En los bosques de Bélgica, a finales del año 1944, un grupo de 36 soldados norteamericanos está atrincherado en un cementerio local a la espera de órdenes. El grupo es variopinto y hace lo que puede para entretener la espera. El jovencísimo Simon lee comics de superhéroes que presta a sus compañeros y confecciona camisetas con los símbolos de Linterna Verde o Superman dibujados toscamente en ellas. Hal juega con su pelota de béisbol de la suerte, que además le sirve para mandar mensajes a sus compañeros de trinchera. Los soldados Kevin y Frank juegan al ajedrez mientras hablan del cercano fin de la guerra. Entre esa normalidad castrense previa a cada batalla dos hombres se muestran taciturnos y preocupados, por diferentes motivos. Chris Stavros lee y relee el telegrama en que le comunican el fallecimiento de su esposa tras sufrir un accidente de tráfico y la hospitalización de su hijo, en estado de coma, mientras que él ha salido indemne de todos los combates en que ha tomado parte desde el desembarco de Normandia. Por su parte, el soldado Mark mira con preocupación el horizonte y parece presentir los graves problemas en que se va a ver envuelta la compañía.
En efecto, los soldados no tardan en detectar a un nutrido grupo de soldados alemanes que se acercan a su posición. Para evitar que ese grupo tome por sorpresa a otras unidades aliadas deciden hacerse fuertes en el cementerio y resistir en la medida de lo posible el envite de una fuerza a todas luces superior en número. Pero las cosas están aún peor de lo que parece, pues cuando se entabla combate directo con ellos un hecho aterrador se hace patente para los soldados yanquis: los alemanes no caen cuando son heridos por las balas y continúan luchando a pesar de sufrir heridas y desmembramientos que en un ser humano resultarían mortales. El resultado es devastador, ya que sólo 13 soldados consiguen escapar con vida. Reagrupados en un caserón cercano, esa misma noche los cielos de Bélgica son testigos de un suceso divino. Envuelto en un fulgor antinatural y precedido de un ensordecedor sonido un cuerpo celeste cae a tierra. Sólo dos hombres son conscientes de lo que ello significa, Zephon, el líder de la imparable fuerza alemana, y Mark.
Sobre la nieve belga y ante la mirada de 12 atónitos soldados dos grandes criaturas aladas envueltas en luz luchan a muerte. La criatura vencedora no es otra cosa que el arcángel Sauriel, que reconoce inmediatamente a Mark como el centurión Longinus, y transmite al pelotón los aterradores hechos que se están desarrollando en esos momentos. Desde el alba de los tiempos hubo un grupo de ángeles, los Grigori, que confraternizaron con los humanos, dando origen a una raza mestiza, los nephilim. Con el paso de los siglos la lucha entre los Grigori y los Arcángeles, fruto de la desmedida ambición de los primeros que querían desbancar a Dios mismo- fue acabando con los primeros y mermando a su prole mestiza hasta llegar a los tiempos desesperados de la II Guerra Mundial en que el último Grigori, Zephon, pretende hacerse con la Espada de Dios y llevarla hasta el monasterio de la Crux Immissa donde la Llama de Dios conferirá a la espada un poder absoluto capaz de alterar el orden divino. Si la determinación y el valor de un grupo de soldados tocados por la luz de un ángel y acompañados del Judío Errante Marcus Longinus es capaz de desbaratar los planes de un ángel caído respaldado por una fuerza casi inmortal e imparable es algo que merece muy mucho la pena leer y disfrutar.
La brigada de la luz apareció en el año 2004 en forma de serie limitada de cuatro números, y un año después fue recopilada en tomo por la propia editorial. Fruto del empeño del guionista Peter Tomasi y del dibujante Peter Snejbjerg, nos encontramos con una historia al margen del Universo DC tradicional que emplea una eficaz mixtura de géneros -bélico, fantástico, bíblico- para contar la historia épica de un grupo de hombres capaces de luchar hasta el final por aquello que consideran justo. Peter Tomasi (editor de la casa que aquí desarrolló un gran trabajo como escritor) hace uso de una buena cantidad de tópicos del género bélico, como son la camaradería, la pérdida de fe y esperanza del soldado en medio de la contienda, el sacrificio personal a medio camino entre la épica y el suicidio, la profesionalidad por encima de todo del hombre de armas, y todo ello en el marco de una historia que pronto abandona las simples trincheras de la II Guerra Mundial para pasar a ser el reflejo de esa eterna lucha entre absolutos, entre el Bien y el Mal, la Luz y la Oscuridad. Muy pronto en el desarrollo de la historia el realismo desaparece por completo y la presencia de ángeles, soldados zombi, artefactos divinos y sectas centenarias vehiculan una trepidante historia que no deja de aumentar en intensidad y fuerza hasta un final relmente épico y explosivo de los que hace que uno pase las páginas compulsivamente hasta que la historia ha llegado a su fin. Además de escribir a unos personajes que pese a su presentación como tipos y a su escaso desarrollo logran un alto grado de empatía con el lector, el guión consigue potenciar dos facetas de la historia de forma altamente satisfactoria. Por un lado, la trascendencia de la trama genera alguna disquisición religiosa y espiritual que lejos de pontificar o dogmatizar aparecen de forma dispersa entre las escenas de acción y siempre presentadas con el contrapunto del pesimismo o el escepticismo de algún personaje. Por otro, hay un sano sentido del humor que ayuda a sobrellevar muchas de las brutales escenas de combate que pueblan el libro, escenas gráficas y, repito, brutales que muestran con crudeza y explícitamente el horror de la guerra.
El encargado de llevar a buen puerto gráficamente la historia es Peter Snejbjerg, de origen danés, pronto destacó en series del sello Vertigo como Books of Magic, The Dreaming o Starman (donde realizó una meritoria tarea desde el ecuador de la serie hasta el final de la misma). Su estilo sencillo y claro posee una habilidad narrativa innata que queda de manifiesto una vez más en esta serie, en la que parece que estemos viendo una película de guerra "de las de antes", y en la que además consigue imbricar en una misma viñeta a la perfección soldados, ángeles, no muertos y monjes armados sin que todo ese pastiche quede ridículo. A modo de anécdota decir que hace unos años me puse en contacto con el dibujante para preguntar por el arte de la serie, pero me comentó que era un proyecto muy personal que quería conservar. Leyendo el prólogo de la serie o esta entrevista de Tomasi, queda claro que ambos se implicaron mucho en un proyecto personal y a contracorriente en el que la religión y el género bélico iban de la mano para contar una historia tan vieja con el mundo pero dotarla del suficiente atractivo e interés como para hacer que este tebeo fuera leído en la actualidad.
Leí y disfruté enormemente el tebeo en su momento, cuando Norma lo editó hace unos añitos en España, y no lo había vuelto a tocar hasta que recientemente los presté a dos amiguetes aficionados al cómic y al género bélico. El mover el tebeo me animó lo suficiente para leerlo de nuevo -últimamente la pila de atrasados me impide uno de mis mayores placeres de antaño, la relectura de tebeos o libros que ya había disfrutado previamente y a los que quería exprimir en lo posible todo el jugo literario- y realmente volví a sentir de nuevo las mismas sensaciones a medio camino entre la nostalgia, la épica y la camaradería total y absoluta que me engancharon en su momento y que una vez más me tuvieron en vilo hasta que terminé de leer el tomo. Dada su reciente edición dudo mucho que Planeta esté pensando en reeditar este material, pero a buen seguro que si les ha picado la curiosidad podrán encontrar el tomo saldado en su librería más cercana.
4 comentarios:
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