Proseguimos con esta cuenta atrás de andar por casa, y ya quedan sólo
En base principalmente al trabajo que Alan Moore realizó con La cosa del pantano y a las posteriores aportaciones de Jamie Delano, Neil Gaiman y Matt Wagner, nació el sello Vertigo, en el que se incluían historias de corte "adulto", y en un principio muchas de ellas estaban orientadas a la fantasía, al terror y a la magia. Pese a que Moore hundió las raíces de sus historias en los personajes clásicos de la compañía vistos desde la óptica cínica de John Constantine, muy pronto los senderos del sello Vertigo se orientaron a la creación de una mitología propia o a revisiones de personajes clásicos, olvidando en gran medida el rico sustrato de personajes mágico-fantásticos que habían ido apareciendo durante décadas en los comics de la casa. No es de extrañar que una parte importante del preludio a la Crisis Infinita se centrase en la trastienda mágica de DC.
Aquí hay que hacer un poco de historia. El Espectro, entidad cósmica dedicada a castigar a los culpables, usaba a Hal Jordan como contenedor. Tras la
vuelta a la vida de éste el Espectro es una entidad desquiciada y sin rumbo. En esas circunstancias resultaría fatal que una fuerza externa pudiese aliarse con él para influirle negativamente. Tan desgraciada circunstancia se producirá cuando la esencia oscura de Eclipso -también sin contenedor humano desde la muerte violenta en Khandaq de Alex Montez- se apodere de la demente y encerrada Jean Loring -la asesina de Sue Dibny y promotora en la sombra de los infaustos acontecimientos de Crisis de Identidad- y la convierta en la nueva Eclipso tras los eventos narrados
aquí. La Jean Loring Oscura convencerá al Espectro para que emprenda una cruzada contra todo lo mágico y sobrenatural. Aquelarres de magos, brujas, poseedores de objetos mágicos, demonios, cualquiera puede sufrir la ira del Espectro en cualquier momento.
Ante la peligrosa situación se prepara una desesperada resistencia desde dos frentes. Por un lado el mago Shazam le ruega al Capitán Marvel que se enfrente al Espectro y lo mantenga ocupado el tiempo suficiente para que él mismo logre prepararse adecuadamente. Por otro, en el bar Olvido -ubicado en una especie de limbo mágico y frecuantado por una clientela tan selecta como la formada por Jason Blood, Arion, Orquidea Negra, Deadman, Dr. Oculto, Vixen o Animal Man- un grupo de valientes -y un tanto inconscientes- seres místicos deciden plantar cara al Espectro antes de que este acabe con todos ellos. El osado grupo, que se autodenominará Shadow Pact está formado por el Detective Chimp, Nightmaster (Jim Rook, gerente del bar), Nightshade y la Encantadora (ambas con un pasado en común como miembros del Escuadrón Suicida), el Diablo Azul, Ragman y Black Alice.
La tarea de todos ellos será, en primera instancia, la de ayudar a resistir al Capitán Marvel en su desigual lucha contra la coalición Espectro/Eclipso, y finalmente, auxiliar en lo posible al mago Shazam en su lucha final contra el Espectro, aun cuando únicamente podrán ser testigos mudos de la trágica resolución de la lucha entre ambos, que finaliza con la destrucción de la Roca de la Eternidad, la liberación de los Siete pecados capitales allí ocultos y la llegada del amuleto-escarabajo -que Beetle había dejado caer allí en su búsqueda durante el Countdown...- a un pueblo de Texas.
Cuando el polvo y las cenizas del Día de la venganza se asientan, el Pacto de las sombras -con la incorporación de última hora del Fantasma Errante (que ha pasado casi todo el tiempo transformado en ratón por el Espectro) y la aparente retirada de la adolescente Black Alice, desmoralizada por los acontecimientos vividos- decide continuar en la brecha para acabar definitivamente con la amenaza del Espectro y reducir de nuevo a los Siete pecados y a todo el mal liberado de la roca a su condición de indefensos cautivos.
Nadie mejor que Bill Willingham para escribir esta mini-serie, ya que lo que hace es aplicar punto por punto su libro de estilo de Fábulas. Coger unos personajes reconocibles para el público -cambiese el adjetivo "obsoleto" de las Fábulas por el de personajes "olvidados"-, caracterizarlos con cuatro pinceladas de acción y toneladas de actitud y humor y embarcarlos en una aventura frenética que no da descanso al lector. Añadamos a la receta de este cóctel de magia y acción un dibujante como Justiniano, con gran dominio de la composición y de la narrativa, capaz de alternar dobles páginas donde presenta un momento de reposo con páginas repletas de viñetas en las que la acción transcurre con fluidez y coherencia. Lo malo de todo esto es que el Día de la Venganza, como los mejores cócteles, te deja un agradable sabor en la boca y ganas de más.
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