El pasado jueves se celebraba en Madrid el segundo de los conciertos que Bruce Springsteen realizaría en España, junto a los de Anoeta y Barcelona (con dos llenos consecutivos en el Camp Nou, porque él lo vale). Las entradas estaban en casa desde diciembre del año pasado y las ganas de asistir a un concierto de rock en estado puro eran enormes. Finalmente el momento de la verdad llegó tras un viaje relampago que había sido planificado, abortado, cancelado y vuelto a planificar sobre la marcha por motivos igualmente ineludibles -Miss Sparks tenia un examen para el que llevaba preparándose meses... dos días después del concierto-. En el estadio Santiago Bernabeu, rodeados de 60.000 entusiastas -y veteranos, no lo vamos a negar- aficionados a la música, había llegado el momento de completar un encuentro largamente esperado.
Y menudo encuentro señores. Sobre un escenario sobrio, en el que sólo había dos pantallas laterales para permitir que el público de todo el estadio pudiera seguir lo que acontecía sobre el escenario o frente al mismo, apareció Bruce y la E Street Band y la noche fue suya desde ese mismo instante. Ya iba avisado por un buen amigo de que los conciertos del Boss son maratonianos -rondando las tres horas- y de que la entrega y la energía derrochados por cantante y músicos es absoluta, pero aún así no estaba preparado para el tour de force que este caballero nacido en New Jersey hace ya 59 años iba a ejecutar sobre el escenario. Un repaso a través de 28 temas de toda su trayectoria musical sin olvidarse de su último disco, Magic, del que tocó cuatro temas. Escuchar en directo canciones que te han acompañado durante tu infancia y juventud como No surrender, Tunnel of love, Born to run o Dancing in the dark ya es una experiencia tremendamente emocionante de esas que viven con un nudo en la garganta y el vello de punta, pero poder disfrutar de una versión en directo de The river fue algo que me dejó exhausto emocionalmente antes de alcanzar siquiera la mitad del concierto.
Derrochando potencia vocal y energía para correr arriba y abajo del escenario, Springsteen demostró una habilidad suprema a la hora de conectar con el público, complicidad puesta de manifiesto en las numerosas ocasiones en que el Boss se colocó a nivel de la gente estrechando manos, sacando a alguna afortunada a bailar o recogiendo peticiones que posteriormente procedió a ejecutar secundado por la E Street Band. Literalmente Bruce se puso en manos de sus fans llegando hasta el extremo de quedar sostenido hacia atrás en el aire mientras decenas de brazos le sostenían con fuerza las piernas en una suerte de "efecto bruce" que puso en pie, una vez más, a todo el estadio.
Por si fuera poco con su propio repertorio, Springsteen se arrancó con tres versiones realmente espectaculares: la alegre y enérgica Summertime Blues, la sentida Because the night (canción compuesta al alimón con Patti Smith, su intérprete más conocida) y el broche de oro para tres horas de entrega total y absoluta tanto de los músicos como del público, una larga versión de Twist and shout que en su parte central se convertía en los coros de La bamba y que el estadio entero coreó hasta quedar ronco. Aun y con todo, tras 28 canciones y tres horas de concierto -¡tres horas!- durante las cuales yo mismo hube de sentarme a descansar en algún tema incapaz de aguantar del tirón el concierto, cuando Bruce y la Banda se despidieron definitivamente de su público madrileño se escucharon algunos pitos. Realmente, este Boss es un ingrato. Debería haber tocado 56 canciones y cuatro horas... Qué digo cuatro, ¡seis!
Como siempre, este repaso al concierto es una visión personal y subjetiva de un lego en materia musical al que muchas facetas técnicas y datos sobre los músicos se le pueden escapar, por lo que les remito a las crónicas de El Mundo y El País sobre el concierto para que ustedes completen la información sobre el mismo. Un servidor tardará mucho en olvidar esa imagen del cantante agarrado a una mano anónima que le sostenía en el aire, los solos desgarradores y la voz casi terrorífica de Clarence Clemmons, y la magia de esa armónica que me lleva a pasear por las aguas del río de mi niñez.
Setlist:
Night
Radio Nowhere
Lonesome Day
The Promised Land
Spirit In The Night
Summertime Blues
Brilliant Disguise
The River
Cover Me
Trapped
No Surrender
Out In The Street
Because The Night
Cadillac Ranch
Livin’ In The Future
Mary’s Place
Tunnel of Love
The Rising
Last To Die
Long Walk Home
Badlands
Jungleland
Seven Nights To Rock
Born To Run
Bobby Jean
Dancing In The Dark
American Land
Twist And Shout
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