Y es que enganchadito me hallo a ese videojuego que sin ser el mejor, ni una maravilla técnica ni contar con un guión inolvidable ya me ha hecho jugarlo tres veces y las que quedan. Lo mío con el Mal Residente ya viene de lejos, y he sido un fanático de todas las aventuras oficiales que se han estrenado en la consola de la gran S. La llegada de la última entrega de la saga no ha hecho más que reverdecer en mí viejos laureles de jugador compulsivo que gusta de desbloquear trajes, mejorar armas y artículos y explorar los recovecos del mapeado en busca de sorpresas. Desde aquella maravilla que fue el Bioshock que no había caído de tal forma en las redes de un juego, y las continuas partidas, momentos de tensión y quebraderos de cabeza para optimizar la experiencia de juego han llegado hasta acompañarme en intranquilos y repetitivos sueños a medio camino entre las pesadillas de un David Lynch gore y de un Paul W. S. Anderson pasado de rosca. Pero como no hay nada mejor que combatir el fuego con el fuego, he iniciado la lectura de Apocalipsis Z para desplazar el RE de mis sueños y devolverle a los zombis el legítimo puesto como pesadilla máxima de Plissken que nunca debieron haber abandonado. Hasta que las páginas del libro terminen de devorar mi ya de por sí frágil psique y les deje una cumplida reseña sobre el mismo para acrecentar las entradas que sobre Lo zombi dejé hace unos meses, esta semana les deleitaré con el prometido original de Leonardi que se quedó en el limbo de las resacas perdidas y con la critiquilla de otra de esas pelis cuyo trailer me robó el corazón en su momento y que, una vez vista y disfrutada, me gustaría compartir con todos ustedes. Poco más resta por avanzar en una semana que se hará, otra vez, relativamente corta gracias al festivo que todos los trabajadores honramos descansando y, visto lo visto, dando gracias a los hados por poder fichar un día más en otro sitio que no sea la oficina del paro.
La canción de hoy volvió a mi cabeza durante la pasada semana santa, pues volvía a disfrutar en pase de madrugada de una auténtica obra maestra dirigida por el italiano Nani Moretti, La habitación del hijo, película que encarecidamente les recomiendo. La recuperación de la memoria de un ser querido a través de la música que escuchó, sintió y amó es un pálido remedo de todo lo perdido, pero la melancolía de la música y la poesía de la letra son mejor que el olvido, por mucho que despierten sensaciones dolorosas. Brian Eno nos acompaña en un descenso inexorable Por este río... No dejen que la corriente les arrastre más de la cuenta y vuelvan cuando gusten por esta su casa virtual, y, como siempre, tengan ustedes mucho cuidado ahí fuera.
By this river
Brian Eno
Here we are
Stuck by this river,
You and I
Underneath a sky that's ever falling down, down, down
Ever falling down.
Through the day
As if on an ocean
Waiting here,
Always failing to remember why we came, came, came:
I wonder why we came.
You talk to me
as if from a distance
And I reply
With impressions chosen from another time, time, time,
From another time.
2 comentarios:
Pues me alegro de que estés disfrutando tanto del RE 5.
A mi me está pasando lo mismo: Lo compré con el gusanillo de poder jugar con un colega on line y con el bluetooth. La experiencia "a dobles" es una pasada, pero cuando yo creía que la dichosa IA de la maquina a la hora de jugar solo me la iba a jugar continuamente va y no es así.
Estoy también desbloqueando extras y el hecho de que puedas contar con todo el armamento mejorado de unas partidas a otras y pudiendo cambiar el nivel de dificultad en cualquier momento me ha parecido una opción totalmente alucinante. Quizás a los hardgamers eso no les haya entusiasmado, pero yo juego para disfrutar y no para desquiciarme por completo.
Yo tengo una pega con la IA del personaje controlado por la consola. En cuanto consigue una hierba verde la gasta sin esperar a mezclarla, desperdiciando un montón de salud. En fins... Próximos objetivos: conseguir todas las armas y mejorarlas... De momento el modo profesional lo voy a dejar estar ;D
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