domingo, diciembre 18, 2005

John Carpenter, de profesión narrador (y IX)

Esta entrada de la serie carpenteriana, dado el carácter del film en cuestión, giro hacia la nada y cinta alienígena a las constantes temáticas y narrativas de un cineasta hasta este momento -y tras él- coherente y fiel a sí mismo.

El siguiente proyecto tras Están Vivos tardó en llegar 4 años, ya que Carpenter estuvo implicado en proyectos que no llegaron a cuajar, como sendos remakes de La momia o El monstruo de la Laguna Negra. En principio resulta terrorífico, la adaptación del best-seller de moda Memorias de un hombre invisible (1992) con ¡Chevy Chase! de protagonista. Afortunadamente para todos , resulta una comedia amable pero impersonal al tratarse de un encargo, con toques de acción y romanticismo, a cargo de Sam Neill y Daryl Hannah (respectivamente, faltaría más).


Un soso agente de bolsa conoce a una bella mujer, sufre un accidente que le deja invisible, enamora a la chica, huye de los agentes gubernamentales que quieren el secreto de la invisibilidad y se hace rico invirtiendo en bolsa. Divertida, con un reparto eficaz, efectos de la ILM muy espectaculares la película consigue entretener sin esfuerzo. Para el recuerdo el paseo de Chase invisible bajo la lluvia, con las gotas formando constelaciones efímeras allá por donde pasa (y que a la vez que asombra, refleja el estado interior del personaje, para que luego hablen de lo vacuos que resultan los efectos especiales), o los divertidos toques de comedia, como el paseo en taxi... La mala baba asoma en leves apuntes antigubernamentales, criticando los métodos de los agentes que persiguen a Nick Halloway, un hombre "que ya era invisible antes de ser invisible", auqnue Carpenter filma sin implicarse demasiado en el asunto. No busquen cinismo, nihilismo ni otros ismos ajenos al capitalismo defendido a ultranza por este broker egocéntrico que se conoce al dedillo el sistema de especulación bursatil y resolverá parte de sus problemas a base de especular. Por increíble que parezca, Chevy Chase actuó de modo contenido y funcional, evitando sus festivales de muecas habituales heredados por el Jim Carrey más desmadrado. Aún así no pudo evitar la tentación de aparecer disfrazado un par de veces, como si de Fletch, el camaleón se tratara. Su peor film aún resulta con todo, un divertimento digno y entretenido. Para los que nos temimos lo peor, fueron tres años de espera los que nos separaban de dos obras mayores de un realizador que, como el buen vino, mejora con los años. Locos y malditos, próximamente.

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