sábado, octubre 08, 2005

John Carpenter, de profesión narrador (y IV)

La niebla (1980) -dirección, guión y música- es un cuento de terror a la antigua usanza centrado en la comunidad de Antonio Bay, que en el centenario de su fundación se ve asediada por una niebla sobrenatural que busca venganza por tenebrosos sucesos del pasado. Poco a poco los protagonistas acaban encerrados en la iglesia y en el faro, asedio al que asistimos mediante un ejemplar montaje paralelo, usual en la filmografía Carpenteriana. Esta sugerente película reúne a Janet Leigh con su hija Jamie Lee Curtis, ofrece un protagonismo coral, y unos larguísimos títulos de crédito, que tardaron varios días en rodarse. Toda la película evoca el universo de Poe, como la cita inicial y el prólogo nos recuerdan, mezclando las texturas oníricas de la noche con la inquietante luminiscencia espectral de la niebla, que no anuncia más que el parto antinatural del horror que irrumpe abruptamente en una anodina comunidad de pescadores.
La semana que viene se estrenará en los USA The fog, remake dirigido por Rupert Wainwright y protagonizado por Tom Welling (el Clark Kent de Smallville), Maggie Grace (vista en Perdidos como Shannon) y Selma Blair. Parece que Hollywood ha encontrado un filón de ideas en estos cláscios menores del fantástico de finales de los 70 y comienzos de los 80, mientras que los creadores originales (Tobe Hooper, George Romero o el propio Carpenter) se ven obligados a sacar adelante proyectos modestos e ínfimos con esfuerzo casi sobrehumano.
A continuación llega 1997: Rescate en Nueva York (1981), primera aparición del rudo y parco en palabras 'Snake' Plissken, ex-militar reciclado en criminal y obligado a introducirse contra su voluntad en la isla de Manhattan -reconvertida en prisión- para rescatar al presidente de los USA. Homenajes al "spaghetti western" y más concretamente a Sergio Leone, en la creación de tipos y situaciones, para una película tensa, eléctrica, cínica, con un final amargo (tras un clímax brutal y embrutecido sobre el puente de Brooklyn, donde la lucha por la supervivencia saca lo mejor y lo peor de los seres humanos) que eleva la cinta a la categoría de alegoría crítico-política contra los sistemas autoritarios y deshumanizados. Ejemplo de nihilismo, el parche y la barba de tres días convirtieron a una estrella juvenil de la Disney, Kurt Russell, en uno de los antihéroes de actitud más adusta y recia que han pasado por la pantalla. Poca esperanza queda tras el gesto final de Snake...

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