The Big Bang Theory: Frikis como nosotros

Leonard Hofstadter (Johnny Galecki) es un brillante, educado y metódico físico experimental que comparte apartamento con el todavía más brillante Sheldon Cooper (Jim Parsons), físico teórico con tendencia a la neurosis compulsiva y a los altibajos maniaco depresivos. Además de convivir juntos, ambos trabajan en el Instituto Tecnológico de California, donde cada uno de ellos desarrolla sus investigaciones en sus respectivos campos. La peculiaridad de esta pareja de científicos y compañeros de piso es que ambos están entregados con fervor a una serie de filias particulares como los comics, los videojuegos o el cine fantásticos. Su vida está regida por una serie de rituales extremadamente codificados que incluyen partidas online con sus némesis virtuales al Halo 3 o al World of Warcraft, sesiones de juegos de tablero o maratones de cine temático. El hogar y castillo de Leonard y Sheldon es el reflejo de los gustos y de la pasión con la que ambos viven sus aficiones, y en él se amontonan las pizarras repletas con las ecuaciones más esotéricas y complejas, el material informático más avanzado, las consolas de última generación, los volúmenes recopilatorios, las estatuas de sus personajes predilectos y posters y cuadros homenajeando a sus películas o tebeos favoritos.

Como suele suceder, de improviso un factor distorsionador aparece en la vida de ambos. El apartamento de enfrente es alquilado por Penny (Kaley Cuoco), un terremoto rubio y vitalista que acaba de salir de una tormentosa relación y que pretende abrirse camino en el difícil campo de la interpretación, pagando mientras tanto sus facturas con su esforzado trabajo de camarera. La llegada de Penny no pasará desapercibida para Leonard -que caerá perdidamente enamorado ante su belleza, su simpatía y su arrolladora vitalidad- ni para Sheldon -que la verá como una intrusa y un elemento peligroso para su estructurada, racionalizada y estrictamente regulada vida y costumbres.

Pero no sólo ellos verán tambalearse sus mundos llenos de superhéroes, fórmulas físicas, juegos de consola y discusiones rocambolescas acerca de las paradojas temporales en la cronología de la saga Terminator tras la irrupción de la nueva vexcina. Los mejores amigos de Sheldon y Leonard también se verán afectados por el huracán Penny. Así, Howard Wolowitz (Simon Helberg) ingeniero judío que se cree irresistiblemente atractivo para las mujeres y que padece de un desmedido y generalmente insatisfecho apetito sexual intenta por todos los medios llamar la atención de Penny, obteniendo respuestas que van desde la indiferencia absoluta hasta el rechazo total. Por contra, el astrofísico indio Rajesh Koothrappali (Kunal Nayyar) se muestra incapaz de relacionarse con la muchacha por una timidez compulsiva y desmedida que le impide comunicarse verbalmente con las mujeres... a menos que se halle bajo la influencia del alcohol o de sustancias psicotrópicas.

The Big Bang Theory es una comedia de situación que parte de la contraposición entre el mundo cerrado de unos frikis en su vertiente geek casi de libro (adictos a la ciencia y los avances en la electrónica, jugadores de rol y consola, lectores de comic, coleccionistas de todo lo que huela a cultura popular) y lo que podríamos llamar el mundo real de la gente corriente que no sabe de cuántas partes consta la saga fílmica de Superman, que desconoce lo que es un condensador de Fluzo o que nunca han pujado en Ebay por un inservible artefacto de memorabilia cinematográfica. El pragmatismo de Penny y sus vicisitudes en su mundo real de clase media (está sujeta a horarios estrictos, recibe amonestaciones o castigos salariales por sus faltas en el trabajo, sufre continuos desengaños amorosos) contrastan con el mundo cerrado en el que los cuatro amigos viven y que se compone de una vida acomodada, sin preocupaciones económicas, sin contacto con personas ajenas a su mundo académico o friki y sin las aptitudes necesarias para sobrevivir a muchas de las dificultades que afrontamos en la vida diaria.

Cada uno de los capítulos relaciona la trama del capítulo con una formula o ley científica (La conjetura del Bat-Tarro, El paradigma de la Tierra Media, La indeterminación Shiksa), y a lo largo de los veinte minutos de que consta cada uno de ellos el espectador puede centrarse en las descacharrantes elucubraciones de los personajes, dedicarse a ver las estatuas (Supergirl, ciudad embotellada de Kandor), posters (Flash, Superman) o comics que se amontonan en el piso de Sheldon y Leonard, o las camisetas que llevan los mismos (Flash, Linterna Verde). Las referencias son tantas y tan bien traídas que uno se siente en compañía de los colegas, charlando animadamente un fin de semana cualquiera sobre el trailer de la próxima película de Star Trek o sobre las inconsistencias del último arco argumental de Action Comics. Contando con un reparto reducidísimo, en el que además de los protagonistas apenas hemos conocido a la madre y la hermana melliza de Sheldon (Laurie Metcalfe y Courtney Henggeler), a la colega de Leonard, Leslie Winkle (Sarah Gilbert), y a su director científico, el Dr. Gablehauser (Mark Harelik), y con una mínima localización espacial -los pisos de Sheldon/Leonard y Penny, la escalera del edificio en la que se mantienen animadas conversaciones, la Universidad, la Fábrica de las Tortitas-, parece mentira que cada capítulo resulte entretenido y genuinamente divertido.

El caso es que esta serie era muy comentada en foros y blogs, y ya hace un año que Plamplonauta levantara la liebre sobre la misma. Mi reticencia a descubrir nuevas series susceptibles de engancharme sucumbió cuando un compañero de trabajo me pasó los capítulos de la primera temporada, y en mala hora, pues Big Bang Theory ya se ha convertido en otra de las series de obligada visión para un servidor. Ver cada capítulo resulta una experiencia aterradoramente familiar, no sólo por los gustos compartidos, sino por las manías y tics reconocibles y por la forma en que el mundo "normal" percibe muchas de ellas. Una serie recomendable y disfrutable al máximo que se convierte en prima hermana a la americana de Spaced y ambas en primas lejanas de Qué Vida Más Triste. Señores, los frikis nos estamos convirtiendo en un mercado a descubrir. Quién sabe si en breve algún partido político se fija en nuestra comunidad para captar votos invocando a Spock, Barry Allen o al Jefe Maestro. Junto con Chuck, con la que comparte una sana y lograda vocación por el entretenimiento festivo y por la mirada amable hacia personajes estrafalarios que en ocasiones pueden rozar lo insoportable -Morgan y Sheldon, opuestos en carácter pueden llegar a provocar similares reacciones entre sus amigos-, ha sido sin duda el descubrimiento del año, y como en el caso de aquella, tendré que estar atento a seguir las andanzas de Penny, Sheldon y Leonard en su segunda temporada, cuyo avance promocional encontraréis bajo estas líneas. Por si faltara algo la panda está enganchada al Rock Band/Guitar Hero. Aterradoramente confortable y familiar...