lunes, agosto 31, 2009

Lunes eufórico

En semanas como esta uno afronta los lunes con una energía y unas ganas fuera de lo común, y más que el inicio de un periodo laboral de tedio y rutina lo encara como el comienzo de una semana llena de posibilidades. Para empezar, el jueves la cuenta atrás llegará a su fin y este vuestro blog amigo cumplirá cuatro años de esforzada e ilusionada existencia, algo que intentaré celebrar por todo lo alto dentro de la medida de mis posibilidades con un cambio de aspecto y la renovada intención de continuar llenando la blogosfera de dibujos, critiquillas y gatos. En segundo lugar, he tenido la fortuna de ser elegido finalista en un premio literario al que le tengo cierto aprecio. Dado que aún no se ha hecho del todo público no puedo dar más detalles, pero en cuanto aparezca la noticia la compartiré con más detalle con todos ustedes. Y en tercer lugar, nos hallamos ya tan cerca de la celebración de las Jornadas del Comic de Avilés que uno casi puede sentir el frescor de la hierba asturiana bajo los pies y oler el aroma apetitoso e irresistible de un menú no apto para estómagos débiles compuesto por fabada, cachopo y regado con litros de sidra.


Aunque sólo se trate de un cambio formal y no de un reinicio que implique cambio de orientación o de estilo, estas deliciosas viñetas extraídas del webcomic The Thrilling Adventures of Lovelace and Babbage, obra de Sydney Padua y remitidas por Bruce -verdadero arqueólogo del comic en general y de la viñeta oportuna en particular- ilustran el espíritu de un cambio realizado desde el cariño pero hecho a base de prueba y error y con algún que otro re-boot como ese propinado a la torre del ordenador en momentos de frustración extrema.

Con este panorama por delante, y dado que la semana pasada cumplimos absolutamente con todos los objetivos marcados superando un par de resacas y un momentáneo regreso a mis tareas como librero de fin de semana, a lo largo de los próximos días verán ustedes por aquí un dibujillo de convención a modo de avance de Avilés, un commissionando especial aniversario, un post centrado en los cuatro años de existencia del blog y un avance con el cartel y la información disponible sobre las Jornadas del Comic de la Villa de Avilés, la cual por cierto ha sido hoy mismo noticia nacional por la visita sorpresa del actor Brad Pitt a la ciudad para ver sobre el terreno las obras de la Isla de la Innovación, un proyecto que a buen seguro impulsará aún más la cultura y el desarrollo de una ciudad especialmente activa en todos los campos y de la que muchas ciudades podrían tomar ejemplo.
Y para terminar esta entrada nuestra de cada lunes, una canción suave y llena de emoción sobre los nuevos comienzos que jalonan algunas de las etapas de nuestra vida y que, en  muchos casos no son más que un punto y seguido en nuestra vida. Aquí seguiremos, al pie del cañón. Tengan ustedes mucho cuidado ahí fuera.

New Beginnings
Judas Priest

Now at last my dream is real
I found peace
True love can heal
On the journey throughout time
A new beginning has arrived
At the crossroad of my life
This new love keeps me alive

I never knew that this could happen to me
So many lonely days and nights
I never knew that you were waiting for me
Hope was out of sight
And suddenly I see the future clearly
No longer living in the past
As I let go

Living the dream
Of my life
I was alone - no one in sight
[ New Beginnings lyrics from http://www.lyricsyoulove.com/ ]
This love - make me believe that you're the one
Never give up - our day has come

I never knew that this could happen to me
So many lonely days and nights
I never knew that you were waiting for me
Hope was out of sight
And suddenly I see the future clearly
No longer living in the past
As I let go

Living the dream
Of my Life
I was alone - no one in sight
This love I'll never throw it all away
Now that you're in my life to stay

domingo, agosto 30, 2009

Resacón en Las Vegas: La película del verano

Doug Billings (Justin Bartha) es un tipo que puede considerarse afortunado. En un par de días va a casarse con la chica de sus sueños, Tracy (Sasha Barrese), su suegro (Jeffrey Tambor) es un tipo entrañable que le presta su Mercedes de colección para la despedida de soltero y sus colegas le han preparado una noche de juerga y diversión en Las Vegas que esperan nunca olvidará. Phil (Bradley Cooper) es profesor de instituto por obligación, pícaro, golfo y lleno de recursos. Stu (Ed Helms) es un dentista con complejo de inferioridad profesional y atrapado en una relación sin futuro con un ogro que necesita mentir para poder salir con sus amigos. El último integrante de estos cuatro peculiares jinetes del apocalipsis juerguista es Alan, hermano de la novia, un tipo cuando menos peculiar que tiene órdenes de alejamiento sobre escuelas y salones recreativos y un catálogo interminable de manías y tics neuróticos.


Tras acomodarse en una suite de un hotel de lujo los cuatro suben a la azotea donde brindan por una noche que esperan que ninguno de ellos olvidará jamás. El plano sube al cielo nocturno de Las Vegas, la noche se acelera y se torna en día y un fundido en blanco ciega al espectador para devolverlo de nuevo al interior de la suite. Sillones quemados, decoración de fiesta desparramada por doquier, una gallina deambulando por los pasillos, un invitado especialmente fiero en el cuarto de baño y ni rastro del novio. Ese es el panorama con el que se encuentran Alan, Phil y Stu cuando se despiertan con una resaca horrible y curiosas secuelas de la que parece haber sido la noche de fiesta más salvaje y definitiva que ninguno había experimentado antes. Sólo hay dos problemas. El novio no aparece por ninguna parte y ninguno de ellos recuerda nada de la noche anterior.



Desde ese momento y hasta el final de la película asistimos a los esforzados intentos de los tres por recordar lo acontecido durante la noche y de esa forma localizar a un Doug cuya boda se aproxima inexorable en el tiempo. El desastre, la violencia sin sentido, los tipos estrafalarios, los tópicos de la ciudad del pecado y las situaciones más absurdas enfrentarán o unirán a unos colegas a la fuerza que se han metido en el lío de sus vidas.



Resacón en Las Vegas es la última comedia dirigida por Todd Phillips, todo un experto en estas lides que a lo largo de los años ha firmado  películas como Road Trip, Starsky y Hutch, Escuela de Pringados y Aquellas juergas universitarias. En todas ellas Phillips parte de los estereotipos y tópicos de las comedias para adolescentes, pero suele ir un paso más allá en cuanto a acidez e incorrección política en muchos de sus gags y planteamientos. En cualquier caso, ver una comedia de Phillips garantiza pasar un buen rato y echarse unas cuantas risas con situaciones de lo más disparatado, escatológico y surrealista, y esta Resacón en Las Vegas no se queda corta en nada de lo anteriormente mencionado.



A la profesionalidad y eficacia de Phillips a la hora de trabajar con un casting masculino de marcadas dotes cómicas, como en sus anteriores películas (Owen Wilson, Ben Stiller y Vince Vaughn en Starsky y Hutch; Luke Wilson, Vince Vaughn y Will Ferrell en Aquellas juergas...) se suma la eficacia de un guión perfecto, firmado por Jon Lucas y ScottMoore, redondo en cuanto a planteamiento, ejecución y remate de una situación sobradamente conocida por el espectador y sustentada por todos los tópicos habidos y por haber (lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, las bodas rápidas, el consumo de alcohol y drogas, las estripers, las salas de juego). La historia, que nunca juega al despiste y que ofrecerá respuestas a prácticamente todos los interrogantes planteados al espectador, va ofreciendo información de manera fluida y continua en una carrera contra reloj que culmina en un eufórico y trepidante clímax que me recordó -salvando las distancias- al brillante final de Uno, dos, tres de Billy Wilder, en el que también había boda final de por medio, por cierto.



La película juega sobre seguro en muchos aspectos. La exaltación de la camaradería masculina, la eufórica presentación de las fiestas salvajes de Las Vegas, lo inofensivo que resulta todo pese a lo negra que se presenta la situación en más de un momento -uno nunca teme por los protagonistas ni duda del resultado final de la expedición-. Es esa tranquilidad, esa energía y esa alegría la que se transmite a los espectadores, que disfrutan entre sonrisas y carcajadas de gags antológicos -todo lo relacionado con el "visitante" del aseo, el video de seguridad, la escena de la comisaría, el homenaje a Rain Man, las apariciones histriónicas del jugador oriental- y pasan un rato genuinamente divertido en las salas de cine. Precisamente esto, y gracias a un excepcional boca a boca -al que yo espero estar contribuyendo ahora mismo con estas líneas-, ha convertido a Resacón en Las Vegas en uno de los éxitos indiscutibles de un verano nefasto cinematográficamente hablando. Hacer que el espectador salga de una sala de cine con una sonrisa de oreja a oreja no tiene precio, y esta película, como pocas hoy día, lo consigue.

viernes, agosto 28, 2009

Commissionando CXIII: Casey Jones (II)

Repasando algunas de las viejas entradas dedicadas a las commissions, con vistas para dedicarle a la sección su correspondiente entrada del Baúl de Plissken, me he encontrado con un autor que quería revisitar, Casey Jones. Este caballero protagonizó nada menos que la segunda entrada dedicada a las commissions en este blog, allá por enero del 2006, y por aquel entonces apenas ilustraba el comentario de cada autor con un par de dibujos. En lugar de recuperar aquella entrada les recordaré el excelente trabajo de este dibujante todoterreno cuyos inicios precoces dieron paso a su colaboración en Marvel con series como Fantastic Four, Spiderman o Excalibur y a una larga temporada trabajando para la Disney. Como en tantas otras situaciones, en aquella época me puse en contacto intentando conseguir una commission suya, pero por obligaciones laborales no fue posible. A pesar de ello Casey Jones continúa asistiendo a convenciones yanquis y realizando allí los dibujos de convención y las commissions tan habituales en ese tipo de eventos. Antes de dar paso a la espectacular galería dedicada al dibujante, comentar que formó parte junto a Mike Wieringo, Wojtkiewicz, Scott Hampton, Richard Case y Jeff Parker del Artamus Studio.
Entrando ya en materia, los dibujos que he seleccionado de su amplia y variada galería de commissions no son sino una pequeña muestra del gran talento de este dibujante, del que me temo no conseguiré nunca una princesa Amidala tan espectacular como las que suele dibujar. Entre Príncipes Valientes, Chicas Halcón, Padmes, Mujeres Gato, Canarios Negros y retratos de grupo uno puede pasar un rato más que agradable sin pensar en calores, vueltas al curro y demás milongas que intentan amargarnos la existencia día a día. Casey siempre será el dibujante que se me escapó... Como siempre, os recomiendo que os deis una vuelta por su página web para disfrutar de muchos más dibujos, sketchs y páginas originales a la venta.
























miércoles, agosto 26, 2009

Sketch-busters CXXIV: Ramón F. Bachs (II)

MIra tú por dónde, hoy recupero un sketch pretérito, perteneciente al año 2001 y que supuso mi primera visita a Expocomic, celebrado por aquel entonces en el Museo del Ferrocarril de Madrid. Pese a las estrecheces del lugar y a la dificultad para transitar entre andenes y máquinas de ferrocarril antiguas, la magia que tenía el lugar, las exposiciones dedicadas a From Hell, y la presencia de autores como Chris Warner, John Cassaday o Eddie Campbell resultaron inolvidables para un servidor. Se trata, además, del único evento comiquero al que he asistido sin miss Sparks, y en aquella ocasión sólo Pep y un servidor fuimos los aventurados tras las líneas frikis en busca de las ansiadas dedicatorias. Hay unas cuantas anécdotas que hacen especialmente inolvidable aquel año, como el cocido con los amigos de Zaragoza y el posterior incidente con el disfraz de "Tony Stark" de uno de ellos, la candidez con la que afrontamos las sesiones de Campbell o Cassaday, de una tranquilidad y un civismo lamentablemente ausentes en los salones celebrados actualmente, el calor de la habitación del hotel, agobiante, las visitas a los Dunkin Donuts... La presencia de Ramón F. Bachs fue otro aliciente más. Conocía al autor de nuestro primer Salón de Barcelona, en el que Leti consiguió aquella simpática Harley Quinn, y yo tenía la espinita clavada. Ramón fue atentísimo en todo momento, firmó mi tomo de Manticore y me dibujó esta preciosidad de Chica. Algunos años después volveríamos a coincidir en las terrazas de Avilés, pero eso, como se suele decir, es otro post.

lunes, agosto 24, 2009

Lunes arrastrado

Así estoy transitando hoy por un comienzo de semana del que espero recuperarme... mañana. Cuando uno empieza la semana un tanto cansado, le aprietan las tuercas con fechas de entrega y  hace un calor de tres pares de narices la sensación de agotamiento se acrecienta hasta límites insostenibles. Con decirles que hasta ahora mismo no me he sentido persona... Esperen, sigo sin sentirme persona, más bien vegetal, pepino. O zanahoria. Cuando alcance el estado animal y me convierta en gusano ya será otra cosa. Permítanme este pequeño desvarío cómico para darme un respiro y comenzar ya la última semana de agosto. Se acercan las Jornadas de Avilés, se acerca el reboot de este su blog amigo, se acerca el fin de la jornada reducida, con tantos fines y comienzos uno casi espera un pequeño apocalipsis antes o después. Yo me apunto siempre que no sea un Apocalipsis Zombi.

De nuevo la tranquilidad será la norma dominante a lo largo de esta semana en la que aprovechando la relativa paz de la tebeosfera servidor recuperará una galería de commissions para la sección de El baúl..., les comentará la que para mí ha sido la película del verano -tras volver a verla el próximo miércoles si nada se tuerza- y dejaremos un sketch de colección por aquí tras una semana de impass. Como siempre, espero que disfruten y por lo menos encuentren algún dibujo o comentario de su agrado.

Para empezar la semana, y terminando con ese absurdo revival que he venido experimentando los últimos meses con la movida madchester y algunos de sus grupos más representativos, les dejo una canción del grupo Black Grape, que fue la solución de continuidad y a la vez improbable resurrección musical de Shaun Ryder tras la disolución de los Happy Mondays. Un grupo irreverente y agresivo, lleno de energía en el que Ryder volvía a hacer de niño malo de la escena británica y que nos dejó canciones como esta Kelly's Heroes en homenaje a Los violentos de Kelly, una de las películas más cínicas, amorales y divertidas que he visto en mi vida y que, por supuesto, se cuenta entre mis clásicos personales. Por cierto, que, en un fin de semana en que se ha estrenado en medio de una gran algarada publicitaria la última broma de Quentin Tarantino, Inglorious Basterds, casi apetece más revisar en sesión doble Dirty Dozen y Kelly's Heroes que asistir a diálogos interminables y bromas chuscas, pero no adelantaremos acontecimientos y esperaremos a septiembre para opinar. Que lo pasen ustedes de la mejor manera posible en la medida de sus obligaciones y posibilidades y que el final del verano, que ya llega, ya está ahí, no les suponga un excesivo transtorno. Sean ustedes buenos, malos o cínicos y vuelvan cuando gusten. Y recuerden: Vayan a por ellos antes de que ellos vayan a por ustedes.





Kelly's Heroes
Black Grape

Don’t talk to me about heroes
Most of these men sing like surfs
Jesus was a black man
No Jesus was Batman
No, no, no, no, not at all
That was Bruce Wayne

Who got the biggest
Who got the biggest
Who got the biggest brain
For a year I did bang her
And Dennis sleeps fucked off
He’ll surface again

Don’t talk to me about heroes
Most of these men sing like Surfs
Don’t talk to me about your big big heroes
Most of these men sing like surfs

He never a sad man
Or so call mean bad man
Or that’s just down to the strain
Well he hand out fish man
With his centred parted sun tan
Then cut all the lame

Who got the biggest
Who got the biggest
Who got the richest brain
Jesus was a black man
No Jesus was Batman
No, no, no, no, fuck
That was Bruce Wayne

Don’t talk to me about heroes
Most of these men sing like Surfs
Don’t talk to me about your big big heroes
Most of these men sing like surfs

We lead double lives
We deal in sex and beautiful women
[Whispered] Contemplating

Don’t talk to me about heroes
Most of these men sing like Surfs
Don’t talk to me about your big big heroes

Most of these men sing like surfs

sábado, agosto 22, 2009

El baúl de Plissken: Liberémonos Nosotros Tres

-Si hay algo que me gusta de esta sección veraniega motivada a partes iguales por mi pereza y la relativa tranquilidad de los meses estivales en cuanto a visitas se refiere, es rebuscar entre el material publicado a lo largo de los años en el blog y volver a recordar viejas lecturas con las que disfruté enormemente. Este es el caso del tebeo de hoy, WE3, un comic de Grant Morrison y Frank Quitely verdaderamente recuperable y que pienso releer al hilo de esta recuperación. No he retocado el texto original -publicado en enero de 2006- y en el que se nota aún cierta bisoñez a la hora de elaborar una reseña y de maquetar las imágenes. Lo que sí he hecho es buscar las portadas a un tamaño mayor para poder disfrutar mejor del brutal contraste buscado por los autores entre la vida original de los animales protagonistas del tebeo y su cruda realidad. No sé cómo habrá aguantado el paso del tiempo el tebeo, pero lo recuerdo divertido y emocionante, visceral -con algunas escenas de violencia verdaderamente difíciles de aguantar mostradas de forma totalmente explícita- y con uno de los momentos que más me han hecho vibrar leyendo un comic, protagonizado, cómo no, por el arisco Tinker, que en mi casa habría sido un gato gordo, querido y feliz y aquí por un quítame allá esos experimentos genéticos y esos programas ultrasecretos gubernamentales de desarrollo de armas biológicas se ve convertido en una suerte de ninja felino extremadamente letal. Si no lo han leído, no duden en gastarse los 10 euros del tomo, porque lo merece muy mucho.-


Mucho tiempo llevaba esperando este comic. Estuve a punto de comprarme el paperback yanqui, justo cuando vi el avance de novedades de Planeta. Mejor, en castellano para pillarlo todo. Compra obligada, y una de las primeras novedades de Expocomic en caer (¡Gracias Nacho!). Leído en el tren de vuelta en un ratín. Emocionante, divertido, espectacular. Ni más ni menos que lo que esperaba. Me explicaré un poco mejor.


La serie limitada consta de tres números, en los que seguimos las peripecias de tres mascotas modificadas a nivel biomecánicogenético para ser las máquinas de matar perfectas. Enfundadas en sofisticadas armaduras repletas de armas los animalillos son la punta de lanza de uno de esos proyectos militares supersecretos que no buscan acabar con la guerra, sino perpetuarla a costa del sufrimiento de "seres inferiores". Tras un test de prueba donde conocemos a 1, 2 y 3 y a su enlace humano directo, los sucesos se precipitan cuando el impulsor político del proyecto decide cancelar esa primera fase para evitar mala prensa. Los experimentos seguirán, pero con especímenes más apropiados y que despierten menos compasión a primera vista que la que ofrecen el perro (Bandit), el gato (Tinker) y el conejo (Pirate). O sea, perros de presa, simios, etc. Ante la poco halagüeña perspectiva de ser "dormidos" los animales, no sin ayuda humana, consiguen escapar del complejo y emprender una huida desesperada hacia la libertad y hacia una quimera a la que llamar hogar. Hasta aquí puedo -y quiero- leer, porque en el transcurso de lo que queda de historia son algunas las sorpresas que depara la acción hasta su conclusión.


La reseña del libro nos habla de un cruce entre "Regreso a casa" y "Terminator", pero creo que el precedente literario directo de este We3 vendría a ser el libro de Dean R. Koontz "Víctimas", con el que guarda no pocos e importantes puntos en común. Proyecto gubernamental que experimenta con animales para su uso militar, huida de éstos y posterior persecución por parte de agentes del gobierno, enfrentamiento entre el animal bueno (perro perdiguero) y el malo (babuino), humanos que deciden ayudar aún a riesgo de su propia vida... Otra coincidencia aún por materializar sería la de una posible adaptación cinematográfica de We3, esperemos que superior a ese Proyecto Terror protagonizado por un Corey Haim ya casi post adolescente. Original, original no es la historia, pero como en tantas otras cosas (que se lo digan por ejemplo a Shyamalan, al que adoro como cineasta) a veces importa más cómo cuentas una historia trillada y mil veces vista -dotándola de un nuevo punto de vista narrativo o de aspectos atractivos visualmente- que la hagan interesante, que la originalidad intrínseca de un relato que esté narrado de forma ramplona o sosa. Resulta obvio decir que la conjunción de ambos aspectos constituye ese ideal de Arte con mayúsculas al que todos aspiramos, ideal del que esta obra huye creo que deliberadamente para ofrecer una historia de entretenimiento pero que a la vez contiene elementos que inducen a la reflexión. Nada mejor que las propias portadas para introducirnos de lleno en el salvajismo y la crueldad que los experimentos han infligido, no sólo en los propios animales, torturados en "beneficio" de la ciencia, sino de sus apenados ¿dueños? ¿amigos?, que en los carteles de búsqueda definen a los animales que eran, un tanto diferentes de aquello en que los han convertido.


Grant Morrison, el escocés loco chamán del caos, uno de los más brillantes guionistas de la actualidad, me recuerda a aquella historia de Sandman donde un escritor que retenía a la musa Calíope era castigado con un torrente ilimitado e irrefrenable de historias que le llevaban a la locura. Este tipo chorrea imaginación por los cuatro costados, y cuando consigue domar el toro de su propia mente es capaz de ofrecer maravillas como Animal Man, JLA, Los Invisibles o la Doom Patrol... Es cuando su mente desborda diez conceptos absurdos e irreales por viñeta, a veces incluso por bocadillo, cuando algunas de sus historias se me atragantan: algunos arcos de Los Invisibles, The Filth, la etapa final de la Doom Patrol. Dentro del mainstream se ha demostrado también como un gran profesional con obras que van de lo sobresaliente (New X-Men) a lo brillante (su épica JLA aún no ha sido superada) o magistral (sólo he podido leer el primer número de Superman All-Star y aún no me he quitado de encima la sensación de maravilla y de alegría, de descubrir de nuevo lo grande que es el personaje y su universo propio).


De Quitely poco puedo decir. Sus lápices son rotundos, majestuosos; su narrativa precisa y su composición de página proporcionan un ritmo de lectura claro. La minuciosidad en el detalle llega en esta serie hasta extremos repugnantes, como el retrato pormenorizado de las heridas que 1,2 y 3 causan a sus perseguidores (hablamos de globos oculares explotando, uñas y dientes atravesados, evisceraciones, en fin, un poema de la masacre). Parece mentira el grado de realismo alcanzado en algunas viñetas y el logro de dotar de personalidad a cada animal por los rasgos faciales, más allá de las parcas comunicaciones verbales, casi mecánicas, con las que se comunican entre ellos. Haciendo un símil con los X-Men, para mí Bandit sería Cíclope, Tinker Lobezno y Pirate... ¿Coloso? Acepto nuevas comparaciones o rectificaciones. En resumen, uno de los comics más divertidos que he podido leer recientemente; emotivo en ocasiones y vibrante en una resolución que casi me hizo saltar del asiento.


jueves, agosto 20, 2009

Muertos como yo. La película: Vida -o algo parecido- después de la Muerte

Cuando una persona está en trance de morir, su alma va a experimentar una agonía indescriptible y una desorientación absoluta que dificultará su tránsito hacia la Otra Vida, un camino señalado por luces. Para facilitar el tránsito de esas almas en pena hay un cuerpo de funcionarios celestiales conocidos como los Aparecidos, seres que, aunque muertos, permanecen en la Tierra para cumplir su cometido por décadas o siglos, hasta que a ellos mismos les llegue el turno de seguir su luz y abandonar su rutinaria y peculiar vida. Una de esas aparecidas es Georgia 'George' Lass (Ellen Muth), y su vida está a punto de cambiar al aroma de unos gofres quemados.


El grupo de aparecidos al que pertenece Georgia está encargado de rescatar las almas de aquellos que sufren muertes violentas, ya sean accidentes provocados por los malignos duendecillos conocidos como gravellings, suicidios o asesinatos. Es un campo ciertamente ingrato y que puede dar pie a situaciones chocantes que deben manejar con sumo cuidado. Junto a Georgia encontramos a Mason -Callum Blue- (un capullo ególatra que se taladró la cabeza en los 60 mientras iba flipado de modales algo bruscos pero gran fondo), Roxie -Jasmine Guy- (una policía de muy malas pulgas pero extremada experiencia y eficacia en su labor) y Daisy -Sarah Wynter- (actriz de reparto que realizaba sus castings de rodillas en los años 30, que llegó a chupársela a Errol Flinn y cuyo mayor logró artístico fue morir en el set de rodaje de Lo que el viento se llevó). Todos ellos acuden cada mañana a la Casa del Gofre para desayunar junto a Rube (Mandy Patinkin), su supervisor, y recibir las labores del día. Lamentablemente para ellos, cuando la Casa del Gofre amanece quemada, todo cambia para siempre.


Recogidos por una lujosa limusina y conducidos hasta un restaurante de lujo, Georgia y compañía conocen al petulante Cameron Kane (Henry Ian Cusick), un broker que saltó desde una de las Torres Gemelas el 11 S y que ha sustituido a un Rube que ha recibido sus luces sin avisar a su grupo. Tras el desconcierto inicial y la desconfianza natural hacia su nuevo supervisor, los Aparecidos entran de lleno en el siglo XXI, recibiendo móviles de última generación para obtener sus objetivos, sustituyendo a los tradicionales postits de Rube. Las reticencias parecen cobrar cuerpo cuando las indicaciones de Cameron comienzan a convertirse en ineficaces, y su labor de líder y consejero resulta algo errática y relajada. Hay algo podrido en la entrevida, y será Georgia Lass la encargada de solucionar un entuerto que puede provocar millones de muertes.


La serie Muertos como yo constó de dos temporadas en las que se planteaba un escenario rico y lleno de posibilidades que, lamentablemente, quedó en el limbo por culpa de la cancelación de la serie, a la que no se le dio un final satisfactorio, sino un simple punto y seguido. Hace unos años dejaba una breve reseña de la misma, y el año pasado recuperé en El baúl... esa critiquilla, avanzando la realizando de esta película distribuida directamente al mercado doméstico en la que se trataba de cerrar alguno de los cabos sueltos dejados en la serie. La película cuenta con el guión de Stephen Godchaux y de John Masius (productor de la serie original y guionista de algunos de sus capítulos respectivamente), y se nota el conocimiento del background previo en cuanto a personajes, tics y situaciones. Prácticamente todos los personajes principales y secundarios de la serie hacen acto de presencia, salvo el desaparecido Rube y una Daisy encarnada por otra actriz debido a compromisos de mi adorada Laura Harris.


Se mantiene la estructura canónica de los episodios de la serie: desayuno, encargos, búsqueda de las víctimas, luces, problemas personales de los Aparecidos en el ámbito laboral -Happy Time- y familiar -en este caso la madre y la hermana menor de Georgia, interpretadas por Cynthia Stevenson y Britt McKillip retomando sus papeles seis años después-. Nos encontramos más que con un producto con ánimo de explotar una franquicia, con una pequeña película rodada por una panda de amigos y dirigida a un fiel y relativamente escaso grupo de espectadores devotos que demandaban la continuación de las aventuras de Georgia y los Aparecidos y que querían volver a compartir los pensamientos sobre la vida y la muerte, lo divino y lo humano, de la insegura Georgia Lass y sus particulares andanzas. El encargado de dirigir la producción es el veterano Stephen Herek, un tipo curioso que empezó en la serie B (Critters), se pasó a la serie A familiar (Los tres mosqueteros), intentó el cine personal (Profesor Holland), sucumbió a producciones infantiles (101 dálmatas) y acabó convirtiéndose en un director competente pero sin personalidad capaz de filmar Rock Star o El joven McGyver sin torcer el gesto. Resulta de agradecer que haya mantenido el tono y el estilo de Muertos como yo, acelerando la imagen o congelándola para acentuar el efecto dramático de las reflexiones de Georgia.


Precisamente el mayor defecto que arrastra Muertos como yo. La película es su carácter de epílogo de la serie. Pese a contar con un prólogo narrado en forma de comic que pone al espectador más o menos al día, son tantas las referencias a la serie y los secundarios empleados de manera recurrente que en alguna ocasión hasta servidor se vio sorprendido. Tenemos de vuelta a Crysta, Dolores y sus gatos en la oficina de Happy Time, las vivencias agridulces de Joy y Reggie Lass, las cuales seis años después de la muerte de su hija y hermana siguen sufriendo en silencio y no siempre compartiendo ese dolor, los tics arrogantes de Mason o los devaneos de una Daisy Adair siempre más inocente y frágil de lo que sus actos frívolos sugieren. Hasta los Aparecidos infantiles regresan haciendo su trabajo en una bonita escena. Lo malo es que cerrar todas esas historias personales deja de lado la labor de pastores de almas que ejercían en la serie, y el trabajo de Aparecido es apenas una anécdota en el film, que eso sí, ofrece un par de emotivos momentos cuando los fallecidos ven las luces con la forma de su deseo más intenso. Igualmente la trama carece de un argumento consistente, y en alguna ocasión, y pese al escaso metraje -80 minutos, el equivalente a dos capítulos- uno tiene la sensación de que no había intención real de contar una historia sino de recuperar a unos personajes que muchos echábamos verdaderamente de menos. Con todo, y como seguidor de la serie, la película se disfruta como un epílogo en forma de capítulo doble que despide definitivamente a los Aparecidos y que, al mismo tiempo, les ofrece un nuevo punto de partida. Por si acaso.

martes, agosto 18, 2009

Galería de originales LI: Paul Gulacy (III)

Y aquí está la tercera página de Paul Gulacy perteneciente al tríptico que sigue sin colgar en mis paredes pero que atesoro en sus correspondientes carpetas. Página de transición, lo más destacable es la presencia de esos bizarros y adorables extraterrestres metamorfos de coco peludo que se comportan de forma tan desagradable en nuestro invadido planeta, más o menos como ingleses de farra en Benidorm o Mallorca. Tampoco resulta desdeñable el panorama desolador en que está convirtiéndose nuestro planeta, terraformado por los alienígenas, o sus naves similares a erizos de mar rocosos. Por último, aquí aparece la famosa viñeta de la vaquera Debbie que me volvió turulato con catorce años, y es que si hay algo de Paul Gulacy que me gusta con locura es el modo en que dibuja a las mujeres, un estilo peculiar e intransferible de ojos enormes y labios marcados pero que para mí funciona ya se trate de Valkyria, Catwoman o las amazonas de Slash Maraud. Y con esto cerramos el ala de Paul Gulacy, espero que haya sido de su agrado. Por cierto, la culpa de mi ansiedad por poseer un tríptico,  de una colección que adoro y encima de un dibujante que me encanta, la tiene aquel articulillo que apareció en uno de los primeros correos del Batman de Zinco, que hablaba a partes iguales de la necesidad de coleccionar tebeos y del naciente vicio de coleccionar originales, y que recuperé años ha para este blog.


lunes, agosto 17, 2009

Lunes de regreso

Por lo menos de reincorporación laboral, ya que por este mundo virtual servidor ha seguido y seguirá presente, por lo menos al ritmo pausado y tranquilo que he venido manteniendo a lo largo de las últimas semanas. A donde sí he vuelto hoy tras 25 días de descanso relativo es a mi puesto de trabajo, donde me esperaba una montaña de ídem pendiente que habrá que sacar antes de fin de mes, con lo que la tranquilidad habitual del mes de agosto se ha ido a tomar viento. Por lo menos la escasa presencia de alumnos y trabajadores en la universidad permite desayunar tranquilamente y visitar a nuestros peludos amigos sin levantar miradas de sorna ni provocar comentarios maledicentes. Si algo ha merecido la pena de esa vuelta al curro ha sido, por un lado reencontrarme con algunos colegas a los que ya echaba de menos, y por otro comprobar que nuestra familia de cadetes jedi felinos se encontraba en buenas condiciones y no se había olvidado de nosotros. Como comprobarán ustedes por las dos instantáneas que acompañan a este párrafo, la familia bien, gracias.



Lo más duro de todo es volver a la normalidad después de disfrutar de las fiestas de Elche, fiestas que cada año son noticia nacional por la celebración de la Alborada o Nit de l'Albá y su famosa guerra de carretillas, y por la representación del Misteri d'Elx, una pieza de teatro sacro medieval que congrega cada año a miles de personas en la basílica de Santa María para disfrutar de un espectáculo realmente impresionante. Dado que soy un tanto profano y poco aguerrido mi participación en esos eventos se limita a la Alborada, y como cada año hago un tanto el payasete con fuegos artificiales que hasta un niño podría manejar.






Centrándonos ya en este vuestro blog, pues me permitiréis que esta semana siga con el baúl de Plissken, recupere un nuevo sketch, bucee en mi colección de originales para encontrar algo decente que mostraros y si mi pereza natural y el Killzone 2 lo permiten os hable de una peli que avancé hace ya un par de años y que he visto hace sólo unos días. Y ya que estamos, habréis notado que en el lateral hay un relojito con una cuenta atrás hacia el cuarto aniversario del blog. La verdad es que el año pasado me pilló por sorpresa, pero este he decidido lanzar la casa por la ventana -bueno, dentro de mi modesto nivel, claro- y celebrarlo con un par de novedades que espero os gusten.

Para terminar el post y empezar la semana, una canción de los Lunes Felices que habla de unas vacaciones un tanto psicotrópicas dignas del mejor hooligan que visite Ibiza año tras año. Dado que últimamente no me quito al grupo de la cabeza pese a que no comparta al cien por cien su filosofía autodestructiva y que, aunque no sean un prodigio musical, Shaun Ryder, Bez y compañía me hacen bailar con sólo escuchar los primeros sones de varias canciones suyas, pues he decidido empezar con el tema Vacaciones la semana en la que servidor termina oficialmente las suyas, al menos por el momento. Sean ustedes buenos y tengan mucho cuidado ahí fuera...

Holiday
Happy Mondays

Holiday
Holiday

Hold it here boy is that your bag
In a small sneak and you've just been had
Is that your scene bin, been what have I seen
Well take a seat, feet, get your feet a seat

Put circle round this this and a circle round that
You put one in the front, and one in the back
Would you show it to your mother or share it with another
Slow down bitch
Oh bitch slow down

I'm so good, I'm so good, I'm so good, man i've been so good
I'm so nice, I'm so nice, I'm so nice, man i'm so nice

Holiday
Holiday

I'm here to harass you, I want your pills and your grass you
You don't look first class you
Let me look up your ass you
I smell dope, I smell dope, I smell dope, I am smelling dope
I smell dope, I smell dope, I smell dope, I am smelling dope
Holiday
We're so good, We're so good, We're so good, man we've never been so good

domingo, agosto 16, 2009

Sketch-busters CXXIII: Charlie Adlard (II)

Parece que Charlie Adlard sea una presencia fija en este vuestro blog amigo, y casi con un año de diferencia desde el 2006 ha venido apareciendo por aquí ya sea a causa de su visita a las Jornadas de Aviles del año 2006, de un original repleto de zombis para Los muertos vivientes o del dibujo de Rick Zombie que consiguera Leti Sparks en el transcurso de aquellas Jornadas. Servidor también tuvo la suerte de conseguir un dibujo de Charlie Adlard en aquella ocasión, y la opción elegida por mí fue la de Tyrese, uno de mis personajes favoritos y uno de los tipos más duros de matar que ha habido en la serie. Tuve ganas de poner este sketch cuando acabé de leer el último tomo de la serie publicado en España, pero la verdad es que tampoco tenía demasiado ánimo. Nacidos para sufrir puede que sea el tebeo de género que más me ha impactado nunca, y he leído unos cuantos, tanto es así que releí de nuevo la colección enterita para confirmar ese impacto o diluirlo pasada la sorpresa inicial. Nada. Kirkman y Adlard encajaron un directo en la boca del estómago de todos los lectores que siguen una de las series más interesantes de la actualidad. Eso sí, rogaría que nadie soltara espoilers ni indirectas en los comentarios. Ya soy bastante conocido entre los amigos como spoiler man como para alimentar todavía más mi fama como revienta argumentos.

Por cierto, Pep me ha soplado mientras escribía el post que hay un proyecto en firme para adaptar Los muertos vivientes a formato televisivo y con Frank Darabont al frente del proyecto. Con que aplique la mitad de clasicismo y dureza que derrochó en La Niebla nos podemos dar por satisfechos a nivel artístico.


viernes, agosto 14, 2009

El baúl de Plissken: Rocky Balboa. Que tus puños sean bombas

Hace unos días se hacía público que el actor y director Sylvester Stallone había sido premiado con el Jaeger-LeCoultre Glory to the Filmmaker Award que le sería entregado en el marco de la 66ª edición de la Mostra de Venezia. Las reacciones han sido variopintas: desde ofrecer la noticia con la ceja enarcada y la sonrisa de sorna mientras detrás del presentador aparecía el cartel de Cobra hasta bromitas exageradas en las que sólo se destaca la faceta de Stallone como actor de acción. Nada más lejos de la realidad, y a lo largo de sus treinta años de trabajo en la industria del cine, la carrera de Stallone ha pasado por altibajos, ha recibido premios, ha caído en baches infectos marcados por la coyuntura socio-política de su país, y finalmente ha resurgido cual ave fénix de sus cenizas para reclamar su puesto como actor solvente -pese a sus limitaciones- y como director con estilo y personalidad propios. Hace dos años se estrenaba esta Rocky Balboa, la última entrega centrada en la historia del boxeador hecho a sí mismo a base de esfuerzo, tesón y valentía. Si uno ve esta película que ronda las dos horas y luego sólo recuerda los cinco minutos de boxeo finales es su problema. Stallone refleja en su trasunto Rocky el vivir de rentas, el recordar un pasado que estuvo lleno de gloria y del que ahora es sólo un pálido reflejo, la devoción por los seres queridos que ya no están a nuestro lado -si a alguien no le emociona la escena de la fotografía de Adrian es un jodido cyborg-, el cariño por la familia y la entrega a los amigos que, por muy cafres y canallas que sean, han sido eso, amigos. Esta película cierra un díptico excepcional junto con Rocky y no obvia, pero sí minimiza, el impacto coyuntural de unas secuelas exigidas por la industria y el público que fueron perdiendo calidad conforme aumentaba el numeral que acompañaba al nombre del boxeador. Rocky no es el enfrentamiento a ostia limpia con Clubber Lang (Mr. T) o la glorificación reaganiana de la pírrica victoria estadounidense en la guerra fría ejemplificada en el combate con Ivan Drago (Dolph Lundgren). Rocky es la historia de un perdedor que un día le regaló un cachorro a la hermana de su mejor amigo y que años después, muchos años después, recorrió junto a él los viejos lugares que marcaron la relación con su verdadero amor. Sólo por estas dos películas Sylvester Stallone ya merecería sobradamente el premio de marras. Ahí queda eso, señores. Por cierto, y remedando las palabras de otro boxeador destinado al fracaso que se obstinó en ganar aun a costa de su propia vida, esta va por ti, Pep.

En el año 1976 una película de pequeño presupuesto, protagonizada -y escrita- por un actor desconocido y centrada en la vida de un púgil en los suburbios de Philadelphia sorprendía a propios y extraños. Protagonizada por personajes claramente marginales en busca de un lugar en el mundo donde sentirse realizados y queridos, los retratos desarrollados por Stallone eran bastante complejos en su patetismo cotidiano. Así, la película se centraba en el cobrador de deudas Rocky Balboa, un tipo simple y honesto -a pesar de su ocupación- cuyo sueño es alcanzar la gloria pugilística sobre los rings de segunda, y que para ello se machaca en viejos y destartalados gimnasios regentados por viejas glorias como Mickey. Rocky sentirá una fuerte atracción por Adrian, la tímida -casi autista- solterona dependienta de una tienda de mascotas, que vive con su malhablado y grosero hermano Poli, empleado en el matadero. La oportunidad de oro surgirá en forma de un combate con Apollo Creed, soberbio campeón que sufrirá para ganar a Balboa a los puntos tras quince asaltos brutales para ambos. Decir que la fanfarria de Bill Conti está entre las diez melodías más reconocibles de la historia del cine es una obviedad, al igual que afirmar que escenas como la del ascenso de las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia o el boxeador machacado con los brazos en alto llamando a gritos a Adrian forman parte de los grandes momentos de la historia del cine.

Rocky supuso un éxito de público y de crítica inesperado (avalado por tres oscars -dirección, montaje y película- y un globo de oro a la mejor película dramática), el encumbramiento al estrellato de su protagonista y el nacimiento de un icono cinematográfico, el del boxeado italoamericano Rocky Balboa que logra a base de esfuerzo, tesón e ilusión alcanzar su "sueño americano". Hasta cuatro secuelas (todas ellas escritas y dirigidas por Stallone, salvo Rocky V que contó con el retorno de John G. Avildsen a la silla de director) vieron la luz entre 1979 y 1990, menguando en calidad progresivamente, sobretodo de las dos últimas, siendo Rocky IV hija de los últimos tiempos de la guerra fría y del conservadurismo de la era Reagan y Rocky V un intento de adaptar la franquicia a los nuevos tiempos (canciones rap, inclusión de elementos teen en el argumento). El público dio la espalda a Balboa, y a Sylvester Stallone le quedó la espinita clavada de que el Potro Italiano no tuviese una despedida fílmica digna, así que maduró un proyecto que nos llega dieciséis años después.

Adrian lleva muerta cuatro años. Visitando su tumba en el aniversario de su fallecimiento está un Rocky Balboa sentado y melancólico y un impaciente Paulie. Tras dejar la silla convenientemente escondida (en un sólo detalle se nos revela el pragmatismo del personaje y la añoranza por la esposa ausente plasmada en lo frecuente de sus visitas) Rocky marcha a su pequeño restaurante de comida italiana (cocinada por hispanos) donde ameniza a los comensales con anécdotas de sus viejos combates. La sombra de su hijo, que no ha ido al cementerio ni al restaurante, ni al tour por todos los lugares que significaron algo en la relación para Adrian, es una sombra que entristece aún más al melancólico Balboa. Una recreación virtual de un combate entre el Balboa de treinta años y el campeón actual, Mason Dixon (puesto en la picota por la facilidad con la que gana a sus contrincantes) da la victoria a Rocky. Inmediatamente los agentes de publicidad de Dixon huelen la audiencia y los ingresos y ofrecerán a Rocky la posibilidad de un combate de exhibición en Las Vegas, un combate que, como siempre, Rocky llevará a la distancia corta y a la resistencia, hasta el final.

Todos los elementos que hicieron de Rocky una excelente película están presentes en la despedida cinematográfica del púgil más famoso de la historia del cine (con permiso de Toro Salvaje). El tono crepuscular de unos personajes sobradamente conocidos para los seguidores de la saga se acentúa por la sensación de melancolía y ausencia, por la añoranza de unos tiempos de gloria pasados que difícilmente podrían repetirse. Las visitas a la tumba y a los lugares que frecuentaron Adrian y Rocky suponen el brutal contrapunto entre lo que fue y lo que es: la antaño vital tienda de mascotas es ahora una tienducha sucia, la pista de patinaje un solar lleno de escombros, el gimnasio en el que se entrenara tan duramente durante años abandonado... En la rememoración de ese tiempo y de esos acontecimientos también surgirá la pena de Paulie por el modo en que trataba a su hermana. Antes de que Rocky se calce los guantes de nuevo Stallone se permite ese homenaje sentido y sincero a todo lo bueno que sus personajes vivieron con los años. A partir de ahí, los intentos de reconducir la relación con su hijo y de entablar amistad con Marie serán los acicates que ayudarán a Rocky a reverdecer viejos laureles.


La anécdota argumental es tan sencilla como eficaz, y el único objetivo es volver a subir a Rocky a un ring. El personaje de Dixon, muy bien tratado, es otro luchador cuya calidad y fuerza le colocan tan por encima de sus rivales que la facilidad de sus victorias provoca silbidos entre los espectadores. El hecho de no convertir a Dixon en una bestia, en el "malo" de la función es todo un acierto, y de esa forma, estamos ante dos caras de una misma moneda, ante dos púgiles que son muy parecidos, pero que se hallan en dos momentos bien distintos de su carrera: el uno en la plenitud de sus faculdes físicas y en la cima de su carrera; el otro derrotado por la edad y la vida y retirado tiempo ha, rodeado de los recuerdos de sus viejas victorias (divertido y patético a la vez ese viejo boxeador al que noqueara años atrás y al que Rocky invita a cenar a diario). Ambos vuelven a sus raíces, al esfuerzo, a los viejos preparadores, "a la vieja escuela".



Decir que la película está llena de momentos que me encogieron el estómago es decir poco. La película es un regalo para los que disfrutamos durante años con las aventuras fílmicas de este italiano cabezota y honesto. Las escenas del cementerio, la forma en que la gente de Philadelphia para a Rocky para saludarle, la anécdota del viejo púgil Spider, el perro salvado de la perrera (que subirá las escaleras con Rocky al son de las trompetas de Bill Conti), la foto de Adrian que Marie le entrega a Rocky antes del combate, la rabia y el dolor interior del boxeador, plasmados en esa "bestia del sotano", el beso que Paulie -el viejo Paulie- da a su amigo antes de salir al ring, el choque generacional plasmado en la elección de canciones antes de la pelea (Sinatra versus Three 6 Mafia), el plano del boxeador, tras la pelea, estrechando la mano de un espectador anónimo, la verdadera despedida del personaje, el agradecimiento de Stallone a un público que durante años le fue fiel disfrutando con sus películas.

Me quedo corto, muy corto con estas líneas. Decir que disfruté como un cosaco con la película es lo mismo que decir que lo de abajo es una caricia de enamorados.


Finalmente, los créditos son -aún- otra agradable sorpresa: al son de Gonna Fly Now personajes de toda raza, sexo y condición suben las escaleres del Museo de Arte de Philadelphia e imitan al mito cinematográfico en el que es su gesto más reconocible. Alzan los puños al cielo en señal de superación, de triunfo, en otro divertido homenaje, el último antes de que un fotograma congelado nos diga definitivamente adios desde 1976. Treinta años después Rocky nos dice adiós para siempre.

miércoles, agosto 12, 2009

Commissionando personalmente XXI: Neal Adams

La sensación que me produce este dibujo es verdaderamente encontrada. Está justo a medio camino entre el sketch de convención, la commission forzosa y el atraco, y a pesar de todo ello, es un dibujo de uno de los artistas de referencia del comic norteamericano del último tercio de siglo XX y uno de mis dibujantes predilectos gracias a su trabajo en series como X-Men, Green Lantern/Green Arrow, Deadman o a su redefinición del personaje Batman en aquella vuelta a la oscuridad y al tenebrismo. Me refiero, cómo no, a Neal Adams, un artista visionario, luchador incansable a favor de los derechos de autor para los dibujantes y hombre con peculiares ideas sobre el cosmos que visitó España como uno de los cabezas de cartel de Expocomic en al año 2004. La expectación fue máxima, dada la relevancia del autor, y los aficionados montamos colas kilométricas para sus sesiones de firmas, que Neal Adams realizaba en un improvisado stand apartado del resto de invitados. Al parecer empezó la convención al estilo europeo, esto es, firmando y realizando dibujos de forma gratuita para los aficionados, pero vaya usted a saber en qué parte de la jornada del sábado se le cruzaron los cables y decidió que ya estaba bien de regalar su arte y su tiempo. En la sesión de firmas del domingo, a la que asistimos, sólo firmaba un par de tebeos por persona, y a partir del tercer comic cobraba un euro por tebeo firmado. En el caso de los dibujos, aplicó tarificación de convención yanqui. Estando en la cola, a dos metros del dibujante y con el dinero en el bolsillo, pues decidí tirar para adelante. Llegados frente a Neal opté por pedir un Hal Jordan, personaje en aquel entonces muerto en la más absoluta ignominia editorial y del que Neal había pedido en varias ocasiones una recuperación a la altura del personaje. Para realizar los dibujos Adams llevaba su propio bloc tamaño A3, que procedio a doblar y a cortar a mano él mismo. Si se trata de un dibujo realizado de forma gratuita uno se calla y da las gracias. Cuando has pagado por un dibujo esperas que por lo menos te lo den en buen papel y de la forma más correcta posible, y aquí entra el gran Steve "The Dude" Rude que también realizó commissions en Madrid -además de dibujos gratuitos, para que el público escogiera su opción- y todas ellas fueron verdaderas maravillas. Sensación agridulce, ya que poseo este Green Lantern de Neal Adams, pero la discriminación aleatoria y las formas, con los años, me han ido dejando cierto poso desagradable que restan cariño y orgullo por el sketch-commission. Tanto es así que ni siquiera lo tenía escaneado, he tenido que hacerlo ex profeso para este post, así que, en el día más brillante, en la noche más oscura...





lunes, agosto 10, 2009

Más lunes como este

En los que no haya que madrugar, en los que sólo haya tranquilidad, ocio y colegas en el horizonte, en los que la palabra horario no existe y es sustituida por la palabra fiesta... Pero en todo lo bueno servidor ve lo malo, y el caso es que este es mi último lunes de vacaciones. Además, después de las siempre intensas fiestas patronales ilicitanas nos reincorporaremos el próximo lunes y ya de tirón hasta la segunda semana de septiembre. En fins, el que no se consuela es porque no quiere, y mejor que vaya gestionando ya mi depresión postvacacional, porque si no la cosa va a ser especialmente dura.

Por lo que se refiere a este su blog amigo, comprobarían la semana pasada que recuperé la sección estival del Baúl de Plissken, con la que repaso algunas entradas viejunas. Esta semanita tendremos además los habituales dibujos y galería de commissions, y espero poder dejar unas lineas sobre el final de Prison Break. C0mo suele ser habitual, en verano aprovechamos para finiquitar temporadas completas y ahora mismo andamos en el proceso de ver House, Life on Mars, Doctor Who y Fringe, más o menos por ese orden. Como siempre, cualquier post puede aparecer de debajo de las piedras de mi rocosa imaginación en cualquier momento y alterar estos frágiles planes editoriales, pero por el momento dejo la cosa así.

Para amenizar el lunes he escogido un tema de la banda sonora original de El club de los cinco, a modo de homenaje al recientemente fallecido John Hughes. Siendo una de las canciones que me produce más sensaciones de melancolía por una época ya pasada, casi no me creo que no apareciera antes por esta sección. Un himno generacional que el grupo irlandés Simple Minds grabó por encargo para la banda sonora, tras una reescritura casi instantánea de la partitura para adaptarla mejor a su estilo, y que ya es una canción que muchos asociamos a la película, a Futurama, a los viejos amigos... Letra y un par de videos para que empiecen la semana recordando a un viejo compañero o a un antiguo amigo al que no ven desde hace años. Sean ustedes buenos, y háganme caso: vayan a por ellos antes de que ellos vayan a por ustedes.

Don't you forget about me
Simple Minds


Hey, hey, hey ,hey
Ohhh...

Won't you come see about me?
I'll be alone, dancing you know it baby

Tell me your troubles and doubts
Giving me everything inside and out and
Love's strange so real in the dark
Think of the tender things that we were working on

Slow change may pull us apart
When the light gets into your heart, baby

Don't You Forget About Me
Don't Don't Don't Don't
Don't You Forget About Me

Will you stand above me?
Look my way, never love me
Rain keeps falling, rain keeps falling
Down, down, down

Will you recognise me?
Call my name or walk on by
Rain keeps falling, rain keeps falling
Down, down, down, down

Hey, hey, hey, hey
Ohhhh.....

Don't you try to pretend
It's my feeling we'll win in the end
I won't harm you or touch your defenses
Vanity and security

Don't you forget about me
I'll be alone, dancing you know it baby
Going to take you apart
I'll put us back together at heart, baby

Don't You Forget About Me
Don't Don't Don't Don't
Don't You Forget About Me

As you walk on by
Will you call my name?
As you walk on by
Will you call my name?
When you walk away

Or will you walk away?
Will you walk on by?
Come on - call my name
Will you all my name?

I say :
La la la...



sábado, agosto 08, 2009

Sketch-busters CXXII: Doug Braithwaite (I)

Aprovechando la coyuntura del repaso al Origen Secreto de Hal Jordan, nada mejor que recuperar un dibujo del Linterna Verde más querido por los lectores. En concreto este sketch fue realizado por el dibujante británico Doug Braithwaite durente las Jornadas del Comic de la Villa de Avilés del año 2007. Aunque llevara desde finales de los 80 trabajando en la revista 2000 A.D. y realizara sus primeros encargos para el mercado estadounidense en series como Doom Patrol, Azrael o Green Arrow no fue hasta su participación en las secuelas de Tierra X junto a Jim Krueger y Alex Ross que su nombre se popularizó entre los aficionados. Con un estilo oscuro y detallista, el resultado de Universo X y Paraíso X permitió al equipo creativo formado por Krueger, Ross y Braithwaite presentar a DC un ambicioso proyecto que la editorial aceptaría gustosa y se convertiría en uno de sus éxitos más rentables de los últimos años, la serie de 12 números Justicia. Protagonizada por una Liga de la Justicia atemporal a medio camino entre una versión alternativa y la actualización de los personajes de la Edad de Plata, la historia es mastodóntica, épica, y se beneficia de unos lápices detalladísimos realizados con mimo por Braithwaite sobre los que posteriormente Alex Ross añadiría el color. Visualmente nos encontramos ante un trabajo realmente encomiable. Fue su participación en dicho proyecto lo que me impulsó a solicitar un Hal Jordan durante una de sus sesiones de firmas, a lo que el dibujante accedió gustoso. La verdad es que el sketch parece un crossover con Universo X, por lo oscuro que resulta, pero me parece una más que conseguida recreación de uno de mis personajes favoritos que hoy comparto con todos ustedes.

Y así como quien no quiera la cosa, igualmente les dejo caer lo siguiente: ¡Avilés Habemus!

viernes, agosto 07, 2009

El baúl de Plissken: Aquellos Maravillosos Años: Todo en un día / Ferris Bueller's Day Off

Habitualmente durante los meses de agosto suelo recuperar añejas entradas de las que me siento especialmente orgulloso, ya sea por el material tratado o por el esfuerzo volcado en ellas, y de paso, alivio un tanto la necesidad de estrujarme las meninges a la hora de pensar con qué nueva reseña o galería les voy a amenizar el rato. Hoy, desgraciadamente, me he despertado con la pésima noticia del fallecimiento de John Hughes, director que marcó a fuego a toda una generación y que elevó con sus películas el género de las teen movies (películas de adolescentes dirigidas a ese público) hasta cotas que, lamentablemente, nunca han sido igualadas. Sensible y respetuoso con su público y con sus protagonistas, pocas veces las inseguridades de la vida en el instituto (El club de los cinco), del paso a la adolescencia (16 velas) o de las complicaciones de una relación sentimental (La loca aventura del matrimonio) han sido tratadas con tanta profundidad y veracidad. Pero no sólo de adolescentes con problemas vivió este director, y sus películas Mejor sólo que mal acompañado (Aviones, trenes y automóviles era su título original) y Solos con nuestro tío, ambas con John Candy, abordaban temas adultos con la misma fortuna y humor melancólico que sus primeras producciones. Guionista, productor y director John Hughes deja un legado fílmico inolvidable a toda una generación, la nuestra, plasmado en las que considero sus tres películas más redondas: El club de los cinco, Mejor sólo... y esta por la que ya dejé plasmada hace unos añitos mi más rendida devoción y admiración y que me veo obligado a recuperar hoy por tan triste circunstancia. ¿Alguien sabe de qué película estoy hablando? ¿Alguien? ¿Nadie? Todo en un día...



Ferris Bueller (Mathew Broderick) lo tiene todo, excepto un coche (no le compraron uno, pero a cambio consiguió una computadora). Es listo, atractivo, simpático y tiene todo el típico brillante futuro de la clase media yanqui por delante cuando finalice su último año de instituto. Sus padres le adoran, aunque su hermana mayor (Jennifer Grey) no le soporta. Ferris sale con Sloan (Mia Sara), la chica más divina del instituto. Su mejor amigo, Cameron (Alan Ruck), es un neurótico niño de papá rico incapaz de superar que su padre quiera a su colección de coches deportivos más que a su propio hijo. Pero un día de primavera Ferris ha planeado algo especial, una despedida de la adolescencia por todo lo alto, un "día de novillos" con Cameron y Sloan. Para ello sólo deberá fingir una enfermedad que engañe a sus padres sin que le hagan ir al médico, rescatar a Sloan de las garras del director del instituto (encarnado por un estupendo Jeffrey Jones) y arrancar a Cameron de la cama donde se haya postrado con un profundo ataque de depresión. Y eso sólo será el comienzo de un largo día en el que irán a Chicago en el Ferrari 250 GT restaurado del padre de Cameron, verán un partido de béisbol en el estadio Wrigley Field, comerán en un restaurante exquisito, visitarán la Torre Sears y el Instituto de Arte de Chicago y participarán activamente en el desfile del día de Von Steuben, momento en el que Ferris se marcará un apoteósico fin de fiesta cantando Twist and Shout en honor de su amigo Cameron. Pero no todo será alegre y festivo ese día, ya que a las dudas acerca del camino que tomarán sus vidas a partir del momento en que se gradúen en el instituto se suman los intentos de Rooney por descubrir la mascarada de Ferris (intentos que acabarán dejándole en un lamentable estado y que propiciarán la excelente escena cómica final que ilustra los títulos de crédito). Cuando el día pase se puede decir que ninguno de los protagonistas es el mismo, cada uno de ellos habrá dado un paso en un sentido u otro que lo habrá acercado un poco más a eso que llaman "vida adulta".



En 1986 John Hughes venía de dirigir 16 velas, Breakfast Club (aquí El club de los cinco) y La mujer explosiva (Weird science). A Hughes se le considera no el padre de las películas teen, (hechas para y sobre adolescentes) sino uno de sus mejores representantes. Aún partiendo de estereotipos y de convencionalismos logra que sus personajes calen en la audiencia y que sus historias no aparezcan ridículas incluso dos décadas después de ser filmadas. Si con 16 velas retrataba el difícil paso "de niña a mujer" de una insegura Molly Ringwald que afrontaba su decimosexto cumpleaños entre la indiferencia familiar y los primeros devaneos sentimentales, El club del desayuno es para muchos una película generacional, la síntesis perfecta de una época difícil. A través de cinco tipos muy definidos (el macarra, el cerebrito, el deportista, la niña pija y la "rarita") seguíamos el día de castigo de cinco muchachos en el instituto. Partiendo de un completo desconocimiento y de unas diferencias aparentemente insalvables llegaban a ver el fondo de los demás desnudando sus miedos y debilidades. Tras dos películas donde los aspectos cómicos quedaban en un segundo plano en beneficio de la caracterización de personajes, Hughes realizó consecutivamente dos alocadas comedias, La Mujer explosiva y Todo en un día. La primera de ellas fue hecha a mayor gloria de una espectacular Kelly LeBrock y mezclaba la comedia gruesa con ribetes sexuales con el slapstick de tinte fantástico más desmadrado. Ferris Bueller’s day off supone la síntesis perfecta entre las primeras y la última: aúna la comedia más o menos sofisticada con el chiste grueso y salpica toda la película de reflexiones acerca del paso a la universidad, de la asunción de mayores responsabilidades, la pérdida de contacto con los viejos amigos... Rodada con un estilo muy dinámico y festivo en más de una ocasión el espectador se convierte en parte de la película cuando Ferris se dirige directamente a la pantalla, rompiendo la cuarta pared haciéndonos partícipes de sus disgresiones y sus reflexiones sobre lo que acontece en pantalla.



Esta fue una de las primeras películas que me marcó, y curiosamente la ví en un momento delicado, el fin del colegio y antes de pasar al instituto, con lo que las dudas de Ferris sobre si seguiría viendo a sus amigos, o las inseguridades de Cameron me llegaron bastante hondo. Con el paso de los años la he visionado recurrentemente, y pese a que el aspecto formal está algo desfasado (canciones ochenteras -ese Oh Yeah de Yello, impagable-, peinados cardados y chaquetas con hombreras a cascoporro) hay muchos elementos que mantienen toda su validez a día de hoy. A las citadas peripecias iniciáticas de los protagonistas se suman los estupendos números cómicos recurrentes: la descripción de la aburrida clase de instituto ("¿alguien? ¿nadie?"); el padre de Ferris y éste cruzando sus caminos a lo largo de todo el metraje sin que el despistado progenitor se percate de ello; las escenas de Rooney con la secretaria del instituto y posteriormente en solitario en la casa de los Ferris; la euforia festiva del desfile o el desparpajo con que Ferris finge su enfermedad (llegando a organizarse en el instituto la campaña "Salvad a Ferris Bueller" -Save Ferris, nombre que luego adoptaría un grupete ska-pop de efímera existencia- para recaudar dinero y comprarle un riñón. El estupendo reparto sabe aprovechar un amplio registro, pasando de la bis cómica a escenas que rondan el patetismo, con algún cameo ilustre como el de Charlie Sheen interpretando a un delincuente juvenil.


Broderick se hizo con un papel al que optaron en un momento u otro John Cusack o Eric Stoltz (que tampoco había conseguido ser Marty McFly unos años antes) y Alan Ruck, que contaba con 29 años, consiguió el papel cuando Emilio Estevez y Anthony Michael Hall (que no quería encasillarse en papeles de adolescente atormentado) rechazaron interpretar a Cameron. Mia Sara está adorable en un papel que requería belleza, simpatía y amabilidad, y estableció una buena química con los actores principales, y Jennifer Grey, por su parte, supo bailar con la más fea interpretando a la arisca y resentida hermana de Ferris (aunque al final será ella quien salvará su "day off" y su graduación). Y de nuevo lo reitero: por muchas veces que vea la película aún se me escapa alguna carcajada con las escenas de Jeffrey Jones, ya sea en su despacho o mientras merodea por la ciudad persiguiendo a sus díscolos alumnos, y el final, con el humillante paseo al ritmo de Yello por el autobús escolar es lo más hilarante y patético al tiempo que uno pueda imaginar.


En fin, que es una de mis películas favoritas, a la que le tengo gran cariño por todos los motivos ya mencionados. Y por si fuera poco, ahí tienen dos de mis escenas favoritas, contrapuestas pero complementarias: el pausado paseo por el museo de arte contemporáneo en que cada uno de ellos se detiene delante de su cuadro favorito, caracterizando con un solo plano a cada personaje mejor de lo que podrían hacerlo horas de diálogo, y ese número musical eufórico que es la actuación de Ferris sobre la carroza cantando Twist and Shout, homenaje exultante a la juventud, a la alegría inconsciente de una época de la vida en que todo parece brillante y prometedor, y en que ningún problema es imposible de resolver cuando tienes a gente a la que le importas a tu lado.
Ay, qué verde era mi valle...

Por cierto, en los años 90 hubo un intento de convertir la película en serie, pero no cuajó, pese a contar con una joven Jennifer Anniston interpretando a la hermana de Ferris, aquí encarnado por Charlie Schlatter. Resulta curioso que la continuación oficial no cuajara y sí lo hiciera otra serie que se inspiraba descaradamente en Ferris Bueller y en muchos de sus gags recurrentes (ruptura de cuarta pared, hermanita díscola, directora de instituto malvada), Parker Lewis nunca pierde. Serie que todo sea dicho, a mí me hacía bastante gracia.

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