Mucho tiempo llevaba esperando este comic. Estuve a punto de comprarme el paperback yanqui, justo cuando vi el avance de novedades de Planeta. Mejor, en castellano para pillarlo todo. Compra obligada, y una de las primeras novedades de Expocomic en caer (¡Gracias Nacho!). Leído en el tren de vuelta en un ratín. Emocionante, divertido, espectacular. Ni más ni menos que lo que esperaba. Me explicaré un poco mejor.
La serie limitada consta de tres números, en los que seguimos las peripecias de tres mascotas modificadas a nivel biomecánicogenético para ser las máquinas de matar perfectas. Enfundadas en sofisticadas armaduras repletas de armas los animalillos son la punta de lanza de uno de esos proyectos militares supersecretos que no buscan acabar con la guerra, sino perpetuarla a costa del sufrimiento de "seres inferiores". Tras un test de prueba donde conocemos a 1, 2 y 3 y a su enlace humano directo, los sucesos se precipitan cuando el impulsor político del proyecto decide cancelar esa primera fase para evitar mala prensa. Los experimentos seguirán, pero con especímenes más apropiados y que despierten menos compasión a primera vista que la que ofrecen el perro (Bandit), el gato (Tinker) y el conejo (Pirate). O sea, perros de presa, simios, etc. Ante la poco halagüeña perspectiva de ser "dormidos" los animales, no sin ayuda humana, consiguen escapar del complejo y emprender una huida desesperada hacia la libertad y hacia una quimera a la que llamar hogar. Hasta aquí puedo -y quiero- leer, porque en el transcurso de lo que queda de historia son algunas las sorpresas que depara la acción hasta su conclusión.
La reseña del libro nos habla de un cruce entre "Regreso a casa" y "Terminator", pero creo que el precedente literario directo de este We3 vendría a ser el libro de Dean R. Koontz "Víctimas", con el que guarda no pocos e importantes puntos en común. Proyecto gubernamental que experimenta con animales para su uso militar, huida de éstos y posterior persecución por parte de agentes del gobierno, enfrentamiento entre el animal bueno (perro perdiguero) y el malo (babuino), humanos que deciden ayudar aún a riesgo de su propia vida... Otra coincidencia aún por materializar sería la de una posible adaptación cinematográfica de We3, esperemos que superior a ese Proyecto Terror protagonizado por un Corey Haim ya casi post adolescente. Original, original no es la historia, pero como en tantas otras cosas (que se lo digan por ejemplo a Shyamalan, al que adoro como cineasta) a veces importa más cómo cuentas una historia trillada y mil veces vista -dotándola de un nuevo punto de vista narrativo o de aspectos atractivos visualmente- que la hagan interesante, que la originalidad intrínseca de un relato que esté narrado de forma ramplona o sosa. Resulta obvio decir que la conjunción de ambos aspectos constituye ese ideal de Arte con mayúsculas al que todos aspiramos, ideal del que esta obra huye creo que deliberadamente para ofrecer una historia de entretenimiento pero que a la vez contiene elementos que inducen a la reflexión. Nada mejor que las propias portadas para introducirnos de lleno en el salvajismo y la crueldad que los experimentos han infligido, no sólo en los propios animales, torturados en "beneficio" de la ciencia, sino de sus apenados ¿dueños? ¿amigos?, que en los carteles de búsqueda definen a los animales que eran, un tanto diferentes de aquello en que los han convertido.
Grant Morrison, el escocés loco chamán del caos, uno de los más brillantes guionistas de la actualidad, me recuerda a aquella historia de Sandman donde un escritor que retenía a la musa Calíope era castigado con un torrente ilimitado e irrefrenable de historias que le llevaban a la locura. Este tipo chorrea imaginación por los cuatro costados, y cuando consigue domar el toro de su propia mente es capaz de ofrecer maravillas como Animal Man, JLA, Los Invisibles o la Doom Patrol... Es cuando su mente desborda diez conceptos absurdos e irreales por viñeta, a veces incluso por bocadillo, cuando algunas de sus historias se me atragantan: algunos arcos de Los Invisibles, The Filth, la etapa final de la Doom Patrol. Dentro del mainstream se ha demostrado también como un gran profesional con obras que van de lo sobresaliente (New X-Men) a lo brillante (su épica JLA aún no ha sido superada) o magistral (sólo he podido leer el primer número de Superman All-Star y aún no me he quitado de encima la sensación de maravilla y de alegría, de descubrir de nuevo lo grande que es el personaje y su universo propio).
De Quitely poco puedo decir. Sus lápices son rotundos, majestuosos; su narrativa precisa y su composición de página proporcionan un ritmo de lectura claro. La minuciosidad en el detalle llega en esta serie hasta extremos repugnantes, como el retrato pormenorizado de las heridas que 1,2 y 3 causan a sus perseguidores (hablamos de globos oculares explotando, uñas y dientes atravesados, evisceraciones, en fin, un poema de la masacre). Parece mentira el grado de realismo alcanzado en algunas viñetas y el logro de dotar de personalidad a cada animal por los rasgos faciales, más allá de las parcas comunicaciones verbales, casi mecánicas, con las que se comunican entre ellos. Haciendo un símil con los X-Men, para mí Bandit sería Cíclope, Tinker Lobezno y Pirate... ¿Coloso? Acepto nuevas comparaciones o rectificaciones. En resumen, uno de los comics más divertidos que he podido leer recientemente; emotivo en ocasiones y vibrante en una resolución que casi me hizo saltar del asiento.
La reseña del libro nos habla de un cruce entre "Regreso a casa" y "Terminator", pero creo que el precedente literario directo de este We3 vendría a ser el libro de Dean R. Koontz "Víctimas", con el que guarda no pocos e importantes puntos en común. Proyecto gubernamental que experimenta con animales para su uso militar, huida de éstos y posterior persecución por parte de agentes del gobierno, enfrentamiento entre el animal bueno (perro perdiguero) y el malo (babuino), humanos que deciden ayudar aún a riesgo de su propia vida... Otra coincidencia aún por materializar sería la de una posible adaptación cinematográfica de We3, esperemos que superior a ese Proyecto Terror protagonizado por un Corey Haim ya casi post adolescente. Original, original no es la historia, pero como en tantas otras cosas (que se lo digan por ejemplo a Shyamalan, al que adoro como cineasta) a veces importa más cómo cuentas una historia trillada y mil veces vista -dotándola de un nuevo punto de vista narrativo o de aspectos atractivos visualmente- que la hagan interesante, que la originalidad intrínseca de un relato que esté narrado de forma ramplona o sosa. Resulta obvio decir que la conjunción de ambos aspectos constituye ese ideal de Arte con mayúsculas al que todos aspiramos, ideal del que esta obra huye creo que deliberadamente para ofrecer una historia de entretenimiento pero que a la vez contiene elementos que inducen a la reflexión. Nada mejor que las propias portadas para introducirnos de lleno en el salvajismo y la crueldad que los experimentos han infligido, no sólo en los propios animales, torturados en "beneficio" de la ciencia, sino de sus apenados ¿dueños? ¿amigos?, que en los carteles de búsqueda definen a los animales que eran, un tanto diferentes de aquello en que los han convertido.
Grant Morrison, el escocés loco chamán del caos, uno de los más brillantes guionistas de la actualidad, me recuerda a aquella historia de Sandman donde un escritor que retenía a la musa Calíope era castigado con un torrente ilimitado e irrefrenable de historias que le llevaban a la locura. Este tipo chorrea imaginación por los cuatro costados, y cuando consigue domar el toro de su propia mente es capaz de ofrecer maravillas como Animal Man, JLA, Los Invisibles o la Doom Patrol... Es cuando su mente desborda diez conceptos absurdos e irreales por viñeta, a veces incluso por bocadillo, cuando algunas de sus historias se me atragantan: algunos arcos de Los Invisibles, The Filth, la etapa final de la Doom Patrol. Dentro del mainstream se ha demostrado también como un gran profesional con obras que van de lo sobresaliente (New X-Men) a lo brillante (su épica JLA aún no ha sido superada) o magistral (sólo he podido leer el primer número de Superman All-Star y aún no me he quitado de encima la sensación de maravilla y de alegría, de descubrir de nuevo lo grande que es el personaje y su universo propio).
De Quitely poco puedo decir. Sus lápices son rotundos, majestuosos; su narrativa precisa y su composición de página proporcionan un ritmo de lectura claro. La minuciosidad en el detalle llega en esta serie hasta extremos repugnantes, como el retrato pormenorizado de las heridas que 1,2 y 3 causan a sus perseguidores (hablamos de globos oculares explotando, uñas y dientes atravesados, evisceraciones, en fin, un poema de la masacre). Parece mentira el grado de realismo alcanzado en algunas viñetas y el logro de dotar de personalidad a cada animal por los rasgos faciales, más allá de las parcas comunicaciones verbales, casi mecánicas, con las que se comunican entre ellos. Haciendo un símil con los X-Men, para mí Bandit sería Cíclope, Tinker Lobezno y Pirate... ¿Coloso? Acepto nuevas comparaciones o rectificaciones. En resumen, uno de los comics más divertidos que he podido leer recientemente; emotivo en ocasiones y vibrante en una resolución que casi me hizo saltar del asiento.
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