Tras sobrevivir a duras penas a la guerra entre Luthors de distintas realidades y torpedear los planes de la Sociedad de Villanos en el especial de Villanos Unidos: Crisis Infinita, los Seis Secretos –bueno, cuatro para ser exactos, tras una baja y una traición- se han apartado del mundo y se han dedicado a volar bajo el radar para evitar enfrentarse de nuevo a una Sociedad que les tiene muchas ganas.
En esta ocasión encontramos a una nueva formación de los Seis Secretos en plena “faena” en Corea del Norte, donde tratan de eliminar al comandante de un campo de prisioneros. Capitaneados por Catman, nos encontramos a nuestros antihéroes predilectos de los últimos tiempos: Deadshot, Scandal y Ragdoll, a los que se ha unido la furia femenina de Apokolips Knockout (que además de nueva incorporación resulta ser la pareja sentimental de Scandal, a la que recordamos como díscola hija de Vandal Savage). Pero tras finalizar con éxito la misión, una serie de salvajes y misteriosos atentados contra todos los miembros del grupo –excepto contra Catman, dejado al margen sin motivo aparente- deja al equipo maltrecho, al borde de la muerte y acosado por un misterioso contrincante que mueve los hilos de un intrincado y elaborado plan que busca algo tan antiguo como perpetuar la semilla del mal en la Tierra, y más concretamente la estirpe Savage. Así, los Seis Secretos –con la incorporación de Jarvis Tech, el Sombrerero Loco habitualmente visto en las series de Batman y con una fijación patológica con todo lo relacionado con Alicia en el País de las Maravillas y con los sombreros- harán frente a las maquinaciones de Vandal Savage para forzar a su hija a que le de un nieto, de Chesire (traidora y madre del hijo de Catman, y sé que esto suena a culebrón del malo) que como buena mercenaria a sueldo les quiere ver a todos muertos por contrato, y del doctor Psico, el psicópata enano con poderes psíquicos más peligroso del Universo DC que tiene una particular deuda de honor con Catman y los suyos. Acosados por enemigos exteriores, debilitadas sus filas por una nueva y devastadora traición y forzados al límite de la supervivencia por sus contrincantes, Deadshot, Catman, Knockout, Scandal, Ragdoll y el Sombrerero Loco lanzarán un ataque frontal de proporciones épicas y carácter casi suicida contra el cuartel general de Vandal Savage, del que difícilmente todos podrán escapar no ya con vida, sino de una sola pieza.
Continuando con la historia iniciada en Villanos Unidos, Seis Secretos: Seis grados de desolación es otra aventura intensa y adrenalínica repleta de tipos malos y tipos peores que pueden despertar animadversión o simpatía en el lector pero en los que un servidor no confiaría jamás al cien por cien. Estamos ante un grupo de villanos que siguen obligados a trabajar juntos en pos de un fin común tan básico, primario y perentorio como es el de la simple y llana supervivencia, no sólo propia, sino la de familiares y seres queridos igualmente amenazados como bajas colaterales en una guerra en la que el honor y la inocencia son palabras de escaso o nulo significado. Aún así, en el seno de tan particular asociación va teniendo cabida el amor (Scandal y Knockout) o la amistad (Catman y Deadshot) creando una evolución bastante interesante en el carácter de los personajes (el modo en que la paternidad afecta a Catman y Deadshot, por ejemplo) y en el modo en que interactúan entre ellos (Scandal con los demás, Ragdoll con el Sombrerero). Parece mentira, pero tras el significativo bajón de calidad que supuso el especial de Villanos Unidos: Crisis Infinita, provocado a buen seguro por las necesidades de encajar una determinada historia en el seno de un crossover de esas características, minuciosamente planificado y controlado, nos volvemos a encontrar con todos los elementos que hicieron a Villanos Unidos una de las mejores series del 2007 para un servidor: personajes atípicos y carismáticos, situaciones inesperadas resueltas de la forma más explosiva posible y comportamientos que por excesivos y políticamente incorrectos no dejan de ser totalmente coherentes con la trayectoria y personalidad de los protagonistas (pienso en la frialdad de Lawton, rematando imperturbable a los oponentes caídos o en el bárbaro y a la vez civilizado pero siempre absolutamente amoral Vandal Savage).
Al timón de este trepidante viaje en montaña rusa nos volvemos a encontrar a Gail Simone, que tras su larga etapa en Aves de Presa y junto al relanzamiento de The Atom ha encontrado en esta serie el mejor lugar para ofrecer entretenimiento en estado puro aderezado por unas considerables dosis de caracterización psicopatológica y abundante mala leche. En el dibujo ya no encontramos al espectacular Dale Eaglesham, encargado del relanzamiento de la JSA, sino al dibujante Brad Walker, con un estilo menos vistoso y limpio pero con las necesarias dotes narrativas para dibujar las pobladas y dinámicas escenas de acción así como una extraña habilidad a la hora de acercar la deformidad de seres como Psico, Sombrerero o Ragdoll de forma atractiva para el público, provocando repugnancia, compasión o asombro dependiendo de las necesidades de la historia. En resumen, un más que digno colofón a la historia narrada en Villanos Unidos y que tiene por el momento un epílogo en la serie Aves de Presa (números 105-107) que ya veremos cuándo y cómo será publicado en España.
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