miércoles, abril 15, 2009

Donde todo ha sucedido. Al salir del cine: Y entre cinéfilos nos entendemos...

Les comentaba el lunes que quería dejar escritas unas lineas sobre un libro que acabo de leer, aunque dicha lectura resultaba doblemente extraña en mí. El libro en cuestión es la recopilación de artículos centrados -directa o tangencialmente- en el mundo del cine escritos por Javier Marías a lo largo de los últimos diez años en revistas como El semanal, El País Semanal, Nickel Odeon o en el diario El País. Ni soy asiduo lector de columnas de opinión de prensa escrita -y mucho menos de la recopilación de las mismas en forma de libro- ni había leído nada del Javier Marías escritor por no sé qué atávicos y seguramente infundados prejuicios como lector. Ha sido el cine, ese mundo de magia y ficción que los dos amamos desde bases bastante similares -formación de cine clásico norteamericano, gusto por la revisión doméstica de las películas de cabecera y un amor desmedido por Grupo Salvaje, la que al final va a acabar convirtiéndose en MÍ película, y si no, tiempo al tiempo- el que ha hecho posible que me acercara a su obra y, confesémoslo sin pudor, que asintiera con vehemencia ante muchas de sus afirmaciones, sonriera ante alguno de sus dardos irónicos contra buena parte del mundillo patrio y me emocionara su reivindicación de películas, actores o directores a los que igualmente adoro y profeso veneración en forma de continuos visionados de su obra.


Al estar compuesto el volumen por artículos de opinión en su mayoría lo que predomina es la voz del Javier Marías cinéfilo que deja en todo momento y por escrito sus opiniones sobre tal o cual película, sus asociaciones que sobre la vida real observa de decenas de películas o tipos de personaje y sus reflexiones -siempre desde el punto de vista de su propia experiencia- sobre el mundo del cine en sí. Incluso en el único artículo propiamente dicho incluido en el libro, con mayor extensión y mejor cuidado, Marías realiza una glosa emotiva y llena de matices sobre la que considera SU película y que además presta la imagen de su protagonista a la portada de este libro, El fantasma y la Señora Muir.


Hay articulos que relacionan cine y fútbol, la influencia del cine que la obra literaria propia ha sufrido -o de la que se ha beneficiado-, el repaso a un buen puñado de films entre los que encuentro no pocos clásicos personales como Qué bello es vivir, El increíble hombre menguante o las citadas El fantasma y la señora Muir y Grupo Salvaje, otros se centran en la labor concreta de directores (Ford, Welles, Jess Franco) o actores (Vincent Price, George Sanders, Dean Martin, la bellísima Ann-Margret, la reivindicación del eterno secundario o actor de reparto) y una parte final en la que el escritor se mete en harina de otro costal participando en polémicas relacionadas con alguna de sus columnas y la respuesta de algún airado y quisquillos lector o una agria discusión en los papeles -y en los juzgados- relacionada con la adaptación al cine de su novela Todas las almas, El último viaje de Robert Rylands (Gracia Querejeta, 1996), tostón, perdón, película que padecí sin tener la menor idea acerca de quién era el autor de la idea original ni de que libertades se habían tomado con la letra y con el espíritu de la misma. Inmejorable reflejo de cómo el mundo del cine trata a sus modelos literarios y de que en todas las cinematografías cuecen habas, incluída en la española, donde lo hace a calderadas.


He disfrutado enormemente con la lectura de practicamente todos los artículos contenidos en el libro, y más que con las coincidencias, me quedo con los conocimientos y sensaciones nuevos que me ha aportado. En primer lugar, ya conocía el ilustre parentesco de Javier con Julián y Miguel Marías, padre y hermano respectivamente, cinéfilos confesos ambos, el primero filósofo y columnista en diarios de tirada nacional y el segundo crítico cinematográfico de rostro reconocible por su colaboración con José Luis Garci en el programa ¡Qué grande es el cine! Lo que desconocía es la relación de parentesco de Marías con dos directores que me eran de sobra conocidos. De Jess Franco, su tío, alaba el tesón, el entusiasmo y la versatilidad a la hora de afrontar su oficio de cineasta, algo que este mismo reconocía la Academia de Cine Español con un Goya honorífico a toda su trayectoria. A su primo,tristemente desaparecido hace ya unos años, Ricardo Franco, un francotirador con obras tan notables como Después de tantos años o La buena estrella, le dedica unas sentidísimas lineas a los dos días de su muerte que nos hacen echarle todavía un poco más de menos. Igualmente, su reivindicación bella y sentida de una película de Jean Renoir que desconocía por completo y que está ambientada en la India, El río, me ha provocado unas ganas enormes de verla y de comprobar si despierta en mí similares, u otras, emociones. Porque de eso, al fin y a la postre trata el libro, de lo que sentimos todos aquellos que amamos el cine cuando se apaga la luz, se hace el silencio y la ficción mágica de las vidas ajenas soñadas por otros comienza a mostrarse ante nuestros ojos.

10 comentarios:

dark maki dijo...

si el libro es la mitad de bueno que tu reseña me lo apunto ya

zubiarra dijo...

el libro es un poco aburrido, a mi me gusto mas la pelicula, aquella que era un spin of de la segunda precuela de la cuarta temporada de un remake.... carotas, que sois los dos unos carotas!

Plissken dijo...

Darth Maki, te lo llevo el, buf, 27, cuando volvamos todos a curras. Trabajamos menos que un ministro, hay que joderse. Un saludo, padawan absorbido por el reverso tenebroso ;D

Plissken dijo...

Zubiarra, el libro tiene la profundidad intelectual de la adaptación reducida ilustrada para niños de Guerra y Paz, o algo ;D Se os echa de menos, golfos. Y espero que estéis cuando bien de Paquito, y que no os lo hayáis cargao cuando vuelva. ¡El tridente Catacroquer cabalga de nuevo!

Jaime Sirvent dijo...

Soberbia reseña caballero, ha conseguido usted que este libro se ponga en la lista de compras urgentes. Ahora mismo yo también estoy inmerso en plena lectura cinéfila, nada menos que estoy con las Memorias de John Huston(absolutamente sublimes), y me apetece continuar enfrascado en menesteres similares, lástima que el tiempo impida una continuidad mucho mayor en la lectura.

Me da que los tres, Marías, tú y yo, compartimos numerosas filias cinéfilas, ya que sólo puedo asentir y rendir genuflexión absoluta ante películas como El fantasma y la señora Muir, Grupo salvaje y muchos los clásicos que mencionas. No he visto El increíble hombre menguante, pero le voy a poner remedio pronto, ya que me la compré ayer por la tarde.

Coincido plenamente en que El último viaje de Robert Rylands es un verdadero coñazo. Sin embargo tuve la oportunidad de leer unos años después la novela de Marías en la que se basa(Todas las almas) y guardo un grato recuerdo, ya que se trata de una novela en la que el humor se encuentra muy presente, al igual que la literatura y la vida académica con sus vericuetos y su lado más humano y caricaturesco; y en la que la anécdota que supone el hilo conductor de la película, aquí no es más que una trama bastante secundaria, al menos por lo que recuerdo(me la leí hace unos años y la memoria ya se sabe como es). Saludos caballero.

Mirims dijo...

Me lo apunto! Espero encontrarlo en las montañas

Plissken dijo...

Mirims, que vives al lao y no en las Rocosas ;D

Plissken dijo...

Jaime, John Huston es un tipo ante el que los cinéfilos no podemos hacer otra cosa más que quitarnos el sombrero y rendirle adoración eterna. Vivió como le dio la gana, se rodeó de sus amigos, se embarrachó cuando le hizo falta y rodó uno de los testamentos cinematográficos más hermosos de la historia del cine. De cuando en cuando me ocupo en alguna biografía o estudio sobre la obra de un autor, aunque el dichoso tiempo hace que sólo los elegidos me atraigan lo suficiente como para enfrascarme en estudios sobre su obra: Kubrick, Ford, Carpenter, Wilder, Peckinpah...

Espero que disfrutes con El increible hombre menguante, más allá de la anecdota fantástica un verdadero estudio sobre la esencia del ser humano y su relación con el mundo que le rodea, no exenta de dureza y crueldad.

A Todas las almas, después de haber leído este libro, me parece que acabaré dándole una oportunidad... No, si aún acabaré siendo fan de Marías ;D

Jaime Sirvent dijo...

Me ha gustado muchísimo El increíble hombre menguante, sobre todo el tramo final cuando él está en el sótano y debe enfrentarse a la araña entre muchos peligros, ese tramo me ha parecido sencillamente magistral.

Plissken dijo...

Esa pelicula es una obra maestra absoluta por la que no pasan los años. Si tienes aun más tiempo, intenta leer la novela de Richard Matheson. Además de ahondar en la frustración psicológica y sexual impuesta por la condición menguante -sin chistes fáciles ;D- del protagonista, tras el clímax del film aún se alarga la narración una veintena de páginas. Scott Carey deviene en una suerte de explorador de universos moleculares infinitos trascendiendo la carne y quizá su propio ser. ¡Quiero ser como Matheson!

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