Los Exterminadores: Insurgencia. Las cucarachas son guerreras

Tras la batalla a vida o muerte contra la colonia de cucarachas mutadas por el insecticida Draxx, desarrollado por la oscura corporación empresarial Occran, los empleados de Matabichos intentan averiguar qué ha sucedido exactamente y qué puede suceder desde ese momento atendiendo al escenario planteado. Las investigaciones del científico de Matabichos, Saloth, levantan la alarma de todos los implicados: una sola cucaracha mutada introducida en un ecosistema normal de esos insectos podría provocar un comportamiento organizado e imprevisible, una especie de rebelión de las cucarachas cuyo fin último sería impredecible pero a buen seguro funesto para la raza humana.

Mientras tanto, Nils Peterson, dueño de la fumigadora, revela a su hijastro, Henry James, los verdaderos orígenes de la compañía, en los que intervino un corrupto y depravado empresario que, por si eso fuera poco, flirteó de manera muy seria con la magia negra y fue hallado muerto por Nils Peterson padre con un escarabajo de vivos colores saliendo de su boca, el mismo escarabajo que Henry ha visto recientemente por las calles de Los Ángeles. Una llamada de emergencia conduce a Henry y a Stretch, el vaquero zen preparado para la guerra y la filosofía, a un prostíbulo de lujo especializado en las fantasías literarias, lugar en que una nueva conexión se establecerá con Page, su peculiar forma de ganarse la vida y sus particulares amistades. La vida de Henry James comienza a complicarse ya de forma muy seria, pues no sólo tiene que lidiar con una posible rebelión de cucarachas o con las complicaciones por las que atraviesa su relación con Laura, sino que además comienza a sentir algo bastante serio por Page.

Todo fluye en esta serie como las aguas fecales por una cloaca apestosa, y nuestros protagonistas vivirán un nuevo enfrentamiento a cara de perro con el ejército de cucarachas, un enfrentamiento en el que ya ha entrado en liza un nuevo y peligroso contrincante, viejo conocido de los lectores de esta serie que esconde, bajo su carcasa humana, una presencia milenaria que busca completar de una vez por todas una tarea emprendida siglos atrás: el control del reino de las cucas y la extinción del ser humano. ¿Hace falta decir que los exterminadores de Matabichos lo van a tener muy difícil... una vez más?

El arco Insurgencia ocupa los números 6-7 y 9-10 de la serie americana de The Exterminators, siendo el número 8 un interludio en el que asistimos a un día en la vida de Henry, Laura y Page, las mujeres con las que Henry ha tenido y podría tener una relación seria. Ese interludio resulta perfecto pues permite parar por un momento una acción frenética en la que no se deja de proporcionar nueva información al lector y a la vez profundizar en dos personajes que necesitan una caracterización adicional. En una estructura paralela y casi simétrica las dos mujeres plantean sus dudas y sus miedos, visitan a la familia (en ambos casos madres) y buscan un momento de solaz y esparcimiento. Son tebeos que me recuerdan a los interludios del Escuadrón Suicida o de Starman en los que el desarrollo de la trama quedaba momentaneamente aparcado en un segundo plano para poder centrarse en moldear mejor a los personajes, desnudarlos y presentarlos al lector de forma más cercana y exacta. 

Si bastante contento queda uno con ese interludio (que lima las aristas del personaje de Laura, hasta ese momento presentado como egoísta y arribista, y presenta más en profundidad a Page, que sin duda tendrá bastante presencia en futuros números de la colección), lo que más me ha llamado la atención de este segundo arco argumental, es la forma exponencial en que progresa la trama y los personajes. De forma muy natural se van dejando caer detalles sobre el modo de ser de Kevin, Stretch, de Saloth y Nils, siempre con un sano sentido del humor pero sin rehuir ciertas incongruencias o matices oscuros en el comportamiento de algunos de ellos. Ya conocemos los entresijos de la fundación de la compañía de exterminadores, y se desvela en parte el origen de la amenaza primigenia que se cierne sobre la ciudad, aunque afortunadamente aún hay bastantes incógnitas que mantienen vivo el interés del lector por el futuro desarrollo de los acontecimientos.

Tras la lectura de este segundo tomo no puedo más que reafirmar todo lo que escribí en su momento con motivo de la publicación del tomo Una vida bicha, y es que Simon Oliver crea un mundo realista repleto de sucesos imposibles en el que sus personajes recurren a sus particulares filosofías (el pragmatismo de Henry, la espiritualidad de Stretch, el cinismo de Solath curado de todo espanto) y al sentido del humor para superar todos los problemas -que no son pocos ni leves- de la mejor forma posible. Realmente la historia ha abierto un poco el plano, con varios personajes más en liza que pueden dar mucho juego en el futuro, y un escenario que va quedando poco a poco más perfilado, que no desvelado por completo. Esperaré con ganas un próximo tomo para acompañar a los Exterminadores de Cazabichos en su particular lucha contra las fuerzas de la naturaleza.