El Cuarto Mundo ha caído. Nueva Génesis y Apokolips han desaparecido y el cuerpo moribundo de Orion yace en un contenedor de basura de la ciudad de Metropolis. Dan Turpin se enfrenta con el reto de desvelar un misterio aparentemente irresoluble: quién o qué está detrás de la muerte de un dios. El Cuerpo Alpha de los Linterna Verde se hacen cargo de la investigación por parte de la comunidad super-heróica, mientras que en las sombras del hampa supercriminal aparece un viejo jugador en escena aplicando nuevas reglas. Libra ha prometido cumplir los deseos de todos aquellos que le sigan ciegamente, y la muerte de un destacado héroe, uno de los más puros y valientes, es buena prueba de ello.
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El poder de Libra, su capacidad de convicción y sobretodo el peso que adquiere el grupo de villanos reunidos por él no son más que la punta de un aterrador y oscuro iceberg con el que Dan Turpin tropieza de forma casi fortuita: los dioses de Apokolips (Abuela Bondad, Kalibak, Desaad, Glorious Godfrey) han encarnado su esencia en avatares humanos cuya finalidad última no es otra que preparar el advenimiento de Darkseid a la Tierra y con él la creación de un Quinto Mundo corrompido desde su origen en el planeta Tierra. Uno a uno los héroes más poderosos de la Tierra son anulados. Wonder Woman queda infectada y poseída por una de las Furias Femeninas, Batman es secuestrado por los acólitos de Darkseid y Supeman debe emprender una búsqueda más allá de la realidad y el tiempo para hallar la solución a una Crisis que aparece como la última y definitiva que los héroes podrán afrontar jamás. Hasta el Cuerpo de Linternas Verde queda fuera de combate al ser incapaces de traspasar una barrera de energía con la que Darkseid aísla la Tierra.
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Pero no todo está perdido. Una mínima y numantina resistencia mantiene los rescoldos de la lucha infinita contra el mal. Héroes y villanos, veteranos y novatos, grupos gubernamentales y vigilantes solitarios unen sus esfuerzos de manera desesperada y hasta suicida en ocasiones para intentar primero que Darkseid no logre su propósito y más adelante que la existencia misma del Universo no desaparezca en el olvido. En la mano de todos ellos, de un inesperado y vital aliado exiliado en nuestra Tierra, así como de todos los héroes que fueron y serán, está el futuro del Universo DC en una Crisis Final como nunca antes habíamos visto...
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De la demente, desbocada y rica imaginación de Grant Morrison nos llega una historia más grande que la vida que lleva gestándose desde el año 2003. Esa idea, llamada originalmente Hipercrisis fue explorada parcialmente por el guionista escocés en Los siete soldados de la Victoria, 52 o en All Star Superman, y obedece a su necesidad de experimentar, desarrollar y consolidar el concepto de Hipertiempo con el que la editorial DC daba cabida a todas las historias ocurridas en su universo desde 1930 y las integraba en un conjunto valido y coherente que enmendaba la plana a las Crisis en Tierras Infinitas a la vez que abría numerosas posibilidades argumentales. Desde que el concepto de Hipertiempo fuera creado en 1999 con la secuela de Kingdom Come (con Mark Waid y Grant Morrison como ideólogos máximos), han sido muy pocos los intentos de utilizar la idea y menos todavía los casos en que los resultados han sido satisfactorios. La intención de Morrison cuando regresó a la editorial DC fue la de aclarar el concepto, simplificarlo y poder dar cabida en ese nuevo escenario a muchas de las ideas y conceptos que cualquier día le van a hacer estallar la cabeza.
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Siguiendo muchos de los detalles y semillas planteados en 52 y obviando bastante de lo sucedido en Cuenta atrás a Crisis Final -desaguisado que todavía no he sido capaz de leer entero-, Morrison plantea la macrosaga definitiva, el evento comiquero apocalíptico para acabar con todos los crossovers, la última historia con Crisis en el título que querrás leer jamás... Y en mi caso, a fe mía que lo ha conseguido. Planteada como un evento al uso en el que la historia afecta a todas las series y personajes de la editorial, todo lo que acontece en Crisis Final está diseñado para apabullar al lector. Las maldades y las desgracias que afrontan los héroes son inexorables y trágicas, los personajes aparecen caracterizados con fidelidad y al mismo tiempo destilados hasta su esencia última, ya se trate de los más grandes héroes (especialmente Superman, Batman y Flash, que se llevan la parte del león en la serie en cuanto a momentos estelares) como los villanos (Luthor y Sivanna arteros, inteligentes... y humanos; Darkseid tan apokolíptico como sólo Grant Morrison ha vuelto a ser capaz de escribirlo), las situaciones casi inabarcables (miles de millones muertos, mundos desparecidos, universos extinguidos...)
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Pero si hay algo que destaca en Crisis Final es el homenaje de Morrison al Rey y a una de sus mayores creaciones, el Cuarto Mundo. Sin el trabajo de Kirby con Darkseid, Orion, el Corredor Negro o los Nuevos Dioses no existiría esta historia ni muchas de las alocadas perversiones de personajes y vueltas de tuerca que el guionista se saca de la chistera, siendo, pese a todo, fiel a los personajes y a su rica historia y entroncándolos además con otras creaciones de Jack Kirby, como es el caso del último chico sobre la Tierra, Kamandi. Haciendo suyo ese peculiar y definitivo Quinto Mundo que recrea lo peor de Apokolips en nuestro planeta, además Morrison lleva más lejos que nunca su afán de crear historias míticas, de emular las epopeyas de los clásicos de la literatura jugando con temas y estructuras propias de las mismas. Juegos de dioses, héroes puros capaces de hazañas imposibles, guerras totales... Crisis Final es la Ilíada pijamera definitiva, que se cierra, además, con el epílogo de una futura Odisea con la que lleva soñando mi corazoncito friki desde hace por lo menos un año, cuando leí mi primer y único tebeo descargado, el Crisis Final 6 que tantos ríos de tinta generara en su momento.
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Y aún voy a seguir centrando esta reseña en el guionista, lo mejor de una serie concebida como una historia apocalíptica de invasión divina y redención que por azares editoriales se convirtió en el macroevento editorial del año de DC, resintiéndose la serie en tanto ente independiente y convirtiéndose en el habitual sacacuartos con decenas de especiales, tie-ins y crossovers que poco aportaban a la historia salvo honrosas excepciones (La venganza de los villanos, La legión de tres mundos, o lo que es lo mismo, Johns y Johns echando un cable a Morrison con historias que se sostenían por sí mismas). Morrison emplea técnicas narrativas fragmentarias para mostrarnos momentos concretos y relacionados unos con otros de un escenario global (la llamada técnica del "zapeo") que buscan antes que una coherencia narrativa lineal el crear en el lector sensaciones concretas: terror, repugnancia, incertidumbre, emoción, hasta desembocar en algunos de los momentos más hermosos y emotivos del comic pijamero reciente -siempre en lo que a mí respecta y respetando en todo momento que ustedes no estén de acuerdo o prefieran el crossover Marvelita o Wildstormero de turno-. Me refiero al duelo de Batman con Darkseid (remedando en todo a aquel ya mantenido por ambos en la Roca de los Tiempos), a la carrera a través de TODO que los Flashes mantienen con el Corredor Negro y a ese deseo último que Superman se ve forzado a pedir...
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Si en el plano argumental Crisis Final exige un esfuerzo extra para los lectores a la hora de seguir los conceptos y los detalles de la historia, el arte de la serie no se queda atrás, y cuenta con tres dibujantes de la talla de J.G. Jones, Carlos Pacheco y Doug Mahnke para trasponer sobre el papel la miríada de alocados conceptos con que Morrison nos regala, nos apabulla, nos deslumbra... El primero, el que iba a ser dibujante de toda la serie, está espectacular en los primeros números, con un arte cuyo nivel de detalle y habilidad narrativa está a la altura de lo que se le exige en un evento de estas características. Más adelante, y cuando las fechas de entrega se le echaron encima contó con la ayuda de Carlos Pacheco -que dibuja como siempre, o sea, mejor que bien- para terminar los números 4 a 6. Finalmente sería Doug Mahnke -viejo conocido de Morrison con el que ya había colaborado anteriormente- el encargado de ilustrar el número final de estas Crisis para acabar con las Crisis. A pesar del cambio de dibujantes se mantiene un tono uniforme, coherente en el desarrollo de la acción y en el tratamiento de los personajes, aunque lo ideal, obviamente, habría sido contar con un Jones en estado de gracia como en los dos primeros números para toda la serie.
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Y vamos, qué más quieren que les diga. Ya les he aburrido con mi habitual verborrea emocionada lo suficiente, y todo para justificar o explicar el porqué me ha gustado tanto una serie que creo que habría ganado muchos enteros sin tanta promoción, cruce o serie derivada y hubiese sido presentada a los aficionados como lo que es: el colofón definitivo a aquellas Crisis en Tierras Múltiples que Morrison creara hace 20 años en la serie Animal Man y una historia de las de antes, épica, terrorífica, llena de acción y de tipos puros capaces de los mayores actos de valentía y sacrificio para garantizar el bienestar de la mayoría. Si además supone el germen de otra posible gran historia -esa que les avanzaba el otro día que estaba dibujando Chris Sprouse-, yo personalmente me declaro satisfecho y feliz de haber podido acompañar a guionista y dibujante en uno de esos viajes inolvidables que como lector se de unas pocas veces en la vida.