Diario de guerra del Salón: Jueves

Todo hacía presagiar para los aficionados que este año el Salón Internacional del Comic de Barcelona sería una cita imprescindible para los aficionados, ya que éste celebraba su vigésimo quinto cumpleaños y Norma Editorial cumplía 30 tacos al pie del cañón. Tras un primer prometedor avance en la web de los invitados oficiales, con Chaykin despuntando entre un más que atractivo cartel, finalmente la cosa quedó en agua de borrajas e indudablemente podemos decir que sin onomásticas ni leches el año anterior la presencia de artistas fue de igual peso (qué demonios, Gibbons-Lloyd-Sinkiewicz-Mezieres-Coipel ya bastan para aumentar el peso específico de una convención por sí solos). Aún así, para un servidor la mera presencia de Howard Chaykin ya era más que suficiente, simplemente por el hecho de que al margen de su calidad indiscutible como narrador y creador de historias adultas es uno de mis dibujantes favoritos (y ya comenté que fue gracias a tebeos como La Sombra o Blackhawk y más tarde Black Kiss que llegué a leer tebeos con una temática más adulta, una estructura más compleja y un diseño del que muchos artistas deberían aprender hoy día).

La llegada al Salón el jueves por la tarde no fue una mera toma de contacto, ya que las colas ya estaban organizadas para la primera sesión, y en efecto, constatamos que nuestros amigos los franceses ya ocupaban una posición privilegiada para la primera sesión de firmas, junto a otros habituales del cazadibujeo saloneril. Y aquí empezó la primera polémica del Salón. Una cola única para los cuatro autores, bulos acerca de que Chaykin no dibujaba y una organización titubeante contra la que, como siempre, nos lanzábamos como ávidos tiburones en busca de un trozo del festín. La solución que nos salvó el día fue la lógica. Si ellos estaban primeros para Palmiotti/Conner, nosotros nos posicionaríamos desde las cuatro de la tarde para la sesión de firmas de las 6 y media. Tal y como salieron las cosas esas tres horas fueron las más fáciles de llevar de todo el salón. La opción elegida fue que Leti Sparks abordaría a Chaykin y un servidor esperaría para J. G. Jones.

Lo cierto es que la cosa estuvo tranquila y los objetivos se cumplieron con creces, ya que J. G. Jones se tomó quince minutos para cada sketch que realizó (y yo pude llevarle un preliminar de una de sus portadas para 52 con gatete incluido para que me lo dedicara) mientras que Chaykin, el cual obviamente es un profesional bregado en mil y una convenciones, se mostró reticente a hacer dibujos, siendo Leti la primera de su cola. Y aquí interviene la Dama Dragón francesa, una menuda chica con rasgos asiáticos que casi se abalanzó sobre Chaykin exigiéndole que dibujara, que para eso habían venido desde Francia blablabla, y he aquí que el amigo Howard dijo que vale, que muy bien, que si se ponía así haría sketchs, pero empezando por la primera de la cola, Miss Sparks, que así logró un head-sketch de Beverly, la amante vampira transexual protagonista de Black Kiss. Por mi parte, mientras, esperaba pacientemente a que Jones realizara uno tras otro cinco maravillosos dibujos protagonizados por féminas espectaculares y dudando dudando decidí que nadie mejor que él mismo para escoger el motivo del dibujo, su personaje favorito de 52, que acabó resultando ser un majestuoso Black Adam. Con Breccia rematamos la tarde, ya que tras acabar la cola de Chaykin, Leticia se pasó a la de un Enrique Breccia al que llevamos la novela gráfica de Lovecraft para la correspondiente dedicatoria. Lo que se llama una tarde bien aprovechada.

(Instantánea de la sesión de firmas el jueves por la tarde. J.G. Jones, Howard Chaykin y Enrique Breccia, un trío de auténticos ases.)