viernes, octubre 20, 2006

La vida y muerte de Peter Sellers

Hace un año quise dejar por estas líneas muestra de mi cariño por el actor Peter Sellers y por la famosa saga cómica protagonizada por él, objeto de un funesto remake que resultó el equivalente fílmico de mearse sobre la tumba de alguien. Pero lo dejé estar por pereza... Por las mismas fechas canal Plus emitía (al tiempo que se estrenaba en salas comerciales) un telefilm producido por la cadena de televisión por cable HBO, con factura de lujo y titulado La vida y la muerte de Peter Sellers. Cómo no mis adoradísimos distribuidores españoles decidieron que el título sería más atractivo si lo cambiaban por el de Llámame Peter. Benditos sean. El caso es que un amiguete la vio y me comentó que la había defraudado, que trataba al personaje sin cariño, que lo dejaba mal… Quedó en mi limbo de cintas no vistas hasta relativamente hace poco cuando otro amiguete me la recomendaba vivamente como excelente comedia y reflejo de una época concreta. Así que me animé y esta misma semana vi The Life and Peath of Peter Sellers, film dirigido por Stephen Hopkins y con un reparto de lujo: Geoffrey Rush, Emily Watson, Charlize Theron, John Lithgow y Stanley Tucci.

Bueno, más que ver diría que disfruté de una película que sigue la carrera y la vida del actor británico desde el momento en que, siendo una estrella radiofónica de la BBC, decidió dar sus primeros pasos como actor de los estudios Ealing y labrarse la reputación que le acabaría catapultando al estrellato internacional de la mano de Blake Edwards y de dos papeles: el del inspector Clouseau y el del actor hindú invitado al Guateque más famoso de la historia. Siguiendo una estructura lineal la película desgrana sus relaciones familiares con sus padres, con su primera esposa y los dos hijos que con ella tuvo, su tormentosa relación con la modelo Britt Ekland y su relación de amor odio con los directores americanos con los que trabajó (principalmente Blake Edwards y Stanley Kubrick). Lejos de la habitual complacencia de los típicos biopics hagiográficos, y siguiendo la biografía escrita por Roger Lewis, se nos muestra a Sellers de una forma bastante cruda. Como hijo, era un hombre inseguro que perseguía la quimera del éxito implantada durante años por su madre, la cual ejercía sobre él una poderosa influencia, al tiempo que su padre era una sombra sin peso alguno en la familia. Como actor, era un divo difícil y veleidoso, supersticioso (recurría a un adivino para obtener guía espiritual) que se exigía tanto a sí mismo que trabajar una y otra vez en un papel tan indigno a su nivel como –creía él- el de Closeau suponía una tortura, un papel de mercenario al servicio de un director mediocre como Edwards. Igualmente, llegó a incorporar tanto de su personalidad a sus papeles, que acabó vaciándola de contenido propio, de sentimientos o emociones. Como marido y padre de familia se mostraba caprichoso, voluble, colérico en ocasiones, celoso… Se llega incluso a mostrar una agresión a Britt Ekland. Y a pesar de todo, la imagen que va quedando es la de un hombre atormentado persiguiendo un sueño inalcanzable, insatisfecho casi siempre consigo mismo y con los demás, pero que siempre intentaba dar lo mejor de sí mismo como actor, ya fuera en los papeles cómicos en los que acabó encasillado por su innato talento para la comedia gestual y vocal (sus años radiofónicos le permitían mimetizar mil y una voces y acentos) o en los escasos papeles serios que tuvo posibilidad de encarnar.


Como he dicho la estructura del film es lineal, y cada una de las etapas de la vida de Sellers se cierra con un epílogo narrado desde el punto de vista del personaje más importante de dicha etapa. Si no me falla la memoria, son: su padre, su primera esposa, Kubrick, Ekland, su madre y Edwards. Encarnados por Geoffrey Rush todos ellos en ese momento (caracterizado para cada ocasión convenientemente), cada uno de esos retratos ofrece una visión enriquecedora del personaje a la par que metalingüística. A ver si me explico. Se pone en boca de las personas que conocieron a Sellers lo que el escritor/guionista cree que pensaban sobre Sellers y a la vez lo que el propio Sellers creía que los demás pensaban de él. Por eso, al final de la cinta, cuando Geoffrey Rush mira a cámara para intentar explicar lo que Peter pensaba sobre sí mismo, tan sólo menea la cabeza y se encierra en su camerino. Ni siquiera él mismo pudo entenderse satisfactoriamente.

Lo más destacado de la película sin duda es la caracterización de Rush, modélica en gestos y poses (a falta de haberla visto en versión original), y camaleónica en su tour de force recreando en un momento u otro a todos los personajes importantes en la vida del actor así como los principales papeles que interpretó. Igualmente fantásticos están Tucci como un Kubrick obsesionado por el control y Lithgow como un Edwards hastiado de pelear con su divo, Watson como la mujer de clase media británica harta de desmanes coléricos y caprichos de estrella de su marido… Theron, está estupenda, pero porque ella está estupenda, el papel no es que exigiera mucho más, la verdad. Un patetismo especial lo ofrece Miriam Margolyes como Peg, la madre de Meter, controladora, acaparadora, ambiciosa, culpable en gran parte de haber convertido a su hijo en el hombre que acabó llegando a ser.


Y por todo lo anteriormente dicho, ustedes pensarán, pues menudo tiparraco. Pues como todo hijo de vecino oigan, que en todas partes cardan lana. Y en conjunto, la película acaba siendo más un homenaje sentido a un hombre complejo y contradictorio que el despelleje de un miserable o la loa a un santo. Lo que siempre es de agradecer, por cierto.

2 comentarios:

Pep dijo...

Encierra el final de la película (cuando Sellers va a entrar en su camerino y dice "Aquí no pueden pasar") un fuerte significado simbólico, que nos da a entender que realmente no hemos llegado a conocer al verdadero personaje que se escondía detras de tantos otros.

Hemos asistido a retazos de una vida desde muchos puntos de vista, que nos aproximan a la persona de alguien realmente complejo.

Me llama la atención la figura del padre, siempre en segundo plano, con su aparente mediocridad, pero que siempre estuvo allí y de seguro significó (y marcó)mucho para Sellers. No hay más que ver como le afecta su muerte o como, en sus ultimos momentos, le recuerda para componer el que sería su último gran papel, el de Mr Chance.

Una brillante película que esconde más cariño del aparente y que tiene como mérito lo que indicas en el post, alejarse de los convencionales biopics que narran infancia, ascenso, amores, caida (con drogas y alcohol a ser posible) redención y muerte. Igual da que se llamen Ray, que Alí, que Gran bola de fuego o que estén En la cuerda floja. Todas la misma.

Eso sí, suelen tener repartos de puta madre... si sirve de consuelo.

Saludos. Llamame Peper! (lo de vida y muerte de Pepe me da al rollo)

PD.:Lamento haber hecho pensar ayer que la película me parecía un insulto al actor. Nada más lejos de mi opinión real... pero ya sabes, me gusta ser un poco personaje a veces y echar leña al fuego. La película y el personaje lo pedían ;-)

Plissken dijo...

Pep:

¡Si es que eres un tunante, jejeje! Por lo demás me alegro que te gustara, porque por lo menos da un vistazo distinto a un actor que nos acompañó a todos mientras crecíamos -yo no sé cuántas veces habré visto las Panteras Rosas- y muchas veces nos gusta pensar que el hombre tras el personaje es igual, o por lo menos no peor. Al margen ya de la credibilidad que pueda tener la película como recreación fiel, me quedo con el trabajazo de Geoffrey Rush... Y con el florero, estooo, con Charlize.

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