En una urbanización de viviendas unifamiliares situada en una tranquila zona de Galicia vive un abogado -cuyo nombre no conoceremos a lo largo de toda la novela pues esta no es sino el diario en el que registra todas sus peripecias- y su gato Lúculo. Su vida transcurre entre contratos con empresas, viajes a ver a la familia, cuidados a su compañero felino y una muy sana curiosidad que le lleva a estar muy informado de los acontecimientos mundiales y a mantener un diario personal en internet en el que plasmar sus relexiones sobre los mismos. La gris y tranquila existencia de Lúculo y su dueño está a punto de cambiar...
Portada del libro editado por Dolmen Editorial
Un asalto de terroristas chechenos a una base rusa en la república de Daguestán libera un agente patógeno desconocido hasta el momento. En mitad de un bloqueo informativo cada vez más duro por parte de las autoridades rusas se suceden las noticias preocupantes: destrucción masiva en ciudades, informes de ataques salvajes llevados a cabo por decenas de personas, una misteriosa enfermedad de origen y forma de transmisión desconocida que tiene desconcertadas a las autoridades... Internet echa humo sobre el asunto y pronto los focos de esa misteriosa infección aparecen por todo el mundo: países del este y centroeuropa, China, India. Los infectados propagan de forma casi exponencial una epidemia que en cuestión de semanas pasa a ser global y que en España se origina en Zaragoza y Madrid principalmente. Conforme aumentan los afectados y los gobiernos se muestran incapaces de controlar la situación y frenar el avance del mal, la sociedad va perdiendo poco a poco muchos de los pilares que la sustentaban hasta el momento. No hay suministros ni comunicaciones, la ley marcial reduce el tráfico de personas y las libertades civiles... Finalmente la población es evacuada de sus casas y concentrada en puntos seguros en alguna de las principales ciudades españolas.
Fotomontaje realizado por un aficionado en el que se reflejan algunos de los momentos inciales del contagio.
Nuestro hombre decide permanecer en su hogar junto con su gato, incapaz de comprender qué está sucediendo exactamente ni de saber a ciencia cierta qué ha sucedido con sus padres o su hermana, esta última residente en Barcelona. El horror de estar viviendo una situación incierta de la que no se atisba una salida fácil, la soledad cada vez más terrible del protagonista, y la constación definitiva de que la plaga que asola el planeta es la de un agente patógeno que mata a las personas y luego reanima sus cuerpos dotándolos de una percepción distinta y de un ansia inagotable por la carne humana serán circunstancias que colocarán la vida y la cordura de nuestro hombre y su gato en el filo de una navaja cada vez más afilada. La supervivencia propia y la de Lúculo, la búsqueda de comida, de refugio, de otros supervivientes, serán una epopeya agónica y electrizante que conoceremos de primera mano y casi en tiempo real y que nos mantendrá enganchados a la lectura del libro desde la primera hasta la última página.
Buffet libre para los no muertos. La orgía de horror imprecindible en cualquier película, libro o tebeo de zombis que se precie de serlo.
Manuel Loureiro, abogado de profesión, gallego de nacimiento y escritor por vocación, es el papa de la criatura. Comenzó a escribir las andanzas de Lúculo y su dueño por un mundo infestado de muertos vivientes a modo de diario personal en internet. Pronto el boca a boca entre la comunidad de internautas, aficionados al terror, a los zombis o a los gatos (y en mi caso fíjense cuantos de esos factores se cumplen) fue haciendo que cada vez más y más gente se enganchara al terrorífico relato. El deterioro de la civilización tal y como la conocemos, el terror hacia lo desconocido, lo zombi como desencadenante del fin de la raza humana y su sustitución por una nueva especie (¿darwinismo zombi?) son constantes del género inaugurado magistralmente por Romero en su trilogía de Los muertos vivientes, pero todo ello está aquí ambientado en localizaciones preocupantemente cercanas y conocidas y narrado desde el punto de vista del españolito medio que no posee armas de fuego, ni sabe cómo usarlas -ni falta que hace, salvo en estos casos- y cuya máxima preocupación será el bienestar de los suyos. El éxito de Loureiro se plasmó en una comunidad cada vez más amplia de lectores que además aportaban otros relatos ambientados en el universo de Apocalipsis Z, y en el interés de Dolmen Editorial por recopilar el material en este volumen que hoy nos ocupa. Además, Manuel Loureiro ha seguido narrando las peripecias del abogado y su gato, y está prevista la publicación de un segundo volumen con el final de la historia, AZ: Días Oscuros. Por si fuera poco, hay además un proyecto en curso para trasladar AZ a un comic que será dibujado por Vicente Vegas y publicado por Dolmen, y varias productoras de cine y televisión se han puesto en contacto con Loureiro para adaptar el material. Estamos ante un verdadero fenómeno en nuestro país.
Diseños conceptuales de Vicente Vegas para algunas de las adorables criaturitas que veremos plasmadas en viñetas.
A mí, personalmente, me puede la envidia, y ha sido la última lectura zombi en la que me he enfrascado. Eso sí, en tres días el libro ha caído fulminado y las últimas cincuenta páginas han sido leídas de una sentada agónica en la que tenía que contenerme antes de ver qué pasaba a continuación. El libro desde mi humilde punto de vista no es perfecto, tiene algún fallo de ritmo y rompe un par de veces sus propias reglas introduciendo un narrador en tercera persona que rellena de forma innecesaria dos fragmentos de narración que habrían quedado igualmente bien con una elipsis narrativa que dejara algo a la imaginación del lector. Esos dos fragmentos escritos en tercera persona y por un narrador omnisciente rompen la ilusión que hasta ese momento existía de estar asistiendo al diario de un superviviente, algo que en cualquier caso, realizado desde el primer momento habría resultado igualmente válido. Por otro lado, el autor no termina de mojarse en una de las discusiones más enconadas entre los aficionados del género de los últimos años: la de los zombis lentos de toda la vida (Romero y Fulci son especialistas en los mismos) o la de los rápidos (y no me refiero a los infectados de 28 días después, sino a Dawn of the dead o Dead set, por citar los dos ejemplos que más me han impresionado en los últimos años). Por lo demás, meritoria labor la de Loureiro que ha trasladado a España los tópicos habituales del género: saqueos, puntos seguros que no lo son tanto, masacres indiscriminadas, gráficos detalle sobre los muertos vivientes, situaciones de encierro extremo y de huídas a cara de perro... Sólo queda esperar a que se edite AZ: Días Oscuros, el noveno tomo de Walking Dead o la siguiente aventura editorial de Max Brooks y tendremos una nueva oleada de zombis invadiendo nuestro cuarto de estar.
7 comentarios:
Un libro genial, estoy deseando que llegue la segunda entrega.
No sabía lo de la segunda parte. Que bien, podremos ver como "termina"... La verdad es que el libro es chulo, pero estaría bien ver una peli o una serie con las peripecias de los protagonistas. Igual la FORTA se anima y con TVG hacen algo.
Un abrazo y larga vida a Lúculo.
A mí me enganchó desde la primera página y lo devoré en un plis plas... También estoy ansioso por que salga la segunda novela y, cómo no, la adaptación al cómic que seguro bordará Vicente Vegas viendo los bocetos que desde el momento nos ha mostrado a cuentagotas (y la pequeña joyita que me dibujó en el pasado Expocómic :-)).
Yota, como ves estamos todos igual ;D
Hellboy, a este paso nos vamos a convertir en verdaderos supervivencialistas de la amenaza zombi, jejeje. Sería genial que se animaran con una serie de zombis, pero no me fio mucho. ¡Un abrazo!
EduXavi, adictivo es quedarse corto. Las páginas de muestra que circulan de la adaptación narrando el caos del aeropuerto están muy bien. A ver qué tal está el tebeo... ¿Valdrá mucho un original en que hayan zombis, y esté Lúculo? Mmmmmm... ;D
Estaría bien que te comprases el libro, el autor se lo merece.
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