sábado, enero 28, 2012

Flashpoint: Punto de impacto alternativo

Estamos en un mundo muy diferente de cómo lo conocemos. No hay héroes encapuchados, ni supervillanos. Los Estados Unidos ganaron la Guerra Fría gracias a la intervención de un único hombre extraordinario con poderes de velocidad concedidos por un rayo y un baño de productos químicos electrificados. Gracias a Flash se evitó el desastre de la Bahía de Cochinos y la intervención en Vietnam. Pero más todavía. En una mañana soleada, en Dallas, Flash se interpuso entre una bala y el presidente Kennedy, que escapó con vida. El sacrificio de Flash fue enorme, pues la bala le destrozó la espina dorsal y dejo al hombre vivo más rápido postrado en una silla de ruedas, aun cuando se mente conservara la habilidad de procesar y analizar información a una velocidad diez veces superior a la de cualquier computadora. Lo que para cualquier hombre habría supuesto un drama insuperable, para Barry Allen no fue más que un escollo temporal. Apoyado incondicionalmente por su esposa Iris, y con la inestimable ayuda de Vandal Savage, un brillante científico, Allen creó Flash Enterprises, una empresa dedicada al estudio de la ciencia y al progreso de la humanidad.


En el año 99 los avances de Savage y Allen han permitido a los EEUU, gobernados aún por un John Fitgerald Kennedy, afrontar uno de sus más ambiciosos retos: la exploración de Marte, el planeta rojo, mediante una expedición formada por Wally West y James Jesse. El descubrimiento de un extraño artefacto marciano provocará un accidente que dejará a West convertido en poco menos que un relámpago humano, para desconcierto de sus superiores. La atención provocada por esos extraños acontecimientos hará que Ralph Dibny, un investigador privado, realice pesquisas para su cliente, un hombre misterioso con pánico al fuego y facilidad para desaparecer muy interesado en saber qué se ha descubierto en Marte. Todas las piezas se disponen sobre el tablero antes de que las traiciones, los sacrificios heróicos y la fuerza de la velocidad pongan patas arriba el mundo de Barry Allen una vez más y se vea forzado, a pesar de todo, a convertirse en el hombre que salve al mundo de su punto más crítico.


Flashpoint (1999-2000) fue una serie limitada de tres números ambientada en el universo Elseword que exploraba versiones alternativas de los héroes DC de toda la vida jugando con los conceptos conocidos y buscando sorprender al lector con nuevos enfoques o situaciones. Los guiones corrieron a cargo de Pat McGreal, un cómico con créditos en comics Disney, aquí elabora un trabajo bastante serio en el que apenas hay alivio cómico y en el que aparecen bastantes personajes de la mitología de Flash en roles completamente diferentes (el Capitán Frío es científico, el Bromista es astronauta, Savage es el socio de un Barry Allen paralítico...), aunque manteniendo en todo momento la fidelidad a la esencia de los mismos. La historia, que no excede en extensión a tres comic-books, se toma su tiempo para plantear la situación, ofrece una parte central de sorpresas y revelaciones y culmina en un espectacular clímax que llevará a Flash a otros mundos y realidades para salvar la suya propia. A cargo del dibujo nos encontramos al gran, y nunca suficientemente bien valorado, Norm Breyfogle, un dibujante todoterreno que flaquea en la parte central de la historia para dar el do de pecho en el espectacular clímax de la historia.


Me ha apetecido recuperar este tebeo, editado ahora hace doce añitos de nada, y creo que hasta el momento inédito en nuestro país, por motivos más que obvios. Dejando de lado que Flash es uno de mis personajes preferidos, este mes comienza la edición en España de Flashpoint, el gran megaevento de DC que se ha cargado el universo de personajes y de historias que tanto he amado a lo largo de los años y lo ha renovado por completo. A falta de leer la serie, que comentaré oportunamente cuando termine su publicación, ya avanzo que esta ha sido la más demoledora señal de que los pijamas han cumplido ya su ciclo vital en mi interés cultural por los mismos, y más cuando constato que lo que más me apetece leer, revisar o recuperar son tebeos publicados cuando menos hace tres lustros o realizados autores, desgraciadamente cada vez menos. Esperemos que mis Hombres G (Grant y Geoff) mantengan el tipo, porque si no...

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