sábado, enero 12, 2008

1408: Acabamos de empezar...

Mike Enslin (John Cusack) es un escritor cuya prometedora carrera literaria se vio truncada por la desafortunada muerte de su hija tras una penosa enfermedad. Desde ese momento Mike dedica su talento a escribir guías de viaje para turistas ávidos de emociones fuertes, visitando todos aquellos lugares en los que hay presuntos poltergeist o espectros encantando el lugar. Tras una minuciosa inspección de cada uno de esos hoteles o moteles con fantasma particular e historia truculenta añadida Mike Enslin escribe sobre él y le otorga su particular rango de "calaveras" en su spook-o-meter, o medidor de miedo literario. El objetivo de su labor, además del puramente alimenticio, es intentar encontrar la verdad sobre el más allá, pero como el propio Enslin reconoce con frustración y cansancio en un momento dado, no ha encontrado nada que le demuestre la realidad empírica de una existencia posterior a la muerte.



Tras regresar de una de sus visitas anodinas a un motel rural y de un viaje de promoción de su último libro bastante decepcionante para el escritor (por lo escaso de sus lectores y por lo tópico de las preguntas de estos) encuentra en su apartado de correos una postal, sin remite, que le advierte que no vaya bajo ningún concepto a la habitación 1408 del Hotel Dolphin. Por supuesto esto no hará sino lanzar de cabeza a Mike Enslin a una minuciosa investigación sobre las particularidades que rodean a la mencionada habitación de uno de los hoteles más selectos de Nueva York, y el resultado es muy atractivo para él: 56 muertos por suicidio desde que se inaugurara el hotel en los años 20. Sus intentos de conseguir una reserva para la habitación 1408 resultarán bloqueados desde la dirección del hotel, y Mike deberá recurrir a su editor (Tony Shalhoub) para conseguir finalmente pasar una noche en la habitación menos concurrida del Dolphin. Ya en el hotel, Enslin mantendrá una animosa conversación con el gerente del mismo, el enérgico pero comprensivo Mr. Olin (Samuel L. Jackson) que intentará por todos los medios a su alcance (razonamiento, soborno, súplica) disuadir al escritor de que pase una sola hora en una habitación que, además de la tasa de suicidios más alta del estado, cuenta con decenas de muertes por causas naturales ocurridas entre sus paredes.

Finalmente Enslin cerrará tras de sí la puerta de la 1408 y comenzará a registrar en su grabadora sus impresiones sobre la misma. La revisará minuciosamente con su instrumental científico y se sobresaltará cuando en el radiodespertador comience a sonar sin previo aviso la canción de los Carpenters "We've only just begun" (Acabamos de empezar). A partir de este momento a Enslin le espera un viaje por los siete círculos del infierno contenidos en una suite aparentemente banal pero que esconde una maldad sin límites y una habilidad para alterar el espacio y el tiempo realmente aterradora, un lugar que sin duda, acabará recibiendo las 10 calaveras que merece por parte de Mike Enslin.



La película está basada como tantas otras, en un relato breve de Stephen King de apenas cuarenta páginas, siendo las primeras 20 la relación de la conversación entre Enslin y Olin y las últimas diez un epílogo a lo acontecido en la habitación maldita. Así pues, el grueso de la película refleja el relato de King y mucho más, pues ha tenido que recrear algunas de las situaciones terroríficas pergeñadas por King y crear muchas más que consiguen una atmósfera inquietante y dan como resultado una película extraña. Digo extraña por el clasicismo que respira una película de terror a contracorriente de todo lo que estila el género hoy día. Hay sustos, sí, pero pocos y sabiamente dosificados para llamar la atención del espectador y tras ellos, proseguir describiéndonos el progresivo deterioro emocional y físico de un hombre llevado al límite de toda resistencia por una entidad capaz de alterar la realidad a su antojo. No sólo la parte sobrenatural del relato ha sido ampliada, sino que los mínimos apuntes de caracterización de Enslin en el cuento aquí se desarrollan para contar la trágica historia de un escritor a quien el destino, el azar o un dios cruel le robaron de la peor manera posible lo que más quería y el cual, desde ese momento, ha dedicado su vida a desenmascarar mediante la fina ironía y la cuidada prosa todas las supercherías y engaños con que se ha cruzado. Su relación con su hija y con su esposa Lily (Mary McCormack), apenas episódica en la letra, aparece reflejada en imagenes en unos emotivos flashbacks que, como debe ser, tienen un importante peso en el devenir de la narración por motivos que me cuidaré muy mucho de revelarles. Además, el sentido del ritmo es pausado, y los acontecimientos se suceden en un orden natural, cada uno de ellos preparando el terreno para los siguientes en una relación de causa-efecto lógica que hoy se deja de lado muchas veces (mediante esos así llamados "atajos argumentales") para acelerar la narración de un film y facilitar en gran medida el trabajo de los guionistas que, de este modo, a menudo ni se molestan en justificar muchas de las casualidades que acaban conduciendo al clímax de una película.




Ha sucedido pocas veces con la adaptación de los relatos cortos de King que el producto resultante fuera algo, no ya digno, sino otra cosa que carne de video-club. A bote pronto me vienen a la memoria Turno de Noche (Ralph S. Singleton), Algunas veces vuelven (Tom McLoughlin), La secadora (Tobe Hooper) o Maximum Overdrive (aunque en este caso el culpable fue el propio Stephen King, director de su propia adaptación). Y es una auténtica pena, porque en sus antologías de relatos El Umbral de la noche, Pesadillas y alucinaciones o la más reciente Todo es eventual (que incluye el relato homónimo en que se basa la película que hoy estamos maltratando con esta reseña) el escritor ha creado en píldoras literarias algunas de las situaciones más sugerentes, inquietantes o directamente aterradoras de la literatura reciente, justificando plenamente la consideración de King como "rey del terror" literario por muchos bajones que haya tenido en su producción. El merito de que esta adaptación pase a formar parte del olimpo de traslaciones fílmicas dignas de la obra de Stephen King (junto a Cuenta Conmigo, La milla verde, Cadena perpetua o Verano de corrupción, por citar la adaptación de sus novelas cortas llevadas al cine con notable fortuna) podemos atribuírselo a varios factores. Por un lado, a John Cusack, que se come él sólo el 70% del film entre cuatro paredes y que transmite perfectamente el carrusel emocional en que su personaje se halla inmerso: frustración, aburrimiento, inquietud, terror, remordimiento, desesperación... Es un festival interpretativo que ayuda a sobrellevar una historia que rehuye muchos de los arquetipos del género o los usa de forma episódica. Lo importante no es la presencia de fantasmas, cadáveres momificados que recobran la vida o la motivación u origen último del mal. Esto queda omitido por completo y se deja a la imaginación del espectador, y se agradece, ya que a mi parecer es lo que destrozó por completo [REC], la explicación a deshora y apresuradamente de una situación que había mantenido en vilo al espectador durante el resto del metraje.



El segundo responsable del mérito es sin duda el director sueco Mikael Hafstrom, que pasó de dirigir El fantasma del lago en su país a Sin control en los USA y parece que con 1408 ha vuelto a sus orígenes genéricos -y según los que han visto esas películas a ofrecer un producto con algo de calidad-. La dirección pausada, perfectamente planificada en todo momento, emplea el reducido espacio de la habitación de forma soberbia, ejemplar. Primero te muestra la habitación, luego el espacio físico va siendo pervertido, alterado, lo que acrecienta la inquietud en el espectador. Hay un empleo igualmente excepcional de la fotografía, con algunos planos ofreciendo perspectivas deformadas o desde el interior de mecanismos o lugares cerrados que acentúan aún más si cabe la sensación de amenaza latente en el lugar, cuando no de agresión psicológica una vez que la habitación decide empezar a jugar sucio. Y ya por último encontramos al trío de guionistas, esos juntaletras que ahora se han puesto en huelga por no sé que reivindicaciones sobre mejores sueldos o más porcentaje sobre los ingresos que ellos no ayudan a generar en modo alguno. Como todo el mundo sabe, los espectadores acudimos al cine para ver caras bonitas sonriendo y osados movimientos de cámara perpetrados por el director de turno. Eso de coherencia argumental, diálogos que ayuden a avanzar la historia o desarrollo de personajes son inventos, infundios de los molestos guionistas. Y en este caso nos encontramos al tandem formado por Scott Alexander y Larry Karaszewski(escritores al alimón de El escándalo Larry Flint, Ed Wood, Man on the Moon y de... Este chico es un demonio) y a Matt Greenberg (Angeles y demonios II, El imperio de Fuego). De la habilidad en el desarrollo de personajes y el dominio del diálogo de unos y de la experiencia dentro del género fantástico del otro sale esta película, este canto a las habitaciones de hotel "con encanto" que gustará a unos y que aburrirá a otros, pero que, a buen seguro, les hará preguntarse la próxima vez que duerman en un hotel cuántos viajeros anónimos antes que ustedes durmieron, discutieron, hicieron el amor o murieron entre esas mismas cuatro paredes y si algo de ellos no quedó atrapado allí mismo... porque de ese lugar no había escapatoría posible.

4 comentarios:

Bruce dijo...

Sin ser una gran película, con el historial de las adaptaciones de Stephen King, es de las mejores

Plissken dijo...

Estoy de acuerdo, con el nivel de las películas y telefilms basados en sus relatos breves este es el más digno.

JON OSTERMAN dijo...

En mi modesta opinión, es una pelicula que empieaza de manera muy interesante, pero que se va desinflando a medida que avanza el metraje, hasta llegar a un final bastante decepcionante.

Plissken dijo...

Jon, en mi caso el final resultó bastante satisfactorio si eliminamos el epílogo en el cementerio, que al parecer es el de la versión extendida del dvd americano. Además, ya le digo, el tener una peli que no se centra en el porqué sino en el cómo, con un actor tan competente como Cusack, un trato respetuoso del material adaptado y que se aparta del esquema susto-golpe de sonido como único elemento capaz de provocar el miedo en el espectador me hacen disfrutar bastante de la 1408, una habitación en la que nunca dormiría pero una peli que sí volvería a ver con agrado.

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