miércoles, junio 24, 2009

El Terror: En las planicies heladas de la locura

En mayo de 1845 partía de la costa inglesa una expedición formada por dos buques, el HMS Erebus y el HMS Terror, de gran envergadura y pertrechados con motores de vapor, refuerzos de acero en el casco para favorecer la navegación por el hielo e ingentes cantidades de carbón y conservas. Tamaña dotación fue puesta al servicio de Sir John Franklin, comandante de la expedición, con un único objetivo: hallar el mítico pasaje del Noroeste que conectara a través del Océano Ártico las aguas del Atlántico y del Pacífico. Auxiliando a Sir John en las tareas de mando estaban los capitanes James Fitzjames (Erebus)  y Francis Rawdon Moyra Crozier (Terror). El primero era un seguidor de las ordenanzas al pie de la letra con escasa experiencia en situaciones de extrema necesidad, mientras que Crozier era un resuelto marino con años de experiencia, curtido en la adversidad y con un carácter difícil propio de un irlandés de pura cepa.


La expedición se enfrentó a múltiples dificultades desde el primer momento. Las rutas elegidas por Franklin demostraron no ser las más validas, en tanto en cuanto los buques quedaron atrapados por el hielo y los mensajes para localizar a la expedición que debían ser depositados en puntos seguros no mostraban la verdadera situación de los buques. La comida enlatada ofreció un problema doble: por un lado los contratistas escogidos habían sido los más económicos, y más de la mitad de las conservas estaban completamente podridas o eran de una ínfima calidad. Por otro lado, el plomo de las latas afectaba a su contenido y muchos marineros mostraban signos de envenenamiento por dicha sustancia. La situación de la expedición Franklin era verdaderamente desesperada, la moral de la tropa escasa y la cohesión de su oficialidad mínima.







Franklin, Fitzjames y Crozier en tres retratos de la época

En esa situación, con los buques atrapados en el hielo a unos cientos de metros de distancia, una partida de exploradores se tropieza con un par de esquimales. En la confusión del momento se deja malherido a uno de ellos. El doctor Goodsir, uno de los cirujanos de la expedición hace lo posible por curarlo, pero fracasa. La joven esquimal que le acompaña, Lady Silenciosa, es puesta bajo la protección de uno de los oficiales del Terror y a partir de ese momento se desata el infierno. Una criatura gigantesca y con apariencia de oso polar gigantesco comienza a diezmar en ataques esporádicos a la tripulación de ambos buques, 135 almas que pronto conocen el terror y la desesperación de hallarse en una situación sin salida. Atrapados en el hielo, con víveres escasos, poco combustible, acosados por un enemigo aparentemente invencible, Franklin, Fitzjames y Crozier deberán hacer uso de toda su astucia, valor y resolución para mantener con vida el mayor tiempo posible a sus hombres y hallar una salida, por difícil que parezca, de su prisión helada.



Recreación de los dos buques atrapados en el hielo

La novela de Dan Simmons, El terror, está basada en los hechos reales narrados en los dos primeros párrafos. Haciendo uso de una extensa bibliográfia sobre la celebérrima expedición de Franklin y sobre la exploración de los polos en general, la novela hace gala de una ingente cantidad de información al respecto: composición y funcionamiento de las tripulaciones de los buques, rutinas de alimentación, mantenimiento de las naves y organización interna, rutas y meteorología local, población autóctona y costumbres de los mismos. La información, por abundante, no resulta farragosa en ningún momento, y los apuntes sobre distinciones sociales, rencillas provocadas por el uso o abuso de poder y disputas dentro de la tripulación se complementan con reflexiones sobre distintos aspectos de la vida en el siglo XIX como ciencia, pensamiento, literatura o relaciones sentimentales de diversa índole.




Copia de un dibujo realizado por el oficial Le Vesconte


La estructura del libro tiene una doble división, por un lado temporal y por otro atendiendo al personaje en el que un narrador omnisciente focaliza la acción. Así, en primer lugar, la historia comienza en 1847, con los barcos atrapados en el hielo y la criatura acosando a sus tripulaciones, y alterna los flashbacks con la narración lineal desde ese momento hasta que ambas confluyen y la narración ya no abandona un presente cada vez más terrible y deseperado. Por otro lado, cada capítulo está encabezado por el nombre de unos personajes y la localización espacio temporal del mismo, y un narrador en tercera persona desmenuza sus pensamientos, reflexiones y acciones que nos conducen a través de la acción pero prestando especial atención a ese personaje en cuestión. Franklin, Crozier y Goodsir son los personajes en los que más se focaliza la acción, con la salvedad de que este último mantiene un diario en primera persona que permite reflejar su personalidad y su angustia de un modo más cercano y terrible. Otros personajes con cierto peso en el desarrollo de la trama son el teniente Irving, encargado del cuidado de la esquimal Lady Silenciosa; el patrón de hielo Tom Blanky, protagonista de dos pasajes verdaderamente terribles y patéticos; el odioso y traicionero ayudante de calafatero Cornelius Hickey, cuyas malas artes a la hora de influir en la tripulación conducirán a desastrosos resultados o Harry Peglar, un marinero noble que mantenía una relación con otro mucho mayor que él, excepcionalmente cultivado y que había servido a Darwin en la expedición del Beagle. A través de las vivencias de cada uno de ellos seremos testigos de la narración, con sus tiempos cortos morosamente narrados, sus elipsis temporales dilatadas, sus acontecimientos vertiginosos y sus eventos más terribles y cruentos.




Grabado con una partida de rescate en la tierra del Rey Guillermo

Desconozco por completo la trayectoria previa de Simmons como escritor de tochos de fantasía o ciencia-ficción, pero en concreto este novelón de más de ochocientas páginas me atrajo por una razón muy simple. Me encanta la exploración de los polos y la narración sobre las hazañas de unos hombres cuyo esfuerzo sobrehumano y tesón infinito les ha granjeada un puesto más que merecido en la historia. La minuciosa explicación de cómo se alimentaban, cuántas capas de ropa debían llevar y qué cuidados mantener a temperaturas de varias decenas de grados bajo cero resulta verdaderamente aterradora para los estándares de comodidad de hoy en día. Habiendo leído o visto documentales sobre otras expediciones como la de Scott, Amundsen o Shackleton me llamó la atención la premisa argumental de la novela, y me lancé de cabeza sobre ella. En su narración encontramos desde la minuciosa recreación de una expedición de la marina británica en el siglo XIX, al estilo de Patrick O'Brien, hasta pasajes de horror psicológico que evocan a Poe y una desesperación final casi cósmica que remite a un Lovecraft que ambientó en la Antártida su En las montañas de la locura, sin olvidar la pesimista concepción de la vida y del ser humano propuesta por Hobbes en Leviathan, libro que es citado en varias ocasiones.

Recomiendo la lectura de esta novela con fervor, aunque eso sí, poniendo grandes dosis de ganas y tiempo para adentrarse en una recreación verdaderamente creíble y absorbente de una expedición cuyos misterios sin resolver y enigmas permiten alimentar ficciones tan bien elaboradas y apasionantes como El Terror. Y ya, si me apuran, nada mejor que combatir los asfixiantes calores estivales con una buena dosis de nieve, hielo, escarcha y temperaturas bajo bajo bajo cero.

4 comentarios:

Giuseppe dijo...

Simmons es un autor que vengo siguiendo desde hace bastantes años, te recomendaría Hiperyon y la Caida de Hiperyon en el terreno fantástico (con algunas gotas de terror), y en el género de terror dos títulos muy buenos pero descatalogados: Los vampiros de la mente y La canción de Kali.

Francisco J. Ortiz dijo...

Yo la tengo en la enorme pila de pendientes, a ver si me animo... Y a ella se sumará el nuevo tochazo de Simmons, sobre Charles Dickens y Wilkie Collins. Como soy más victoriano que explorador, esta me llama bastante más, pero también hay que echarle paciencia y ponerse...

Un abrazo, compañero.

Plissken dijo...

Giusseppe, Hyperion me da miedo y pereza a partes iguales, por la extensión completa de la obra, pero creo que buscaré esos libros de terror. Me ha convencido y mucho esta novela. ¡Un saludo!

Plissken dijo...

Fran, nuestra pila de pendientes es similar, un Anapurna de tebeos, libros y dvd's que no cesa de aumentar, jejeje. Aunque predomine el componente aventurero la verdad es que la sociedad de la primera mitad del XIX queda perfectamente reflejada. Y algo de explorador tendrás, picarón, que últimamente has estado investigando el tema ;D ¡Un abrazo, caballero, y mucha suerte en la aventura literaria recién emprendida!

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