucho más positiva, de acuerdo a la espectacularidad del film. Y para terminar de redondear la jugada, nos encontramos con que a nivel económico, partiendo de un presupuesto estimado de unos 225 millones de dólares, la película ha recaudado cerca de unos 600 millones de dólares a nivel mundial, situándose como una de las cintas más taquilleras del año y garantizando la salud de esta nueva franquicia superheroica, como mínimo con la realización de una segunda parte para 2014 que podría desembocar en el tan soñado proyecto de La Liga de la Justicia. Tiempo al tiempo. Por el momento toca disfrutar de una película espectacular y apabullante, fiel en esencia a lo que supone la figura de Superman pero con concesiones de cara a la galería en lo que a violencia se refiere, pero que tiene dos graves taras, en mi opinión. La banda sonora no consigue transmitir en ningún momento la grandeza o la belleza que los dos temas más reconocibles de John Williams sí aportaban en su momento, y la grandeza del Superman de Richard Donner sigue sin ser superada pese a todos los avances en técnicas digitales y en efectos especiales. La emoción que me transmite Donner, el sentido de maravilla, la diversión sin embages, aun estando presentes en la nueva película de Zack Snyder no logran volar a las mismas cotas de altura y calidad que en la producción del 78. Y qué quieren que les diga. Reitero lo que dije en la reseña de Sucker Punch. El gran problema que siempre tendrá el amigo Snyder es que para mí, su mejor película siempre será la primera...


lunes, septiembre 22, 2025

El baúl de Plissken: Superman Returns. Porqué este blog sigue necesitando a Superman.

Preparando el estreno de Man of Steel hicimos hace ya 12 años una especie de retro crítica, que tan de moda están ahora, sobre el fugaz intento de relanzar la franquicia de Superman desde coordenadas continuistas respecto de las películas clásicas de Richard Donner. Con un tono solemne, un reparto de lujo y un enorme respeto por la herencia de Cristopber Reeve nos llegó este Superman Returns que en su momento sufrió de ataques desde la acera de enfrente -marvelita, se entiende- al considerar una traición el pase de Brian Singer y James Marsden desde la franquicia de X-Men a la del último hijo de Krypton. En su momento se enfrentó al estreno de X Men 3 de Brett Rattner, que estarán de acuerdo era un pequeño despropósito que sepultó la franquicia mutante unos añitos. Acudiendo a Rotten Tomatoes, que va a ser a partir de ahora la fuente crítica sobre la que iré basando mis neuras y paranoias al respecto, Superman tuvo un 72 por ciento de críticas profesionales positivas frente a un 56 de los mutantes. Eso sí, los seguidores a pie de calle dieron a ambas un 60 y 61 por ciento respectivamente de críticas positivas. Roma no paga traidores y Singer volvería a ser dios años más tarde con Días del futuro pasado




La Historia

Han pasado cinco años desde la última vez que alguien viera a Superman. El mundo ha seguido su camino. Lois Lane (Kate Bosworth) ganó el Pulitzer por un artículo titulado ¿Porqué el mundo no necesita a Superman? y rehizo su vida sentimental junto al sobrino de Perry White (Frank Langella), Richard (James Marsden), con el que tiene un niño de cinco años. Al otro lado de la sociedad, el antaño villano Lex Luthor (Kevin Spacey) ha logrado salir de la cárcel con la ayuda de una anciana cuya ayuda y fortuna resultan vitales para su libertad y sus propósitos. Junto a su banda de secuaces Luthor regresa a la Fortaleza de la Soledad y roba los últimos cristales de Krypton, tras averiguar lo que contienen y de lo que son capaces cuando entran en contacto con el agua, nada menos que generar un terreno kryptoniano virtualmente de la nada.


Pero Superman (Brandon Routh), que ha pasado cinco años en el espacio en un periplo que le ha llevado hasta el lugar donde se halló originariamente el planeta Krypton -del que solo quedaban restos sin vida-, vuelve a la Tierra y su presencia pronto se hace notar al salvar un prototipo de avión experimental repleto de periodistas o al detener a una banda tecnificada y fuertemente armada de ladrones de bancos. Tanto él como Clark Kent tendrán que recuperar su posición en un mundo que dejaron atrás tiempo ha, adaptándose a la nueva situación de los seres queridos, volviendo al hogar donde Ma Kent (Eve Marie Saint) ha esperado pacientemente todo ese tiempo, y afrontando la nueva amenaza que Luthor lanza contra el mundo, una amenaza que pondrá en peligro el continente americano y que obligará al Hombre de Acero ha llevar sus poderes y su fuerza de voluntad incluso más allá de sus limites para tener siquiera una mínima posibilidad de supervivencia y de éxito.


La película

Hay que decir que, de base, la película tiene una deuda enorme con el Superman de Richard Donner, tanto por la inspiración que supuso para los creadores del film como por el hecho de que Bryan Singer llegó a intercambiar ideas con el propio Donner sobre el tratamiento de la historia, que se convierte en secuela directa de Superman II y descarta los sucesos ocurridos en las entregas III y IV de la franquicia. A pesar de eso se incurre en una mínima incongruencia argumental, al mantener la presencia de la Fortaleza de la Soledad que habría quedado destruida al final de Superman II. Singer contó con la ayuda de los guionistas de X-Men 2, Michael Dougherty y Dan Harris, con lo que contamos con el equipo creativo básico de una de las cimas de las películas Marvel trabajando directamente para la competencia. Esto afectó negativamente al desarrollo de X-Men: The last stand, en tanto que el director abandonó la posibilidad de trabajar en la tercera entrega y la contratación de James Marsden provocó su burda eliminación del film en una secuencia inicial sonrojante que se cargaba sin miramientos a uno de los mejores personajes de la Patrulla.


El nuevo casting fue otro de los puntos fuertes de la película, contando con un actor de peso y carisma para dar vida al villano de la función, con una selección de actores secundarios solventes y reconocidos como Langella, Saint o Posey, y con dos jóvenes actores relativamente noveles para interpretar a los verdaderos protagonistas del film. A pesar de su bisoñez tanto Bosworth como Routh ofrecieron una buena composición de sus respectivos personajes, funcionando tanto en las escenas intimistas como en las movidas secuencias de acción del tramo final de la película. Por desgracia, la carrera de ambos se estancó notablemente tras participar en Superman Returns, y la más notable aparición de Routh sería como el personaje némesis de Chuck o adaptando a otro personaje del comic italiano, Dylan Dog. Bosworth ha mantenido una carrera más activa, pero centrada en papeles y producciones más modestas. Dato curioso es que repitió junto a James Marsden en el remake de Perros de Paja que se rodó en el año 2011.


Llegamos al punto más espinoso de esta reseña, y es el buscar una serie de datos objetivos para valorar el éxito o el fracaso crítico o económico de la película. En el primer caso, hay que constatar que la mayoría de críticas profesionales emitidas sobre la película fueron positivas. El tono sobrio del film, la manera clásica de plantear una historia con tintes mesiánicos y el respeto por la versión de Richard Donner le granjearon un buen puñado de buenas reseñas, contando a día de hoy con un 75% de críticas especializadas positivas (frente a un 67% de buenas opiniones emitidas por la audiencia) en Rotten Tomatoes, y con una nota media de 72 en Metacritic de la crítica profesional (frente al 5.8 que la audiencia le otorga a la película). Siendo estas dos páginas los dos agregadores de reseñas y críticas más importantes de la red, y comparando esos resultados con los de otras producciones, queda constatado que Superman Returns está muy lejos de poder ser considerada una mala película, una basura o una mierda, todos ellos calificativos que fueron bastante utilizados en aquel lejano 2006 para referirse a una película digna y honesta, fiel a su modelo, cuya mayor falla fue la de nadar contra corriente y alejarse de las modas del momento para ofrecer una película que habría satisfecho a las audiencias de los años 80 antes que a las hordas de adolescentes actuales.


Y ya que hablamos de la soberana audiencia, vamos a centrarnos en los datos económicos. Con un presupuesto de 180 millones de dólares, la suma del total acumulado de gastos de desarrollo del proyecto desde los años 90 -que se dice pronto-, hizo que el presupuesto final de Superman Returns se disparase hasta los 263 millones de dólares, a los que hay que sumar los gastos de promoción a nivel mundial. Un verdadero disparate. Con una buena apertura en cines, la película recaudó unos 400 millones a nivel mundial, siendo ese año la sexta película más taquillera en Estados Unidos y la novena película más taquillera a nivel mundial. Si nos atenemos a las películas de la saga Superman, SR es la segunda en datos de recaudación puros y duros tras El Hombre de Acero, pero si aplicamos el ajuste de la inflación la cosa cambia notablemente y pasa a ocupar el cuarto puesto tras Superman I y II y Hombre de Acero. Así que, con estos datos en la mano, tengo que decir que, si bien Superman Vuelve no fue el bombazo que los ejecutivos de la Warner habrían deseado, y que habrían lanzado al personaje a una nueva era de esplendor cinematográfico, lo cierto es que la película no fue ni un fracaso ni una debacle económica.


Una valoración final

Esta fue una de las películas más vapuleadas a nivel de la frikisfera en su momento, con una verdadera oleada de linchamientos en foros y blogs que  contribuyeron a alejar a muchos espectadores que quizá con menos ruido de fondo le habrían dado la oportunidad a una película que como mínimo merecía eso. No es mi película favorita del personaje ni de lejos, pero sí me parece la digna heredera del espíritu de las películas de Richard Donner y un esfuerzo encomiable por parte de su director, Bryan Singer, de afrontar un material desde el cariño y el respeto y de ofrecer un digno espectáculo al margen de las modas y de la tiranía del público, algo que este director ha repetido por ejemplo en proyectos como Valkyria, película a la que se podría aplicar mucho de lo escrito anteriormente. Routh voló alto y breve, pero eso le ha llevado a ocupar un hueco muy cotizado en el olimpo de la cultura popular contemporánea, y es que han sido muy pocos los que han podido lucir la gran S roja con orgullo. 

viernes, septiembre 19, 2025

El baul de Plissken: Las precuelas de Superman Returns

 El año 2006, casi dos décadas después de Superman IV, el Hombre de Acero volvía a las pantallas de todo el mundo, esta vez de la mano del director Bryan Singer, avalado por el prestigio crítico de sus primeras obras y por el éxito de público conseguido con sus versiones de la Patrulla X. Para ir caldeando el ambiente y para servir de puente a la historia narrada en Superman Returns, la editorial DC Comics lanzó una serie de cuatro especiales que narraban los sucesos anteriores a la película, resolviendo el hiato temporal existente entre Superman II y las nuevas aventuras de Superman. En aquel año 2006 un servidor de ustedes leyó con ilusión aquellas precuelas en formato comic, preparándose para volver a disfrutar de una nueva película con Superman. La intención era, además, reseñar la película, pero las toneladas de mierda que se vertieron sobre la misma justo después de su estreno me desanimaron ampliamente, y dejé estar el asunto. Mira por donde, que Warner, DC y Zack Snyder me iban a dar la oportunidad de reivindicar años atrás una película de la que les hablaré mañana. Vaya por delante esta contextualización de la historia... Por cierto, que al recopilar las dos entradas he constatado dos cosas, que ya entonces dejé reflejo del fracaso económico que no artístico en mi opinión de la película, y de mi escasa pericia con el escáner, justo antes de pasar precisamente en mi trabajo diario, a desarrollar labores de escaneado y retoque digital de imágenes. La de cosas que pueden cambiar en seis añitos de nada... Esta sería la tercera vez que el material aparece en el blog. Si entonces hablaba de 6 años de distancia hoy hablaría de 30. Si todo esto tiene algún sentido es el de poner en contexto que hemos llegado a un momento muy prometedor para los fans de DC en general, y del Hombre de Acero en particular. Sigamos con la recuperación.



De Krypton a la Tierra: La historia de un viaje de ida y vuelta

Como ya comenté, tanto la Warner como DC han mimado el proyecto del regreso del Hombre de Acero a la pantalla grande. Dentro de la campaña de marketing previa, y dado que han pasado dos décadas desde el anterior film (Superman IV, 1987), se creyó necesario recordar al Superman cinematográfico a las jóvenes generaciones que sólo lo han conocido a través de las series Lois & Clark y Smallville. Ciertamente parece una jugada algo arriesgada el realizar una película-secuela a más de 20 años de distancia. Nada mejor que el lanzamiento de cuatro especiales que preparan el terreno para ese público potencial y que nos recuerdan los viejos buenos tiempos a los veteranos que tenemos cierta nostalgia por aquellas primeras veces. Entre el simple recuerdo y el llenar los vacíos de la historia que nos narrará la película oscilaran los cuatro números en cuestión, con diferentes equipos creativos pero coordinados directamente por Bryan Singer, Dan Harris y Michael Dougherty (director y guionistas, respectivamente).


El primero de ellos, De Krypton a la Tierra, vuelve a contar con pelos y señales el origen alienígena del personaje. Desde los fútiles intentos de Jor-El por avisar al consejo científico del Planeta Krypton de la inminente catástrofe cósmica que les destruirá a todos hasta los preparativos del resignado científico para poner a salvo a su hijo en una nave espacial. Con diálogos sacados directamente del guión de Superman (1978) este Jor-El parece y habla como Marlon Brando. Nada nuevo bajo el sol en este especial, que acaso sea el más importante. En tanto que ubica el origen del personaje, nos recuerda la continuidad establecida en este particular universo cinematográfico. La mayor traba es que no ofrece ningún elemento novedoso para los conneiseurs, tan sólo esa mirada repleta de nostalgia y cariño a unos momentos que –hablo personalmente- me marcaron desde bien niño. El dolor de la madre mientras dejaba al bebe en la fría y estéril aeronave, la serenidad con la que Jor-El realizaba los preparativos, su voz educando y preparando a su vástago durante los años de viaje para lo que habría de afrontar en su planeta natal…


Todo ello queda perfectamente reflejado en el guión de Jimmy Palmiotti y Justin Gray y en los maravillosos lápices de Ariel Olivetti, que pese a tener que buscar cierto parecido físico con los actores logra que el resultado no sea el típico pastiche de adaptación al comic de peli de éxito, sino un tebeo repleto de momentos intensos que van desde lo emotivo hasta lo espectacular. Para muestras de ello, los tres botones que ilustran este post.

Dentro de poco, más de lo mismo.

¡Arriba, arriba y lejos!


Ma Kent: El guardián entre el centeno

Aquí tienen la reseña de la segunda de las precuelas, la dedicada a Ma Kent, obra de Marc Andreyko a los guiones y Kart Kerschl en los lápices. Este es un retrato muy introspectivo a la vida familiar del hombre de acero, a su trasfondo familiar. En último término, es un vistazo a aquello que formó en Clark Kent la personalidad desprendida, sacrificada y valiente que luego daría lugar a la personalidad superheróica de Superman. Muchas veces se ha hablado de lo irreal que supone el personaje, de lo maniqueo que resulta un boyscout casi todopoderoso que mira por los intereses de los demás antes que por los suyos propios. Bueno, pues servidor opina todo lo contrario.


Lejos de lecturas deconstructivistas o de aventuras que alteran la retrocontinuidad del personaje, la historia de Superman siempre ha oscilado en torno a su doble herencia, la humana y la alienígena, a las enseñanzas recibidas por sus padres adoptivos y a las que le fueron transmitidas por Jor-El (de un modo u otro dependiendo de si hablamos de los comics, de las películas o de las series de TV). Si una persona recibe amor y valores y sólo ve generosidad en los que le rodean difícilmente podrá concebir otra forma de ser. Entraríamos en disquisiciones sobre el determinismo, sobre el conductismo, sobre el poder civilizador de la educación… No hace falta hilar tan fino. Sabiendo que Lara y Jor-El se sacrificaron para permitirle una vida en un planeta lejano, que Martha y Jonathan le recibieron con los brazos abiertos y le educaron y le quisieron como si de su hijo carnal se tratara, ¿estaríamos hablando de algo improbable, maniqueo o imposible? ¿O de lo que sucedería en la vida real?



En las páginas de esta historia se alternan los flashbacks (extraidos directamente del film original del 78) con las reflexiones de Martha en su vida cotidiana. El reflejo de la añoranza por el marido años ha fallecido, y la preocupación por la ausencia prolongada de su hijo no empañan los recuerdos que a diario la asaltan en la granja de los Kent, en la cafetería de Smallville, en las conversaciones con los vecinos. Pero en el corazón de Martha Kent está el claro convencimiento de que Clark, SU Clark, volverá tarde o temprano, y ella estará allí, en su HOGAR, para recibirle con el abrazo tierno de una madre que ha añorado a su retoño demasiado tiempo.

[Las capturas reflejan uno de mis momentos favoritos de Superman: el lamento del hijo por la muerte del padre -"con todo lo que puedo hacer, con todos mis poderes... y no he sido capaz de salvarle"-, y la despedida de Martha en el campo de maiz. Pelos como escarpias.]


Lex Luthor: Ni un pelo de tonto

Sigo reseñando la tercera de las precuelas en comic de lo que ya podemos decir que ha sido el gran fracaso económico –que no artístico, en mi opinión- del verano, Superman Returns. De la mano de los guionistas habituales, Gray y Palmiotti, y con la siempre eficaz colaboración de Rick Leonardi en los lápices, nos llega este especial centrado en la figura de Lex Luthor, la mente criminal más grande de nuestro tiempo.

Encerrado en la cárcel, donde le dejó Superman (al final de Superman II), nuestro villano repasa los fallos de sus planes previos, examina su odio hacia la figura de Superman y, por supuesto, empieza a plantar las semillas de su futuro en su relación con dos mujeres, la enfermera Kitty y una anciana millonaria a la que enamora con su meliflua correspondencia. También muestra, aunque de pasada, como los secuaces de Superman Returns eran compañeros de trullo. Reflejando la mordacidad e ironía del personaje, los guionistas nunca pierden de vista que bajo la causticidad de Lex Luthor se esconde un ser maquiavélico y paciente que, agazapado, espera el momento de asestar el golpe mortal a su enemigo. De nuevo, este comic nos recuerda algunos de los momentos de la primera entrega, como la conversación en la guarida subterránea con Superman (y los cameos de Ottis y la srta. Teschmacher).

Y ya sólo queda uno por leer. A ver cómo eluden la cuestión de la inmaculada concepción en el especial de Lois Lane…

Lois Lane: Detrás de la noticia

Y llegamos al final con este especial en el que Doug Hazlewood (a quien los veteranos del lugar recordamos como entintador de Chas Truog en Animal Man) hace lo que puede ilustrando el guión de Gray y Palmiotti.




Lois Lane recibe el encargo de Perry White de escribir un nuevo artículo sobre Superman, pero uno especial, acerca de su desaparición aparente. Lois debe examinar entonces su relación profesional con la figura de Superman a la vez que sus sentimientos personales. Rememorando sus primeros encuentros, la entrevista que dio a conocer al mundo al último hijo de Krypton o algunas de sus hazañas Lois Lane reflexiona sobre el modo en que el mundo percibe a Superman y la huella que las acciones de éste dejan en la humanidad. Mientras que el artículo va madurando entra en la vida de Lois Richard White, sobrino de Perry que pronto adquirirá una importancia mucho mayor en su vida. Finalmente, y tras dar a luz a un niño (sin que en ningún momento se mencione quién puede ser el padre, aunque será Richard quien la acomañe en el paritorio) Lois escribe el artículo Porqué el mundo no necesita a Superman, que le valdrá el premio Pulitzer.




Este es un especial muy importante para lo que narrará Superman Returns, ya que por un lado debe explicar la evolución en la personalidad de Lois, que rehace su vida a nivel profesional y sentimental al margen de Superman, y por otro debe introducir a un personaje completamente nuevo, Richard, y lograr que no caiga antipático ni sea demasiado blando. Además, la evocación de algunos de los momentos imborrables de Superman, como el vuelo nocturno o el rescate del helicóptero ponen los pelos de punta. Lástima que el dibujo de Hazlewood sea tal vez el menos lucido de los cuatro especiales. Otro gallo hubiese cantado si Adam Hughes, autor de las portadas que van de lo nostálgico a lo preciosista (caso de la de Lois Lane, sin ir más lejos) se hubiese encargado de dibujar alguna de las historias.



Por si se han quedado con ganas de más, DC recopiló los cuatro especiales en un bonito tomo que, además, Planeta sacará a la venta este mismo mes, así que si quieren atar todos los cabos, no se lo pierdan.

Por cierto, pido perdón por la calidad de los escaneos, que como ya habréis comprobado no es lo mío. Las escenas en panorámico sobrepasaban el tamaño de mi máquina, pero es que son tan bonitas y me traen tantos recuerdos que no me he podido resistir.

martes, septiembre 16, 2025

El baúl de Plissken: Superman I, II y II.5: Cuando creímos que un hombre podía volar

El 10 de julio del 2013 se publicaba esta entrada. Resulta que servidor estaba brutalmente expectante por el estreno de El Hombre de Acero y realicé una cuenta atrás a modo de repaso de los productos fílmicos previos. Si algo adoro de este espacio y de lo que dejé plasmado en su momento, es la fidelidad a mis gustos y como éstos, habiendo sufrido una lógica evolución, se han mantenido coherentes y más o mejos fijos a pesar del paso de los años. Al parecer este repaso a Superman va a ser algo más extenso de lo que yo mismo creía.



Superman, el Hombre de Acero, el Último Hijo de Krypton, apareció como personaje de cómic hace casi 75 años. Casi desde el momento mismo de su aparición se convirtió en un icono del medio y progresivamente de la cultura popular a través de sus traslaciones a medios como la radio, los seriales y la televisión, el modelo en el que muchos otros se inspiraron y en el ideal que ha marcado a generaciones de lectores y seguidores desde entonces. No sería hasta el año 1978 que sus aventuras darían el salto a otro medio, el cinematográfico, y por todo lo alto. Con una cuidada producción, un elenco de lujo y un equipo técnico cuidado Superman, The Movie llegó a los cines de medio mundo con una frase promocional que fue a la vez una promesa cumplida y un gozo para los chavales de medio planeta: Creerás que un hombre puede volar. Con tres secuelas directas (Superman II, III y IV) y un spin-off (Supergirl), la franquicia -primero orquestada por los Salkind como productores y luego perpetrada por ellos mismos y por los deleznables Yoram y Globus- acabó alcanzando cotas de miseria fílmica difícilmente igualables por otras producciones del género, empañando los gloriosos comienzos de la saga cinematográfica de Superman. Pasarían casi 20 años hasta que alguien se atreviese a retomar el personaje y lo devolviera a la pantalla grande con Superman Returns, una suerte de homenaje y secuela directa de Superman II que recibió una tibia recepción por parte del público y un injusto linchamiento en la blogosfera que creo la película no merecía. El estreno hace unas semanas de El Hombre de Acero, seis años después, supone el reinicio de una saga con energía, adaptando al personaje a las modas del cine de género en la actualidad y vistos los resultados en taquilla, garantizando que el personaje pueda volvernos a visitar en otras futuras producciones. Veamos qué nos ha traído hasta aquí...




Superman (1978). Dir. Richard Donner

La historia.

El planeta Krypton está condenado, pero sus habitantes se niegan a reconocer la verdad. El científico Jor-El decide poner a salvo a su hijo en un cohete y enviarlo a través de las 27 galaxias conocidas hasta el planeta Tierra, donde la radiación del sol otorgará al niño, Kal-El, extraordinarios poderes. Tras el periplo cósmico la nave se estrella en un maizal de Kansas, donde el matrimonio formado por Martha y Jonathan Kent contemplan asombrados cómo de él emerge un niño. El muchacho, adoptado por el matrimonio, crecerá en el entorno rural de Smallville desarrollando extraordinarios poderes y recibiendo el amor de los Kent y sus sabios consejos para adaptarse a su nuevo entorno. Tras el fallecimiento de su padre adoptivo el muchacho, de nombre Clark, inicia un peregrinaje hacia el norte donde cristalizará su herencia natal kryptoniana en la forma de la Fortaleza de la Soledad, lugar donde conocerá a su verdadero padre, sus orígenes, y el conocimiento acumulado de milenios de cultura e historia y decenas de culturas, dando lugar a la creación de un personaje dedicado a hacer el bien, dotado de extraordinarios poderes y vestido con un llamativo uniforme azul, rojo y amarillo.


La presencia de un misterioso ser capaz de salvar el avión del Presidente o de luchar contra el crimen pronto se hace notar en Metropolis, llamando la atención de la prensa -en la forma de Lois Lane, reportera estrella del Daily Planet- y de Lex Luthor, una suerte de especulador en la sombra con oscuros intereses inmobiliarios capaz de provocar un desastre nacional si beneficia a sus intereses. Bautizado como Superman, Kal-El se esconde a plena vista como Clark Kent, periodista del Planet, haciendo frente a los conflictos de una vida personal gris y anodina y a las amenazas que como defensor de la verdad y la justicia deberá afrontar a todos los niveles. Los planes de Luthor pondrán en peligro todo lo que Superman defiende y Kent ama, y llevarán a Superman a cuestionarse los límites de su actuación en el planeta y las fronteras de su propio poder.



La película.

Bajo la férrea batuta de Alexander e Ilya Salkind, promotores de la idea, y de su socio Pierre Spengler, se fue creando un sólido equipo de producción para dar forma a una auténtica superproducción que siguiese satisfaciendo las necesidades de un público ávido de efectos especiales y de producciones fantásticas tras el extraordinario éxito de Star Wars un año antes. Con Richard Donner como director, un guión previo de Mario Puzo -excepcionalmente bien pagado pero del que se dice no se utilizó ni una palabra, John Williams elaborando una de las partituras más reconocibles de la historia del cine, y un sólido equipo de profesionales afrontando las labores técnicas del film, Superman apuntaba a un verdadero éxito. Para redondear la faena, se consiguió uno de los repartos más recordados de la época, con Marlon Brando y Gene Hackman como cabezas de cartel, y actores de la talla de Glenn Ford, Trevor Howard, Jackie Cooper, Ned Beatty, Margot Kidder, Valerie Perrin, o Susannah York dando vida al abundante plantel de secundarios de la cinta. Tras un arduo proceso de selección, donde nombres como Robert Redford, Paul Newman o Burt Reynolds fueron considerados, finalmente fue elegido Cristopher Reeve para enfundarse las botas de Superman y hacernos creer que unas gafas y una actitud apocada podían ocultar a los ojos del mundo que Clark Kent era el mismísimo Hombre de Acero. Cuando Superman llegó a las pantallas de todo el mundo creo un verdadero fenómeno, y tuvo un éxito arrollador.



Superman II (1980) Dir. Richard Lester


La historia


Los criminales de guerra kryptonianos Zod, Ursa y Nun, condenados por Jor-El a la Zona Fantasma para toda la eternidad escapan a su cautiverio gracias a una fortuita explosión producida en el espacio por una bomba que Superman ha lanzado desde la torre Eiffel para evitar un desastre. Con los mismos poderes que Superman y la fuerza del número, los tres kryptonianos asolan una misión espacial internacional y llegan a la Tierra con un único objetivo, convertirse en los amos del planeta. Tras apoderarse de la Casa Blanca y ser aconsejados por un sibilino Lex Luthor, Zod y sus secuaces se concentran en eliminar el único obstáculo que se interpone entre ellos y el dominio global, Superman, el heredero de su juez y verdugo, Jor-El. La situación pasa de explosiva a desesperada en tanto que Clark Kent, descubierto por su compañera de trabajo Lois Lane, ha decidido renunciar a su herencia kryptoniana y a sus poderes para poder llevar una vida normal junto a ella. Cómo podrá hacer frente Clark a esa lucha de sentimientos entre el deber y el sentimiento, y si Superman será capaz de derrotar no a un igual, sino a tres seres tan poderosos como él mismo serán los dilemas que como espectadores veremos resueltos a lo largo del espectacular clímax del film.




La Película

La secuela fue concebida casi como una misma producción que Superman y se rodó simultáneamente, aprovechando decorados y reparto. Por desgracia, un desencuentro entre Richard Donner y los productores acabó produciendo el despido del primero cuando se había rodado gran parte de la película. Para solucionar el entuerto los Salkin contrataron a Richard Lester, director británico famoso por haber realizado los films de los Beatles y las aventuras de los Mosqueteros de los años 70, que rodó de nuevo parte de la película y añadió ciertos cambios al planteamiento original del film, eliminando por ejemplo la participación de Marlon Brando para ahorrar su sustanciosa nómina e introduciendo un marcado tono humorístico en el desarrollo de la acción.


Otro elemento de ahorro fue la contratación del músico Ken Thorne como autor de la banda sonora, eso sí, manteniendo y adaptando la partitura de John Williams a las nuevas aventuras de Superman. A destacar la incorporación en papeles más relevantes de los actores Terence Stamp, Sarah Douglas y Jack O'Halloran como el trío de villanos kryptonianos del film, que ofrecieron un espectáculo inusitado en la época de destrucción y dieron a la franquicia una de sus frases más recordadas (Arrodíllate ante mí, hijo de Jor-El...). El éxito de crítica y público bendijo de nuevo el resultado y la máquina de hacer billetes parecía funcionar a todo trapo para los Salkind, que no entendieron que los mimbres que estaban empleando se los había preparado Richard Donner.

Superman II.5 (2006) Dir. Richar Donner

La historia

Tras detener uno de los misiles desviado por Lex Luthor, Superman lo manda al espacio, donde explota sin consecuencias visibles, aparentemente. La onda expansiva acaba por alcanzar la prisión del general Zod y sus secuaces Ursa y Nun, que llevaban penando por la galaxia desde poco antes de la desaparición del planeta Krypton, condenados por Jor-El y por el consejo. Consciente poco a poco de la magnitud de sus poderes y de la debilidad de sus oponentes en la Tierra, Zod inicia una campaña de conquista global a la que solo un Superman que se debate entre su amor por Lois Lane y su responsabilidad para con toda la humanidad podrá hacer frente en un explosivo enfrentamiento en las calles de Metropolis y en la helada superficie de la Fortaleza de la Soledad.



La película

Richard Donner había rodado gran parte de Superman II antes de ser despedido. Con buena parte de la película planificada y rodada, había además material adicional conservado de pruebas de cámara, y escenas de casting que completaban buena parte de una película sustancialmente diferente del montaje estrenado en 1980. Existía un clamor de fondo de los aficionados a Superman solicitando la creación de un Montaje del Director que mostrara la visión de Donner de Superman II, y gracias al estreno de Superman Returns se pudo realizar esa versión inédita hasta el momento. Lo que llama la atención es la cohesión con la primera parte, de tal suerte que casi podemos hablar de una película de cuatro horas de duración con un largo primer acto de presentación del personaje, un nudo que cristaliza con el plan de Lex Luthor y un largo clímax, directamente originado por lo anterior, que muestra el enfrentamiento de Superman con sus némesis kryptonianas. Se elimina toda la parte de la torre Eiffel, se añaden escenas que muestran de forma más natural la relación entre Lois y Clark, se aligeran algunos detalles humorísticos y, por encima de todo lo anterior, se recuperan las escenas de Marlon Brando que dotan de sentido y sentimiento tanto a la decisión de Clark de dejar de lado su herencia como a la resolución de dicha decisión, obviada en el montaje de Lester. Para mi gusto, se mantiene erroneamente la escena en el restaurante con el camionero, que va totalmente en contra del personaje y que redunda en aquello que decía Lucas de que los Jedis no se vengan... Pues Superman, tampoco...



Una valoración final

Estamos hablando de dos películas que marcaron a toda una generación de espectadores que tuvo la suerte de ver, de niños, en pantalla grande, con el espíritu de estar descubriendo todo un nuevo mundo de aventura y fantasía, películas como estas o la trilogía original de La Guerra de las Galaxias. La repercusión de estas películas con el paso de los años es indudable, y la calidad intrínseca de Superman I hace que incluso hoy, muchos la sigamos considerando como una de las mejores, si no la mejor, película de super-héroes de la historia del cine. La épica del personaje, la tristeza de la soledad juvenil, la melancolía que traslucen los momentos en la granja, las frases lapidarias que salpican los discursos paternos de Ford y Brando -y que aún hoy me siguen poniendo la carne de gallina-, el sentido de maravilla que transmiten las apariciones de Superman -apoyadas por la competencia técnica de unos efectos especiales que han aguantado bastante bien el paso del tiempo y por una partitura reconocible hasta decir basta que forma parte del patrimonio cultural de la humanidad-, convierten a estas películas en lo que son, dos clásicos contemporáneos disfrutables una y cien veces que siguen haciéndonos pensar, cada vez que las vemos, como si fuéramos niños, que en verdad un hombre venido de otra galaxia lejana puede llegar a volar...

lunes, septiembre 15, 2025

Los lunes son el nuevo punk

    Este ha sido para mí, sin ninguna duda, el verano que vino de Krypton, el verano de Krypto, de la Banda de la Justicia y de ese nuevo Superman que allá por julio me descubrió una nueva canción favorita y un nuevo lema que aún hoy sigo viendo en redes de una forma que me emociona profundamente. En tiempos como los que corren ser amable es ser un auténtico rebelde. Me impresionó profundamente la peli de James Gunn, que ha tenido que afrontar en redes una cantidad absurda de troleo vario por parte del fandom ajeno (algo lógico) y del propio, en una suerte de guerra civil que ha querido enfrentar esta versión con la previa de Zack Snyder. Quizá haya sido ese uno de los factores que me han impulsado a dejar en este rincón anónimo y propio un repaso a aquellos productos que surgieron en estos 10 años de hiato y que han llevado a un absurdo enfrentamiento, no creo que ya entre fans de DC o de Superman, sino más bien seguidores fanáticos de Zack Snyder frente a una nueva iteración del personaje por antonomasia de DC, personaje que como dijo una vez el llorado y añorado Carlos Pacheco en una charla, es el Mortadelo yanqui, esto es, un personaje del que todo el mundo ha llegado a leer alguna aventura a lo largo de su vida y que es una figura central de la cultura popular de su país.

    La intención esta semana y la siguiente es repasar someramente las 3 iteraciones del Hombre de Acero desarrolladas por Zack Snyder y posteriormente realizar la critiquilla de la nueva versión con la que James Gunn ha dado el pistoletazo de salida para relanzar el Universo DC en pantalla grande. Y ya si me aburro mucho y el tiempo me da dejaría constancia de mi teoría de la conspiración propia sobre como el review bombing, las críticas interesadas o las disputas internas han lastrado de manera sistemática los estrenos de Warner/DC de los últimos 10 años. Ténganme paciencia, que estoy muy loco.


    La canción del lunes es la que me hizo casi pegar un respingo en el cine, la que me ha alegrado más de un madrugón o un rato de sueño, y la que ya es uno de mis hits personales favoritos de todos los tiempos. La amabilidad es el nuevo punk. Me vuela la cabeza que después de ver una peli tanta gente decidiera hacer suyo ese lema. Sean punks y tengan mucho cuidado ahí fuera.


Punkrocker
Teddybears

See me driving down the street
I'm bored with looking good
I got both hands off the wheel
The cops are coming
I listen to the music with no fear
You can hear it too if you're sincere
'Cause I'm a punk rocker, yes, I am
Well, I'm a punk rocker, yes, I am
'Cause I'm a punk rocker, yes, I am
Well, I'm a punk rocker, yes, I am
I see you stagger in the street
And you can't stay on your feet
And you're faking in your sleep
You wish that you were deep
But you can't hear me laughing to myself
If you could, you would be someone else
'Cause I'm a punk rocker, yes, I am
Well, I'm a punk rocker, yes, I am
'Cause I'm a punk rocker, yes, I am
Well, I'm a punk rocker, yes, I am
See me die on Bleecker Street
I'm bored with being god
See me sneering in my car
I'm driving to my star
I'm listening to the music with no fear
You can hear it too if you're sincere
'Cause I'm a punk rocker, yes, I am
Well, I'm a punk rocker, yes, I am
'Cause I'm a punk rocker, yes, I am
Well, I'm a punk rocker, yes, I am
'Cause I'm a punk rocker, yes, I am
Well, I'm a punk rocker, yes, I am



domingo, septiembre 14, 2025

Galería de originales 73: Declan Shalvey

     Antes de nada una pequeña aclaración y es que la numeración de esta sección tendrá que ser revisada, ya que al menos la mitad de los originales listados ya no se cuentan en mi colección y se hallan en manos de afortunados coleccionistas que han visto su inversión multiplicada por cinco desde que los adquirieron. De hecho, en alguna ocasión he intentado recomprar alguno de ellos y es materia imposible, ya que ni siquiera se plantean el poner precio. En fin, qué verde era mi valle, como decía aquel....

    Aquí nos encontramos sin duda con uno de mis griales, una pieza que vi en web, la extinta Cadence Comic Art, y cuya potencia y temática me volaron la cabeza. El proceso de compra se produjo durante la pandemia, y fue largo y tedioso no sólo por el intercambio de mensajes a veces sin resultado claro como por el tiempo de espera, que se dilató mucho debido a las excepcionales condiciones que vivimos entre los años 2020 y 2021. Finalmente, el original llegó a casa y cuelga de un rincón especial dedicado a Serpiente Plissken y que consta de una página original, la portada de la que ahora os hablaré con más detalle, y dos de las commissions que ya han aparecido en este espacio.

    Incidiendo en esta especie de arqueología bloguera a la que últimamente dedico mis ratos muertos (que ni son tantos ni están tan muertos, todo sea dicho), hoy me apetece compartir esta pieza a la que le tengo un cariño especial: una portada original de Escape from New York (Boom! Studios, 2014) dibujada por el irlandés Declan Shalvey. La mayoría de ustedes lo conocerán por trabajos mucho más sonados dentro de Marvel, como Moon Knight (donde junto a Warren Ellis redefinió visualmente al personaje con una sobriedad casi quirúrgica) o por Injection, la serie de Image que cocinó junto a Ellis y Jordie Bellaire. Pero Shalvey, además de ser un narrador de primera línea, ha desarrollado una carrera paralela como portadista, donde despliega un sentido del diseño y del espacio que lo hace inmediatamente reconocible: composiciones limpias, paletas de contraste fuerte cuando hay color, y sobre todo una manera muy eficaz de convertir a un personaje en icono gráfico. De hecho en Cadence tenían decenas de portadas suyas.

    Y ahí entra Snake Plissken. El antihéroe de la serie b por antonomasia, la mueca de Kurt Russell, el parche en el ojo y esa chulería que convertía cada frase en una sentencia. Que una editorial independiente como Boom! Studios recuperase al personaje de John Carpenter en viñetas era ya motivo suficiente de alegría, pero que un artista del calibre de Shalvey dejase su impronta en una de las portadas lo eleva a otra categoría. Los artistas elegidos para ilustrar cada uno de los 4 arcos de los que consta la colección fueron de menos a más, llegando a presentar un estilo casi underground en el último arco. Tengo que decir que el tercer trade paperback de la colección empleó esta misma portada, correspondiente al número 4.

    La portada, ahora parte de mi colección, condensa en una sola imagen toda la esencia del personaje: Snake impertérrito en primer plano, la silueta recortada contra un fondo explosivo, rodeado de enemigos, la tensión congelada en el trazo. El entintado de Shalvey, preciso y sobrio, consigue que no haya un solo exceso innecesario; todo está al servicio de la actitud del personaje. Y si ya en la edición impresa la portada funciona de maravilla, tener en las manos el original en blanco y negro es como ver al antihéroe desnudo de artificios, reducido a lo esencial: líneas, sombras y el carisma puro de Plissken.

    No voy a engañarles: tener un original de Escape from New York es algo que, para un devoto de Carpenter y de ese cine de serie B elevado a arte, resulta casi un capricho adolescente cumplido. Me tomó años, y en un breve lapso de tiempo se cumplió por partida doble. Si encima viene firmado por un artista de primera como Declan Shalvey, la satisfacción es doble. 








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