Más de un año después de haber visto la segunda temporada he dado buena cuenta de la tercera a lo largo del último mes, aunque en este caso he dejado una semanita larga de reposo entre el final de la primera parte de la temporada y la segunda. La segunda temporada de la serie fue una de las más perjudicadas por la huelga de guionistas, ya que cogió a la serie en plena emisión y tuvieron que dar un apresurado final a las tramas abiertas en apenas un par de capítulos, lo que provocó no pocas críticas entre los seguidores de la serie y la sensación de que muchas cosas se habían quedado en el tintero o se habían forzado hasta el límite. A pesar de eso, la disfruté como quien se come un helado en una tarde de verano, saboreando el momento y olvidándolo por completo hasta el siguiente. Otra de las críticas que había recibido la serie era la de alargar en exceso una trama muy sencilla, y así en un planteamiento diametralmente opuesto, la primera temporada había estirado como el chicle su argumento dilatando la resolución de la serie de forma harto artificial y provocando a veces la exasperada impaciencia de los espectadores. En el término medio está la virtud, y eso es algo que Tim Kring, creador de la serie, parece haber querido aplicar en esta temporada, que ya desde el principio se divide en dos arcos argumentales o volúmenes que disfrutan de una historia algo más contenida y de una planificación independiente para cada uno de ellos: Villanos y Fugitivos.
El tiempo pasado desde el final de la segunda desde luego se ha hecho notar, y comenzar a ver el primer capítulo del tercer volumen fue algo verdaderamente complicado a la hora de seguir las andanzas de todos los personajes, quizá el punto más discutible de la serie. Al tratarse de una historia coral que sigue a decenas de personajes y sus familias uno ya no sabe cómo murió quién, de dónde sale cada cual o porque en ese universo hasta el tato parece tener un poder o poder conseguir uno. En cuanto uno tira de resúmenes y coloca a cada uno en su lugar empieza desde luego un viaje lleno de emociones y de giros argumentales que van desde la genuina sorpresa al rocambolesco cambio de actitud. La serie mantiene todas sus constantes, incluso depuradas, y prosigue enseñando de forma más o menos realista el modo en que gente normal lidia con la presencia de unas habilidades que distan mucho de hacerles la vida más fácil. Es curioso que únicamente Hiro, lector compulsivo de comics, fantasee con la idea de convertirse en un superhéroe con su guarida secreta, sus gadgets y sus compañeros. Los demás únicamente aspiran a volar bajo radar y a arreglar los problemas que van surgiendo, provocados en muchos casos por ellos mismos.
Villanos es el arco más espectacular y ofrece un poco de todo, desde venganzas minuciosamente orquestadas hasta planes para exterminar a la humanidad, y todo ello descubriendo a un buen puñado de personajes que recuerdan a Flash o al Puppet Master. Conforme transcurre la historia hay momentos en que uno parece estar viendo a Bishop intentando acabar con Xavier para salvar el futuro o a Sebastian Shaw liderando su peculiar fuego infernal (hasta tiene a Mente Maestra a su servicio) e intentando acabar con todo aquel que se cruce en su camino. Destaca sobremanera la importancia a nivel argumental que en este volumen adquieren los progenitores de los personajes, algo que ya había tenido su importancia pero que aquí obtiene la cancha necesaria para desarrollar a personajes con cierta profundidad como Angela Petrelli o las madres de Claire. La resolución de la historia en un espectacular doble capítulo que nos vuelva a meter de lleno en un eclipse y que muestra las peleas más espectaculares vistas hasta ahora en Heroes deja toda la trama en el aire y nos lleva hasta el cuarto volumen...
Fugitivos presenta a todos los personajes a la carrera, huyendo de estos, de aquellos, unos de otros y hasta de ellos mismos. El guión aquí recuerda poderosamente a la Guerra Civil marvelita, con actas, iniciativas y registros, y la cosa progresa de forma un tanto más errática, incluyendo un más que necesario sentido del humor en ciertos momentos que alivian la tensión de una situación que ya no podía ponerse peor para los Petrelli, Nakamura o Parkman. La inclusión de actores de peso en esta temporada ha beneficiado mucho al nivel interpretativo de la misma. Robert Foster o Zelko Ivanek componen unos villanos de libro, letales y peligrosos, y John Glover en un papel muy similar al que interpreta en Smalville se apaña para robar los mejores momentos de su capítulo.
Heroes se ha acabado conviertiendo en un placer culpable, pues los lectores habituales de comics sabemos muy bien de dónde viene cada "homenaje" argumental o cada personaje con poderes sospechosamente similares a personajes existentes, y por tanto muchos giros nos resultan previsibles y muchos recursos del género -resurrecciones, cambios de bando, futuros alternativos, sacrificios redentores- nos parecen burdos trucos repetidos hasta la extenuación. Pero a pesar de eso desde el momento en que veo el primer capítulo de cada volumen ya no puedo para hasta terminar el arco en cuestión. El formato televisivo además permite ver dos capítulos comodamente de una sentada, y eso es algo que noto que me está haciendo consumir más televisión en detrimento del cine, y es que la manía de alargar el metraja de cualquier película por encima de las dos horas hace que a veces cueste un mundo encontrar un hueco. Personalmente sigo en el carro de Heroes y espero con bastantes ganas la siguiente temporada. Afortunadamente gracias a la planificación de esta última recuerdo perfectamente en qué lugar y en qué estado se han quedado la mayoría de personajes. Por cierto, no se quejaran ustedes de un artículo que carece de spoiler alguno. De tan ambiguo parece que ni siquiera haya visto la serie.
El tiempo pasado desde el final de la segunda desde luego se ha hecho notar, y comenzar a ver el primer capítulo del tercer volumen fue algo verdaderamente complicado a la hora de seguir las andanzas de todos los personajes, quizá el punto más discutible de la serie. Al tratarse de una historia coral que sigue a decenas de personajes y sus familias uno ya no sabe cómo murió quién, de dónde sale cada cual o porque en ese universo hasta el tato parece tener un poder o poder conseguir uno. En cuanto uno tira de resúmenes y coloca a cada uno en su lugar empieza desde luego un viaje lleno de emociones y de giros argumentales que van desde la genuina sorpresa al rocambolesco cambio de actitud. La serie mantiene todas sus constantes, incluso depuradas, y prosigue enseñando de forma más o menos realista el modo en que gente normal lidia con la presencia de unas habilidades que distan mucho de hacerles la vida más fácil. Es curioso que únicamente Hiro, lector compulsivo de comics, fantasee con la idea de convertirse en un superhéroe con su guarida secreta, sus gadgets y sus compañeros. Los demás únicamente aspiran a volar bajo radar y a arreglar los problemas que van surgiendo, provocados en muchos casos por ellos mismos.
Villanos es el arco más espectacular y ofrece un poco de todo, desde venganzas minuciosamente orquestadas hasta planes para exterminar a la humanidad, y todo ello descubriendo a un buen puñado de personajes que recuerdan a Flash o al Puppet Master. Conforme transcurre la historia hay momentos en que uno parece estar viendo a Bishop intentando acabar con Xavier para salvar el futuro o a Sebastian Shaw liderando su peculiar fuego infernal (hasta tiene a Mente Maestra a su servicio) e intentando acabar con todo aquel que se cruce en su camino. Destaca sobremanera la importancia a nivel argumental que en este volumen adquieren los progenitores de los personajes, algo que ya había tenido su importancia pero que aquí obtiene la cancha necesaria para desarrollar a personajes con cierta profundidad como Angela Petrelli o las madres de Claire. La resolución de la historia en un espectacular doble capítulo que nos vuelva a meter de lleno en un eclipse y que muestra las peleas más espectaculares vistas hasta ahora en Heroes deja toda la trama en el aire y nos lleva hasta el cuarto volumen...
Fugitivos presenta a todos los personajes a la carrera, huyendo de estos, de aquellos, unos de otros y hasta de ellos mismos. El guión aquí recuerda poderosamente a la Guerra Civil marvelita, con actas, iniciativas y registros, y la cosa progresa de forma un tanto más errática, incluyendo un más que necesario sentido del humor en ciertos momentos que alivian la tensión de una situación que ya no podía ponerse peor para los Petrelli, Nakamura o Parkman. La inclusión de actores de peso en esta temporada ha beneficiado mucho al nivel interpretativo de la misma. Robert Foster o Zelko Ivanek componen unos villanos de libro, letales y peligrosos, y John Glover en un papel muy similar al que interpreta en Smalville se apaña para robar los mejores momentos de su capítulo.
Heroes se ha acabado conviertiendo en un placer culpable, pues los lectores habituales de comics sabemos muy bien de dónde viene cada "homenaje" argumental o cada personaje con poderes sospechosamente similares a personajes existentes, y por tanto muchos giros nos resultan previsibles y muchos recursos del género -resurrecciones, cambios de bando, futuros alternativos, sacrificios redentores- nos parecen burdos trucos repetidos hasta la extenuación. Pero a pesar de eso desde el momento en que veo el primer capítulo de cada volumen ya no puedo para hasta terminar el arco en cuestión. El formato televisivo además permite ver dos capítulos comodamente de una sentada, y eso es algo que noto que me está haciendo consumir más televisión en detrimento del cine, y es que la manía de alargar el metraja de cualquier película por encima de las dos horas hace que a veces cueste un mundo encontrar un hueco. Personalmente sigo en el carro de Heroes y espero con bastantes ganas la siguiente temporada. Afortunadamente gracias a la planificación de esta última recuerdo perfectamente en qué lugar y en qué estado se han quedado la mayoría de personajes. Por cierto, no se quejaran ustedes de un artículo que carece de spoiler alguno. De tan ambiguo parece que ni siquiera haya visto la serie.
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