Lejos de querer ser dogmático en su planteamiento, el film advierte que se trata de una recreación de los sucesos en base a las tres fuentes antes citadas. Se descarta de entrada la hipótesis, que también circuló en su momento y aún mantienen muchos que el avión fue abatido por los aviones de la fuerza aérea estadounidense.
Y aquí entra en juego el segundo plano narrativo de la película, el centrado en las sedes de los organismos de control del tráfico aéreo del país (tanto las autoridades civiles como las militares), así como de las secciones de controladores aéreos de Boston o New York. En la mayoría de los casos no se trata de actores, sino de auténticos funcionarios o controladores recreando el drama vivido en aquellas horas, y lo cierto es que no salen muy bien parados. Hablar de falta de previsión, de caos, de descoordinación entre los mandos aéreos civil y militar es poco. No se puede decir que esta sea una producción indulgente con el sistema.
La intensidad dramática del film se desarrolla plenamente en su tercio final, en el centrado en los sucesos que se desarrollaron dentro del angosto espacio de la cabina del avión. Tanto secuestradores como pasajeros aparecen retratados de forma muy humana, sin maniqueísmos. Los primeros dudan antes de iniciar el secuestro, se muestran temerosos de la superioridad numérica de los pasajeros o de que se les impida cumplir su misión con éxito. Los segundos, cuando asumen la cruel realidad de su probable destino inician el proceso doloroso de despedirse de los suyos, de desearles las cosas que todos desearíamos a los nuestros en caso de saber que no los volveríamos a ver. La mujer que indica a su hija la combinación de la caja fuerte donde guarda el testamento, el hombre que sólo ha podido contactar con un compañero de trabajo al que transmite su despedida para su familia o la mujer que presta su teléfono a su compañera de vuelo para que pueda hablar unas últimas palabras con los suyos, son momentos de una intensidad dramática muy potente en los que Greengrass apenas se detiene (como tampoco se detuvo al comienzo cuando uno de los secuestradores, en el aeropuerto, se despedía de su mujer con un lacónico te quiero). Y brutal resulta igualmente el momento en que unos y otros rezan a su dios pidiéndole su ayuda, unos entonando salmos del corán y los otros rezando el padrenuestro antes de la catártica explosión de violencia inútil que les llevará hasta el final. Una película muy seca, repito, sin alardes de pirotecnia pero plenamente satisfactoria como homenaje a los pasajeros y tripulantes del Vuelo 93.
La película se cierra con una emotiva dedicatoria a todos aquellos que perdieron su vida el 11-S. Y me sumo a ella con este post que se me va de extensión, se me va… Se me ha ido. Empleo las palabras con que Paul Chadwick cerrara su recreación homenaje de cuatro páginas, Sacrifice, sobre el mismo tema, hace ya cuatro años y pico:
“Tenían familias, seres queridos.
Todas las razones para agarrarse a esa maravillosa cosa que llamamos vida.
Ellos hicieron lo difícil, lo correcto.
Yo les saludo.”
Permítanme ustedes que yo haga lo mismo.
7 comentarios:
Pues nada ire a verla, aunque mi padre es controlador aereo, no se yo, no se yo...
Mejor, mejor, así pillará la parte técnica del rollo de los centros de control. Menudo estrés. Es curioso el modo en que se pasan unos a otros los aviones a seguir, con plaquitas de madera y el indicativo de vuelo.
Lo heavy de verdad es que no son actores profesionales, que la mayoría son familiares y amigos de las victimas... y que el controlador aereo de la peli es realmente el de aquel día. Manda cojones...
Esto es Halloween come back!!
Skellington:
Cierto, eso le da aún más verosimilitud -que no veracidad- a la película y ayuda a transmitir las sensaciones tan intensas que deja en los espectadores.
Y es cierto, sí que andaba usted desaparecido últimamente. Por cierto, que habrá que ir haciendo ya lista de asistentes a ya-saben-qué dentro de una semanita y poco.
Peli vista.
Lenta, aburrida, y de los controladores se ve mas bien poco, aunque me ha gustado el centro de control para controlar a los controladores (de eso en España no hay). Por cierto, son placas de plastico, el "radar" (para resumir) imprime fichas de cada avion que entra en su sector de papel que se colocan sobre las placas y... mejor te lo cuento en ya-sabes-donde que es muuuuu largo.
Por cierto, La joven del agua magnifica. Eso si que es una peli.
Yeah!
Adri!!!:
Quien controla a los controladores?
En fin, siento que no le gustara la peli tanto como espero que me guste a mí La joven del agua, en cuanto pueda verla ;)
Y lo de contármelo in person ya sé cuando... ¿es una confirmación de su asistencia a ya sabe qué?
Un abrazo!
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