jueves, julio 31, 2008

La historia de la vida de Bart Allen

En el siglo XXX y fruto de las carambolas temporales de Barry Allen e Iris West previas a las Crisis Infinitas originales se estableció un linaje de velocistas directamente relacionado con Barry. Uno de sus hijos, Don -conocido en la época como uno de los Gemelo Tornado- tuvo a su vez un hijo, Bartholomew Bart Allen. Al padecer de metabolismo hiperacelereado Bart tuvo que ser contenido en una máquina de realidad virtual que desarrollara para él un mundo que marchara a su misma velocidad, por decirlo de alguna forma. La solución se demostró ineficaz y su abuela Iris viajó con el muchacho en el tiempo para buscar la ayuda del Flash del siglo XX, Wally West. La relación con Impulso, el modo en que se controlan sus poderes, el pupilaje ejercido por Max Mercury -el velocista Zen que establecería los principios de la Speed Force- sobre el muchacho al carecer este de todo sentido de peligro o de control sobre la realidad son todas ellas aventuras deliciosas que se desarrollan entre los números 90 y 110 de la serie de Flash y que derivarían en el spin-off Impulse, en el que Bart Allen viviría sus propias aventuras guiado por Max y más tarde por Jay Garrick.


Pero la evolución de Bart daría un paso decisivo cuando se unió al equipo de Justicia Joven, grupo de jóvenes héroes en cuyo núcleo duro encontraríamos a Impulso, Superboy, Robin, Wonder Girl y Arrowette, aunque a lo largo de los 55 números que duró la serie otros héroes adolescentes del UDC formaron del grupo (Empress, Beast Boy, Flamebird, Li'l Lobo, Snaperr Carr). Para contener tanto entusiasmo juvenil y guiar en cierta medida la potencia desbocada de los muchachos estaba el androide Tornado Rojo, que ejercía las veces de mentor y confidente de los muchachos. La importancia de esta serie, que no pretendía otra cosa más que ofrecer historias llenas de diversión, acción y aventura y en la que no faltaron momentos dramáticos fue la de establecer las bases de una sólida amistad entre los muchachos. Sin la amistad entre Bart, Tim, Conner y Cassie hay decenas de historias de los últimos quince años que no pueden entenderse plenamente. Hay que destacar que el equipo de creadores tras Young Justice es un ejemplo de fidelidad a un título, ya que el dibujante Todd Nauck fue el dibujante regular tanto de las series limitadas que dieron origen a la cabecera (YJ: The Secret, JLA: World Without grown ups), escritas por Todd DeZago, como de la serie regular guionizada por Peter David con su habitual estilo a medio camino entre la comedia de situación, le épica superheroica y el melodrama. Si esto no pide a gritos una edición en el formato Clásicos DC ustedes dirán.


El siguiente paso en la evolución de Bart Allen tuvo lugar en las páginas del remozado equipo Teen Titans, surgido de las cenizas de los Titanes y de Young Justice. Ambos grupos fueron disueltos tras los dramáticos acontecimientos vistos en el especial Graduation Day, pero con el tiempo se hizo evidente para Cyborg que la muchachada necesitaba seguir entrenando para desarrollar el control de su potencial y para adquirir el conocimiento táctico que les permitiera sobrevivir a un mundo cada vez más peligroso. Contando con la supervisión de Starfire y Cyborg y con la presencia de Beast Boy a medio camino entre los chavales y los adultos, a la Torre de los Titanes llegaron Robin, Superboy, Wonder Girl... y un Bart Allen que había decidido dar un paso más en la asunción de su herencia como miembro de la familia de velocistas más destacados del UDC asumiendo el manto de Kid Flash. Sin apenas tiempo de aterrizar en el grupo los eventos dramáticos se fueron sucediendo a un ritmo aterrador: Terminator voló la rótula de Kid Flash, Conner descubrió que era un clon de Lex Luthor, la visita a un posible futuro les llevó a enfrentarse con unas terribles contrapartidas de ellos mismos, y así hasta a llegar a los eventos de Crisis Infinita, tras lo que nada sería igual para el grupo. Los artífices de una de las series más divertidas y mejor realizadas en su momento fueron el guionista Geoff Johns y el dibujante Mike McKone, que sería el dibujante regular de la serie durante sus dos primeros años. Dibujantes como Rob Liefeld, Chris Batista, Ale Garza, Tony Daniel o Eddy Barrows han aportado su granito de arena artístico para convertir esta serie en uno de los pilares fundamentales del UDC actual.


Y tras la Crisis Infinita, en la que los velocistas Wally, Jay y Bart se introdujeron en la Fuerza de la Velocidad para intentar contener a Superboy Primo, llegaría el año después, pero esa es ya la historia del post de mañana...

martes, julio 29, 2008

Commissionando LXXXV: Ron Adrian (I)

Como avancé hace unos días hablando de esta página original de Flash dibujada por Ron Adrian, ha llegado el momento de dedicarle un par de posts dentro de la sección de commissions a este joven dibujante de lo que podríamos llamar la "escuela brasileña de jóvenes talentos". La página ComicConArt es una de las que más asiduamente visito por la continua aparición de nuevos dibujos y por la incorporación de nuevos dibujantes, algunos aún un tanto verdes, que aprovechan su labor como dibujantes de commissions para soltar la mano, mejorar su técnica y ofrecer ilustraciones cada vez mejor terminadas. Algunos de ellos como es el caso de Adrian, Lei, Alves o Mariah Benes van consiguiendo trabajos puntuales como dibujantes de fill-ins o entintadores que les van permitiendo abrirse paso poco a poco en un mercado de trabajo tan competitivo como el yanqui. Las tarifas de las commissions dependen de la popularidad del dibujante, y en el caso que nos ocupa oscilan entre los 110 dólares por un dibujo a lápiz de un personaje con fondo y tamaño 11''x17'' a los 200 dólares por un personaje a tinta y con fondo trabajado.

La galería de Adrian es bastante extensa y en ella encontramos dibujos de todo tipo. Super-heroes, fantasía o ilustraciones con contenido sugerente muestran la digna labor de Ron Adrian. A continuación os dejo con una pequeña selección de commissions superheróicas agrupadas en ilustraciones tamaño trading card, dibujos a lápiz y pin-ups entintados. Con predominio de personajes DC no he querido dejar fuera esa Cosa veraniega degustando una margarita en la playa o esa doble página con Spiderman y el Duende luchando entre rascacielos y cierta rubia cayendo al vacío. Tampoco podía faltar un dibujo en homenaje a Superboy, o la majestuosa visión de Superman suspendido sobre la Tierra. En breve, un repaso a las féminas más sugerentes o malencaradas que Ron Adrian ha dibujado para sus seguidores.





















lunes, julio 28, 2008

El lunes que se derritió

Estos calorcillos insanos y absurdos que nos agobian cada año por estas fechas me tienen al borde de la extinción. Menos mal que un servidor los combate como puede, ya sea ingiriendo líquido elemento en estado próximo a la congelación o acomodando mi inmensidad frente a un ventilador a máxima potencia. Afortundamente Plissken es un ser fácil de contentar y cuya mente no está en más de dos cosas al mismo tiempo, así que entre cinefilia y tebeofagia uno se olvida de los calores de la muerte y se centra en otras cosas, las calenturas mentales que son el sustrato que alimenta este su blog amigo.


Precisamente una de esas neuras que me viene obsesionando en las últimas sémanas es si El Señor de la Noche estará o no a la altura de un fenómeno que no deja de aumentar conforme pasa al tiempo. La recaudación de esta semana ha confirmado que el boca a boca entre aficionados ha sido espectacular, ha sido la producción que más rápido ha recaudado cantidades obsecenas de dinero y por si fuera poco, no hay prácticamente voces discordantes en el coro de loas y elogios cinematográficos para la que ya es la película de este verano y muy probablemente la de este año. En España, una vez más, la distribuidora se cubre de gloria y ha colocado el estreno en mitad de agosto, siendo uno de los últimos lugares de estreno a nivel mundial -con el peligro que eso supone para nosotros (spoilers potenciales) y para ellos (descargas de desesperados que no puedan o quieran esperar a verla en cine)-. Por si fuera poco, una de las grandes bazas de la película de Nolan es su proyección en cines IMAX, pero mucho me temo que, como ya sucediera con Superman Returnos, salvo unos pocos afortunados aficionados que vivan en Bilbao -donde sí se proyecto en el cine IMAX-, el resto de esas salas seguirán proyectando sus documentales oceanográficos o jurásicos y no prestarán atención al que podría ser formato de exhibición del futuro. Por lo pronto, un servidor les deja la mini reseña que un afortunado amiguete desplazado a Londres me envió tras la proyección de la película: Cartel de no hay billetes y lleva dos fines de semana. Jodidamente buena, más aún que la primera. Joker de leyenda, se sale el cabrón (con todos los respetos al difunto Ledger y entendiendo que se sale en su actuación de idem). Hasta su estreno vamos a estar bastante entretenidos pues llegan La momia 3 y Wall-E (a la que le tengo unas ganas tremendas), pero vamos, que el punto de mira está puesto en el 13 de agosto...

Esta semana entro en período crítico, pues tras tres días laborables en los que espero laborar lo justo un servidor se acoge a eso que el común de los mortales llama vacaciones y que yo llamo enclaustramiento diurno al lado del ventilador a la espera de que el sol se esconda y permita a los seres humanos transitar por la calle sin dejar un rastro de humedad a su paso. Afortunadamente para ustedes -o todo lo contrario, según se mire-, seguiré actualizando este espacio a un ritmo quizá un poco menor de lo habitual pero lejos del apagón total, y como hiciera en otros años recuperaré alguna entrada añeja dentro de la sección El baúl de Plissken, a razón de una por semana durante el mes de agosto y recuperando una película, una serie de televisión y un tebeo. Como comprobarían la semana pesada, por cierto, el plan editorial de este blog se cumplió CASI a rajatabla y quedó en el tintero el repaso a cierto tebeo que me reservo para los próximos días, al igual que un repaso a las commissions de Ron Adrian y la reseña del tomo de La Muerte de Flash.

Para empezar la semanita, una canción de los Smashing Pumpkins que vuelve a la actualidad al ilustrar las espectaculares viñetas animadas de Zack Snyder para la adaptación cinematográfica de Watchmen, y que por si fuera poco ya nos está recordando lo efímero que es todo y como la pescadilla que se muerde la cola nos amarga unas vacaciones que parecen estar acabándose al poco de empezar o se eternizan cuando uno esta deseando que acaben o... Ya se me derritió el cerebro. Odio el verano.

Vayan por la sombra, conduzcan con cuidado y tengan mucho cuidado ahí fuera. Les quiero a todos de vuelta lo antes posible.

The Beginning Is the End Is the Beginning
Smashing Pumpkins

Send a heartbeat to
The void that cries through you
Relive the pictures that have come to pass
For now we stand alone
The world is lost and blown
And we are flesh and blood disintegrate
With no more to hate

Is it bright where you are
Have the people changed
Does it make you happy you're so strange
And in your darkest hour
I hold secrets flame
We can watch the world devoured in it's pain

Delivered from the blast
The last of a line of lasts
The pale princess of a palace cracked
And now the kingdom comes
Crashing down undone
And I am a master of a nothing place
Of recoil and grace

Is it bright where you are
Have the people changed
Does it make you happy you're so strange
And in your darkest hour
I hold secrets flame
We can watch the world devoured in it's pain

Time has stopped before us
The sky cannot ignore us
No one can separate us
For we are all that is left
The echo bounces off me
The shadow lost beside me
There's no more need to pretend
Cause now I can begin again

Is it bright where you are
Have the people changed
Does it make you happy you're so strange
And in your darkest hour
I hold secrets flame
We can watch the world devoured in it's pain
Strange
Strange
Strange

sábado, julio 26, 2008

Doomsday: 2033, Rescate en Glasgow

En el año 2008 un brote vírico altamente contagioso y mortal diezma a la población de Escocia, que, aterrorizada, inicia un masivo exodo hacia el sur. Cuando la turba alcanza la frontera con Inglatera se encuentra con un bloqueo militar más expeditivo que humanitario y con un muro infranqueable con contendrá al virus Segador dentro de las fronteras de Escocia y condenará a la extinción a todos los que se encuentren al otro lado del muro. El tiempo pasa y la epidemia queda sumida en el olvido, al igual que los millones de muertos olvidados por el gobierno británico y abandonados a su terrible suerte.


Año 2033. La situación económica en Inglaterra, aislada internacionalmente y con graves problemas de sobrepoblación, comienza a crear el caldo de cultivo del desastre. En las riberas del Tamesis las fuerzas tácticas de la policía londinense descubren que el virus Segador ha contaminado a decenas de vagabundos y que pueden estar ante un brote de similares características que el que condenó a Escocia. Un Primer Ministro timorato se deja convencer por su consejero, Canaris (David O'hara), para declarar la cuarentena en el area metropolitana de Londres y solucionar de esa forma el problema de la superpoblación en la ciudad, al tiempo que organizan una misión de reconocimiento en la zona de exclusión que buscará la existencia de un posible remedio... ya que se han detectado supervivientes en las areas urbanas.


Al mando de un reducido grupo formado por dos doctores, dos conductores de blindado y tres soldados se colocará la mayor de policía Eden Sinclair (Rhona Mitra), una agente letal y eficaz sobre el terreno que mantiene una visión de la vida bastante amarga y escéptica y que no puede olvidar a su madre, perdida en la epidemia del virus Segador. Los requerimientos de Canaris al comandante Nelson (Bob Hoskins) para proporcionarle a su mejor hombre para dirigir la misión culminan con Eden dirigiendo al primer grupo de expedicionarios al otro lado del muro, adentrándose en una zona devastada y abandonada en la que no saben qué van a encontrar pero de la que necesitan desesperadamente extraer algunas respuestas antes de que la población de toda Gran Bretaña acabe sucumbiento como víctima colateral entre los juegos de poder político y las tensiones socioeconómicas latentes.


Lo que sigue a partir de ese momento es un festival de acción desenfrenada, barbarie salvaje, canibalismo cabaretero al son del Good Thing de los Fine Young Cannibals (que no es muy sutil pero sí bastante efectivo), más acción desenfrenada, persecuciones espectaculares e imposibles (lo que aguanta ese Bentley es propio de un coche Bond o del mismísimo K.I.T.T.) y bizarros encuentros con las poblaciones remanentes de Escocia que se han organizado en sociedades completamente antitéticas. Por un lado Eden debe lidiar con el grupo de jóvenes urbanitas, hedonistas, ultraviolentos y caníbales que se asemejan a tribus urbanas neo-punk con un cierto regusto sadomasoquista y que están dirigidos por Sol (Craig Conway), un tarado del quince con dotes para el espectáculo que domina a la jauría de su manada con carne humana y música ochentera. Por oposición, en el área más recóndita de las Highlands encontramos a un grupo humano que vive en pleno medievo, con sus ropas, armas y formas de vida pretéritas, y que siguen los dictados de Kane (Malcolm McDowell), que ejerce de omnímodo señor feudal. Ambos grupos comparten un gusto atávico por la violencia y un odio, en este caso justificado, contra aquellos que los abandonaron a su suerte, y que en este caso están representados por la fuerza militar capitaneada por Sinclair.



Este festín de referencias cinéfagas a lo mejor de la serie B de los últimos 30 años está orquestado por Neil Marshall, que escribe, dirige y ordena cuándo hay que arrojar cabezas decapitadas hacia la cámara o hacer explotar autobuses en marcha con la misma habilidad narrativa y la misma dosificación del crescendo dramático que demostrara en sus anteriores películas, Dog Soldiers y The descent, estimables muestras de un cine de género británico capaz de mojarle la oreja a los blockbusters hollywoodienses únicamente a base de talento, cinefagia y una buena dosis de poca vergüenza. Las andanzas de los soldados de maniobra que se topan con un clan de hombres lobo o la desgraciada excursión espelológica de un grupo de amigas por un complejo entramado de cuevas en el que encontrarán no sólo a un clan -otro- de seres albinos y carnívoros sino todo el resentimiento y el miedo que habían albergado en su interior, comparten un planteamiento muy similar al de Doomsday y muy querido al cine fantástico: un grupo de soldados/amigos/profesionales que se topan con lo extraño o lo fantástico en un entorno ajeno y hostil para ellos en el que, verdaderamente, son el factor invasor a eliminar para que el statu quo previo a su irrupción se mantenga.


El referente absoluto de esta producción es 1997: Rescate en Nueva York, y por extensión, el cine de Carpenter en general, al que homenajea en todo momento hasta el punto de que Doomsday bien pudiera ser un remake de 1997 no sólo por argumento, estética o banda sonora, sino porque comparte el espíritu último de aquella, una crítica feroz y desencantada del poder y la resistencia irreductible y quizá en último término inútil del individuo que, pese a ello, se mantendrá firme en sus convicciones y fiel a sus principios. Desde el planteamiento de la historia en gráficos computerizados narrados por una voz mecánica que describe el muro y la situación en Escocia hasta la pose cínica y cansada de Eden (que incluso luce parche en algunas escenas y pasa el metraje pidiendo un cigarrillo a sus interlocutores), pasando por algunas de las set pieces de la película como la pelea de gladiadores o la persecución motorizada, la sombra de Carpenter planea sobre Doomsday. Lo cierto es que en todo momento parece que estemos viendo la obra de un discípulo aventajado que le rinde pleitesía al maestro, y hay aún otra semejanza con el cine carpenteriano que es un poco más preocupante. La pésima recepción crítica y la escasa recaudación emparentan Doomsday con Fantasmas de Marte en más de un aspecto (violentas, sádicas, frenéticas, protagonizadas por un personaje femenino resuelto), aunque parece que Marshall ya tiene otro proyecto en marcha, con lo que dista de ser un epitafio cinematográfico como que el que Fantasmas sigue suponiendo hasta el día de hoy para Carpenter. Pero dejando de lado al bueno de John el festival referencial sigue para recocijo de los amantes desprejuiciados de la serie B más genuina y de las cintas repletas de acción desenfrenada y salvajadas a cascoporro: la persecución sobre las autopistas escocesas así como la descripción de la tribu de Sol remiten directamente al universo post-apocalíptico de Mad Max, la pelea de gladiadores está rodada con el estilo y la garra de cualquiera que hubiera podido pergeñar Ridley Scott en Gladiator, el aspecto tribal de las bandas y su separación en clanes recuerdan sobremanera a lo descrito en The Warriors por Walter Hill en su peculiar traslación a tiempos modernos de la Anábasis de Jenofonte... En resumen, la película ideal para estas tardes de verano en la que uno busca un poco de entretenimiento saludable y sin complicaciones, bien planteado, mejor desarrollado y excelentemente resuelto y con un puñado de momentos repletos de miembros amputados, quemados, deglutidos o atropellados.

viernes, julio 25, 2008

Galería de originales XXXV : Ron Adrian

El original de hoy pertenece al número 5 de la efímera serie de Flash publicada entre 2006 y 2007 y protagonizada por Bart Allen, y es obra del artista Ron Adrian, uno de los dibujantes brasileños que se dieron a conocer en el mercado norteamericano a través de la página Comiconart y cuyo trabajo ya ha podido ser visto en series como Birds of Prey, Darkchylde, este Flash, The Fastest Man Alive que nos ocupa (y cuyo título a día de hoy no deja de tener cierta coña, por cierto), Red Sonja o Supergirl. El entintador no es otro que Alex Lei, todo un habitual de este blog en su faceta de dibujante de commissions. A modo de curiosidad decir que la portada del comic atribuye erroneamente la autoría del dibujo a Sal Velluto. Siguiendo las periódicas subastas que Comiconart suele presentar en Ebay aparecieron un grupo de páginas del número 5, y esta en concreto me llamó la atención, puesto que además de un Bart Allen maltrecho aparece Cyborg y ¡un gorila! Diantres, en cuanto la vi supe que la página debía ser mía, aunque lo cierto es que intenté hacerme con las dos siguientes y conseguir de esa manera mi primer tríptico, pero lamentablemente la cosa no funcionó. Queda esta página como muestra de la evolución bastante positiva de un dibujante que se está intentando abrir camino en el mercado norteamericano a base de toneladas de esfuerzo y de ilusión y como homenaje a una colección que pese a su escaso nivel de calidad tiene guardado un hueco en mi corazoncito friki por su importancia dentro de la continuidad de los velocistas escarlata. Por lo pronto, la semana que viene ya auguro una suculenta selección de commissionando dedicada al caballero y si el tiempo y el calor lo permiten un pequeño repaso a la ya mencionada efímera colección que supuso un vano intento por consolidar la figura de Bart Allen como único Flash del Universo DC y que fracasó estrepitosamente en el intento, hasta el punto de que tras su cancelación la editorial retomó la cabecera anterior protagonidaza por Wally West, siguiendo con la numeración correspondiente... ¡como si nada hubiese sucedido!


Por cierto, hoy se acaba una de esas verdades relativas que cimentaba mi fe en el mundo, la que decía que algunas muertes eran para siempre y que DC nunca resucitaría a Barry Allen. La noticia en Zona Negativa es bastante explícita, y a mí me toca ir buscando sales de frutas para comerme todos los post en los que dije que si resucitaban a Barry dejaría el mundillo de los comics.

jueves, julio 24, 2008

Galería de portadas: La Brigada de la Luz

A continuación, y siguiendo la tónica habitual de acompañar a cada reseña con una galería de portadas, os dejo con las ilustraciones de Peter Snejbjerg para las cubiertas de La Brigada de la Luz, serie que no me cansaré de recomendar como una lectura más que entretenida. Igualmente incluyo la portada del tomo recopilatorio que difiere ostensiblemente de la del tomo español y que, para mi gusto, resume mejor el espíritu de la serie: resistencia desesperada frente al enemigo, superior en número y en capacidad ofensiva, luchando hombro con hombro con los camaradas de armas. Aunque ayer no lo señalé explicitamente hay dos sutiles referencias en el título de la historia y en el desarrollo de la trama, que me gustaría destacar. Por un lado, el título además de referirse a lo evidente emparenta a este grupo de hombres con la Brigada Ligera, cuya carga suicida en Crimea en 1854 fue inmortalizada en el poema épico de Lord Alfred Tennyson y se ha convertido en uno de esos mitos militares que presentan al profesional de la guerra como alguien capaz de sacrificar su vida siguiendo las directrices más absurdas con tal de no deshonrar su honor y a la institución a la que ha decidido prestar servicio. Por otro, y como una más de las múltiples referencias religiosas, queda esa cena en el chateau belga en la que los doce soldados están a punto de recibir una sorprendente y dolorosa revelación por parte de Mark, Marcus Longinus, el judío errante. No por obvia esa referencia es menos eficaz, y la viñeta en que aparecen todos asemeja una especie de desarrapada y castrense última cena.









miércoles, julio 23, 2008

La brigada de la luz: Entre la Espada y la Llama

En los bosques de Bélgica, a finales del año 1944, un grupo de 36 soldados norteamericanos está atrincherado en un cementerio local a la espera de órdenes. El grupo es variopinto y hace lo que puede para entretener la espera. El jovencísimo Simon lee comics de superhéroes que presta a sus compañeros y confecciona camisetas con los símbolos de Linterna Verde o Superman dibujados toscamente en ellas. Hal juega con su pelota de béisbol de la suerte, que además le sirve para mandar mensajes a sus compañeros de trinchera. Los soldados Kevin y Frank juegan al ajedrez mientras hablan del cercano fin de la guerra. Entre esa normalidad castrense previa a cada batalla dos hombres se muestran taciturnos y preocupados, por diferentes motivos. Chris Stavros lee y relee el telegrama en que le comunican el fallecimiento de su esposa tras sufrir un accidente de tráfico y la hospitalización de su hijo, en estado de coma, mientras que él ha salido indemne de todos los combates en que ha tomado parte desde el desembarco de Normandia. Por su parte, el soldado Mark mira con preocupación el horizonte y parece presentir los graves problemas en que se va a ver envuelta la compañía.


En efecto, los soldados no tardan en detectar a un nutrido grupo de soldados alemanes que se acercan a su posición. Para evitar que ese grupo tome por sorpresa a otras unidades aliadas deciden hacerse fuertes en el cementerio y resistir en la medida de lo posible el envite de una fuerza a todas luces superior en número. Pero las cosas están aún peor de lo que parece, pues cuando se entabla combate directo con ellos un hecho aterrador se hace patente para los soldados yanquis: los alemanes no caen cuando son heridos por las balas y continúan luchando a pesar de sufrir heridas y desmembramientos que en un ser humano resultarían mortales. El resultado es devastador, ya que sólo 13 soldados consiguen escapar con vida. Reagrupados en un caserón cercano, esa misma noche los cielos de Bélgica son testigos de un suceso divino. Envuelto en un fulgor antinatural y precedido de un ensordecedor sonido un cuerpo celeste cae a tierra. Sólo dos hombres son conscientes de lo que ello significa, Zephon, el líder de la imparable fuerza alemana, y Mark.


Sobre la nieve belga y ante la mirada de 12 atónitos soldados dos grandes criaturas aladas envueltas en luz luchan a muerte. La criatura vencedora no es otra cosa que el arcángel Sauriel, que reconoce inmediatamente a Mark como el centurión Longinus, y transmite al pelotón los aterradores hechos que se están desarrollando en esos momentos. Desde el alba de los tiempos hubo un grupo de ángeles, los Grigori, que confraternizaron con los humanos, dando origen a una raza mestiza, los nephilim. Con el paso de los siglos la lucha entre los Grigori y los Arcángeles, fruto de la desmedida ambición de los primeros que querían desbancar a Dios mismo- fue acabando con los primeros y mermando a su prole mestiza hasta llegar a los tiempos desesperados de la II Guerra Mundial en que el último Grigori, Zephon, pretende hacerse con la Espada de Dios y llevarla hasta el monasterio de la Crux Immissa donde la Llama de Dios conferirá a la espada un poder absoluto capaz de alterar el orden divino. Si la determinación y el valor de un grupo de soldados tocados por la luz de un ángel y acompañados del Judío Errante Marcus Longinus es capaz de desbaratar los planes de un ángel caído respaldado por una fuerza casi inmortal e imparable es algo que merece muy mucho la pena leer y disfrutar.


La brigada de la luz apareció en el año 2004 en forma de serie limitada de cuatro números, y un año después fue recopilada en tomo por la propia editorial. Fruto del empeño del guionista Peter Tomasi y del dibujante Peter Snejbjerg, nos encontramos con una historia al margen del Universo DC tradicional que emplea una eficaz mixtura de géneros -bélico, fantástico, bíblico- para contar la historia épica de un grupo de hombres capaces de luchar hasta el final por aquello que consideran justo. Peter Tomasi (editor de la casa que aquí desarrolló un gran trabajo como escritor) hace uso de una buena cantidad de tópicos del género bélico, como son la camaradería, la pérdida de fe y esperanza del soldado en medio de la contienda, el sacrificio personal a medio camino entre la épica y el suicidio, la profesionalidad por encima de todo del hombre de armas, y todo ello en el marco de una historia que pronto abandona las simples trincheras de la II Guerra Mundial para pasar a ser el reflejo de esa eterna lucha entre absolutos, entre el Bien y el Mal, la Luz y la Oscuridad. Muy pronto en el desarrollo de la historia el realismo desaparece por completo y la presencia de ángeles, soldados zombi, artefactos divinos y sectas centenarias vehiculan una trepidante historia que no deja de aumentar en intensidad y fuerza hasta un final relmente épico y explosivo de los que hace que uno pase las páginas compulsivamente hasta que la historia ha llegado a su fin. Además de escribir a unos personajes que pese a su presentación como tipos y a su escaso desarrollo logran un alto grado de empatía con el lector, el guión consigue potenciar dos facetas de la historia de forma altamente satisfactoria. Por un lado, la trascendencia de la trama genera alguna disquisición religiosa y espiritual que lejos de pontificar o dogmatizar aparecen de forma dispersa entre las escenas de acción y siempre presentadas con el contrapunto del pesimismo o el escepticismo de algún personaje. Por otro, hay un sano sentido del humor que ayuda a sobrellevar muchas de las brutales escenas de combate que pueblan el libro, escenas gráficas y, repito, brutales que muestran con crudeza y explícitamente el horror de la guerra.


El encargado de llevar a buen puerto gráficamente la historia es Peter Snejbjerg, de origen danés, pronto destacó en series del sello Vertigo como Books of Magic, The Dreaming o Starman (donde realizó una meritoria tarea desde el ecuador de la serie hasta el final de la misma). Su estilo sencillo y claro posee una habilidad narrativa innata que queda de manifiesto una vez más en esta serie, en la que parece que estemos viendo una película de guerra "de las de antes", y en la que además consigue imbricar en una misma viñeta a la perfección soldados, ángeles, no muertos y monjes armados sin que todo ese pastiche quede ridículo. A modo de anécdota decir que hace unos años me puse en contacto con el dibujante para preguntar por el arte de la serie, pero me comentó que era un proyecto muy personal que quería conservar. Leyendo el prólogo de la serie o esta entrevista de Tomasi, queda claro que ambos se implicaron mucho en un proyecto personal y a contracorriente en el que la religión y el género bélico iban de la mano para contar una historia tan vieja con el mundo pero dotarla del suficiente atractivo e interés como para hacer que este tebeo fuera leído en la actualidad.

Leí y disfruté enormemente el tebeo en su momento, cuando Norma lo editó hace unos añitos en España, y no lo había vuelto a tocar hasta que recientemente los presté a dos amiguetes aficionados al cómic y al género bélico. El mover el tebeo me animó lo suficiente para leerlo de nuevo -últimamente la pila de atrasados me impide uno de mis mayores placeres de antaño, la relectura de tebeos o libros que ya había disfrutado previamente y a los que quería exprimir en lo posible todo el jugo literario- y realmente volví a sentir de nuevo las mismas sensaciones a medio camino entre la nostalgia, la épica y la camaradería total y absoluta que me engancharon en su momento y que una vez más me tuvieron en vilo hasta que terminé de leer el tomo. Dada su reciente edición dudo mucho que Planeta esté pensando en reeditar este material, pero a buen seguro que si les ha picado la curiosidad podrán encontrar el tomo saldado en su librería más cercana.

martes, julio 22, 2008

Le llamaban Boss...

El pasado jueves se celebraba en Madrid el segundo de los conciertos que Bruce Springsteen realizaría en España, junto a los de Anoeta y Barcelona (con dos llenos consecutivos en el Camp Nou, porque él lo vale). Las entradas estaban en casa desde diciembre del año pasado y las ganas de asistir a un concierto de rock en estado puro eran enormes. Finalmente el momento de la verdad llegó tras un viaje relampago que había sido planificado, abortado, cancelado y vuelto a planificar sobre la marcha por motivos igualmente ineludibles -Miss Sparks tenia un examen para el que llevaba preparándose meses... dos días después del concierto-. En el estadio Santiago Bernabeu, rodeados de 60.000 entusiastas -y veteranos, no lo vamos a negar- aficionados a la música, había llegado el momento de completar un encuentro largamente esperado.


Y menudo encuentro señores. Sobre un escenario sobrio, en el que sólo había dos pantallas laterales para permitir que el público de todo el estadio pudiera seguir lo que acontecía sobre el escenario o frente al mismo, apareció Bruce y la E Street Band y la noche fue suya desde ese mismo instante. Ya iba avisado por un buen amigo de que los conciertos del Boss son maratonianos -rondando las tres horas- y de que la entrega y la energía derrochados por cantante y músicos es absoluta, pero aún así no estaba preparado para el tour de force que este caballero nacido en New Jersey hace ya 59 años iba a ejecutar sobre el escenario. Un repaso a través de 28 temas de toda su trayectoria musical sin olvidarse de su último disco, Magic, del que tocó cuatro temas. Escuchar en directo canciones que te han acompañado durante tu infancia y juventud como No surrender, Tunnel of love, Born to run o Dancing in the dark ya es una experiencia tremendamente emocionante de esas que viven con un nudo en la garganta y el vello de punta, pero poder disfrutar de una versión en directo de The river fue algo que me dejó exhausto emocionalmente antes de alcanzar siquiera la mitad del concierto.


Derrochando potencia vocal y energía para correr arriba y abajo del escenario, Springsteen demostró una habilidad suprema a la hora de conectar con el público, complicidad puesta de manifiesto en las numerosas ocasiones en que el Boss se colocó a nivel de la gente estrechando manos, sacando a alguna afortunada a bailar o recogiendo peticiones que posteriormente procedió a ejecutar secundado por la E Street Band. Literalmente Bruce se puso en manos de sus fans llegando hasta el extremo de quedar sostenido hacia atrás en el aire mientras decenas de brazos le sostenían con fuerza las piernas en una suerte de "efecto bruce" que puso en pie, una vez más, a todo el estadio.



Por si fuera poco con su propio repertorio, Springsteen se arrancó con tres versiones realmente espectaculares: la alegre y enérgica Summertime Blues, la sentida Because the night (canción compuesta al alimón con Patti Smith, su intérprete más conocida) y el broche de oro para tres horas de entrega total y absoluta tanto de los músicos como del público, una larga versión de Twist and shout que en su parte central se convertía en los coros de La bamba y que el estadio entero coreó hasta quedar ronco. Aun y con todo, tras 28 canciones y tres horas de concierto -¡tres horas!- durante las cuales yo mismo hube de sentarme a descansar en algún tema incapaz de aguantar del tirón el concierto, cuando Bruce y la Banda se despidieron definitivamente de su público madrileño se escucharon algunos pitos. Realmente, este Boss es un ingrato. Debería haber tocado 56 canciones y cuatro horas... Qué digo cuatro, ¡seis!



Como siempre, este repaso al concierto es una visión personal y subjetiva de un lego en materia musical al que muchas facetas técnicas y datos sobre los músicos se le pueden escapar, por lo que les remito a las crónicas de El Mundo y El País sobre el concierto para que ustedes completen la información sobre el mismo. Un servidor tardará mucho en olvidar esa imagen del cantante agarrado a una mano anónima que le sostenía en el aire, los solos desgarradores y la voz casi terrorífica de Clarence Clemmons, y la magia de esa armónica que me lleva a pasear por las aguas del río de mi niñez.



Setlist:

Night
Radio Nowhere
Lonesome Day
The Promised Land
Spirit In The Night
Summertime Blues
Brilliant Disguise
The River
Cover Me
Trapped
No Surrender
Out In The Street
Because The Night
Cadillac Ranch
Livin’ In The Future
Mary’s Place
Tunnel of Love
The Rising
Last To Die
Long Walk Home
Badlands

Jungleland
Seven Nights To Rock
Born To Run
Bobby Jean
Dancing In The Dark
American Land
Twist And Shout

lunes, julio 21, 2008

Lunes de recuperación, normalidad y murciélagos

Tras un largo fin de semana que culminaba unos días de auténtico infarto que nos han tenido triscando brevemente por los Madriles volvemos a recuperar, aunque sea mínimamente, las cotas necesarias para nuestra cordura y economía de tranquilidad, normalidad y rutina. Vamos, que después de los excesos de las últimas semanas se agradece ocupar el puesto de trabajo y desempeñar con cálida profesionalidad las labores encomendadas manteniendo en el recuerdo acontecimientos tan frescos e inolvidables como las citas musicales recientemente disfrutadas. Como no podía ser de otra forma, esa tranquilidad y esa rutina deberán traducirse en la recuperación definitiva del ritmo de publicación de este vuestro blog amigo, que a pesar de ausencias, viajes y ajetreos varios ha intentado mantenerse a flote aun a costa de un pequeño esfuerzo extra como el que permitió la semana pasada dejar programadas un par de actualizaciones automáticas. Para los próximos días, sin embargo, con Plissken ya en casa y con las pilas recargadas a tope, pueden esperar ustedes encontrar aquí contenidos ciertamente interesantes, y es que a las habituales secciones de commissions y originales habrá que añadir dos reseñas sobre dos tebeos que tienen varias cosas en común (ambos fueron editados por DC, están protagonizados por profesionales violentos, defienden una serie de valores con los que me identifico plenamente y es difícil leerlos sin quedar salpicado de sangre y vísceras) y con los que espero saldar una cierta deuda de gratitud, compensando en cierta manera con una elogiosa reseña los buenos momentos obtenidos a través de su lectura.

Y aunque la blogosfera esta semana ha estado revolucionada esta semana con dos adaptaciones cinematográficas de DC, The Dark Knight y Watchmen, a un servidor le gustaría hablar hoy sobre la realidad del estreno de la primera y no del proyecto aún en desarrollo que supone la segunda. A pesar de todo, mi fe ciega en Zack Snyder y las hipnóticas y sugerentes imágenes presentadas en el trailer de los Vigilantes me hacen alimentar una serie de esperanzas desaforadas en que el año que viene podremos ver una buena película basada en el comic homónimo de Moore y Gibbons, un tebeo inadaptable en toda su complejidad narrativa y técnica pero que sí puede ofrecer un esqueleto suficientemente atractivo para lograr una película compleja y fascinante, que es lo que espero encontrar ni más ni menos. Pero me dejo de hipotéticas cábalas para pasar a comentarles algunos datos curiosos sobre el estreno este fin de semana de Batman: The Dark Knight. Esta película, que ha despertado una expectación elevadísima entre aficionados al comic y al cine por motivos que van desde la calidad artística intrínseca de los implicados (Nolan, Bale, Ledger, Eckhart, Caine, Goldman) a los luctuosos acontecimientos que rodearon el triste fallecimiento de Heath Ledger, pasando por la apabullante e imaginativa campaña viral, se ha convertido en el estreno más explosivo de la historia del cine, recaudando en 3 días la friolera de 155 millones de dólares y superando en cuatro milloncejos la marca establecida por la deleznable Spiderman 3. A esa afluencia masiva de público a las salas hay que sumarle la recepción excepcional que está teniendo entre los aficionados, que están puntuando la película con calificaciones que oscilan entre el notable y el sobresaliente (es la película mejor valorada en Imdb... ¡de todos los tiempos!).


Personalmente el elemento que más confianza me ofrece entre tanta euforia y entusiasmo -que me recuerda a la bat-manía de finales de los ochenta desatada con el estreno de la primera película del murciélago dirigida por Tim Burton- es la unanimidad por parte de la crítica cinematográfica especializada estadounidense, nada propensa a recibir favorablemente esta clase de producciones salvo como vehículos de entretenimiento y consumo correctamente realizados, en calificar a Batman: The Dark Knight como una BUENA película, que por extensión es una BUENA película DE super-héroes. Permitánme que traduzca algunas de esas favorables reseñas:
Un film que va más allá de sus orígenes y se convierte en una desaforada tragedia. Crea personajes por los que nos sentimos preocupados. Eso sucede gracias a las interpretaciones, gracias a la dirección, gracias al guión y gracias a la superlativa calidad técnica de toda la producción, Richerd Ebert, Chicago Sun Times.
Más emocionante, inteligente, moralmente complejo y magistralmente realizado que cualquier blockbuster veraniego de los últimos años. Es probablemente la mejor película de superhéroes hasta la fecha, Claudia Puig, USA Today.
La espera hasta el 13 de agosto se va a hacer ciertamente eterna no tanto por la dilación temporal del estreno, sino por la posibilidad de toparse con spoilers en unos tiempos en los que todos quieren ser el primero en ver y comentar determinado film o tebeo. En una fecha muy señalada para mi ciudad -es la famosa Nit de l'Albá en que las calles de Elche se llenan de pólvora y los cielos de fuegos artificiales- espero ser fiel a mi cita con el Hombre Murciélago.

Y ya dejo de dar la vara, que para ser lunes la cosa ha quedado bastante intensa. Para despedir el día una canción del Boss -¿qué esperaban?, aún me duelen las palmas de la mano de aplaudir- repleta de energía y de festiva alegría para que esta semana se nos pase a todos volando. Vayan por la sombra y vuelvan ustedes por aquí a la menor brevedad posible. Como muy tarde la próxima bat-semana, en este bat-blog... Y recuerden, tengan mucho cuidado ahí fuera.

Mary's Place
Bruce Springsteen

I got seven pictures of Buddha
The prophet's on my tongue
Eleven angels of mercy
Sighin' over that black hole in the sun
My heart's dark but it's risin'
I'm pullin' all the faith I can see
From that black hole on the horizon
I hear your voice calling me

Let it rain, let it rain, let it rain
Let it rain, let it rain, let it rain, let it rain
Meet me at Mary's place, we're gonna have a party
Meet me at Mary's place, we're gonna have a party
Tell me how do we get this thing started
Meet me at Mary's place

Familiar faces around me
Laughter fills the air
Your loving grace surrounds me
Everybody's here
Furniture's out on the front porch
Music's up loud
I dream of you in my arms
I lose myself in the crowd

Let it rain, let it rain, let it rain
Let it rain, let it rain, let it rain, let it rain
Meet me at Mary's place, we're gonna have a party
Meet me at Mary's place, we're gonna have a party
Tell me how do you live broken-hearted
Meet me at Mary's place

I got a picture of you in my locket
I keep it close to my heart
A light shining in my breast
Leading me through the dark
Seven days, seven candles
In my window light your way
Your favorite record's on the turntable
I drop the needle and pray
Band's countin' out midnight
Floor's rumblin' loud
Singer's callin' up daylight
And waitin' for that shout from the crowd
Waitin' for that shout from the crowd
Waitin' for that shout from the crowd
Waitin' for that shout from the crowd
Waitin' for that shout from the crowd
Waitin' for that shout from the crowd

Turn it up, turn it up, turn it up
Turn it up, turn it up, turn it up, turn it up

Meet me at Mary's place, we're gonna have a party
Meet me at Mary's place, we're gonna have a party
Tell me how do we get this thing started
Meet me at Mary's place

Meet me at Mary's place

sábado, julio 19, 2008

Subasta de Hulks a beneficio de Hero Initiative

Está próxima a finalizar la primera tanda de subastas en Ebay con parte de las portadas donadas por Marvel para su especial dedicado a reunir 100 portadas de Hulk. Cada una de esas portadas recrea a gusto del autor el mito del gigante esmeralda, desde el respeto a sus encarnaciones clásicas, el humor cafre de las publicaciones underground o el minimalismo espectacular de un simple gesto. En esta primera tanda encontramos ilustraciones de Guillermo del Toro, que se muestra bastante competente en el campo del dibujo, John Romita Sr., Bob Wiacek, Dave Simons, Jay Lynch, Dean Yeagle (que aportan un toque de humor clásico y picante respectivamente), Marat Mychaels (que aparecía en una sección de commissionandos recientemente y que aquí presenta su faceta más solidaria), Paul Reanud y John Cassaday.


En otras ocasiones hemos hablado de las injusticias en cuanto a derechos sociales y carencias en el estado de bienestar de una sociedad como la estadounidense, que obligan a las asociaciones profesionales a fomentar este tipo de iniciativas para paliar los estados de necesidad en que sus miembros pueden encontrarse por motivos médicos o de avanzada edad que les impida seguir trabajando. No creo que haya mejor forma de definir la labor que organizaciones como Hero Initiative realizan que estas palabras de Stan "The Man" Lee:


Cuanto tú contribuyes a Hero, debes pensar que es sólo una donación. Piensa, en vez de eso, que es una pequeña retribución a creadores llenos de talento que se lo merecen, ahora caídos en desgracia, que nos han traído a muchos lecturas placenteras durante años y años. Es algo más que caridad. Es una forma para todos nosotros de decir: "Gracias".



















jueves, julio 17, 2008

El Rey del Kong: Frikis como nosotros

En 1982 la revista Life reunió a algunos de los mejores jugadores de máquinas recreativas del momento. Entre ellos estaba Billy Mitchell, poseedor del record absoluto de la máquina Centipede y que en aquella misma reunión obtuvo la puntuación más alta hasta la fecha conseguida en una máquina del Donkey Kong. Rentabilizando al máximo su imagen personal de ganador Mitchell sería considerado el Mejor Jugador del Siglo y la figura central en torno a la que el árbitro de competición oficial de videojuegos Walter Day fundaría la institución Twin Galaxies, dedicada a organizar competiciones de arcades clásicos y a homologar los records conseguidos en cada una de ellas. El aura mítica de Mitchell en ese mundillo y su popularidad pasajera en los medios de comunicación ayudaron a afianzar su imagen de chico dorado que además de triunfar en su faceta recreativa logró el éxito económico como empresario de salsas para alitas de pollo en Florida, campo en que igualmente Mitchell se consideraba el número uno.


Más de dos décadas después, en el año 2005 y al otro lado del país, en el estado de Washington, encontramos a Steve Wiebe, que es el completo opuesto de Mitchell en todos los sentidos. El retrato de Wiebe resulta desolador en primera instancia: fundó un grupo de grunge en Seattle justo cuando estos florecían como las setas, falló en un partido clave de beisbol y fue despedido del trabajo meses después de adquirir una casa cuya hipoteca pesaba como una losa sobre la economía familiar. La imagen que de él se presenta está a medio camino entre un patético perdedor y un asceta y paciente ermitaño. Si Billy es un ganador que ha sabido hacer de su habilidad en los videojuegos clásicos y de su éxito la piedra angular en torno a la cual ha redefinido su identidad y su forma de ser, Wiebe es por contra la imagen del perdedor absoluto que no ha terminado nada en su vida y que aspira a cambiar su condición... derribando el record de Mitchell por los suelos.


Más como modo de evitar la depresión por el despido y ocupar su tiempo en alguna clase de actividad Wiebe adquirió una máquina de Donkey Kong que instaló en su garaje, y comenzó a jugar. Y a estudiar patrones. Y a diseñar modelos matemáticos. Y a dibujar gráficos con rutas seguras a través de las veinte pantallas del juego. Wiebe llegó a conocer el juego como nadie, y en el mismo momento en que grababa su intento de batir el record mundial -y estaba a punto de conseguirlo- su hijo le llamaba a gritos para que le ayudara a limpiarse el trasero. De nuevo Wiebe entre lo divino y lo humano lograba el record absoluto hasta ese momento en el Donkey Kong y lo remitía a Twin Galaxies para que fuera homologado.



Esta ha sido hasta el momento la historia de dos hombres, Mitchell y Wiebe, pero hay un tercer personaje decisivo y vital para la relación entre ambos y para el modo en que se desarrollarán los acontecimientos desde este momento. Walter Day, dueño de Twin Galaxies, árbitro de competiciones de arcade clásico y cantante en sus horas muertas, será el hombre en cuyas manos estará determinar desde este momento quién es el mejor jugador del Donkey Kong de la historia y cual es la puntuación válida definitiva de mayor cuantía. Desde la llegada de la cinta de Wiebe hasta le resolución de la disputa pasarán varios años, se producirán encuentros y desencuentros entre Wiebe y Mitchell, habrá competiciones físicas y videos sospechosos, envidias de antiguos rivales y artimañas de cortesanos aspirantes al título... Y todo ello en el marco de un mundillo repleto de treintañero y cuarentones que pasan las horas jugando al Missile Commando, al Pac-Man, al Centipede o al Donkey Kong e intentando inscribir sus nombres con letras de oro en las listas de records homologados que la página Twin Galaxies mantiene actualizados en todo momento.


El documental The King of Kong: A fistfull of quarters hace un seguimiento medianamente dramatizado del enfrentamiento de los dos hombres por poseer el record mundial absoluto y de la repercusión que sus acciones tienen en el seno del mundillo de los jugadores especializados, algunos afines a Mitchell hasta el extremo de tenerle informado en todo momento de los avances de Wiebe y de ejecutar hasta sus más discutibles decisiones. Como suele suceder en estos casos, el interés del director Seth Gordon (que gracias al éxito de crítica logrado por este documental ha dado el salto a la dirección comercial con una comedia protagonizada por Reese Witherspoon) por conseguir una estructura dramática al uso -presentación de los personajes, planteamiento de la acción, nudo central y conclusión de la misma- altera en cierta medida algunos de los sucesos y reacciones de los personajes retratados. Sin duda el más perjudicado es Billy Mitchell, retratado como un ser obsesionado con el éxito a cualquier precio y enamorado de la visión que de sí mismo lleva proyectando las últimas décadas y capaz de artimañas de escasa ética con tal de mantener un título que para él resulta lo más importante en su vida. Por oposición, el retrato de Wiebe como el americano medio modelo, sereno, educado, amante de su familia y querido dentro de su comunidad queda ensalzado al máximo.


La progresión de sospechas, juegos dobles, records anulados y nuevos records aprobados con la anuencia de los árbitros de Twin Galaxies, la camarilla de Mitchell... Todo contribuye a generar un sentimiento de simpatía hacia Wiebe que hace que el espectador sufra con todas las perrerías que el pobre desgraciado sufre a lo largo del metraje en su intento por alzarse con la máxima puntuación del Donkey Kong. Además de contar con esa estructura dramática convencional que facilita el visionado del documental este resulta sumamente ameno por la inclusión de imágenes de archivo de hace 20 años y por algunas escenas realmente conseguidas que captan de forma casi hipnótica la atención del espectador. Me gustaría destacar dos que se centran en Steve Wiebe, como son las que le muestran en el garaje de su casa mientras prepara sus estrategias de juego, y que superponen los croquis tomados por Wiebe a las pantallas de juego para facilitar la comprensión del espectador de lo que está pasando, y aquellas en las que rodeado de jugadores que no necesariamente simpatizan con él juega durante horas y horas en las competiciones oficiales en busca del ansiado record.


Al margen de los valores netamente cinematográficos, el otro factor que hace la película destacable y disfrutable es el de mostrar un mundillo desconocido para el común de los mortales tanto como puede serlo el de las convenciones de comic o las ferias de discos raros. Son mundos cerrados, poblados de conneisseurs con sus manías, filias y fobias exacerbadas al máximo y cuyos comportamientos en la mayoría de ocasiones les hace acreedores de la etiqueta de frikis por parte de aquellos que no comparten, y por tanto no pueden entender, la pasión que rige sus vidas. Resulta sumamente esclarecedora la exaltada declaración de un jugador al comienzo de la película "No fumo, no bebo, no tomo drogas.... ¡¡Sólo juego a videojuegos!!" Las reuniones para ver videos de record en casa de uno de los árbitros de Twin Galaxies, el revuelo provocado en el salón de recreativas ante la posible aparición de la kill screen del Donkey Kong (pantalla que supone el fin del juego por un error de programación), la existencia de celebridades en el seno de los jugadores, cada uno de ellos conocido por el nombre del juego cuyo record posee... Todos esos códigos y comportamientos nos son tan comunes y cercanos que no me extrañaría que en unos años apareciese un documental centrado en las convenciones de comic estadounidenses y en las peripecias de un aficionado por conseguir una edición histórica o el dibujo de un artista especialmente inaccesible. Si se hiciera con la mitad de pericia, respeto y sentido del humor que el mostrado en The King of Kong estaríamos hablando de una celebración del medio más que encomiable. Pero como eso no sucederá siempre podremos disfrutar de nuevo de las artimañas de Mitchel, de la épica serenidad de Wiebe, de las disquisiciones esotéricas de Day y de las paranoias de todos y cada uno de los jugadores que nos muestra el documental, cada uno de ellos empeñado en un sueño casi imposible, en un record o en un logro concreto que les permita alcanzar su trocito de fama, notoriedad, y, porqué no, inmortalidad.




Video que muestra, previo empleo de un truco para llegar a la pantalla final, el fallo de programación que provoca el "suicidio" de Mario y el final del juego.

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