Habitualmente durante los meses de agosto suelo recuperar añejas entradas de las que me siento especialmente orgulloso, ya sea por el material tratado o por el esfuerzo volcado en ellas, y de paso, alivio un tanto la necesidad de estrujarme las meninges a la hora de pensar con qué nueva reseña o galería les voy a amenizar el rato. Hoy, desgraciadamente, me he despertado con la pésima noticia del fallecimiento de John Hughes, director que marcó a fuego a toda una generación y que elevó con sus películas el género de las teen movies (películas de adolescentes dirigidas a ese público) hasta cotas que, lamentablemente, nunca han sido igualadas. Sensible y respetuoso con su público y con sus protagonistas, pocas veces las inseguridades de la vida en el instituto (El club de los cinco), del paso a la adolescencia (16 velas) o de las complicaciones de una relación sentimental (La loca aventura del matrimonio) han sido tratadas con tanta profundidad y veracidad. Pero no sólo de adolescentes con problemas vivió este director, y sus películas Mejor sólo que mal acompañado (Aviones, trenes y automóviles era su título original) y Solos con nuestro tío, ambas con John Candy, abordaban temas adultos con la misma fortuna y humor melancólico que sus primeras producciones. Guionista, productor y director John Hughes deja un legado fílmico inolvidable a toda una generación, la nuestra, plasmado en las que considero sus tres películas más redondas: El club de los cinco, Mejor sólo... y esta por la que ya dejé plasmada hace unos añitos mi más rendida devoción y admiración y que me veo obligado a recuperar hoy por tan triste circunstancia. ¿Alguien sabe de qué película estoy hablando? ¿Alguien? ¿Nadie? Todo en un día...
Ferris Bueller (Mathew Broderick) lo tiene todo, excepto un coche (no le compraron uno, pero a cambio consiguió una computadora). Es listo, atractivo, simpático y tiene todo el típico brillante futuro de la clase media yanqui por delante cuando finalice su último año de instituto. Sus padres le adoran, aunque su hermana mayor (Jennifer Grey) no le soporta. Ferris sale con Sloan (Mia Sara), la chica más divina del instituto. Su mejor amigo, Cameron (Alan Ruck), es un neurótico niño de papá rico incapaz de superar que su padre quiera a su colección de coches deportivos más que a su propio hijo. Pero un día de primavera Ferris ha planeado algo especial, una despedida de la adolescencia por todo lo alto, un "día de novillos" con Cameron y Sloan. Para ello sólo deberá fingir una enfermedad que engañe a sus padres sin que le hagan ir al médico, rescatar a Sloan de las garras del director del instituto (encarnado por un estupendo Jeffrey Jones) y arrancar a Cameron de la cama donde se haya postrado con un profundo ataque de depresión. Y eso sólo será el comienzo de un largo día en el que irán a Chicago en el Ferrari 250 GT restaurado del padre de Cameron, verán un partido de béisbol en el estadio Wrigley Field, comerán en un restaurante exquisito, visitarán la Torre Sears y el Instituto de Arte de Chicago y participarán activamente en el desfile del día de Von Steuben, momento en el que Ferris se marcará un apoteósico fin de fiesta cantando Twist and Shout en honor de su amigo Cameron. Pero no todo será alegre y festivo ese día, ya que a las dudas acerca del camino que tomarán sus vidas a partir del momento en que se gradúen en el instituto se suman los intentos de Rooney por descubrir la mascarada de Ferris (intentos que acabarán dejándole en un lamentable estado y que propiciarán la excelente escena cómica final que ilustra los títulos de crédito). Cuando el día pase se puede decir que ninguno de los protagonistas es el mismo, cada uno de ellos habrá dado un paso en un sentido u otro que lo habrá acercado un poco más a eso que llaman "vida adulta".
En 1986 John Hughes venía de dirigir 16 velas, Breakfast Club (aquí El club de los cinco) y La mujer explosiva (Weird science). A Hughes se le considera no el padre de las películas teen, (hechas para y sobre adolescentes) sino uno de sus mejores representantes. Aún partiendo de estereotipos y de convencionalismos logra que sus personajes calen en la audiencia y que sus historias no aparezcan ridículas incluso dos décadas después de ser filmadas. Si con 16 velas retrataba el difícil paso "de niña a mujer" de una insegura Molly Ringwald que afrontaba su decimosexto cumpleaños entre la indiferencia familiar y los primeros devaneos sentimentales, El club del desayuno es para muchos una película generacional, la síntesis perfecta de una época difícil. A través de cinco tipos muy definidos (el macarra, el cerebrito, el deportista, la niña pija y la "rarita") seguíamos el día de castigo de cinco muchachos en el instituto. Partiendo de un completo desconocimiento y de unas diferencias aparentemente insalvables llegaban a ver el fondo de los demás desnudando sus miedos y debilidades. Tras dos películas donde los aspectos cómicos quedaban en un segundo plano en beneficio de la caracterización de personajes, Hughes realizó consecutivamente dos alocadas comedias, La Mujer explosiva y Todo en un día. La primera de ellas fue hecha a mayor gloria de una espectacular Kelly LeBrock y mezclaba la comedia gruesa con ribetes sexuales con el slapstick de tinte fantástico más desmadrado. Ferris Bueller’s day off supone la síntesis perfecta entre las primeras y la última: aúna la comedia más o menos sofisticada con el chiste grueso y salpica toda la película de reflexiones acerca del paso a la universidad, de la asunción de mayores responsabilidades, la pérdida de contacto con los viejos amigos... Rodada con un estilo muy dinámico y festivo en más de una ocasión el espectador se convierte en parte de la película cuando Ferris se dirige directamente a la pantalla, rompiendo la cuarta pared haciéndonos partícipes de sus disgresiones y sus reflexiones sobre lo que acontece en pantalla.
Esta fue una de las primeras películas que me marcó, y curiosamente la ví en un momento delicado, el fin del colegio y antes de pasar al instituto, con lo que las dudas de Ferris sobre si seguiría viendo a sus amigos, o las inseguridades de Cameron me llegaron bastante hondo. Con el paso de los años la he visionado recurrentemente, y pese a que el aspecto formal está algo desfasado (canciones ochenteras -ese Oh Yeah de Yello, impagable-, peinados cardados y chaquetas con hombreras a cascoporro) hay muchos elementos que mantienen toda su validez a día de hoy. A las citadas peripecias iniciáticas de los protagonistas se suman los estupendos números cómicos recurrentes: la descripción de la aburrida clase de instituto ("¿alguien? ¿nadie?"); el padre de Ferris y éste cruzando sus caminos a lo largo de todo el metraje sin que el despistado progenitor se percate de ello; las escenas de Rooney con la secretaria del instituto y posteriormente en solitario en la casa de los Ferris; la euforia festiva del desfile o el desparpajo con que Ferris finge su enfermedad (llegando a organizarse en el instituto la campaña "Salvad a Ferris Bueller" -Save Ferris, nombre que luego adoptaría un grupete ska-pop de efímera existencia- para recaudar dinero y comprarle un riñón. El estupendo reparto sabe aprovechar un amplio registro, pasando de la bis cómica a escenas que rondan el patetismo, con algún cameo ilustre como el de Charlie Sheen interpretando a un delincuente juvenil.
Broderick se hizo con un papel al que optaron en un momento u otro John Cusack o Eric Stoltz (que tampoco había conseguido ser Marty McFly unos años antes) y Alan Ruck, que contaba con 29 años, consiguió el papel cuando Emilio Estevez y Anthony Michael Hall (que no quería encasillarse en papeles de adolescente atormentado) rechazaron interpretar a Cameron. Mia Sara está adorable en un papel que requería belleza, simpatía y amabilidad, y estableció una buena química con los actores principales, y Jennifer Grey, por su parte, supo bailar con la más fea interpretando a la arisca y resentida hermana de Ferris (aunque al final será ella quien salvará su "day off" y su graduación). Y de nuevo lo reitero: por muchas veces que vea la película aún se me escapa alguna carcajada con las escenas de Jeffrey Jones, ya sea en su despacho o mientras merodea por la ciudad persiguiendo a sus díscolos alumnos, y el final, con el humillante paseo al ritmo de Yello por el autobús escolar es lo más hilarante y patético al tiempo que uno pueda imaginar.
En fin, que es una de mis películas favoritas, a la que le tengo gran cariño por todos los motivos ya mencionados. Y por si fuera poco, ahí tienen dos de mis escenas favoritas, contrapuestas pero complementarias: el pausado paseo por el museo de arte contemporáneo en que cada uno de ellos se detiene delante de su cuadro favorito, caracterizando con un solo plano a cada personaje mejor de lo que podrían hacerlo horas de diálogo, y ese número musical eufórico que es la actuación de Ferris sobre la carroza cantando Twist and Shout, homenaje exultante a la juventud, a la alegría inconsciente de una época de la vida en que todo parece brillante y prometedor, y en que ningún problema es imposible de resolver cuando tienes a gente a la que le importas a tu lado.
Ay, qué verde era mi valle...
Por cierto, en los años 90 hubo un intento de convertir la película en serie, pero no cuajó, pese a contar con una joven Jennifer Anniston interpretando a la hermana de Ferris, aquí encarnado por Charlie Schlatter. Resulta curioso que la continuación oficial no cuajara y sí lo hiciera otra serie que se inspiraba descaradamente en Ferris Bueller y en muchos de sus gags recurrentes (ruptura de cuarta pared, hermanita díscola, directora de instituto malvada), Parker Lewis nunca pierde. Serie que todo sea dicho, a mí me hacía bastante gracia.
Ay, qué verde era mi valle...
Por cierto, en los años 90 hubo un intento de convertir la película en serie, pero no cuajó, pese a contar con una joven Jennifer Anniston interpretando a la hermana de Ferris, aquí encarnado por Charlie Schlatter. Resulta curioso que la continuación oficial no cuajara y sí lo hiciera otra serie que se inspiraba descaradamente en Ferris Bueller y en muchos de sus gags recurrentes (ruptura de cuarta pared, hermanita díscola, directora de instituto malvada), Parker Lewis nunca pierde. Serie que todo sea dicho, a mí me hacía bastante gracia.
6 comentarios:
Junto con John Landis, fueron los grandes directores de comedias de los 80 por excelencia. Siendo el humor de Hughes algo más blanco, no por ello de menor calidad. Descanse en paz.
Y fue el guionista de 'La chica de rosa'..
Pues esta peli no la he visto, pero de la serie Parker Lewis si que he visto algunos capitulos, pero a pesar de ser entretenida tampoco me decía mucho.
En cuanto a ese cacharrito que está de camino... Me alegro un montón!!. Ya verás que pasada, la experiéncia vale la pena!!. Además nos podemos contar chistes mientras le pateamos el culo a Wesker (sobre todo) y cualquier malote que se nos cruce!!. muajajaja!!.
Pablo, creo que Landis era un poco más todoterreno, y también más dado a los altibajos brutales. Desde luego que la sofisticación de Todo en un día o el humor bestia de La mujer explosiva son igual de disfrutables hoy que entonces. Manda narices que las comedietas teen hayan caído en el error de hacer spoofs absurdos y poco más. Esta generación necesita un Ferris Bueller desesperadamente ;D
Bruce, en efesto. Como guionista sí que daba una de cal y dos de arena, que el caballero tambien perpetró Beethoven o Flubber. Lo de Sólo en casa siempre se lo perdoné porque la primera me parece genuinamente entretenida y muy divertida por momentos. Las pelis navideñas me pueden, ho ho ho....
Osukaru, echale un ojo a la peli, que te vas a pegar unas cuantas risas genuinas. El cacharro lo he pillado por Ebay y viene desde Gran Bretaña. No es oficial pero dicen que es compatible así que hasta que no lo pruebe no sabre si funciona o qué. Llevo una enganchada este verano con el Killzone 2 que no lo saba nadie. Bueno, sí, ahora lo sabe todo el mundo, jejeje.
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