miércoles, junio 17, 2009

Batman Ego: Gran Golpe en el Corazón de las Tinieblas

De un tiempo a esta parte las editoriales de comic han descubierto la política de los autores aplicada al mundo del tebeo como otro reclamo más a la hora de vender series, recopilaciones o novelas gráficas. Los lectores ahora se ven como compradores de una cabecera o de un personaje o como seguidores de un autor concreto, ya sea en su vertiente de guionista, dibujante o autor completo. Reivindicar a estas alturas a autores clásicos como Kirby, Simonson, Steranko o Adams (Neal, se entiende) con volúmenes que recopilan una parte concreta de sus obras resulta algo de justicia para autores que durante años quedaban eclipsados por una política editorial que únicamente buscaba el beneficio rápido sin prestar especial atención a los valores determinados de un tebeo. Pero hay otros autores más recientes cuya obra ha captado la atención del lector más allá del personaje que aborde, y contar con ellos en una cabecera supone un automático incremento de ventas gracias a los seguidores del autor, llámese Mike Allred, Neil Gaiman, Grant Morrison o Tim Sale. El trabajo de éstos suele ser tanto más meritorio cuanta mayor libertad editorial y artística reciban a la hora de abordar un proyecto concreto. En este contexto podemos encontrar la aparición de volúmenes como el que hoy nos ocupa, la recopilación en un sólo volumen de lujo con todas las historias realizadas por el escritor y dibujante Darwin Cooke que tienen como protagonista a Batman, ya sea directa o tangencialmente.


El grueso del volumen se lo reparten dos historias de tono e intención muy diferentes. En Batman: Ego, historia que da nombre a la recopilación, un Batman en los primeros momentos de su carrera resuelve un caso en apariencia normal, como tantos otros a los que se ha enfrentado. Persiguiendo al malhechor del que había obtenido la información necesaria para desbaratar un golpe, comprueba que en lugar de huir intenta suicidarse. Horrorizado evita la tragedia para afrontar un horror aún mayor. Al convertirse en informador involuntario, el destino del criminal y de su familia sólo puede ser tan horrible que, desesperado, acaba con la vida de su mujer y sus hijos e intenta quitarse la suya propia. El ver cara a cara el horror involuntariamente desatado por sus acciones un Bruce Wayne acosado por las dudas recibe una visita cuanto menos peculiar surgida de las profundidades de su mente. La sombra de Batman aparece en la cueva para aclarar con el millonario y filántropo huérfano unas cuantas cosas, desde la naturaleza verdadera de su lucha contra el crimen y el grado de compromiso necesario para llevarla a cabo hasta el nefasto alcance que las acciones emprendidas por ambos pueden tener sobre los criminales, los habitantes de Gotham y la salud mental de Bruce Wayne.


Dejando al margen el arranque inicial nos encontramos con una historia totalmente contenida, con predominio del diálogo y el empleo de términos y símbolos psicológicos -aunque imbricados con suavidad en la narración y con la suficiente sencillez como para que el lector no se pierda en un estudio sobre la esquizofrenia o los transtornos de personalidad múltiple- que permiten a hombre y personaje mantener un diálogo de hombre a mito, de mente a alma que le permitirá seguir con su cruzada contra el crimen o por contra acabará con la misma antes de empezar a ir en serio. Con una planificación en la que prima el negro sobre cualquier otro color, y jugando con un diseño a medio camino entre el expresionismo y el surrealismo, viajamos a lo más profundo de la mente de Wayne/Batman, una experiencia no precisamente cómoda para el lector ni complaciente con el personaje.



La otra gran historia, tanto en extensión como en calidad que recopila el tomo es la novela gráfica El gran golpe de Selina, una gozada para los sentidos y un lujo para los que como un servidor disfrutan de la mezcla de géneros como el noir, el pulp y los héroes disfrazados. Sin demérito del resto del material, se nota un especial mimo de Cooke en cada viñeta, en cada personaje, en cada diálogo. La historia no deja de ser un cliché bien desarrollado. Selina, cansada y arruinada regresa a Gotham a la desesperada en busca de un golpe que la coloque de nuevo en el mapa. Sin poder elegir, será el soplo de Chantal, una mujer con mala suerte y peores compañías, la que le ponga sobre la pista de 24 millones de dólares de la familia Falcone que van a ser empleados para comprar un gran alijo de droga. La necesidad hace extraños aliados y para el golpe Selina recurrirá a Stark, un verdadero tiburón con el que se relacionó años atrás y con el que mantuvo lo que en Facebook vendría a definirse como relación ultracomplicada. Junto a ellos la historia sigue al resto de la banda y al detective Slam Bradley en una trama espesa como un mal café y dura como el cristal de una botella de whisky roto que rinde homenaje a decenas de films y novelas de género negro, desde A quemarropa hasta Ocean's Eleven, pasando por Atraco Perfecto o Un botín de 500.000 dólares.



No me he podido resistir a subir esta ilustración en la que se constata que Darwin Cooke SÍ sabe dibujar a un gato.

Jugando con una estructura dividida en capítulos centrados en cada uno de los personajes, dando voz a los tres principales (Selina, Stark, Bradley) y empleando los flashback para profundizar en la historia a medida que la misma se va desarrollando, las cien páginas de El gran golpe... se leen de un tirón, atrapando con fuerza al lector y jugando con tantas convenciones del género como puede o quiere para crear una joyita muy noir. Desde el profesional duro traicionado por la mujer fatal hasta el perista en el ocaso de su carrera, desde la mujer con ansias de sacar a los suyos del cenagal en que se encuentran a cualquier precio hasta el detective irlandés de buen corazón pero con acero en los puños y alcohol en el corazón. Si a nivel de guión cada diálogo es una delicia y se lee envuelto en volutas de humo de cigarrillo, cada página es un lujo para la vista en cuanto a dibujo se refiere. Ya sea jugando con la velocidad de la persecución en Marruecos o el asalto al tren o las conversaciones a la luz del atardecer en Miami, ya estemos viendo una cruenta pelea o a una bella mujer fingiendo vulnerabilidad para despistar al detective de la historia (una plancha bellísima y llena de resonancias pulp en la que Selina espera sentada en el escritori del detective, que se llama Bradley igual que habría podido llamarse Spade o Marlowe), Cooke pone todo su arte y todo su talento en cada momento. Aunque la inclusión de esta historia en el tomo ha suscitado no pocas quejas entre los lectores resulta una maravilla para todos aquellos que no leyeron esta historia en su momento, además de seguir la edición americana. Personalmente, lo mejor del recopilatorio.


Y para completar el volumen, pues varias historias cortas que incluyen una anécdota narrada con mucha gracia y picardía deliciosamente ilustrada por Tim Sale (Cita con un caballero), una reflexión sobre la percepción que Gotham tiene de su protector no exenta de cierto humor en parte conferido por el caricaturesco dibujo de Bill Wray (El monumento), la rememoración trágica de la muerte de los Wayne reflejada en otro brutal crimen y con presencia estelar de Stark y Jeff (Deja Vu) o una alucinógena batalla con la sensual y desfigurada Madame X en la que el estilo de Cooke es más próximo que nunca al Batman animado y que cuenta con un sencillo pero efectivo guión de Paul Grist (Donde reinan los monstruos). Como comentaba el lunes, son tomos como este o aquel Batman/Grendel o tantos y tantos buenos tebeos del personaje los que demuestran que, cuando un autor tiene talento y voluntad de realizar una buena historia, es más fácil ofrecer al lector un buen tebeo que enriquezca la mitología del personaje que una colección de estampitas deslabazadas sin orden y concierto. 

4 comentarios:

Osukaru dijo...

No sabía que el tomo contenía también esa historia de Catwoman... Interesante!.

Veo que sigues con tu guerra particular a favor de la anatomia gatuna, jajajajaja!.

Mirims dijo...

Hay que ver como son las mujeres... ven una cosa peluda con patas y pierden la cabesa por ella. En fin menos mal que yo prefiero a los orcos.

Plissken dijo...

Osukaru, la cruzada es más genérica, porque se dibuje bien en general... ¡y a los gatos en particular! El gran golpe de Selina es una verdadera pasada...

Plissken dijo...

Mirims, en este caso es al revés, los hombres perdemos la cabesa por la gatita ;D

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