martes, noviembre 01, 2005

Uno...

2 y 1. Duelo de titanes, batalla de héroes

Me niego a elegir entre estos dos momentos, sería incapaz de discriminar a uno por encima del otro. Ambos tienen fuerza, tienen emoción, son visuales espectacularmente y suponen el dignísimo colofón a estos casi 30 años ya de Star Wars.
De nuevo con esa estructura tan querida a Lucas del montaje paralelo, ofreciéndonos alternativamente situaciones que están ocurriendo simultáneamente, asistimos al desesperado envite final de la Orden Jedi, o más bien de lo que queda de ella, para restaurar el orden recientemente perdido y evitar que los designios del malvado sith Palpatine sean los que rijan el gobierno del nuevo Imperio. Todo muy pulp, muy de blanco y negro. Si los propios jedi se planteaban en un momento dado, un golpe de estado de transición para frenar a un Palpatine aún no desenmascarado, la única solución que Yoda y Obi-Wan adivinan en medio de la desesperación y la derrota absolutas es la eliminación física del maestro y del aprendiz Sith, del nuevo emperador y del recién ordenado lord sith Vader.
Las constantes de la contienda serán varias: la implicación emocional de los luchadores será total, a la desesperación y determinación de Yoda y Kenobi se opondrá una rabia y un odio de magnitud absoluta; el escenario elegido para la contienda tendrá una doble importancia, por un lado simbólica, por otro estratégica; la igualdad en los combates es manifiesta, de ahí lo incierto del resultado final (incierto si nosotros no supiésemos de antemano el resultado de cada uno de ellos). Vayamos por partes, y sin un orden concreto.
Anakin y Obi-Wan se despiden antes de partir éste último a la caza del temible Grievous. En una conversación tremenda, por lo que significa para ellos y para nosotros –sabemos que es la última vez que se ven como amigos-. Sincerándose mutuamente Anakin reconoce que su impulsividad a veces le ha colocado por debajo de lo que se esperaba de él, mientras que Obi-Wan le dice –y yo llego a creerle, ojo- que pese a ello, Anakin es mejor que él mismo, que en potencia todos los jedi de la orden, que sólo es cuestión de tiempo alcanzar ese potencial... Tiempo que les es arrebatado por unos acontecimientos que absorben a ambos en un torbellino de traiciones, violencia y pérdida que culmina en su siguiente encuentro, en el planeta Mustafar. Será en ese planeta volcánico y ardiente donde el odio y el miedo de Anakin se desborden, donde ya ni siquiera el amor que siente por Amidala podrá frenar su irremisible caída en el reverso tenebroso de la fuerza, y donde su mentor y amigo hará todo lo posible por evitar precisamente que eso suceda, aun cundo la única manera de lograrlo sea acabando con la vida de su pupilo. Es una lucha violenta, apasionada, impulsiva por parte de ambos. Patadas, golpes de fuerza, puñetazos, empellones, zancadillas, todo vale con tal de derrotar al contrario. A lo largo y ancho de las instalaciones siderúrgicas llevan su destrucción sin preocuparse de nada, sin enfocar más que al “otro”... hasta que se encuentran rodeados de lava sobre una plataforma que ha perdido sus anclajes y que se hunde lentamente en el magma. Sin dejar de luchar un solo momento esquivan rocas de lava, cruzan sus sables sobre tambaleantes plataformas cada vez más cerca del abismo o agarrados a cables en el vacío. La sensación de incertidumbre y agobio que va creando ese escenario, cada vez más precario, más inestable, es total. Era imposible que de ahí saliera nada bueno.
Ni siquiera ya en su tramo final, la lucha en el río de lava, sobre una exigua plataforma y ocupando apenas medio metro cuadrado de espacio contienen la ira y la fuerza de sus golpes. Será la suerte, la anticipación de Obi-Wan la que le coloque en esa posición de superioridad, “la altura me da ventaja”, dirá. Y será la obcecación de Anakin, el odio irracional que se ha apoderado de él, el que le impida contemplar otra opción más ventajosa para él que el absurdo y expuesto –a la postre casi suicida- ataque frontal. Y al final, los reproches que Obi-Wan lanza al mutilado Anakin se ven respondidos sólo por la ira y el odio casi animal de éste. Ni siquiera es capaz del acto último de misericordia para con su antiguo amigo, dejando inconclusa por tanto su misión última.
Al otro lado de la galaxia, las cosas no le irán mucho mejor al maestro Yoda. Para frenar de raíz el golpe de estado institucional el anciano Jedi acudirá a la fuente del mal, que muy apropiadamente tiene su base en el seno mismo del sistema que ha corrompido. En el despacho de Palpatine, éste y Yoda iniciarán una contienda que primero se basará en el empleo de la Fuerza, y luego en una combinación de lucha de sables luz y ataque con objetos que adquirirá una nueva dimensión cuando, sobre el escaño del Canciller Supremo, la lucha se traslade al propio senado. Es esa imagen mejor que ninguna otra, la que refleja el Episodio III. Un amplísimo plano general de los escaños vacíos y en el centro, dos pequeñas figuras, batiéndose a cara de perro por el destino de la galaxia, continente y contenido perfectamente unidos, una simbología muy clara que subraya perfectamente los acontecimientos mostrados. Dos facciones políticas se enfrentan al margen del sistema, dirimiendo no sólo el destino político del universo sino las ancestrales diferencias de dos castas, los jedi y los sith, en lo que parece su definitivo encuentro.
Finalmente, y pese a todos los esfuerzos de un Yoda colosal en el manejo de la Fuerza y la espada, Sidious/Palpatine consigue una pírrica victoria sobre el jedi, que abandona el Senado sabiendo que ha desperdiciado la última oportunidad real de acabar con el naciente nuevo orden. Antes de eso Lucas nos regala ese plano, ese gran plano de Yoda agarrado con uñas y dientes a la última posibilidad de resistir y a un paso del abismo, de perder todo por lo que los caballeros jedi han luchado durante siglos, un orden basado en el respeto de todo lo vivo. Con el chirrido de sus uñas resbalando milímetro a milímetro y su mirada triste poco antes de caer estamos siendo testigos del fin de una era.
“Fracasado he. Al exilio obligado me veo” dirá un nuevo Yoda, cansado, derrotado, a Bail Organa. En una escena eliminada del montaje final, pero que veremos mañana, Yoda llega al pantanoso Dagobah, lugar que ya no abandonará hasta el momento de su muerte. Pero aún en medio del momento más oscuro de la Galaxia, surgirá una nueva esperanza.
Poco más puedo decir. Me hubiera gustado elaborar más estos comentarios, pero al final el tiempo me ha mordido el trasero, como siempre. Os pido perdón por los fallos de documentación en que haya podido incurrir, ya que he escrito de memoria, al igual que os ruego un cierto grado de indulgencia por mi vehemente elogio de estos momentos que se perderán como lágrimas en la lluvia. Mañana compraré religiosamente mi edición del Episodio III, la veré cuando tenga ocasión y tiempo para disfrutarla como se merece y cerraré en cierto modo una etapa muy importante de mi vida.
Caballeros, la Fuerza nos acompañará... Siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

He leido tus 10 momentos preferidos de Star Wars, hoy, en Abril de 2007... me ha gustado leerlos. Quiza el orden de los mios no seria exactamente el mismo, pero me han encantado la mayoria de analisis, especialmente el de Duel of the Fates. Supongo que nunca llegaras a leer este comentario, ya que este post tiene dos años... pero si lo haces y quieres contestarme escribeme a sergio79cc@yahoo.com

Felicidades por los posts!

Plissken dijo...

Caballero, le mandé mail, respondiéndole, pero me lo devuelve Hotmail, así que le respondo aquí por aquello de al menos tirar al oceano una botella con mensaje ;)

Pues ya ve usted, caballero. SÍ me llegan los comentarios antiguos! Se agradecen los comentarios tan amables sobre algo que escribí ahora hace un año, le da a uno la sensación de que lo que se deja en la red sigue "vivo". Por otro lado, soy consciente de que es un orden muy peculiar, y para ser sincero quizá lo hice a modo de reacción contra todas las críticas que la vieja guardia (a la que por generación pertenezco) hizo a la nueva trilogía. Vamos. que la mayoría de fans de Star Wars directamente las rechazan o las obvian, mientras que yo intenté acercarme a ellas bastante "virgen", sin prejuicios... Y comparar las coreografías de unas luchas y otras es demencial, aunque bien es cierto que el fondo, el continente, pudiera ser mucho más jugoso en los capítulos IV, V y VI.

Bueno Sergio, un saludo ciberespacial....

¡Y que la fuerza te acompañe, jejeje!

Pedro a.k.a. Plissken

Anónimo dijo...

pues... te di la direccion de yahoo, aunque dices que hotmail te la devuelve... Prueba con mi direccion de hotmail!!

sergio79cc@hotmail.com

Creo que estoy mas cerca de tu generacion que otra cosa... obviamente soy del 79 y durante mas de una decada creci viendo ni se cuantas veces la trilogia antigua. Comparto en gran parte que hay muchas cagadas en la nueva trilogia, algunas de las cuales casi me hacen chirriar los oidos al oirlas, pero en el fondo supongo que creo que ha valido la pena tener que soportarlas a cambio de haber podido tener los episodios I, II y III.
Asi y todo, te diria que, como excepcion, casi prefiero el episodio III al episodio IV...

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