viernes, noviembre 16, 2007

Deadman: De amor, muerte y exorcismos

Boston Brand era un trapecista reconocido. Asesinado por un aspirante a miembro de la Liga de los Asesinos, recibe en su tránsito a la otra vida una oferta imposible de rechazar. La diosa Rama Kushna le permitirá permanecer en la Tierra como un fantasma cuya única manifestación física posible es la que realiza poseyendo a otros cuerpos, siempre y cuando utilice sus habilidades para perseguir a su asesino e impartir justicia, trayendo de ese modo un poco de orden a un mundo en el que el caos y la maldad cada vez ganan más fuerza.

Con este personaje, creado por Arnold Drake y Carmine Infantino en 1967, y definido gráficamente entre otros artistas por Neal Adams, el tandem creativo formado por Mike Baron y Kelley Jones ofrecieron entre 1988 y 1992 una serie de aventuras bizarras que mezclaban el amor fou de la novela gótica con el horror sobrenatural a la vieja usanza, en un auténtico festival visual de monstruosidades y magia negra. Quince años después de que se editara la última historia en los USA los lectores españoles podemos disfrutar por fin de un material que pudimos "probar" gracias a la edición por parte de Ediciones Zinco de la serie prestigio en dos volúmenes Deadman: Amor y muerte.




Amor y muerte

Durante años ha venido realizando su labor, condenado a una eterna soledad cuyo peso amenaza con volver loco al espíritu conocido como Deadman. Un artículo acerca de un circo encantado, el circo Brazia de Byron Colby, y referencias acerca del espíritu de una bella trapecista que encanta el lugar le darán un objetivo inmediato. Hacia ese lugar se dirigirá Deadman, que encontrará allí el fantasme de la hermosa Ann Walenschinskie-Colby, presa del lugar por el encantamiento de su marido. Desesperada, pedirán ayuda a Deadman, el cual para proporcionársela tendrá que ocupar el cuerpo físico del atleta Jack Trayner, en estado de coma, cuya recuperación milagrosa volverá loca de alegría a su esposa Connie. Deadman/Trayner Connie emprenden entonces el viaje hacia la mansión Colby que alberga los restos del viejo circo. Junto al espíritu de Ann habitan toda una serie de fenómenos de feria en forma de espectro igualmente encantados por el cruel marido de Ann y condenados a permanecer en el lugar al servicio de Byron Colby y de su amo, el demoníaco Brazia. Atrapado entre el sentimiento de amor desbocado por la hermosa y pasional Ann y la preocupación por el bienestar de la esposa del cuerpo que ocupa, Deadman tendrá que luchar contra Colby y Brazia y sus acólitos para salvar a las dos mujeres y a las víctimas del encantamiento del circo.


Exorcismo

Tiempo después del incidente con Ann, una pareja de luna de miel visita una iglesia abandona en Vermont. De pronto la mujer comienza a actuar de forma extraña, fuera de sí e insultando a su marido. Se trata de un Deadman desquiciado jugando con ellos. Mientras, en Boston, Hugh Pye sufre perdidas de consciencia tras las que se despierta en lugares extraños y con señales de haber ejercido violencia sobre terceras personas. Buscando la ayuda profesional de la psicóloga Resnick, pronto parece evidente que Hugh es culpable de una serie de agresiones contra homosexuales en la zona, y que el origen de esos ataques es de índole sobrenatural. Entra en escena Madame Waxahachie, experta en magia negra procedente de New Orleans que inmediatamente reconoce el origen de las posesiones y lo situa en Vermont, hacia donde ella, la doctora Resnick y Pye parten para descubrir a un maníaco Deadman sumido en la autocompasión y el odio absolutos. Inadvertidamente Waxahachie libera a tres espectros aprisionados en la iglesia durante siglos: el centurion romano Camponus, el jefe indio Nebagamón y el reverendo Shattuck que poseerán los cuerpos de tres jóvenes. Así, mientras que Madame Waxahachie, con la ayuda de un providencial Fantasma Desconocido que acude ante el peligro místico, intenta frenar a los tres demonios cuyo objetivo es abrir un portal que permita el paso franco desde el infierno al plano mortal, Resnick luchará por exorcizar los demonios internos de Deadman antes de que sea demasiado tarde.


Las Reinas Gemelas del Vudú de Nueva Orleans

Situado con anterioridad a los eventos narrados en los dos primeros arcos argumentales, encontramos esta historia sobre zombis y magia negra en Nueva Orleans. Por casualidad Deadman es testigo de la ceremonia de reanimación del cadáver de un policía por parte de Wellman Legros, autoproclamado Rey del Vudú, el cual encomienda a su nuevo siervo zombificado el secuestro de dos gemelas "perfectas" de la guardería de Madame Waxahachie. La intención es lograr la reencarnación de las gemelas Stella y Delia Peckshaw, muertas diecisiete años atrás antes de poder culminar su plan de crear un ejército de zombis que se apoderasen de la ciudad. Precisamente será de nuevo esa su intención, y únicamente la oronda y decidida Madame Waxahachie y Deadman podrán impedirlo.



(Ann y Deadman dando rienda suelta a su pasión en Amor y Muerte. ¿Se puede hablar de Necrofilia?)



En un único tomo, Planeta Agostini recopila todo el material protagonizado por Deadman que el guionista Mike Baron y el dibujante Kelley Jones realizaron a lo largo de un lustro, y que durante bastante tiempo fue el único acercamiento serio a un personaje que la editorial no sabía cómo tratar. Baron, siempre caracterizado por saber introducir en sus historias de género una potente carga de caracterización ideológica y situaciones incómodas para el lector (Nexus, Badger, Castigador) da un paso hacia delante en la composición de Boston Brand como ser atormentado, no ya por el peso de su misión sino por su condición de espectro condenado al aislamiento y la soledad eternos. Que la única forma de sentir sea hacerlo a través de otros ofrece todo un juego de posibilidades perfectamente explotadas en la primera parte de la serie. ¿No es una forma de violación hacer el amor a Connie haciéndose pasar por su marido? ¿No es jugar con una persona la forma de dirigirla hacia Vermont, de exponer su vida al peligro que suponen las criaturas del circo Brazia? Poco de héroe hay en este Deadman y sí mucho de ser torturado que, primero, hace lo que debe para mantener su cordura, y finalmente acaba sucumbiendo a una demencia salvaje que le convertirá en asesino y casi causante de la destrucción de la humanidad. El peso de la historia recae por ese motivo muchas veces en los seres humanos que acompañan al personaje, de cuya humanidad depende la identificación del lector. Mientras que en Amor y muerte los Trayner sí que provocan lástima y simpatía a partes iguales, así como alguno de los fenómenos del Circo, lo cual favorece la implicación en el relato, no sucede lo mismo en Exorcismo. La pirotecnia excesiva de una historia que pese a un planteamiento inicial prometedor (el espectro poseedor influido a su vez por otra fuerza malévola) acaba cayendo en el tópico de plan infernal para invadir la Tierra a través de un portal místico resulta algo menos novedoso y atrayente que la premisa de la primera mini-serie. Afortunadamente contamos con el arte de ese excepcional dibujante que es Kelley Jones, cuya espectacular evolución como artista podemos comprobar entre la historia del Action Comics Weekly y Amor y muerte. El mejor discípulo de Bernie Wrightson ofrece un tour de force narrativo componiendo espectaculares planos de una naturaleza salvaje y ominosa poblados por criaturas deformes y monstruosas. No menos interesante resulta su caracterización de un Deadman que hasta el momento había sido dibujado de forma más o menos humanizada pero que ahora resulta poco más que huesos y algo de pálida piel sobre ellos (caracterización que Alex Ross llevaría a su extremo en Kingdom Come). Como digo, excelente muestra de un artista al que dejaron de retocar los lápices y explotó su estilo personal hasta definir una obra apasionante que se concretaría en los siguientes trabajos de Kelley Jones: Sandman (el arco argumental Estación de Nieblas, en el que se hartó de dibujar demonios y seres fantásticos), Batman (tanto la serie como los proyectos especiales Elseworlds junto a Doug Moench) o The Crusades, por citar unos pocos.



(Pelea de gallos para la WWMF -World Wrestling Monster Federation- entre el Reverendo y el Trapecista, en Exorcismo.)

Hay que felicitar a Planeta por una edición completista, que ofrece material nunca visto en España y que permite al aficionado tanto a DC como al comic de terror completar una importante laguna -otra más- en su colección. Como única pega que un servidor pondría a la edición es la de haber dejado para el final las historias del Action Comics Weekly, ya que una edición cronológica habría permitido disfrutar de la evolución natural tanto de la historia (Madame Waxahachie se nos presenta en esa historia) como del arte mismo (tanto el dibujo de Jones como el argumento y la caracterización de Baron).

4 comentarios:

Jaime Sirvent dijo...

Me ha parecido un post cojonudo. Me la pensaba comprar de todas formas, ahora si cabe me has convencido aún más. Caerá dentro de poco.

Plissken dijo...

Jaime, me alegra que te haya gustado la reseña, aunque como siempre en estos casos ahora me siento un poco responsable de una posible desilusion comiquera en caso de que no te guste el tebeo ;D

Jaime Sirvent dijo...

Nada hombre, no pasa nada. En tal caso sería simplemente discrepancia. Pero me da que me va a gustar.

Plissken dijo...

Estaremos atentos a ver qué se cuenta al respecto en los Surcos ;D

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