Algo pasa con Kev

En el año 2002, y a rebufo del éxito de que gozaba The Authority, Wildstorm editó el especial unitario Kev. Protagonizado por el agente especial británico que da título al libro, y con un claro tono paródico y gamberro, la historia narraba los tejemanejes sucios del gobierno de Su Graciosa Majestad para acabar con los superhéroes más molones de la tierra. Aunando una incompetencia sin igual y una obscena suerte Kev conseguía acabar con todos los miembros de Authority casi sin despeinarse, sólo para descubrir que sus órdenes provenían de un alienígena infiltrado que había suplantado a su jefa. Cómo este inepto, homófono, alcohólico y algo simplote agente conseguía salir del embrollo era algo digno de verse.

A los guiones de aquel desparrame estaba un Garth Ennis desmelenado y cafre, haciendo olvidar a los aficionados todo lo bueno que anteriormente había hecho durante una década, dejándonos la que con los años quizá sea la mejor etapa de Hellblazer y la soberbia Predicador. Esto, claro es una apreciación subjetiva, pero macarradas como La brigada del Rifle, Castigador o Just a Pilgrim distan mucho del ya mencionado Predicador o de esas pequeñas joyas del comic bélico como El As Enemigo, Nightingale o Águilas Aulladoras. En el apartado gráfico del especial nos encontramos a Glenn Fabry, ilustrador con más de 20 años en el negocio y que ya había trabajado con Ennis ilustrando las portadas de Preacher. Con un estilo muy detallado y realista conseguía dotar el especial de la espectacularidad requerida al tiempo que le confería un aire entre lo grotesco y lo paródico que encajaba perfectamente con las intenciones del especial.

Dos años después llegaría una secuela de cuatro números, titulada adecuadamente More Kev, perpetrada por el mismo equipo creativo, y con similares resultados. En esta ocasión la historia desarrollaba una anécdota contada en el especial, cómo un ministro putero y desagradable del gobierno británico, puesto bajo la custodia de Kev y su equipo, acababa siendo devorado por un tigre. Curtidos militares con cargo de conciencia, camaradería viril, invasiones alienígenas, zombis decapitados y unos Apollo y Midnighter encargados de arreglar el desaguisado junto a Kev –si antes no lo matan- son los ingredientes con que se cocina esta miniserie que, siendo igualmente gamberra y cafre con momentos de exceso que buscan provocar más la repulsión que otra cosa, consigue ofrecer algunas de las cosas que tanto echamos de menos en los guiones de Ennis: reflexiones sobre porqué hacemos lo que hacemos y porqué decidimos ayudar a los colegas aún cuando sean tan desastrosos como Kev, la conciencia que puede surgir en el momento más inesperado por la circunstancia más nimia y que puede marcar nuestros pasos por senderos que nunca habríamos imaginado… La conversación final entre un Midnighter de paisano y un Kev ya relajado nos recuerda a aquellas charlas que mantenían Cassidy y Jesse Custer en los bares de Tejas. Un pálido reflejo.

La edición de Norma agrupa todo el material en un tomo único que se disfruta de una sentada. Aun cuando no se trate del mejor trabajo de Ennis, el apartado gráfico resulta espectacular y eficaz, repleto de detalles en los fondos y de expresividad en los personajes. Si acaso, la narrativa queda un poco supeditada a las bondades de Fabry como ilustrador, aunque no nos quejemos excesivamente de ello. Disfruten de un comic gamberro y políticamente incorrecto, y luego vayan corriendo a comprar el Predicador en el formato que prefieran.