sábado, abril 20, 2013

Comic Con. Episodio IV: La esperanza de un fan... friki!

Hay un mundo de convenciones y salones de comic al otro lado del Atlántico que deja en pañales a todo lo que aquí conocemos. Un lugar donde Harrison Ford o Kiefer Sutherland pueden presentar su última serie o película, donde Joss Whedon o Kevin Smith se confunden con los aficionados al tiempo que presentan sus propios paneles, donde cientos de aficionados se disfrazan y emulan a sus personajes favoritos y donde, en fin, un chaval de doce años puede llegar a hablar con Stan The Man Lee y preguntarle cuál es su personaje preferido. Ese es el mundo de las Wizard World y demás convenciones americanas y, por encima de todas ellas, la que hoy nos ocupa y es el sujeto del documental Comic Con Episode IV: A fans hope, la convención que se celebra anualmente en la localidad de San Diego, la Convención Internacional de Comic de San Diego (SDCC). 


El documental se inicia con unas imágenes de archivo donde vemos al fundador del evento y a los primeros pasos del salón, apenas una reunión de un puñado de aficionados mirando cuatro puestos y asistiendo a unas pocas sesiones de firmas. Cuarenta años después el evento reúne a 130.000 personas de media -unas poquitas más que Expocomic o Ficomic, para que vean lo que pasaría si Mark Hammill o Robert Downey Jr. viniesen a promocionar un estreno a cualquiera de esos salones-, congrega a la mayor reunión de profesionales relacionados con el mundo de la cultura popular que un aficionado al comic, el cine, los muñecos, los videojuegos o la televisión pudiesen desear, y ofrece una serie de productos exclusivos que se convierten de la noche a la mañana en solicitadísimos artículos de colección.


Para guiar a aquellos que probablemente jamás lleguemos a asistir a una SDCC por los entresijos de la convención, el director Morgan Spurlock -productor y actor principal de la versión americana del programa 30 días y el tipo que se pasó un mes entero fastidiando su organismo con comida basura en Super Size Me- puso su cámara detrás de cinco personas anónimas -relativamente, como veremos más adelante- que iban a asistir a la San Diego Comic Con del año 2010, permitiendo al espectador que conociera un pedacito de sus vidas y al mismo tiempo siguiera sus andanzas por los paneles, puestos de venta, sesiones de encuentro con editores y actividades de cosplay. En primer lugar nos encontramos con Skip Harvey y Eric Henson, dos aspirantes a dibujantes de muy diferente origen y actitud vital. El primero es un camarero barra dibujante que cree tener el talento necesario para triunfar y que prepara un book muy heterogéneo para presentar. El segundo es un militar de carrera -metódico y disciplinado- que espera que su trabajo sea lo suficientemente bueno como para trabajar en la industria.


Chuck Rozanscki, propietario de la tienda virtual Milehigh Comics, nos permite entrar en el almacén de su tienda con cientos de miles de comics, y presenta su aspiración de vender un ejemplar único de la serie Red Raven de Marvel -por la irrisoria cifra de quinientos... mil... dólares- y así superar la situación de crisis generalizada que parece atravesar el negocio. Holly Conrad, una artista de maquillaje y diseño de vestuario aficionada, prepara a lo largo de todo el año los elaborados trajes y escenografía de una de las escenas cumbre del Mass Effect 2, Misión suicida, entre las burlas y la incomprensión de su entorno, todo con vistas a escenificarla durante la Mascarada de la convención de San Diego. Finalmente, en la parte que me resultó más abiertamente insoportable, nos encontramos con James Darling y Se Yong Kuan, pareja de frikis adorable en principio. El problema es que James pretende escenificar la típica petición pública de mano a Se Yong durante el panel de Kevin Smith, y recoger un anillo de pedida réplica del anillo único del Señor de los Anillos, pero para ello tendrá que dar esquinazo a su pareja. Y lo que debería ser adorable acaba resultando en los futiles intentos de James por lograr siquiera dos minutos de libertad y en la agobiante y machacona insistencia de Se Yong por no separarse de su amado ni siquiera por un momento.


Spurlock logra con Comic Con Episode IV algo verdaderamente difícil, y es no caer en ninguna clase de partidismo. Simplemente coloca la cámara y deja que sus protagonistas opinen, narren sus aspiraciones, luchen por conseguirlas durante la convención y finalmente reaccionen ante lo conseguido. No hay voz en off que resalte de manera superflua o machacona lo visualizado, y tampoco hay montaje tendencioso. Los posibles temas espinosos que el documental habría podido resaltar, como la especulación con los coleccionables especiales del salón -en la divertida secuencia de carrera y desesperación en busca del Galactus gigante-, los sobre precios de ciertos artículos -ese medio millón por un tebeo del que sólo se edito un primer número en 1940 y con personajes que no volvieron a aparecer-, la pérdida de peso específico del comic en espacio, actividades o relevancia de cara a los medios o el mismo público, o la cantidad de fracasos personales que jalonan el camino al éxito profesional dentro del mundillo -a buen seguro, una decena por cada artista que logra llegar a ver reconocido su trabajo- se van dejando entrever a lo largo de los 88 minutos que dura el documental y que les aseguro que se pasan en un suspiro.


Tenemos el panorama general, numerosas escenas reflejando el ambientillo, y las peripecias personales de esas cinco personas, que acaban de muy diferente manera -desde el éxito más gratificante al más bochornoso de los fracasos, con algún momento incluso de tensión y suspense- y que obviaré para dejarles con algo de intriga que les impulse al visionado del documental. Para complementar eso nos encontramos con las escenas centradas en las personalidades que visitan una SDCC habitualmente y que dejan constancia de sus sensaciones sobre un evento de tales caracteristicas. Sin ser exhaustivo, podrán disfrutar de las opiniones de gente como Olivia Wilde, Seth Green, Joss Whedon, Kevin Smith -cada vez más grande, ya me entienden-, Eli Roth, Thomas Jane, Kenneth Brannagh, Guillermo del Toro, Seth Rogen, Tim Bradstreet, Todd McFarlane, Robert Kirkman, Stan Lee, Grant Morrison o Matt Fraction. El momentazo Stan Lee andando por los pasillos como el mismo Tony Manero o la sesión de firmas con el chaval nos muestran a ese hombre que ha sabido ser la piedra angular del negocio de forma prácticamente continua durante los últimos cincuenta años.


¿Qué más puedo decirles? Una breve reflexión sobre el furor del cosplay, si me lo permiten. Nos encontramos con disfraces elaboradísimos de superhéroes, sensuales señoritas disfrazadas de nuestras heroinas favoritas, pero me temo que en el fondo se trata de impostores ajenos a la realidad del mundo del comic que han encontrado un entorno en el que representar de forma directa y fácil un papel que les eleva por encima del nivel medio -consiguiendo atención y adulación casi instantánea por parte del friki que religiosamente compra cada mes las aventuras de Iron Man, Supergirl o Catwoman- y que poco o nada tienen que ver con unos personajes a los que generalmente desconocen, cuyo background no les importa y cuya vida sobre el papel no contribuyen a mantener al no ser consumidores habituales. Es una sensación que me asalta cada vez que veo uno de esos videos de cosplay épicos que aparecen de cuando en cuando en la red y que vienen de la Dragon Con o de un evento similar. Para terminar, recomendarles el visionado de la película, tanto si a) creen como yo que jamás acudirán a una San Diego Comic Con y les apetece ver cómo se monta aquel tinglado; b) han acudido recientemente a un salón español y ya tienen mono de los puestos de figuritas, de las sesiones de firmas y de la gente disfrazada; o c) una mezcla de ambas dos cosas. Yo sólo les diré que seguiré con suma atención la carrera de Eric Henson, cuyas muestras de trabajo con Hulk nos dejaron con la boca abierta. Qué tipo más majo... Y ahora sí, para terminar, les dejo con una Misión Suicida, pero vista y oída como debe ser, a pie de un entregado público.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

" [...] apenas una reunión de un puñado de aficionados mirando cuatro puestos y asistiendo a unas pocas sesiones de firmas."

Acabas de describir el último Salón del Cómic de Barcelona. Y que la organización aún tenga las pelotas de decir TODOS LOS AÑOS, llueva, truene o nieve, que la asistencia ha superado la cifra de cien mil visitantes, (los mismos que la Comic Con, que se celebra en un pabellón de convenciones del tamaño de la terminal internacional de un aeropuerto)... Vamos, es que no sé como no se les cae la cara de vergüenza por mentir tan descaradamente.

Plissken dijo...

Esas cosas suelen colar ante la falta de perspectiva real para poder comparar ambos eventos. No le quito mérito a Barna en absoluto, pero la escala de una SDCC, o de una NYCC, debe ser normalmente mucho mayor por volumen de autores, presentaciones, expositores y público. Lo que no quita que me quedase con ganas de acudir a Ficomic este año...

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