domingo, septiembre 04, 2005

No le llames Snake, llámale Plissken


El antihéroe cínico por antonomasia del cine fantástico reciente, el superviviente definitivo, militar condecorado destacado en acciones de guerra, caído en desgracia… Todo eso es S. D. Plissken, aunque la mayoría le conocemos como Snake. Su biografía es impresionante: el soldado más joven condecorado por el presidente por el valor demostrado en las batallas de Siberia y Leningrado. Por motivos desconocidos volvió la espalda a la ley y dedicó sus habilidades al crimen, concretamente al robo. En 1997 es capturado tras el intento de asalto al Banco de la Reserva Federal. Pudiendo huir, Plissken regresa a la escena del crimen para ayudar a su compinche herido, pero no puede evitar que éste sea abatido por la policía y que él mismo sea arrestado y condenado a cadena perpétua en la Penitenciaría de Máxima Seguridad de Nueva York… que no es otra cosa que la isla de Manhattan reconvertida en un campo de concentración para criminales del cual se entra, pero ya no se sale.
De 1997, Escape from New York (1981) ya hablaré más adelante, en una serie de articulillos en los que iré comentando la obra del director John Carpenter. En este post quería presentaros al hombre. A Snake Plissken, la figura cínica que al comienzo de su periplo cinematográfico está de vuelta de todo. Amargado por la vida. Derrotado por el sistema. En el transcurso de su conversación con el alcaide de Manhattan, éste le llama por su nombre, Plissken, a lo cual nuestro antihéroe responde con el lacónico y chulesco “Llámame Snake” (Call me Snake). La frase que todos hemos querido soltar ante figuras de autoridad diversas a lo largo de los años. Ya fueran jefes de estudio, de personal, encargados, padres... La posición definitiva de resistencia absoluta. Me tienes agarrado de las pelotas, pero yo sigo aquí y no pienso retroceder ni un solo paso.
Han pasado 90 minutos de metraje. Snake ha visto morir a todos los que le han ayudado, ha sobrevivido a situaciones dantescas en el mismísimo infierno. Y todo para salvar la vida del PRESIDENTE, y por extensión, cómo no, del MUNDO. Todo para descubrir que la vida del tipo no merecía ni la sangre de uno de sus compañeros. Ni el esfuerzo. Ni el dolor. Y ante la oferta de alianza que le lanza el alcaide Hawke (¡¡qué grande Lee Van Cleef!!), Snake se gira y le espeta el maravilloso “Llámame Plissken” (The name’s Plissken), dando la espalda una vez más al sistema establecido (que dista mucho de ser una utopía), a la autoridad y a una existencia que sería más cómodo pero menos, mucho menos satisfactoria.
Así que ante el cinismo del presidente y de la autoridad, Plissken responde con un cinismo mucho mayor, y sabotea la conferencia de paz a la que el mandatario debía asistir, sustituyendo la grabación de un científico sobre una forma de energía revolucionaria por el swing que Ernst Borningne escuchaba en el último taxi de Nueva York. Al final Snake rechaza la figura mítica del héroe-ladrón para abrazar lo que todos somos, seres humanos, igualmente valiosos y merecedores de dignidad y respeto. Ha podido escapar de donde nadie había logrado salir con vida, pero no ha podido huir de sí mismo, de su propia conciencia. Así que, ya sabéis, llamadle Plissken...

Para más información sobre el personaje os recomiendo estas páginas:

http://en.wikipedia.org/wiki/Escape_from_New_York
http://www.theofficialjohncarpenter.com/pages/home.html
http://www.imdb.com/title/tt0082340/

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