sábado, julio 30, 2011

Homenaje a Gene Colan: Fuerza Nocturna: Los Expedientes del Barón Winters


La Invocación
(Night Force 1-7)


Algo perturba la tranquilidad de las calles de Georgetown. Una presencia demoníaca e invisible atormenta a la torturada Vanessa Van Helsing en la habitación acolchada del hospital psiquiátrico en el que se halla internada, la misma presencia que está comenzando a dejarse sentir en las calles de la ciudad. La presencia en el lugar de un reputado personaje con conexiones con la farándula y el mundo del ocultismo ha despertado el interés de la prensa, y así, el reportero Jack Gold, que trabaja para un periodicucho sensacionalista, es enviado a entrevistar al curioso personaje. Por su parte, el profesor en parapsicología Donovan Caine se halla realizando experimentos algo peculiares en la universidad de Georgetown, nada menos que empleando pentagramas y realizando ceremonias más parecidas a un aquelarre que a un experimento psicológico al uso, en las que se ha estado percibiendo la cada vez más familiar entidad invisible.


Sin que lo sepan, todos ellos están conectados. Todos han estado bailando al ominoso y terrible son que emana de Wintergate Manor, una apartada mansión de gótica arquitectura y barroca decoración habitada por dos únicos habitantes, el Barón Winter, experto en artes ocultas con cientos de conexiones y una particular clarividencia sobre lo que está ocurriendo en la ciudad y su mudo compañero, el felino Merlin, confidente y compañero del Barón en su particular y lujosa reclusión. Cuando Gold acude a entrevistarle y recibe a cambio la extraña petición de que acuda en ayuda de Vanessa Van Helsing, contando con el apoyo de Caine como experto las piezas terminan por encajar en una demoníaca ordalía de fuego y destrucción que sembrará el caos y la muerte en las calles de Georgetown.


A través de medio mundo, Gold y Caine, unidos por una impía e incómoda alianza, siempre con la extraña sensación de ser meras marionetas del artero y manipulador Winters, emprenderán una arriesgada búsqueda en pos de Vanessa, una suerte de receptor psíquico de toda clase de energías que catalizadas en su mente se materializan con devastador poder. La intervención de agencias como la CIA y el interés de una potencia extranjera como la URSS les llevarán hasta las heladas tierras siberianas, donde en mitad del páramo helado se alza la Ciudad de la Ciencia, un complejo dirigido por el doctor Karl Valdis con el fin de descubrir y potenciar toda clase de habilidades psíquicas puestas al servicio del estado como arma. Allí confluirán Gold, Caine, Vanessa y sus captores en un clímax de sangre, demonios, fuego y muerte. El Barón Winters, a miles de kilómetros de distancia, cual titiritero que ha movido los hilos de "su" Fuerza Nocturna reclutada a regañadientes, espera el incierto resultado de una empresa en la que se juega mucho, al tiempo que juega al gato y al ratón con la policía en su casa, la Mansión Wintergate, cuyos pasillos y estancias ocultan más de una desagradable sorpresa para los invitados no deseados.


La Bestia
(Night Force 7-10)


Una mujer aterrada acude en busca de ayuda al Barón Winters. Un año atrás una misteriosa luz procedente del cielo se posó sobre su casa, y una bestia indescriptible se materializó en el edificio, tomando como prisioneros a todos sus inquilinos. Por razones desconocidas ella pudo escapar y pedir ayuda al reputado Barón. Para tan peculiar amenaza Winters busca entre sus agentes y decide "reclutar" al único ser cuya vida puede ser prescindible y cuyas habilidades le pueden otorgar una posibilidad de éxito. Así, Paul Brooks, ratero, expresidiario, extorsionador y asesino, un verdadero depredador cuya habilidad para sobrevivir en los entornos más hostiles está fuera de toda duda, se verá empujado hasta la mansión Wintergate y desde allí a cierto edificio en Nueva York...


Poblado por un grupo de seres humanos que ven satisfechas todas sus necesidades materiales y presididos por la bestial, hedionda e inhumana presencia de la Bestia que vino del espacio exterior, el edificio ve rota su irreal cotidianeidad por la irrupción de Paul, el extraño, brutal, impredecible invasor que rompe los esquemas no sólo de los vecinos sino de una criatura que ya había realizado otros experimentos similares en decenas de mundos y cuyo fin último era comprobar los límites de la resistencia y voluntad del ser humano. Del más abyecto y miserable de los seres humanos partirá la única chispa de esperanza en un edificio sumido en las tinieblas de la criatura.

La Marca de la Bestia
(Night Force 11-14)


Thomas y Harriet Carter han conseguido un verdadero chollo. Una mansión abandonada desde los años 40, sólo que cuando la ocupan son asaltados por sus anteriores dueños. Harriet es poseída por una de las entidades y en la frente de Thomas se marca a fuego el número 666, una marca que ningún maquillaje o ropa puede esconder. Desesperados acuden al Barón Winters, que una vez más deberá componer una Fuerza Nocturna a la altura de las circunstancias. Para esta ocasión Winters acude a Vanessa Van Helsing, felizmente casada con un Gold de nuevo al filo del abismo, y a sí mismo, dado que la particular naturaleza del caso requiere que se busquen las claves no en otro lugar, sino en otra época, algo para lo que Wintergate Manor y él mismo son idóneos.


Viajando con Vanessa a los años 40 Winters descubre una cábala de financieros del régimen nazi ocultos en los Estados Unidos que además poseen un gran conocimiento y dominio de las artes oscuras. Liderados por el imponente Alphus Omega, la cabala invoca a una bestia gigantesca y terrible salida de las páginas del Apocalipsis, de la que a duras penas logran escapar Vanessa y el Barón. De regreso a nuestro tiempo, Gold es requerido para ayudar a su esposa en una investigación rutinaria, y una vez más es como si el ventilador encendido por Winters esparciera... Bueno, ya saben. Corriendo un peligro mortal Vanessa y su marido, el Barón recurre a la única persona del mundo que puede ayudarle, una suerte de poderosa hechicera vestida con ropajes haitianos con la que tiene una extraña familiaridad. Acompañada de su hijo Gowon, Katina emprenderá la posiblemente fatal empresa de ayudar a Winters, salvar a Vanessa y a Gold, detener a Alphus Omega en su intención de convocar poco menos que el fin del mundo y solventar de una vez por todas todos los problemas con su antiguo amor y padre de su hijo, cierto Barón que todos conocemos.


Esta es la exigua trayectoria de la serie Night Force, catorce números editados por DC Comics entre agosto de 1982 y septiembre de 1983, escritos por Marv Wolfman (que ejerció además labores de editor), dibujados por Gene Colan, entintados por Bob Smith, rotulados por John Constanza y coloreados por Michelle Wolfman. Este equipo -salvo Bob Smith- tiene cierta importancia en el mundillo por haber colaborado previamente en una serie mítica, The Tomb of Dracula. La sombra de la influencia y el éxito de la misma como serie de terror periódica y alejada de las habituales colecciones antológicas de terror compuestas por historias de ocho páginas planea sobre este intento editorial de revitalizar un género y de repetir un éxito creando una serie desde la nada, con personajes originales y situaciones ambientadas en los 80. DC ya había contado con el éxito de otras series similares, como La Cosa del Pantano, y contar con un equipo de lujo que ya había triunfado durante años con su revisión de las andanzas de Drácula y sus perseguidores parecía una apuesta segura.


Marv Wolfman, inmerso entonces en una etapa creativa bastante interesante en la que gozaba del favor del público en su caracterización de los Jóvenes Titanes y Linterna Verde (y a un año de crear el Vigilante y desarrollar su propia colección y a dos de empezar a gestar Crisis en Tierras Infinitas) decidió emprender este proyecto bastante personal acompañado de viejos colaboradores y amigos (bueno, y esposa). La ilusión que subyace en la empresa es evidente en los textos que acompañan a los primeros números, donde se pone el énfasis en la caracterización de los personajes y en la búsqueda de situaciones que resulten aterradoras para el lector. Con un proceso creativo en el que Gene Colan no sólo goza de libertad absoluta tras recibir el guión de cada número, sino en el que colabora activamente realizando cambios en la estructura narrativa o alterando elementos o escenas de la narración, se aprecia una gran implicación de los autores en un proyecto al que se pone mucho empeño. Lamentablemente las ventas no acompañan y el título cierra en su número catorce, tras tres aventuras de variada extensión (7 y 1/2, 3 y 1/2 y 4 números respectivamente), dejando la promesa en el aire de que Night Force volvería a partir de 1984 en forma de series anuales de cuatro números. La realidad fue un poco más dura con Marv Wolfman y lo cierto es que el Barón Winters tardaría casi tres lustros en reaparecer como cabecera, aunque ya sin Colan en el apartado artístico.


Las razones de la falta de éxito son varias, pero en ningún caso la falta de calidad de un tebeo digno, suscrito a las claves del género de terror, con personajes interesantes y bastante bien desarrollados, pero caminando justo entre las dos aguas que dejaron a Night Force en tierra de nadie. Y me explico. Por un lado siempre resulta difícil captar la atención del público partiendo de cero. En el tebeo no hay cameos de personajes de la editorial. No hay protagonistas simpáticos ni definidos, en tanto que los tipos que aparecen son interesados, cínicos, movidos por el odio, la pena o la venganza y manejados como títeres por Winters, verdadero protagonista en la sombra que ejerce como una suerte de amo de ceremonias de cada historia desde su mansión situada en un vórtice transtemporal y desde la que se puede acceder a la Europa medieval asolada por la peste, al París del XVIII o a Coney Island en el periodo de la II Guerra Mundial. Con sus modales refinados, sus soliloquios enunciados al interlocutor de turno o al sufrido Merlin, sus entradas y salidas fuera de tiempo y su papel de secundario de lujo el Barón no consigue enganchar realmente al lector, que queda huérfano de una de las claves más importantes de cualquier tebeo que busque algo de éxito, la identificación con el lector.


Llegamos al punto a mi modo de ver fundamental en el que fracasa Night Force. Heredera espiritual de La tumba de Drácula, La Cosa del Pantano, El Hombre Cosa o Werewolf by night, Wolfman desarrolla unas historias contadas por un guionista de la escuela clásica, con diálogos rimbombantes, descripciones llenas de elementos terroríficos, historias que buscan estar en la onda de los nuevos tiempos. Es una ruptura clara con las series de historietas de ocho páginas y final sorpresa y un intento de llevar un paso más allá la sofisticación de Swamp Thing o Tomb of Dracula. El problema es que Wolfman no es Alan Moore, el cual dos años después se echaría él solito sobre sus espaldas la tarea de revolucionar el género reventando convencionalismos y elevando el nivel literario de un tebeo de miedo para chavales hasta niveles difícilmente superables, plantando además las semillas de un sello que, mal que nos pese, aún sigue debiéndole al barbudo algunas de sus mejores ideas y personajes. Resulta curiosa por cierto la aparición de Winters en el clímax de American Gothic como uno de los magos que lucha contra el fin del mundo mágico. Demasiado rompedor con lo viejo y demasiado clásico para lo nuevo, esa sería la impresión que me deja Night Force tras su lectura.


Gene Colan, que a principios de los ochenta había abandonado Marvel y comenzado una etapa de grandes trabajos en DC, se encontraba en lo que podríamos considerar el final de su edad dorada como dibujante. Simultaneó Night Force con su trabajo como dibujante regular de Batman y Detective Comics (series en la que trabajó entre 1982 y 1986) y Wonder Woman (1982-1983), con lo que su ritmo de trabajo en aquellos tiempos debía ser verdaderamente brutal. Otros trabajos de la década para la editorial fueron las series Jemm, Son of Saturn, Silverblade y el relanzamiento de El Espectro. El estilo oscuro de Colan, con su dominio de las sombras y los juegos de luces, y su tendencia a deformar la figura humana encajan a la perfección en Night Force, serie para la que contó con un entintador poco habitual en él pero con el que, siempre según palabras de Wolfman, llegó a un buen entendimiento artístico. El ritmo a medio camino entre el thriller y el horror tradicional permite a Colan dibujar persecuciones por medio mundo, tiroteos, exóticas localizaciones y fenómenos de todo tipo, desde apariciones demoníacas, entidades etéreas, fantasmas, monstruos del espacio, y todo ello con una narrativa arriesgada, con tendencia a la angulosidad de las viñetas y a la ruptura de un esquema clásico más constreñido.


Esta es una serie a la que le guardo cierto cariño, aunque ha envejecido bastante mal por encontrarse justo en esa tierra de nadie de la que les hablaba antes, y es que servidor es más hijo de Moore y Delano que del Wolfman de Tomb..., pero en su momento, allá a finales de los ochenta cuando pude leerla como complemento del primer volumen de La Cosa del Pantano de Ediciones Zinco, la historia me causó una honda impresión. El pastiche de géneros, lo gráfico del horror, el hálito de misterio que rodeaba a Winters, y sobre todo, esa historia de colegas a la fuerza entre el periodista y el profesor en pos de liberar a la damisela posesa en apuros me dejó durante años la miel en los labios. No fue hasta hace cosa de un lustro que conseguí un lote incompleto de la colección y su segundo volumen en ebay y pude finalmente enterarme de qué diantres pasaba en Siberia, que demonios le ocurría a Vanessa, y cómo salían del atolladero los protagonistas de una serie a la que un reboot realizado por otra persona diferente a Wolfman quizá le habría venido algo mejor que volver a caer en los errores del pasado.

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8 comentarios:

Carlos dijo...

Excelente entrada sobre una de las series menos conocidas de Colan, a ver si sacan en nuestro país algún recopilatorio. Un saludo.

Plissken dijo...

Para uno de esos minitochos de Planeta resultaría ideal, la verdad. A ver si saco tiempo y me estudio todas las reseñas, que desde luego hay mucho y buen material recordando al maestro :D

Mo Sweat dijo...

Estaba esperando este post de manera especial... y es que le tengo muchas ganas a Night Force.

Yo también conocía esas primeras historias usadas como complemente del primer vol. de la Cosa del Pantano de Zinco, pero luego jamás he tenido en mis manos el resto de la historia.

No he intentado hacerme aun con las grapas originales americanas porque tengo el presentimiento de que es una obra que tarde o temprano va a caer en un bonito tomo... pero al final voy a dudar de que así sea...

Yo sigo pensando que es una obra que merece ser editada como Dios manda en nuestro país. Sería de justicia.

Saludos.

Plissken dijo...

Planeta nos oiga, Mo, y haga justicia con Night Force pero todavía más con los números que realizó de Batman, de los que aquí apenas catamos algunas historias sueltas y aquel par de números contra el monje vampiro, de lo mejor que Zinco publicó en el mítico primer volumen de Batman. Parece mentira la cantidad de material inédito de Gene Colan en nuestro país. ¡Un saludo!

Jaime Sirvent dijo...

Nunca he tenido la oportunidad de leer Night Force y tengo que decir que después de haber visto el despliegue gráfico que realiza el maestro en las páginas que has mostrado, la verdad es que las ganas de leer este tebeo de Wolfman y Colan son muy grandes.

Esperemos que Planeta tome nota tanto de esto como de lo de Batman.

Un abrazo.

David dijo...

Pues esta no la he leído (vamos, aquí parece que igual que el resto).
Lo de los guiones de Marv y demasiado nuevo y viejo al mismo tiempo para cuando llega Moore me parece curioso. En fin... supongo que tuvo su momento con Drácula (acompañado de Colan)...
Un saludo.

Plissken dijo...

Jaime, visto lo visto tampoco hace falta esperar mucho. Puedo pasar ciertas copias de seguridad a quien guste :D La verdad es que es un tebeo correcto, pero no llega a la altura de La tumba de Dracula en ningún momento.

Plissken dijo...

David, la hegemonía de La tumba de Dracula como serie de terror más emblemática de los años 70 queda fuera de toda duda. Es más, DC intentó repetir un éxito reuniendo al mismo equipo creativo, pero no sonó la flauta. Intentaba expresar, pero no sé si he acertado, que esta colección es hija de una época, un modo de entender el género y unas convenciones que habían funcionado muy bien en lustros previos pero que ya estaban agotados. La propia DC con esta colección o Swamp Thing Saga intentaba elaborar tebeos de terror para el público de 1982 pero sin encontrar un lector objetivo que lo sostuviera. A Moore le bastó un número para poner patas arriba no sólo la colección sino la propia esencia del personaje y construir a partir de ahí las bases de un universo que sí captó la atención de la gente y permitió desarrollar unos personajes y unas historias completamente diferentes a todo lo que se había hecho hasta el momento.

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