sábado, marzo 11, 2006

11 M


Sé que la seriedad no me sienta bien, pero hoy es un día de esos que creo que no debemos -no deberíamos- olvidar. La historia de las víctimas, en este caso tan cercanas a mí en tanto que curritos o estudiantes obligados a madrugar [si hubiesen muerto 500 parlamentarios o todo el círculo de empresarios me habría afectado mucho menos, a buen seguro] para ganarse las habichuelas y el pago de la hipoteca o el alquiler me afectó profundamente. Hoy estaba viendo las noticias y el testimonio de un padre que relataba cómo intentó comunicarse con su hijo -fallecido en uno de los trenes, aunque él no lo supiera hasta algo más tarde- y cómo le mandó un mensaje pidiendo que le llamara me ha arrancado un par de buenos lagrimones. Mensaje que nunca fue leído por su hijo y nunca obtuvo la respuesta que este hombre habría deseado con todas sus fuerzas. Fueron 196 los desgraciados que perecieron aquel día, y cien veces más los golpeados directamente por la tragedia. Familiares directos o no tan directos, amigos y compañeros, vecinos y conocidos. Puedo aplicar mil adjetivos y aun así no me acercaría a describir la devastación emocional que le abate a uno cuando pierde a alguien querido. De entre todas las historias, destaco una, por la sencilla razón de que hay gata encerrada, siamesa para más señas. Inmortalizada a través de la pluma de Antonio Burgos, la historia de Angélica González García me llegó un milímetro más honda en el alma que el resto, pero sólo eso. Os dejo dos enlaces al final, uno con la semblanza familiar de Angélica en la página del diario El Pais (y con acceso a las otras 195 personas desaparecidas) y otro con el extracto completo del capítulo dedicada a ella en la página personal de Antonio Burgos. Este es un fragmento de la carta que los padres de la muchacha enviaron a Antonio Burgos:


"El sábado 17 de abril de 2003 se cumple el sexto año que una maravillosa gata se digna compartir la vida con nosotros y proporcionarnos momentos intensos de ternura y cariño. Siempre hemos celebrado su "cumpleaños" con una tarta y sus correspondientes velitas. Ninguno de los cinco años anteriores ha faltado en la foto de la celebración Angélica y Abraham, abrazando a Truchi, para inmortalizar el momento. Pero este año (...) no sabemos si tendremos pulso para encender las seis velas.

Quiero decirle que nos emocionó mucho su intención de incluir en su próximo libro el nombre de nuestra hija y su gatita. Eso sería para nosotros y para ella, que todo lo ve desde el Cielo, el regalo más importante y valioso jamás recibido. Nosotros tenemos todas las habitaciones llenas de libros (libros que se leen) y consideramos que un libro es una joya que se transmite de generación en generación durante siglos. Por lo tanto, sólo pensar que el nombre de nuestra hija quede inmortalizado por usted en una obra sobre lo que más le gustaba en el mundo, los gatos, sería el mayor honor y el mejor consuelo recibidos.

Cuando salió su libro a la venta nos apresuramos a comprarlo. Y se lo digo con total sinceridad y sin ánimo de peloteo, que es uno de los libros que más nos han gustado a Angélica y a mí, el que nos ha proporcionado momentos inolvidables de gozo y sonrisa constante. En casa somos todos fanáticos de los gatos y leemos todo lo que encontramos sobre ellos y sobre otros animales. Pero "Gatos sin Fronteras" fue la cumbre porque veía reflejadas (...) vivencias de nuestra gata.

Angélica estaba esperando a tener vacaciones (...) para escribirle contándole cosas de su gatita. (...) Otra cosa que Angélica también quería contarle sobre Truchi era su amplio repertorio expresivo-comunicativo. (...) Era enternecedor escuchar las parrafadas de ambas:

-¿Y mi gatita linda? ¿Quién es la más guapa y la más bonita? -preguntaba Angélica con su voz alegre y cantarina. Y Truchi contestaba con una serie de sonidos, unos más largos que otros, melosos, alegres, felices. Parecía una conversación entre las dos. Angélica volvía a dedicarle piropos y la gatita volvía a contestar al tiempo que daba una voltereta rápida para ofrecerle su barriguita.

Desde el 11 de marzo de 2004 a las 7.05 horas, última vez que Angélica salió de casa ilusionada como cada día para coger el tren de las 7.19 horas que le llevaría a la universidad y no regresó más, no hemos vuelto a oír esos sonidos de Truchi.

Aquella alegría se ha transformado en unos enormes lagrimones que la gata derrama cuando me ve a mí llorar, al tiempo que mira hacia la puerta de la calle y luego hacia el dormitorio de Angélica. Créame, que es verdad lo de las lágrimas y no por conjuntivitis. Yolanda, su veterinaria, me ha dicho que ella ha visto otros animales llorar (sobre todo perros). Está controlando su salud y no es descartable tener que aplicarle algún tratamiento a pesar de que estamos muy pendientes de ella y seguimos el consejo de Yolanda: hablar con ella como uno más de la familia y explicarle que Angélica está con nosotros aunque no la veamos y que desde el Cielo nos ama y nos cuida. Pues aunque usted me pueda tomar por una chiflada, le aseguro que nos están ayudando estas conversaciones a todos, incluida Truchi, y estamos llevando este dolor tan inmenso con bastante dignidad y entereza. (...) Los primeros días de la ausencia de Angélica era desgarrador oír sus lamentos de persona. No decía "¡miau!", sino que emitía el mismo sonido que nos sale a los humanos cuando nos duele el alma y no tenemos aliento para articular palabra: algo parecido a "¡ah!, ¡ah!" Otras veces se pone pegada a la puerta de entrada y lanza unos maullidos desgarradores, como pidiendo explicaciones a alguien por la ausencia.(...)

Ahora nos queda cumplir el último deseo de Angélica: adoptar un gatito negro cuyo nombre será Pelito. El nombre es por lo que implica de suave y el color porque ella consideraba que los gatitos negros eran más desafortunados porque la gente supersticiosa no los quería. Y ella era tan bondadosa que sufría si algún amigo tenía problemas porque no tenía la fortuna de ella al tener una vida tan feliz con una familia tan perfecta como ella decía [...]"

http://www.antonioburgos.com/gatos/alegatos/alegatos_primeras.html

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