En la saga El flash de dos ciudades (Flash 122-126), las actividades de Flash en Keystone City, con la destrucción y la actividad criminal que parece atraer, ha provocado que el ayuntamiento se canse de los gastos por reparaciones y alteraciones al orden público, y prepara una ordenanza anti-Flash con la que restringir las actividades del velocista escarlata en la ciudad de sus amores. Paralelamente, la soleada y festiva localidad costera de Santa Marta ofrece a Wally West la posibilidad de instalarse allí y convertirse en el protector del lugar. La población sigue enfervorizada sus aventuras, y un equipo de televisión de última generación retransmite todas y cada una de ellas para deleite de los santamarteños. La carrera de Flash y la vida de Wally se enfrentarán entonces a una importante encrucijada: luchar por defender su posición en Keystone o abrazar una nueva carrera heróica lejos de su hogar. Desgraciadamente para él, y para su nueva ciudad, el Mayor Desastre hará de las suyas con catastróficos resultados.
Casi convertido en un paria, Wally recibe la petición urgente del alcalde de Keystone. La Galería de Villanos ha regresado de la tumba y con sus poderes al máximo, y han convertido la ciudad en un verdadero infierno sobre la Tierra. El Capitán Boomerang, el Amo de los Espejos, el Hechicero del Clima, el Capitán Frío y Ola de Calor han acabado con los héroes que defendían Keystone sin apenas sudar. Ni Argos ni Jay Garrick han podido frenarlos. Será tarea de un desmoralizado Flash enfrentarse a ellos y al ser demoníaco que se esconde tras su regreso, el maléfico y artero Nerón. La historia Graves consecuencias (Hell to pay, Flash 127-129) será una peligrosa aventura que pondrá la vida, el amor y el alma de Flash en la balanza de una lucha entre el bien y el mal que sólo un tramposo con más trucos en la manga que Nerón podrá decantar para su propio lado.
La aparición de un estrambótico villano, El Traje, provocará una serie de extraños cambios en la vida de Wally en la saga Parada de emergencia (Flash 130-132), empezando por afrontar una compleja paradoja temporal que culminará con su muerte y terminando en un accidente que le romperá las piernas y le dejará postrado en una silla de ruedas. El tullido más rápido del mundo contará con la ayuda de sus camaradas y con la Fuerza de la Velocidad para hacer frente a la amenaza desbocada de El Traje.
Sin apenas solución de continuidad, Wally se enfrentará al Amo de los Espejos en una peculiar aventura (Flash 133) en la que las apariencias y los juegos de... bueno, sí, espejos, amenazarán lo que más ama y le conducirán a una inesperada y peculiar conclusión. La visita de Jay Garrick a su antiguo enemigo El pensador, ahora postrado en su lecho de muerte, nos introduce en un día en la vida del primer Flash (Flash 134), en el que seremos testigos del amor incondicional profesado por el matrimonio Garrick en el día de su aniversario, del respeto que despierta entre sus camaradas más jóvenes, de su valor a la hora de afrontar cualquier amenaza, y de la profunda humanidad de un viejo carroza que sigue al pie de carrera casi cinco décadas después de haberse calzado las botas por primera vez.
Unas tranquilas vacaciones se convierten en un viaje directo al desastre cuando en el crucero en que viajan Wally West -Flash-, Kyle Rayner -Linterna Verde- y Connor Hawke -Flecha Verde- sufre el ataque de tres villanos en busca de una peligrosa carga oculta en la bodega. En Tres tal para cual (Three of a kind, Green Lantern 96, Green Arrow 130 y Flash 135) asistimos a un peculiar crossover entre las generaciones más jóvenes de sus respectivos linajes super-heróicos, en la que Wally, Kyle y Connor muestran su valentía y su habilidad para salir con cierta habilidad de las más difíciles situaciones aun cuando los rivales posean el poder para la destrucción del Doctor Polaris.
Por su parte, la Galería de Villanos, tras verle de cerca los colmillos a Nerón y a una vida de condenación enterna, emprenden una búsqueda personal por la redención de sus almas y la salvaguarda de su vida espiritual (The Rogues Special) en una historia repleta de acción, magia y seres demoníacos en la que la destrucción, el humor y los tipos duros campan a sus anchas. Una forma tan buena como cualquier otra de seguir las peripecias de gente como Capitán Frío y Boomerang, Hechicero del Clima, Ola de Calor, Amo de los Espejos, Flautista o Trickster.
Llegamos al final del volumen con la historia Carrera por la raza humana (Flash 136-138), una trepidante y fantástica epopeya en la que una vez más Wally es obligado a forzar sus propios límites heróicos y humanos. Comenzando por un flashback en el que un Wally infante juega con una radio y fantasea con comunicarse con un amigo eléctrico perteneciente a una civilización de transmisiones de radiofrecuencia alienígena, nos encontramos con que la Tierra se convierte en el campo de juegos de dos gigantescos seres en apariencia omnipotentes que van de mundo en mundo organizando carreras de velocidad transdimensionales con la existencia entera del planeta dependiendo del éxito o el fracaso de su campeón. Tras constatar la horrible veracidad de esa amenaza, Flash es elegido como el corredor de la Tierra, sólo para descubrir que su veloz e inagotable contrincante es la voz con la que conversaba de niño, el campeón del planeta de transmisiones Kwyzz. En inferioridad de condiciones, sólo a través de incontables universos, Flash eleva todavía un poco más su límite de velocidad para poder afrontar con esperanza lo imposible.
Superado ampliamente el ecuador de su etapa en la serie, los guionistas Waid y Augustin continúan explorando los conceptos de responsabilidad superheróica y de la asunción de los daños colaterales que la actividad del velocista provoca en aquellos lugares que habita o frecuenta. En la primera saga vuelven a colocar a Wally en una posición difícil en relación con su entorno, y lo llevan al límite cuando los problemas -en forma de Mayor Desastre- siguen al personaje incluso a su idílico y prometedor nuevo hogar en Santa Marta. A continuación asistimos a una suerte de secuela o epílogo de la macrosaga Underworld, que fuera escrita por Mark Waid y que sirvió de carta de presentación para el demonio Nerón, un personaje con ciertas posibilidades que Waid se resistía a dejar caer en el olvido. Además de servir para volver a mostrar la fortaleza y profundidad de los sentimientos entre Linda y Wally, nos encontramos de vuelta a una Galería de Villanos más poderosa y letal que nunca que va conformando una nueva personalidad más compleja y rica en matices, sustrato sobre el que años después Geoff Johns reincidiría con magistrales resultados.
Quizá se aprecie un cierto cansancio ya en las historias. El personaje ha sido llevado una y otra vez hasta el límite de la Fuerza de la Velocidad y más allá, su galería de personajes es rica y está sólidamente asentada en la colección y además, un proyecto especialmente goloso se cruza en el camino de Mark y Brian, el de narrar en doce números el origen de la Liga de la Justicia. Se impone un descanso, un período de un año en el que un nuevo equipo de guionistas se hace cargo de la cabecera, decididos a dar un nuevo impulso al personaje y ofrecer una bocanada de aire fresco. Se trata de los guionistas Grant Morrison y Mark Millar, a los que no creo necesario presentar más allá de situarlos cronológicamente en su carrera.
El primero se hallaba inmerso en su reescritura épica y ultra fantástica del género superheróico con su etapa de la JLA, y como en aquella colección, se muestra contenido, clásico y respetuoso con la continuidad del título. Eso no quiere decir que no encontremos aquí las habituales situaciones surrealistas o extravagantes tan queridas por él, como ese villano en apariencia ridículo que es El traje pero que se convierte en un magnífico oponente, o ese paseo por el universo de la mano de un monigote entrañable formado por ondas de radio. Por su parte, Mark Millar estaba desarrollando un meritorio trabajo en la serie de Superman y a punto de pegar el salto al estrellato con la continuación de Authority y posteriormente con los Ultimates. El trabajo de ambos resulta modélico al mantener el tono épico de las historias, al respetar a los personajes y al mismo tiempo al ofrecer una serie de novedades necesarias para evitar el estancamiento de la serie. Junto con los números únicos centrados en el Amo de los Espejos y ese maravilloso día en la vida de Jay Garrick, encontramos dos sagas de tres números repletas de tensión, emoción y buenas ideas.
Aunque Parada de Emergencia es el punto de arranque de esa nueva etapa, a la pareja de guionistas no les tiembla el pulso a la hora de postrar a Wally en una silla de ruedas o de ofrecer nuevos aspectos de la Fuerza de la Velocidad llenos de posibilidades. Es sin embargo en la parte final de su año cuando Millar y Morrison se sueltan la melena y ofrecen una historia como sólo ellos podrían escribir. Carrera por la raza humana es el tebeo superheróico más bonito y emotivo que leído en los últimos meses. En apenas tres números nos encontramos una nueva amenaza casi imbatible -y de reminiscencias kirbyanas, si se me permite, en unos apostadores cósmicos muy similares a los celestiales-, un viejo amigo de Wally -con un diseño cartoon especialmente eficaz y... bueno, entrañable-, y una carrera a vida o muerte con momentos bellos y hermosos narrados por un Wally cuya voz, cada vez más madura, adulta y reflexiva, dista mucho de aquel alocado adolescente que dejó los Titanes y al que le tocó la lotería. Las conversaciones con Linda o Jay por el comunicador, las charlas con su amigo Krakkkl en las pausas de la carrera, y sobre todo el espectacular clímax de la historia -al menos para mí, ya que esas tonterías de solidaridad y esfuerzo común me suelen emocionar siempre- convierten esta historia en una pequeña joyita que sumar a todas las que Morrison me ha regalado con el paso de los años.
Y centrándonos en el apartado artístico, hay que constatar que este quizá sea el tomo más homogéneo de todos los aparecidos hasta el momento, pues al margen de los crossovers, apenas contamos con dos dibujantes en la serie regular de Flash, Paul Ryan y Ron Wagner. El primero, cada vez más asentado, mantiene un estilo sencillo y dinámico muy apropiado para la serie, con una narrativa fluida y una composición que alterna espectaculares páginas completas con diversas composiciones atendiendo al ritmo de cada historia. Wagner se ocupa del especial de la Galería de Villanos y del clímax de Carrera por la raza humana, que se beneficia de sus figuras angulosas y estilizadas y de un acabado un poco más espectacular que el de Ryan.
En resumidas cuentas, otro delicioso tebeo de super-héroes que nos llega con doce añitos de retraso y que gracias a esta edición muchos hemos podido disfrutar en su justa medida, completando los huecos que los tomos americanos o las ediciones españolas nos habían ido dejando. Casi me da pena enfilar la que sé va a ser la recta final de la etapa de Waid, aunque también sé que todavía me quedan grandes momentos por leer y que ustedes estarán al otro lado de la pantalla para compartirlos con un servidor. Goodspeed!
2 comentarios:
Todavía no le hincado el diente a esta etapa, y es que con tanta cosa y tan poco dinero se hace difícil abarcar todo lo que a uno le gustaría, saludos.
Jaime, es imposible leerlo todo. Sin ir más lejos yo tengo pendiente toooda la última oleada de tochos DC, con Supergirl de Peter David como otra de esas colecciones a descubrir y reivindicar. Lo de Flash y Waid, en mi caso, es verdadera devoción :D ¡Un abrazo!
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