El matrimonio formado por Norma y Arthur Lewis es modélico en su comunidad. Ella (Cameron Díaz), profesora de literatura en un instituto es atenta con sus alumnos, cultivada y devota de su joven hijo, Walter (Sam Oz Stone). Él (James Marsden), brillante técnico de la NASA que acaba de construir la óptica encargada de fotografiar la superficie de Marte. Su vida se desarrolla en medio de una rutina agradable y cómplice, una vida familiar satisfactoria y una dedicación plena a sus respectivos trabajos, soñando Arthur con convertirse en astronauta y amando y sintiendo hasta la médula cada una de las novelas o poemas comentados con sus alumnos Norma.
En la quietud de la noche el timbre de los Lewis suena repetidamente y cuando abren no encuentran a nadie, tan sólo un paquete que contiene una caja con un botón y la ominosa nota que les avisa de la visita esa misma tarde de Mr. Steward. A partir de ese nimio y desconcertante suceso, en la rutina cotidiana del matrimonio comienzan a surgir algunos detalles verdaderamente preocupantes. Uno de los alumnos de Norma la fuerza a que muestre en público una antigua lesión médica que provocó la amputación de la parte delantera de uno de sus pies. Los sueños de Arthur se esfuman en el aire al ser rechazada su solicitud pese a haber aprobado el examen. La visita del señor Arlington Steward (Frank Langella) será el detonante de una verdadera pesadilla para Arthur, Norma y Walter.
Calmado, elegante y extremadamente educado el sr. Steward sólo presenta una peculiaridad a primera vista, una abrasión en el lateral del rostro que le ha provocado una horrible deformidad. Con palabras calmas y ademanes medidos, Arlington plantea a Norma en la tranquilidad de la cocina el sentido último del paquete recibido esa noche. Si deciden apretar el botón de la caja, una persona a la que no conocen morirá en cualquier parte del mundo, y ellos recibirán inmediatamente el pago de un millón de dólares libres de impuestos. La ominosa presencia del visitante, la extraña naturaleza de la caja, lo irresistible de la oferta y los problemas que atraviesa la pareja fuerzan una decisión en los Lewis que les llevará a enfrentarse con lo desconocido, con una terrorífica situación que cambiará sus vidas para siempre y desvelará un mundo oculto que ninguno de ellos habría podido imaginar jamás.
The box es la tercera película dirigida por el cineasta Richard Kelly, autor de una de las cult movies más genuinas y fascinantes de esta década, Donnie Darko (2001), y de Southland Tales (2006), un fiasco de proporciones mayúsculas a nivel de crítica y público que personalmente encontré igual de subyugador y de atractivo aunque menos redondo que su opera prima. En esta ocasión Kelly no elabora un guión propio, sino que toma como punto de partida el relato breve de Richard Matheson Button, Button, publicado originalmente en la revista Playboy y se propone, en principio realizar una historia más convencional que sus anteriores films, rehuyendo en cierta medida la complejidad argumental, el reparto coral, las elipsis y las múltiples interpretaciones y lecturas de sus guiones previos.
El material literario de Matheson ha dado lugar a una decena larga de adaptaciones en formato televisivo o cinematográfico, ofreciendo resultados diversos pero siempre con unas garantías mínimas de imaginación, tensión y calidad. Algunos ejemplos de adaptaciones felices serían El increíble hombre menguante, La leyenda de la mansión del infierno, El diablo de la carretera o El último escalón, mientras que capítulos de la emblemática Twilight Zone como El tercero desde el sol o Terror a 20.000 pies se benefician de su capacidad para crear altas dosis de tensión y situaciones frenéticas e inexorables. El relato Button, Button también fue adaptado a la televisión en la segunda versión de Twilight Zone, alterando considerablemente el relato original, eliminando parte de la aleccionadora moraleja e incluyendo un final sorpresa propio de los comics de la EC.
Richard Kelly retoma la anécdota inicial y la acerca a la adaptación televisiva para a partir de ese momento elaborar una peripecia original. Partiendo de las repercusiones de índole filosófica y moral de una decisión tan delicada como la propuesta a los Lewis, Kelly va abriendo poco a poco el plano de la historia hasta mostrarnos un escenario general propio de series conspiranoicas y fantacientíficas como Fringe o Expediente X. No faltan los personajes ambiguos de comportamiento ominoso, las situaciones de peligro para los protagonistas y un asedio cada vez más estrecho y terrorífico a su cotidianeidad, que no tardará mucho en saltar por los aires. Dejando de lado cierta misoginia en el relato de los hechos, Kelly no tarda en arrimar el ascua a su sardina y ofrecer algunos momentos marca de la casa, con personas alienadas comportándose de forma apática o enajenada y momentos de una extraña belleza visual que provocan cierta fascinación en espectadores como yo, acostumbrados a tragar tramas mucho más peregrinas y peor hilvanadas que esta.
El mayor defecto de la cinta -siempre en mi opinión- es el afán de contención de Richard Kelly, la búsqueda de una película relativamente convencional centrada en un puñado de personajes (apenas son una decena los que tienen peso en la trama) y en una historia ciertamente inteligible con su nudo (la caja), su desarrollo (las consecuencias de la decisión y la forma de afrontarlas) y su desenlace (intenso, terrorífico, sobrio y accesible), estirando hasta la extenuación un punto de partida que no da para más y dejando de lado la complejidad de Donnie Darko o Southland Tales, cuyas historias exigían una atención total por parte del espectador y una alta dosis de elucubración e imaginación para rellenar los huecos planteados por la historia. No creo que sea tanto demérito del guionista y director como un intento de acercar su cine al mayor número posible de gente, para lo que, además de un guión más contenido y accesible, cuenta con una estrella de tirón (Diaz), un actor popular (Marsden) y unos secundarios de lujo (Langella, Holmes Osborne, el que podríamos considerar actor fetiche de Richard Kelly) que impulsa la narración con cada una de sus apariciones y consigue desasosegar con su mera presencia, más allá de su exagerada deformidad.
Junto a ellos, encontramos esas escenas visualmente poderosas y fascinantes que retienen la atención del espectador a un nivel casi subconsciente y que, apoyadas por una no menos cautivadora banda sonora (a cargo de los miembros de Arcade Fire), ofrece momentos tan fascinantes y terroríficos al tiempo como la llegada de la niñera al motel o la visita de Arthur y Norma a la biblioteca. Este tercer intento creo que puede haber terminado de conformar la personalidad cinematográfica de Kelly, dejándolo preparado para la que puede ser su próxima -esperemos- gran película. Mimbres no le faltan. Por cierto, y ya aprovechando la coyuntura, no estaría de más que alguna distribuidora española se animara a editar Southland Tales, aunque sólo sea para poner en la portada "Del director de Donnie Darko" o presumir de atractivo reparto coral (The Rock, Sarah Michelle Gellar, Sean William Scott, Justin Timberlake, Miranda Richardson, Holmes Osborne, John Larroquette, Kevin Smith, Jon Lovitz, Christopher Lambert, Bai Ling...)
7 comentarios:
No sabía que se basaba en un relato de Richard Matheson. Tampoco es que haya leído mucho de él pero lo poco que lo he hecho me ha gustado. Y la película tengo ganas de verla aunque ya viendo los trailers he pensado que seguramente no aprovecharían la historia y las posibilidades que podría dar. Supongo que Southland Tales llegará aquí cuando Richard Kelly tenga algún taquillazo de verdad.
Richard Kelly y taquillazo me temo que no van a ir nunca de la mano. Con que repita la jugada y nos regale a sus seguidores otra peli de culto me conformo.
Matheson es uno de mis escritores favoritos desde que leyera hace unos años La casa infernal. Por aquel entonces en España sólo estaba disponible Soy leyenda, pero afortunadamente se le ha ido reeditando y editando todo lo mucho y bueno inédito en nuestro país. Con suerte podremos seguir disfrutando de la fuerza y la imaginación de sus relatos y novelas y de la garra de su prosa, una de las más adictivas que he disfrutado nunca.
¡Un saludo míthico!
Por cierto, mientras veía la película, no paraba de pensar en por qué relacionaba a James Marsden con Frank Langella... sin encontrar una razón.
El otro día, dándole un repasito a "Superman Returns" dí con la respuesta! Y es que ya no recordaba que Marsden interpretaba al hijo de Perry White, personaje que a su vez era interpretado por Langella.
Pep, yo los ubicaba en la peli, pero no recordaba el parentesco. Gran personaje el de Marsden en Superman, mucho más digno que el monigote que le dejaron interpretar en X-Men 3...
No es que no me acordase de su papel en la película... más que nada porque es de lo mejor de la misma. Pero en ese momento andaba espeso, no caí y no los relacionaba en el contexto de la película de Synger. Me hago mayor, se me escapan cosas...
James Marsden ¿Sale en X-Men 3? -guiño- Es más ¿Existe X-Men 3? -guiño, guiño-
Ni X-Men 3, ni Spiderman 3 ni si me apuras Lobezno existen para mí :D Menos mal que para las lagunas tenemos San Google bendito, el patrón de los blogueros despitados, jejeje. ¡Un abrazo!
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