viernes, abril 08, 2011

Sucker Punch: En verdad no estábamos preparados para esto

Muñequita (Emily Browning) ve cómo su mundo salta en pedazos tras la muerte de su madre. Su padrastro, un tipo comprensivo que reúne lo más elevado del espíritu humano en su carácter ambicioso y lujurioso, no sabe dónde poner sus manos primero, si en la herencia de su difunta esposa o en sus hijastras. A resultas de una noche trágica y confusa Muñequita es recluída en un sanatorio mental, y puesta en las corruptas manos del jefe de celadores, Blue Jones (Oscar Isaac), y bajo la tutela de la inocente por no decir abstrusa doctora Vera Gorski (Carla Gugino). Si su situación ya es verdaderamente trágica, su futuro se augura mucho peor, pues su comprensivo padrastro ha decidido sobornar al señor Azul para que su hija sea lobotomizada y no se acuerde de reclamar la herencia materna.


Para asimilar la sórdida y cruel realidad, Muñequita cuenta con el apoyo de sus nuevas compañeras de reclusión, una serie de jovencitas con problemas de adaptación y traumas diversos que responden a los nombres de Ambar (Jamie Chung), Rubita (Vanessa Hudgens, intentando por todos los medios que la gente olvide su asociación con el universo High School Musical), Cohete (Jenna Malone) y Pastelito (Abbie Cornish), la más sensata del grupo y la favorita en cuanto a las atenciones del señor Azul. Pero Muñequita no percibe la realidad como ellas, y para hacer soportable su situación y afrontar la dura vida en el sanatorio Lennox crea una fantasía en la que ella es una virginal jovencita que entra en un burdel como aprendiz a las órdenes de la madame Groski y protegida por el macarra del señor Azul, burdel en el que ella misma y sus compañeras deberán "bailar" para satisfacer a los clientes del lugar.


Dentro de la fantasía Muñequita creará otro nuevo nivel de evasión mental para afrontar todo aquello que se le presente, y así antes de cada "baile" entra en una especie de trance onírico en el que visita mundos fantásticos donde es una poderosa, sexy y hábil guerrera adiestrada en todas las formas de combate conocidas y con dotes atléticas dignas de una super-heroína. Allí se encontrará con el Hombre Sabio (Scott Glenn), que le irá desvelando las pautas para escapar del burdel/sanatorio, así como las claves para afrontar cada una de las mismas. Así, en un intento desesperado de huir del lugar y evitar su encuentro con el Alto Apostador (Jon Hamm), Ambar, Rubita, Cohete, Pastelito y Muñequita se enfrentarán sin pestañear a Samurais Demoniacos armados con metralletas, a Zombis Nazi impulsados a vapor, a caballeros, goblins y una dragona algo mosqueada, y finalmente a una horda de robots a bordo de un tren con un artefacto megatermonuclear. El modo en que realidad, fantasía y sueño se entremezclan ofrecerá la única luz al final del túnel que Muñequita y sus amigas podrán vislumbrar en su cautiverio.


Literalmente un sucker punch (¿golpe mamón, podríamos traducir?) es aquel propinado a traición, sin previo aviso, y sin que el oponente pueda oponer resistencia. Es una técnica de pelea barriobajera y completamente prohibida, por ejemplo, en el boxeo. Adaptado a la producción que hoy nos ocupa, Sucker Punch es una película que ha golpeado de forma demasiado fuerte a una audiencia y a una crítica que no han sabido encajarla de ninguna manera, lo que ha llevado, por ejemplo. a que en nuestro país las recaudaciones hayan sido paupérrimas, y ya les digo que esta película es mucho mejor que Torrente 4, así que no hablemos de calidad intrínseca. Sucker Punch sólo se entiende como capricho personal de su director, Zack Snyder, un intento de plasmar, sobre una historia propia, una serie de escenas cerradas sin relación con una historia previa, repletas de acción y efectos especiales y protagonizadas por un elenco de mujeres de rompe y rasga atrezadas al estilo pin-up y pateando culos a diestro y siniestro.


Yo personalmente tengo un problema muy gordo con Zack Snyder. Creo que su mejor película siempre será su primera película, Amanecer de los muertos (2004). El éxito logrado con 300 (2007) y la repercusión mediática obtenida por la cinta pusieron en su mano el juguete cinematográfico definitivo, la largamente proyectada y acariciada por muchos adaptación al comic de Watchmen (2009), de la que logró salir con bastante dignidad y decorosos resultados. Tras su paso por la animación (La leyenda de los Guardianes... que no he visto) decidió recuperar un viejo proyecto que aparcó para afrontar la adaptación de los anti-héroes de Moore y Gibbons, y que había escrito en colaboración con Steve Shibuya, caballero cuyo mayor mérito hasta el momento -y me temo que definitivamente el único- ha sido la dirección de la segunda unidad para el segmento del Diario de Andy incluido como extra en el DVD de Amanecer de los muertos.

La producción fue aparcada momentáneamente pero la Warner decidió premiar el éxito de Watchmen con la distribución de esta película, producida por Snyder junto a su mujer. El único peaje de esa decisión fue rebajar el tono de la cinta desde el originalmente planteado mayores de 18 a mayores de 13 acompañados, aunque se promete una versión sin cortes para el dvd a la que habrá que echarle el ojo con mucha atención. Dado el carácter fantástico de prácticamente todas las escenas de acción creo que donde más se nota el tema es en el guión y en la forma de plantear la historia. El narrar una historia sórdida ambientada en un sanatorio/burdel de una forma tan blanca, sin que se vea un pecho o se describa un acto sexual explícito no tiene más razón de ser que la de la calificación, hasta el extremo de que no termina de quedar claro el tinglado que tenía montado Azul en el mundo real ni siquiera al final. Y siguiendo con el guión, el aspecto más flojo de Sucker Punch en mi opinión, y es un aspecto muy gordo, ya me entienden, el trabajar con dos niveles de fantasía dentro de la mente de Muñequita, obviando por completo la realidad, y añadiendo un tercer elemento final para complicarlo todo aún más, no hace sino confundir al espectador, desconcertarlo y alejarlo de la empatía que habría sido necesaria desde el primer momento para identificarse con las desventuras de Muñequita y sus amigas.

Si el punto flaco es la historia que sirve de engarce a las escenas de acción, otro gallo nos canta con cada una de las set pieces, a medio camino entre el videojuego y el videoclip, que nos ofrece Sucker Punch a lo largo de su metraje. La primera, el tutorial del juego por así decir, ya define a la perfección la estructura de las mismas. Aparece el Hombre Sabio explicando la situación (a menudo una misión suicida en medio de un entorno onírico que surge in medias res), da un truco para superar la fase, y Muñequita se enfrenta directamente a tres jefes finales usando combos, armas y movimientos especiales. Una canción remezclada marca el inicio y el final de cada escena. Son escenas en las que no hay más que un crescendo dramático imparable, que empiezan con un terremoto y que acaban con un cataclismo y sólo tienen una cosa en común: las cinco amigas vestidas con modelitos imposibles de pin up de los años cincuenta haciendo uso de todo tipo de armas y técnicas de combate para derrotar a todo lo que se ponga por delante. Cada una de esas escenas remarca uno de los objetivos en el burdel (fantasía) y se refleja en el sanatorio (realidad), aunque la manera en que lo hace sea difusa incluso al final de la película. A partir del primer tutorial, el festival está asegurado. Los videoclips ilustrados con versiones de clásicos como White Rabbit, Tomorrow never knows o Search and destroy son un festival para los departamentos de diseño de producción y efectos especiales. Cada uno de ellos funcionaría como el clímax de cualquier superproducción, como el colofón de una película en sí mismas, y aquí Snyder ofrece no uno sino cuatro.

El problema, al final, es ese. Que no existe implicación emocional alguna, empatía o preocupación por las protagonistas, simplemente, si se entra en el juego de Snyder desde el primer momento -y por fortuna yo pude hacerlo- se puede disfrutar de cada una de esas escenas con un verdadero sentimiento de diversión y asombro genuinos, con una mezcla de cámara lenta, paisajes de fantasía, un tratamiento estilizado de la violencia y verdaderos cuadros que juegan tanto con el erotismo y la sensualidad de las protagonistas como con la grandilocuencia y exageración de cada escena. Los únicos referentes que el cine contemporáneo puede poner al lado de esta Sucker Punch son Speed Racer y Scott Pilgrim vs. the World, con la salvedad de que estas son adaptaciones mientras que Snyder ha creado un material original partiendo de decenas de referencias que van desde el videojuego Killzone hasta El señor de los Anillos pasando por el cine de Baz Luhrmann o las fugas psicogénicas de David Lynch. Desgraciadamente, las extravagancias creativas de Wachowskis, Wrights y Snyders se han saldado con notables fracasos de crítica y público, algo verdaderamente sangrante cuando se trataba de producciones que tenían en mente satisfacer los más bajos instintos de los fanboys de medio mundo.

Nos encontramos con Sucker Punch ante un pastiche posmoderno que tiene la osadía de descontextualizar todo aquello que quiere contar y ofrecérnoslo en un envoltorio visual verdaderamente apabullante. Mi devoción por Speed Racer fue pública y notoria en su momento, y creo que comparte con aquella un genuino intento de entretener al público, de ofrecer un universo personal lleno de fantasía y colorido y de jugar con las estructuras formales al uso. Si en Speed Racer se utilizaban recursos del anime y un profuso empleo de flashbacks aquí encontramos una mezcla fascinante pero chocante entre el universo imaginado del burdel à la Moulin Rouge (incluso con un número musical incluido en los títulos de crédito que parece sacado de la película de Luhrmann) con una protagonista cuyos problemas con la realidad remitirían a, pongamos por ejemplo Carretera Perdida, que emprende un viaje por un mundo de fantasía como si del inmortal personaje de Lewis Carroll se tratase, tanto es así que Sucker Punch ha llegado a ser definida como una versión de Alicia con metralletas.

Pero no quiero llamarles a engaño. Sucker Punch no es para mí una buena película, aunque tampoco es ni de lejos tan mala como el 75% de lo que actualmente hay en pantalla. Aquellos que han pagado su entrada por verla y conozco -no demasiados, ojo- han salido entre indiferentes y moderadamente entusiasmados tras el visionado de la misma, y a mí me está dejando mejor poso cuanto más recuerdo las citadas set pieces y su imbricación con la banda sonora -espectacular, acojonante, adrenalínica, hipnótica- que me acompaña mientras escribo estas lineas. Quizá ese hipotético montaje del director clarifique tramas, desarrolle personajes y saque a la superficie algo de la sordidez moral que se intuye en la historia, pero como mínimo, lo que si es seguro es que podremos disfrutar en alta definición y en la tranquilidad de nuestro hogar de alguna de las escenas de acción más epatantes y más espectaculares de las vistas en cine en los últimos años.

2 comentarios:

Osukaru dijo...

Sólo decir una cosa sobre su reseña: Ole, ole y ole!. Totalmente de acuerdo con tu descripción de sus virtudes y defectos. Como creo que ya te comenté a mi también me gustó este batiburrilo de cultura pop moderna.

Sólo una cosa: Lo de los zombis nazis... Ahí nos la han colado a muchos. Realmente estos soldados alemanes a vapor no son nazis ya que, por lo que me han comentado, los dirigibles y las máscaras de gas se utilizaron durante la primera guerra mundial, por tanto aún no se pude hablar propiamente de nazismo. Eso luego, con el señor del bigotito...

Un abrazo!!:

Plissken dijo...

Cooooorrecta apreciación histórica, caballero, zombis teutones a vapor sería más correcto, jejeje. Qué traca, qué traca... Si me están dando ganas de verla YA otra vez ;D

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