jueves, julio 11, 2013

Superman III, IV y Supergirl: Superexplotaitions a cascoporro (Creerás que un truño se puede estrenar)

El éxito de las dos primeras entregas de Superman habían convertido a los Salkind en unos productores que se las prometían muy felices ante un halagüeño futuro repleto de éxitos y de beneficios en taquilla. Superman (1978) había triplicado la inversión en la venta de entradas, Superman II (1980) duplicó su presupuesto en taquilla. Pese a que la tendencia parecía clara, aún les quedaban un par de proyectos en la manga con los que seguir exprimiendo al Hombre de Acero.


Superman III (1983) Dir. Richard Lester

La historia

Los caminos de Metropolis son inexcrutables, y solo la locura urbanita de una ciudad como esa podía cruzar los caminos de un parado con excepcionales dotes para la informática y escasos escrúpulos como Gus Gorman (Richard Pryor) con los del ávido y avieso magnate de los negocios Ross Webster (Robert Vaughn). La habilidad de uno para manipular a su antojo las computadoras y la desmedida ambición del otro llevarán a una situación de colapso económico mundial con la industria energética al filo del desastre. Superman, que en esta ocasión se debate entre su vida en Metropolis y los recuerdos de su juventud en Smallville, personificados en la vital y encantadora Lana Lang (Anette O'toole), sufre una curiosa emboscada que disocia su parte buena de un lado oscuro que se apodera de su personalidad y lo aboca a cometer actos de maldad por medio planeta, siguiendo los designios de Webster. Clark Kent y Superman tendrán que luchar entre sí para recuperar el dominio de sí mismo y frenar un complot que amenaza el bienestar de la raza humana.



La película

La deriva hacia la comedia bufa iniciada en Superman II aquí llega a su culmen, empezando por una larga secuencia inicial repleta de golpes, caídas y tortazos y cristalizando en el verdadero despropósito del film, la contratación del -por otro lado genial, pero aquí desaprovechado- cómico Richard Pryor, que se convierto en el co-protagonista de la película. Dejando de lado los tics y escenitas protagonizados por Pryor, y el empleo oportunista de la pujante industria informática, poco hay de salvable en una película que apenas echa un vistazo nostálgico a la juventud de Kent en Kansas y se pierde en muchas otras cosas. Robert Vaughn como villano de la función está más comedido que Gene Hackman en las anteriores películas, pero su molesta hermanan ya da la nota por ambos.


Queda, además, totalmente desaprovechada la interesante idea de un Superman malvado, cuyas acciones más terroríficas son apagar la antorcha olímpica de un soplido o enderezar la torre de Pisa, y del enfrentamiento mental subyacente entre las facetas humana y alienígena o superheroica de Clark Kent-Superman, materializada en la escena del desguace. La deriva en el tramo final hacia lo computerizado y cibernético es lo único que queda de la intención original de usar a Brainiac como villano, y ofrece una escena bochornosa en el clímax con el control del sistema de misiles empleado contra Superman, con la música del Pac-Man y globos de puntuación cuando los misiles impactan contra él. Una última infamia contra la película: el papel de Lois Lane fue reducido a cinco minutos y doce frases a causa del apoyo prestado por Margot Kidder a Richard Donner.



Supergirl (1984) Dir. Jeannot Szwarc

La historia

Kara Zor El (Helen Slater) es una joven que vive en la idílica ciudad de Argos. Inquieta y sensible, se relaciona con Zaltar (Peter O'Toole), una suerte de mago y artista que ha tomado prestada la fuente de poder que mantiene a la ciudad, el Omegaedron, para realizar una de sus obras. Un desafortunado accidente provoca que el Omegaedron se pierda, y Kara partirá en su busca, llegando hasta el planeta Tierra. Para su desgracia el orbe de energía ha ido a parar a las malvadas manos de Selena (Faye Dunaway), una suerte de bruja malvada con ínfulas de gobernar el mundo que empleará el Omegaedrón para esclavizar a sus conciudadanos, enamorar al jardinero Ethan (Hart Bochner) y convocar a una serie de entidades malignas que se enfrenten a Kara Zor El en la identidad y forma que ha adoptado en nuestro mundo, nada menos que la de Supergirl, la prima de Superman.



La película

El estertor final de la saga cinematográfica de Superman desarrollada por los Salkind fue este intento de expandir la franquicia hacia otros miembros de la Super-familia, en este caso su carismática prima, figura harto reconocible con atractivo potencial para captar al público femenino y sueño lúbrico de muchos adolescentes -entre los que me contaba en aquella época- que tuvieron en Supergirl a su primer amor platónico. Con un tono ingenuo en todo lo que se refiere al personaje de Kara, rallando en lo ridículo, y un tratamiento absurdo de la brujería empleada por Selena para dominar el mundo, que incluye asar pollos, enamorar a jardineros o secuestrarlos con excavadoras poseídas, esta película carece de algo parecido a una estructura argumental creíble o a un desarrollo de personajes coherente. Lo único salvable, para un servidor, es el excepcional poster sentimental atesorado en el recuerdo de una Helen Slater a la que el traje de Supergirl le quedaba tan bien como el de Superman a Cristopher Reeve, que no es moco de pavo. Lo peor, la oportunidad perdida de haber visto a ambos personajes compartiendo pantalla, algo que estuvo planeado originalmente pero que no se produjo. El fracaso en taquilla abortó los planes de iniciar una nueva franquicia, y al fin y a la postre, con las ganas de los Salkind de abordar otra aventura con Superman.


Superman IV: En busca de la paz (1987) Dir. Sidney J. Furie

¿La... historia...?

Un muchacho escribe una carta a Superman pidiéndole que evite la escalada nuclear de las potencias y logre de esa manera la paz mundial. Ni corto ni perezoso éste coge todos los misiles de la Tierra y los lanza al sol. Mientras, el Daily Planet es absorbido por un papanatas (Sam Wanamaker) que pone a su bella hija (Mariel Hemingway) a dirigirlo. Mientras, Lex Luthor escapa de la cárcel con ayuda del idiota de su sobrino (Jon Cryer) y elabora un plan para con ayuda de la genética desarrollar un Hombre Nuclear (Mark Pillow) que se enfrente y aniquile a Superman. Escrito suena mucho mejor de lo que aparece en pantalla, créanme.


El bodrio

Los derechos de Superman pasaron en esta ocasión a la pareja formada por Menahem Golam y Yoram Globus, avispados productores que dieron lo mejor de sí en los 80 con títulos como El Guerrero Americano (y todas sus secuelas), Cobra, Yo El Halcón, Delta Force, etc. Ese es el nivel con que afrontaron una producción de mermado presupuesto que redujo la calidad de los escenarios y acabó con la credibilidad de unos efectos especiales en los que por primera vez en la saga se veían los hilos que sustentaban a los actores. No hay nada salvable en una película deleznable en la que Reeve participó además como escritor y cuyo fracaso económico y crítico sin paliativos acabó enterrando la franquicia. Las interpretaciones rutinarias de Jackie Cooper, Margot Kidder o Gene Hackman poco pueden hacer salvo mantener una mínima dignidad en sus escenas, que repiten lo visto en anteriores entregas de modo formulaico y sin alma. No vi esta película de niño y me alegro de ello. Creo que mi infancia habría llegado a su fin junto con la carrera del Superman de Cristopher Reeve.

Una valoración final

Parece claro que los inicios de la saga fueron muy prometedores, con unos sólidos valores de producción y un equipo de gente que sabía lo que se hacía y una dirección clara que seguir. Cuando los Salkind se encontraron con 45 años de historias que adaptar y un icono americano entre sus manos pero sin un director capaz al mando de la nave fílmica, esta comenzó a hacer aguas por todas partes. De película de superhéroes a comedia bufa con escenas imposibles, chuscas, chabacanas, lo peor de una década muy dada a esta clase de excesos. De las películas hoy mencionadas solo salvo Supergirl, tan mala con las anteriores, por el simple hecho que me enamoró el verano de 1985 y aquella fue una sensación que me ha acompañado de una u otra manera a lo largo de mi vida adulta. Lo mejor del repaso a la saga clásica de Superman ha sido reencontrarme con los grandes momentos de Superman I y II, descubrir el montaje de Donner y lamentarme por que su visión no encontrara la suerte que merecía en su momento y volver a canturrear la canción de La colegiala que me viene a la cabeza cada vez que me acuerdo de Helen Slater. Qué bien le quedaba el traje de Supergirl...


4 comentarios:

Bruce dijo...

La última vez que ví Superman III (hace al menos 10 años) no me dejó la sensación de comedia bufa, como comedia me pareció bastante aceptable, incluso buena. Como peli de Supes es una birria, eso sí.
El problema fue elegir como director a Richard Lester, un tío que dijo que no se podía tomar en serio a los superhéroes. De hecho Superman aquí es un secundario, casi un Mc Guffin. De verdad que no sé qué pensaban los Salkind contratándole, ni él aceptando el encargo.

Bruce dijo...

La IV y Supergirl es que ni las he visto :-/

Plissken dijo...

Bruce, antes de nada, ¡hola de nuevo! Como echaba de menos esto... A nivel cómico la película tiene momentos más o menos efectivos, y otros de vergüenza ajena. Hay un momento en que Prior sale despedido del piso cincuenta de un rascacielos con eskies, y aterriza intacto en el suelo... ¡Ni Superman! El problema de los Salkind a la hora de reemplazar a Donner fue pequeño, y Lester como director no se puede decir que sea malo (Qué noche la de aquel día, Robin y Marian, Help, Los tres mosqueteros)... Es sólo que no supieron afrontar un material con el que no sabían qué hacer... Aún así, lo que vino después convierte a Superman III en una gran película :D

Plissken dijo...

Y Supergirl es mala, pero mala... Pero sale Helen Slater, y eso ya vale hora y media de mi vida.

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