jueves, enero 31, 2008

La carretera: Las frías cenizas de un mundo agonizante

Un hombre de mediana edad y su hijo preadolescente se dirigen al sur en busca de un mejor clima y condiciones de vida más saludables. Hasta ahí nada extraño, salvo que el mundo en el que viven está situado en un futuro indeterminado que ha sido devastado por un cataclismo no revelado al lector que ha diezmado la vida animal sobre el planeta, cubriendolo todo de una perenne ceniza que vuelve gélido el clima e irrespirable el aire. Padre e hijo luchan minuto a minuto por seguir andando hacia un hipotético "algo" mejor que todo lo que van dejando detrás, buscando alimento y combustible para calentarse desesperadamente entre los restos de la civilización que, como una cruel burla, recuerdan al hombre el mundo que fue y que nunca podrá llegar a explicar a un muchacho que sólo ha conocido la desolación, la soledad y la ceniza. Por el camino deberán proveerse de los mínimos elementos necesarios para la supervivencia y esconderse al mismo tiempo de las bandas organizadas de saqueadores antropófagos y de los caminantes solitarios como ellos mismos que pueden poner su supervivencia por encima de la de desconocidos. Mientras que una enfermedad pulmonar va devastando la salud del padre el muchacho irá perdiendo la escasa inocencia y esperanza que pudiera conservar en un mundo de seres perdidos incapaces ya de confiar en sus semejantes. Aunque el camino les deparará algunas sorpresas agradables para padre e hijo, "cada uno de ellos el único mundo del otro", ese gris eterno que domina el mundo les hará dudar en más de un momento de si algún día llegarán al final del camino y si tomaron la decisión correcta cuando decidieron seguir adelante en un mundo muerto.



Un servidor se queda sin palabras ante un libro como este. Ni intentaré hacer una critiquilla como suele ser habitual en mi, pues leer a McCarthy le hace sentir a uno, frustrado proyecto de escritor, como el analfabeto literario que realemente es. El estilo de Cormac McCarthy es seco, conciso, cortante como un cuchillo. Se pasa por el forro una convención tan establecida como de estructurar el diálogo con guiones e indicando en todo momento al interlocutor y su estado de ánimo. Y a pesar de esto, padre e hijo nos llegan al alma con unas conversaciones que reflejan esa soledad que les rodea, ese necesidad de sentirse "los buenos", la constatación permanente de su mutuo amor y el insoportable temor de perder al ser querido. La novela carece de capítulos, y la historia se va estructurando en párrafos de diversa extensión que, a modo de capítulos, desgranan de modo minimalista esta historia terrible sobre un fin del mundo tan posible como cualquier otro, tan inhumano como el que más. Parece mentira la cantidad de adjetivos asimilables al color gris y a la materia cenicienta, presentes a lo largo de toda la narración como elementos perennes de ambientación apocalíptica. En ese paisaje la figura humana no puede más que adoptar dos roles, el de verdugo o el de víctima que debe evitar a toda costa a los primeros para seguir muriendo poco a poco, día a día, entre el frío, la ceniza, la soledad y la locura. Poco a poco el lector va identificándose cada vez más con los protagonistas del libro, con ese padre que es capaz de cualquier cosa con tal de mantener a su hijo a salvo, y con ese muchacho que sufre en silencio la pesada carga de saberse el motivo último de la marcha que está acabando con la vida de su padre, al que no quiere perder bajo ningún concepto aunque a veces no le perdone algunas de las decisiones que deberá tomar para proseguir adelante. Las últimas 30 páginas del libro se leen en un suspiro entrecortado, cada página un obstáculo que el lector superará avidamente con tal de llegar al final del libro y descubrir si estos seres seguirán manteniendo su bondad y su humanidad hasta el final, si seguirán siendo "los buenos" en un mundo en que la bondad, aparentemente, perdió significado y presencia entre sus gentes en el mismo momento en que la civilización (esa pantomima repleta de crueles contrastes que llamamos mundo moderno) murió y un nuevo mundo lunar emergió de las cenizas de la devastación.


La favorable acogida de la novela entre crítica y público ha hecho surgir rumores sobre una posible adaptación al cine, que con un director adecuado y evitando a toda costa clichés hollywoodienses (que ya se aventuran si tenemos en cuenta la posible contratación de Charlize Theron para un papel que en la novela ocupa, aproximadamente, tres páginas) podría resultar una experiencia fílmica tan asombrosamente estremecedora como la que al parecer los hermanos Cohen han realizado con ayuda de Josh Brolin, Tommy Lee Jones, Woody Harrelson y Javier Bardem en otra adaptación cinematográfica del maestro McCarthy, No country for old men.

miércoles, enero 30, 2008

Commissionando LXVIII: Aaron Lopresti (III)

Siempre que dedico tantas entradas a un autor en esta sección me parece que voy a acabar por aburrirles, pero no puedo evitarlo. Si en los post anteriores me había centrado en las deliciosas ilustraciones protagonizadas por personajes femeninos hoy voy a cerrar el repaso al trabajo de Aaron Lopresti como dibujante de commissions dejando una cumplida muestra de su buen hacer con toda clase de personajes, ya sean superhéroes al uso como Spiderman o Superman o personajes con regusto clásico como Flash Gordon y Dale Arden. De la tanda que pueden disfrutar a continuación tengo una preferencia clarísima, y es ese majestuoso Rocketeer que sabe sacar toda la grandeza inherente a un personaje que ha sido poco aprovechado con un sencillísimo y elegante dibujo que no necesita más.














martes, enero 29, 2008

Heroes Segundo Volumen: Los problemas crecen

Una de las sorpresas -otra más- que la programación televisiva del pasado año deparó a los aficionados a las buenas series de televisión fue sin duda Heroes. Con un tratamiento del fenómeno superheroico desmitificador y casi minimalista, acercando el punto de vista al del hombre de la calle y jugando con tópicos y situaciones mil veces leídas sobre el papel, Tim Kring (que también ejerció como productor de otra serie bastante interesante, Crossing Jordan) supo acercar al gran público parte del universo de ficción que lleva fascinando a los lectores de cómics durante décadas. Así los telespectadores podían seguir el periplo de los diferentes personajes aprendiendo a usar sus nuevas habilidades, sufriendo el peso de la responsabilidad de ser extraordinario, mostrando el valor y la determinación de hacer lo que es correcto en el momento adecuado por elevado que sea el coste, sufriendo el acoso de organizaciones ultrasecretas con aviesas intenciones, luchando por frustrar planes para dominar el mundo. Los supervillanos, los "Días del futuro pasado"... lugares todos ellos comunes para los frikis como nosotros pero que millones de espectadores en todo el mundo descubrían capítulo a capítulo y quedaban enganchados con las desgracias humanas y las peripecias extraordinarias que vivía el ecléctico grupo de protagonistas de la serie. Dado que el épico final del primer volumen (como así han llamado a cada temporada, a modo de guiño hacia los arcos argumentales o recopilatorios de sus primos de papel) nos dejó con ganas de mucho más, no hemos podido esperar a que las televisiones españolas emitiesen el segundo volumen, y a un ritmo de dos y tres capítulos diarios nos hemos ventilado la segunda temporada como quien come pipas.



Descuiden ustedes que aquí no hay spoiler alguno, solo la recomendación sincera de un ¿telefago? que ha disfrutado enormemente de la prolongación de la historia narrada en el primer volumen. Para empezar contamos con la incorporaciçon de nuevos "heroes", algunos graciosos, otros interesantes, e incluso alguno un tanto insufrible. La historia, como nos tiene acostumbrada la reciente hornada de series televisivas, abusa de protagonismo coral, de lineas argumentales cruzadas (en esta temporada se bate el record, pues al principio casi cada personaje tiene su propia historia "aparte" que, cómo no, confluirá en dos o tres grandes líneas argumentales), de cliffhangers absolutamente brutales (y pienso en un par de ellos en concreto, de esos que le dejan clavado a uno en el sillón) y de tópicos tan queridos al género como los viajes temporales, los archienemigos con planes para dominar el mundo, la corrupción del inocente... Sé que esta temporada, perdón, volumen, ha sido vista por algunos colegas con menos entusiasmo que la primera, y que la fórmula parece presentar cierto cansancio, pero para un servidor y señora las andanzas de Takezo Kensei por el Japón Feudal, la visita a tierras irlandesas de alguno de los protagonistas, y la continuación de la historia del Sr. Bennet (para mí de largo el mejor personaje de la serie, curiosamente uno de los pocos humanos sin habilidades extraordinarias, junto al Dr. Suresh, que goza de eminente protagonismo) han sido más que suficientes como para que espere ansiosamente el regreso de Heroes para el año que viene, con una temporada completa más allá de los once capítulos en que ha quedado este volumen debido a la huelga de guionistas y que fuerza una resolución quizá algo apresurada de todas y cada una de las historias. Lo único que lamento es no poder disfrutar de la serie como un neófito, como alguien que no ha leído un sólo tebeo de Batman, los X-Men o Watchmen, que no sabe que es un "flash forward" ni qué significa aquello de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Para esos afortunados cada sorpresa es genuina y cada descubrimiento una maravilla. A ver si llegan pronto los comics de Heroes y captamos algún nuevo lector como ya ocurriera el año pasado con 300 o V de Vendetta y a buen seguro ocurrirá con Watchmen.



Ains, Claire, mi Claire, que con Elle ha aparecido una más que digna contrincante... en todos los sentidos.

lunes, enero 28, 2008

Cover Monday

Afortunadamente este largo fin de semana se ha terminado y uno puede dedicarse a descansar durante los próximos cinco días en su lugar de trabajo hasta que el agotador weekend vuelva a presentarse y... No, esperen un momento, esto no es así en el orden natural de las cosas, aunque de vez en cuando sí se alteren los roles naturales y uno, al que cada vez le pesan más los años, los quilos y hasta las cejas necesita más de un par de días para recuperarse de algún exceso que unos años atrás se habría arreglado con una simple siesta. En parte, los culpables de que casi muriera de agotamiento el pasado viernes son los componentes de una banda ilicitana de versiones, Cover Time, en la que se suma la experiencia y el talento musical de estos veteranos -aunque jóvenes- artistas ilicitanos que dejando de lado su grupo habitual (Mind Time) se reúnen para celebrar conciertos muy agradecidos en pequeños locales en los que una entregada audiencia puede tomar una cerveza al tiempo que escucha en directo una selección de clásicos de anteayer y de ayer tocada con garra, pericia y un entusiasmo más que contagioso. La ronquera me duró hasta el domingo, y ciertamente el tener que pasar todo el sábado atendiendo a la distinguida clientela de la librería no ayudó lo más mínimo a que un servidor pudiera reponerse. Para futuros conciertos de Cover Time habrá que estar atento, y si algún ilicitano o alicantino está interesado en conocer fechas de próximos conciertos pueden consultar la página de Mind Time, grupo madre del que surge la mayoría de músicos de este proyecto aunque también las bandas Narcolepsia (ya desaparecida) y Amalgama colaboren con la experiencia acumulada durante años y alguna que otra colaboración estelar. Por cierto que haciendo honor a mi costumbre de intentar conseguir las set list de los conciertos a que acudo me arrojé por los suelos del local para hacerme con una de recuerdo que les dejo a continuación, como muestra de la ecléctica selección, eso sí, tocada en todo momento con una energía y una fuerza desbordantes.



Pero ya pasó lo peor y es hora de afrontar la realidad con estoica determinación y el suficiente entusiasmo como para mantener el chiringuito en marcha. Aunque si bien es cierto que, de nuevo, la semana pasada el ritmo de publicación se resintió un tanto, esta semana espero compensar cumplidamente tal hecho con la última entrada dedicada a Lopresti (un dibujante llamado a convertirse en estrella a poco que elija bien sus próximos proyectos y mantenga una mínima regularidad), un sketch buster de altura, el repaso a alguna de las novedades que siguen acumulándose en la mesa del comedor y que cada vez me cuesta más encontrar tiempo para disfrutar y, si los ánimos lo permiten, la pequeña reseña de uno de los libros más tremendos que he leído en tiempo. Y todo eso a lo largo de los próximos siete días, para que vean ustedes lo mucho que un servidor se preocupa de cuidarles.

Y para cerrar la paradeta hoy, nada mejor que una de las canciones disfrutadas en directo (¿podríamos hablar de song recreations?) el pasado viernes y cuyo mensaje viene a decir en bonito lo que el Sargento Stan Jablonsky se empeñaba en recordar a sus muchachos antes de cada turno: Vayan por ellos antes de que ellos vayan a por ustedes...

If You Tolerate This Your Children Will Be Next
Manic Street Preachers

The future teaches you to be alone
The present to be afraid and cold
So if I can shoot rabbits
Then I can shoot fascists

Bullets for your brain today
But we'll forget it all again
Monuments put from pen to paper
Turns me into a gutless wonder

And if you tolerate this
Then your children will be next
And if you tolerate this
Then your children will be next
Will be next
Will be next
Will be next

Gravity keeps my head down
Or is it maybe shame
At being so young and being so vain

Holes in your head today
But I'm a pacifist
I've walked La Ramblas
But not with real intent

And if you tolerate this
Then your children will be next
And if you tolerate this
Then your children will be next
Will be next
Will be next
Will be next
Will be next

And on the street tonight an old man plays
With newspaper cuttings of his glory days

And if you tolerate this
Then your children will be next
And if you tolerate this
Then your children will be next
Will be next
Will be next
Will be next

domingo, enero 27, 2008

Commissionando LXVII: Aaron Lopresti (II)

Y sigo con el repaso de algunas de las commissions que se pueden disfrutar de este caballero en Comic Art Fans y que sin duda son el orgullo de sus respectivos propietarios. Ya sea con la técnica de lápices de color o acuerelas el resultado conseguido es realmente vistoso, y el que las figuras carezcan de fondo en realidad casi resalta todavía más la sencillez del trazo de Aaron y la estilización de sus figuras. Todo un dibujante a tener en cuenta de ahora en adeñante -aún más si cabe- y que quizá acabe consagrándose dentro del panorama editorial con su próximo trabajo para Wonder Woman. En este día de domingo que para mí acaba de empezar hace un cuarto de hora, hago mutis por el foro y les dejo disfrutar con el arte de Mr. Lopresti.














Y todavía no me puedo contener y aún les dejo con otra pequeña maravilla. Como diría La Máscara: ¡Que alguien me detenga!

viernes, enero 25, 2008

Commissionando LXVI: Aaron Lopresti (I)

Al hilo de la entrada anterior me ha parecido bastante oportuno dedicar un par de galerías a los trabajos de encargo realizados por el dibujante Aaron Lopresti para los coleccionistas interesados en tener una muestra de su talento algo mejor terminada que un simple dibujo de convención. Aunque en la página web de Aaron no hay una sección específica dedicada a las commissions, en Comic Art Fans sí podemos encontrar una nutrida selección de ilustraciones realizadas por Mr. Lopresti. Destaca el hecho de que predominan las figuras sencillas sin fondo, con un toque de color en muchos casos que resalta aún más el espectacular resultado final. Así mismo es interesante constatar lo bien que este señor refleja a las heroinas y en concreto a Wonder Woman. Como diría nuestro colega burgalés Milo, hoy toca una selección de churris, y en breve otra con todo lo que no sean espectaculares heroínas preparadas para la acción. Como siempre, un servidor se retira y espera que disfruten con esta pléyade de adorables personajes femeninos en glorioso blanco y negro entre los que encontrarán a una bruja demoníaca adolescente, una maga con problemas de locución, una mutante algo "pícara", una mujer gato, una chica murciélago, una princesa marciana, una super chica, y una mujer maravilla.

















Cuando encuentro un dibujante de estas características, parezco una urraca viendo objetos brillantes, me resulta muy difícil discriminar y quiero ponerlos todos, así que al final, he dejado las ilustraciones a color para mañana. Como dírían los Marx:
¡Un par de posts con Lopresti!
MOC MOC.
En lugar de dos, que sean TRES.

miércoles, enero 23, 2008

Galería de originales XXVII: Aaron Lopresti

En la galería de originales me toca hoy revisar una de esas adquisiciones colaterales conseguida a través de un lote en el que además se incluían originales de Paul Pelletier, Howard Porter o Ron Lim. El original en cuestión pertenece a la colección Countdown, editada por el sello Wildstorm hace unos años y sin ninguna relación con la serie semanal de idéntico nombre con la que DC está torturándonos a los fieles seguidores de la compañía (y no por la calidad de la misma, que no he comprobado aún pese a acumular número a número en la pila que ocupa la mesa del comedor, sino por la cantidad de spin-offs que se están derivando de la serie y que obligan a comprar decenas de series limitadas para seguir la historia principal de manera adecuada). El autor de la página, Aaron Lopresti, lleva más de una década dando tumbos entre las tres grandes editoriales norteamericanas, y su trabajo se ha podido disfrutar en series como Gen 13, Spiderman, Hulk, Batman, Green Lantern o esta serie que nos ocupa hoy y que desconozco por entero al no haberse editado en España. Recientemente Lopresti ha protagonizado una de esas espantás comiqueras que son la salsa rosa del mundillo, pues abandonó su puesto como dibujante de la serie Ms. Marvel para pasar a la Distinguida Competencia y convertirse en el artista regular de la cabecera Wonder Woman, a la que creo que su estilo limpio y dinámico le puede venir francamente bien, pues además no supone una total ruptura con el estilo de su anterior dibujante, Terry Dodson. Y centrándome en la página original, pues debo decir que resultó una grata sorpresa, pues presenta una composición bastante atractiva con las viñetas horizontales explotando en esa half-splash repleta de acción con el prota de la serie repartiendo estopa a diestro y siniestro. La página, por cierto, viene firmada por el entintador de la serie, Randy Emberlin.




[Por cierto que la noticia del baile editorial aparece con fecha de ayer en los sites españoles, resultando esto una total coincidencia y no el lamentable oportunismo que aparenta. Quería subir uno de los originales más normalitos de mi colección y me encuentro con que el bueno de Aaron se convierte en noticia cuando busco información sobre él, ¡toma coincidencia!]

martes, enero 22, 2008

La broma asesina: Adios a Heath Ledger

Y a veces la vida, que es una perra puñetera con un retorcido sentido del humor te da disgustos como este. Con la muerte aún reciente del joven actor Brad Renfro salta la noticia del fallecimiento de Heath Ledger (que he tenido que confirmar aquí, aquí y aquí porque no le daba crédito), a unos meses de convertirse no sólo en la estrella que ya era sino de confirmar sus enormes posibilidades como actor ahondando en la senda que iniciara con Brokeback mountain y que le alejaban de sus primeros papeles (Destino de caballero, brrrr). Se nos va otro joven actor que más que promesa era toda una realidad por culpa aparentemente del abuso de sustancias. ¿Porqué tan serio? Porque a veces la broma infinita que vivimos día a día no tiene la menor gracia.


Viaje a Darjeeling: El tren de la vida de los hermanos Whitman

Los hermanos Whitman llevan un año sin hablarse, concretamente desde el funeral de su padre, cada uno de ellos inmerso en su propio mundo y afrontando a su modo las consecuencias de esa pérdida y sus diferentes problemas familiares, laborales y emocionales. Jack (Jason Schwartzman) intenta mantener su carrera como escritor al tiempo que busca salvar lo que pueda de una relación sentimental autodestructiva con Natalie Portman. Esto se revela al espectador en el corto que sirve de prólogo al film, Hotel Chevalier, y que nos muestra a un lacónico y perplejo Jason Schwartzman que se ha refugiado en un hotel parisino intentando huir futilmente de su ex, que le perseguirá sólo para volver a dejarle cuando a ella le venga en gana, sin preocuparle el estado emocional en que pueda quedar Jack o la incapacidad de éste de superar una relación condenada al más absoluto de los fracasos. Corto minimalista y fascinante con apenas diálogo, punteado por la canción de Peter Sarstedt Where do you go, my lovely? (que más adelante se repetirá en el film propiamente dicho) y que nos ofrece a una Natalie Portman en todo su esplendor.



Peter (Adrien Brody) comenta sin demasiado entusiasmo la noticia sobre su próxima paternidad y habla sin ilusión sobre su matrimonio, una relación que él mismo confiesa pensaba que acabaría en divorcio pero que no termina de romperse, todo ello mientras se aferra como si de reliquias o amuletos se tratase a los objetos pertenecientes a su difunto padre que ha "rescatado" del hogar familiar. Francis (Owen Wilson, actor fetiche de Anderson que repite con él por tercera vez) por su parte intenta superar las secuelas físicas y emocionales de un accidente de motocicleta que le ha tenido al borde de la muerte y que le ha hecho replantearse el progresivo distanciamiento que ha surgido entre los hermanos a raíz de la incapacidad de asumir la muerte de su padre y afrontarla adecuadamente (lo que se nos muestra en un flash-back imbricado en la película y que podría constituir un corto en sí mismo, que cuenta con la presencia del director alemán Barbet Schröeder). Para solucionar esa desintegración del núcleo familiar Francis organiza un road trip por la India en busca de una presunta iluminación espiritual que les vuelva a unir como hermanos, aun cuando su verdadera intención sea la de encontrar a su madre (Anjelica Huston, madre espiritual del cine de Anderson que suele desempeñar papeles clave en sus cintas), misionera en un monasterio de la zona. Estos tres personajes huyendo de sí mismos y de sus circunstancias iniciarán el viaje como turistas en busca de los tópicos típicos que impregnan la visión occidental de la India: superficial trascendentalidad espiritual en base a rituales de pega, visita a lugares exóticos convertidos en poco más que atracciones turísticas y distanciamiento respecto de las gentes y las verdaderas costumbres del país. Muy a pesar de los Whitman las situaciones rocambolescas, la relación con diferentes personajes a lo largo de la geografía india y sobre todo la propia reflexión sobre sí mismos, sus sueños convertidos en decepción y sus pérdidas convertidas en rencor les ayudarán a encontrar mucho más de lo que en un primer momento fueron a buscar al país.



Este film supone el cuarto estudio de Wes Anderson sobre la condición humana, tras Academia Rushmore, Los Tenenbaum y La vida acuática, todas ellas auténticos dramas humanos aderezados por melancólicos momentos de humor que ayudan a digerir historias tan tristes como reales en su reflexión sobre el hombre y el modo en que enfrenta el mundo que le rodea, ya sea el fracaso académico y el despertar sexual (Rushmore), la vejez y la soledad (Tenenbaums) o el fracaso y, de nuevo, la vejez (Life aquatic). En todas esas películas las relaciones sentimentales condenadas al fracaso y las difíciles relaciones familiares entre diferentes generaciones de un mismo clan o incluso entre hermanos ofrecen una mirada triste y desencantada sobre el amor y la familia, lejos de las visiones adulcoradas sobre esos temas que el cine comercial suele ofrecer y ciertamente más próxima a lo que en realidad suele suceder en la vida real. En este caso la falta de comunicación y confianza entre hermanos, las rencillas absurdas sobre a qué hijo prefería el padre ausente o la búsqueda de la madre desaparecida para recuperar la ternura y el amor materno son los elementos que vehiculan este particular viaje iniciático por un paisaje peculiar no visitado a menudo por el cine y con posibilidades visuales tan atractivas como coloristas, plenamente explotadas por el director. Esta devoción por el paisaje y la cultura indias más allá de la búsqueda superficial de dar "color local" a la ambientación de la película se aprecia desde la minuciosidad con que nos enseña algunas costumbres locales (religiosas y gastronómicas), al cariño y sensibilidad con que filma a las gentes del país (todos los planos rodados en la aldea reflejan una sencillez y una autenticidad asombrosas que llegan a su clímax en la emotiva escena de despedida, ¡y no he entrado en detalles reveladores, ojo!) o el empleo para la banda sonora de temas compuestos por músicos indios para films locales.



Además de esa magnífica ambientación tengo que decir que la elección del tren como metáfora de la vida y elemento simbólico como vehículo de la historia que quiere contar me parece absolutamente maravilloso, por poco pretencioso y completamente acertado, pues a nadie se le escapa el carácter simbólico del tren en la película ya desde la primera secuencia del film, con el hombre de negocios (Bill Murray) intentando subir al Darjeeling Limited al igual que Peter Whitman. Los travelling laterales que muestran los compartimentos del tren son un recurso muy querido a Anderson, que ya lo empleó con acierto en Life Aquatic para mostrarnos el interior del barco de Steve Zissou, y que aquí sirve para reflejar el complejo microcosmos existente en el interior del tren -y por extensión quizá reflejo de la propia sociedad india- y las relaciones que se establecen entre sus diferentes ocupantes. Avanzado ya el metraje, y en un momento sumamente revelador y HERMOSO, los melancólicos compases de la canción Play with fire de los Rolling va acompañando a todos los personajes que han intervenido en el film -en la vida de los protagonistas- mostrándoles como viajeros en el tren de la vida en el que cada uno ocupa un espacio concreto, un compartimento. Finalmente, otro plano sencillo en su mensaje, hermoso en su concepción y cargado de significado -e igualmente acompañado por un impresionante tema musical, en este caso de The Kinks- resuelve el viaje físico de los Whitman por tierras indias a la vez que ilustra el fin del viaje espiritual de Francis, Jack y Peter y el modo en que afrontarán su futuro desde el momento en que decidan seguir la marcha y dejar atrás las infantiles rencillas, los miedos y las inseguridades que afrontaban a diario en su vida adulta.



Soy incapaz de hilar mejor las reflexiones que me sugiere una película tan fascinante y absorbente como esta -como el cine de Anderson en general-, que disfruto con una sonrisa triste en los labios y recuerdo al tiempo de haberla visto con nostalgia, como si yo mismo me sintiese parte de esa peculiar, disfuncional y entrañable familia cinematográfica que Wes Anderson nos viene presentando en el extraño y fascinante album familiar en que está convirtiendo su filmografía.

lunes, enero 21, 2008

Lunes monstruoso

No me resisto a felicitar hoy desde aquí a J. J. Abrams y sus muchachos, que una vez más han conseguido generar el interés suficiente por un proyecto que lleva meses siendo la comidilla de los sectores cinéfilos y cinéfagos más frikis del internete gracias a una de esas campañas virales repleta de contenidos imaginativos y avances no sólo sobre el proyecto en sí, sino sobre elementos de "universo expandido" (refrescos, noticiarios, mensajes desde un futuro apocalíptico). Me refiero a Cloverfield, película rodada en cámara subjetiva y que narra lo que podría ser el ataque a Nueva York por parte de una criatura descomunal desde el punto de vista de unos yupis que estaban celebrando el cumpleaños de un colega y que, cámara digital en mano, se las irán apañando para estar en los sitios justos y en los momentos adecuados para que los espectadores lo pasemos francamente mal. Uno de los mayores enigmas era conocer la naturaleza de la amenaza a la que se enfrentaría la ciudad de Nueva York. Rumores de todo tipo han circulado durante meses, desde que podía tratarse de un primordial lovecraftiano a una hipotética conexión con la isla de Perdidos y los misterios que ésta todavía oculta en su interior, pasando por un ataque -otro- del mismísimo Godzilla a la Gran Manzana. Junto con unas críticas que van desde lo decente (prensa "seria") a lo entusiasta (páginas dedicadas al cine fantástico o de terror), hay que destacar que el público estadounidense ha respondido muy favorablemente a Cloverfield, logrando recaudar en su primer fin de semana un 25% más de lo que costó realizar la película, con lo que la jugada a Abrams le ha salido redonda. Espero que este empujón comercial beneficie al siguiente proyecto de J. J., nada menos que la precuela de Star Trek con un relanzamiento de la franquicia bastante prometedor. En España aún faltan un par de semanas para que se estrene la película, ya rebautizada con un título poético y sutil que sin duda no engañará a nadie: Monstruosoorrrrrrllll.



Y dicho esto me centro ya en el habitual repaso a los contenidos de la semana pasada, lo cual me permite constatar que si bien he recuperado el ritmillo de trabajo bloguero, también me pasé por el forro el plan establecido. De esa forma, la commission que tendría que haber publicado aparecerá esta semana, al igual que la reseña -o un Él dijo, ella dijo..., aún lo estoy considerando- de Viaje a Darjeeling. Junto a esto, que espero no quede en el aire una semana más, espero poder compartir con todos ustedes una nueva entrada de la Galería de Originales.

Acompañando estos desvaríos semanales les dejo la letra del tema Godzilla, homenaje del grupo Blue Oyster Cult a los films del entrañable monstruito japonés que sin duda es una de las materias primordiales que ha inspirado el fenómeno Cloverfield. Como siempre, les recuerdo que en este humilde espacio virtual tienen ustedes un lugar en el que siempre serán bienvenidos, y les pido una vez más que tengan mucho cuidado ahí fuera, nunca se sabe que monstruoorrrrlll puede aparecer en cualquier momento y aguarles la fiesta.

Godzilla
Blue Oyster Cult

With a purposeful grimace and a terrible sound
He pulls the spitting high tension wires down

Helpless people on a subway train
Scream bug-eyed as he looks in on them

He picks up a bus and he throws it back down
As he wades through the buildings toward the center of town

Oh no, they say hes got to go
Go go godzilla, yeah
Oh no, there goes tokyo
Go go godzilla, yeah

Rinji news o moshiagemasu!
Rinji news o moshiagemasu!
Godzilla ga ginza hoomen e mukatte imasu!
Daishkyu hinan shite kudasai!
Daishkyu hinan shite kudasai!

Oh no, they say hes got to go
Go go godzilla, yeah
Oh no, there goes tokyo
Go go godzilla, yeah

History shows again and again
How nature points up the folly of men
Godzilla!

domingo, enero 20, 2008

Desde la Máquina (IV): Galería de portadas

A continuación, y como suele ser habitual en el caso de que el comic reseñado lo permita, os dejo una extensa galería que recopila las portadas de la serie Ex Machina entre sus números 11 y 20, y los especiales 1 y 2. Como habréis notado falta la portada del número 16, que me ha sido imposible encontrar a un tamaño aceptable. Para compensar he añadido las portadas originales de los dos mencionados especiales para que comprobéis lo espectacular que resultan como ilustración conjunta. Y poco más puedo añadir para intentar destacar todavía más el talento de Tony Harris a la hora de diseñar ilustraciones espectaculares y con contenido.


























viernes, enero 18, 2008

Desde la máquina (III): Realidad contra Ficción / En pie de guerra

Hace ya más de un año leí con bastante sorpresa los dos primeros tomos editados en España de la serie Ex-Machina, y aproveché para dejar mis impresiones sobre la serie y sobre lo publicado en su momento. Pese a lo mucho que me gustó el acercamiento atípico a la historia de un superhéroe metido en política tras abandonar el vigilantismo enmascarado, no ha sido hasta hace una semana que he devorado de un tirón los dos tomos siguientes.



Comienza el tercer tomo recopilatorio de la serie con una historia introductoria de eventos futuros en la que Mitchel Hundred visita a una adivina antes de prohibir a curanderos, magos y adivinos por fraude. El tono del capítulo recuerda poderosamente a los de Starman, serie igualmente dibujada por Harris, en la que el protagonista visitaba a una adivinadora que vaticinaba futuros acontecimientos que de este modo ya configuran un horizonte nada halagüeño para el personaje. A continuación encontramos una historia en tres partes, Realidad contra ficción. Para fomentar el espíritu cívico en la ciudadanía Hundred se presenta como voluntario para jurado, sólo que tendrá la mala suerte de coincidir con un psicótico que tomará rehenes en el juzgado con tal de que el alcalde le cure los terribles dolores de cabeza que padece. Al mismo tiempo un misterioso enmascarado, aparentemente un robot, está actuando como vigilante en la ciudad, realizando detenciones ilegales y ayudando a los que lo necesitan. La comisaria intentará acabar con esa amenaza a la ciudad, mientras que el escolta Bradbury y Kremlin investigarán el asunto por su cuenta al temer que parte del pasado de Hundred pueda salpicarle en su carrera política. Al mismo tiempo una serie de flashbacks van colocando algunas piezas en su sitio, mostrándonos cómo el ahora alcalde Hundred compartía su afición por los comic-books con dos amigos que acabarían siendo uno su abogado y el otro su librero. Cierra el tomo la historia en dos partes Fuera del Sistema en la que Mitchell Hundred abandonará su puesto en la alcaldía para acudir en ayuda de su madre desaparecida. Recorrer el país sobre dos ruedas y solucionar la situación de su madre le ayudarán a comprender mejor lo podrido que está el sistema en algunos lugares dominados por la corrupción, y al tiempo le descubrirá un tremendo secreto sobre su pasado que había permanecido oculto hasta ese momento.



El cuarto tomo recopilatorio de Ex Machina se divide en dos partes bien diferenciadas. En pie de guerra es una historia desarrollada en cuatro partes que se centra en la decisión tomada por Hundred de autorizar una manifestación contra la invasión de Irak, decisión que contará con la frontal oposición de su segundo Willie y de la comisaria y el entusiasta apoyo de Journal, que dimitirá de su cargo para poder acudir a la marcha y pedir el regreso de las tropas. Una explosión química desatará el pánico entre la multitud y provocará un desastre humano -cuatro muertos y sesenta heridos- y político -con medidas de seguridad típicamente yanquis post-11S, brotes racistas entre algunos exaltados que culminarán en un criminal linchamiento y un ambiente de paranoia creciente que enrarecerá la vida en la ciudad hasta límites insoportables. La situación requerirá de medidas extremas y el alcalde y la comisario deberán aunar esfuerzos para evitar que Nueva York se convierta en una ciudad en estado de sitio. Cierra el tomo la inclusión de una miniserie especial en dos partes, Vida y muerte, que narra el origen de Jack Pherson, un técnico de sonido que investigando una grabación con la voz de la Gran Máquina sufrió un rocambolesco accidente que le transformó en el reverso del héroe. Si aquel podía comunicarse y dar órdenes a las máquinas, Pherson podrá dar órdenes a toda clase de animales, desde gaviotas a gorilas, aunque no llega al extremo de poder comunicarse con ellos. El enfrentamiento de ambos será inevitable cuando los delirios de Pherson le hundan en la locura megalomaníaca del típico villano de segunda con ínfulas de conquistar el mundo. A nivel de planteamiento argumental, una vez más, el presente como político de Hundred se ve determinado por sus acciones pasadas, y la asunción de las consecuencias generadas por esas acciones será vital para poder defender sus convicciones morales.

El equipo creativo sigue desarrollando con mimo una historia que progresa suave pero implacable, alterando los puntos de vista de cada uno de los protagonistas y relativizando al máximo las posturas de cada personaje según las circunstancias obligan a tomar unas decisiones u otras. Vaughn escribe diálogos brillantes que no ralentizan la narración lo más mínimo, y a la vez crea situaciones en las que la intriga política, las relaciones humanas, el suspense criminal o el escenario heroico al uso se conjugan en una mezcla que pese a la heterogeneidad de sus diferentes elementos logra un resultado perfectamente cohesionado. Esto es patente sobretodo en la primera de las sagas, Realidad contra ficción, donde se entremezcla el amor por el género de superhéroes reflejado en esas lecturas de adolescencia que marcaron el carácter de Hundred y sus amigos con la intriga superheroica al uso -un vigilante está haciendo de las suyas y los compañeros del héroe intentan detenerlo- y con la actividad política de un alcalde que intenta dar ejemplo de buena ciudadanía a los neoyorquinos y acaba envuelto en una tensa situación de rehenes de incierto desenlace.

A esto por supuesto se añade un Tony Harris que mantiene su estado de gracia de los últimos tiempos, jugando con personajes expresivos y arquitecturas tan hermosas como reales a su antojo y manejando la narración como le viene en gana, haciendo ágiles las conversaciones y perfectamente comprensibles las escasas pero espectaculares escenas de acción. No hay que olvidar la colaboración de Chris Sprouse en la historia en dos partes Vida y muerte, que pone su habitual estilo depurado y limpio para narrar el flashback sobre la vida como vigilante de Hundred y el enfrentamiento con su némesis, Jack Pherson.

jueves, enero 17, 2008

Sketch-busters LXVIII: Ron Garney

Sicilia, 1910... No, eso era otra cosa. Barcelona, 2002, Salón del Comic de Barcelona, Estació de França, angosta por las aglomeraciones pero acogedora, con sus goteras, sus palomas caganeras, su inaudible megafonía. Allí perdimos nuestra virginidad salonera, y por eso siempre le guardaré un especial cariño al lugar y su entorno, a un paseo del Arco del Triunfo y del Triángulo de las Bermudas de librerías barcelonesas. Pero me estoy desviando del asunto. Aquel año el plantel de invitados internacionales era escandaloso: Art Spiegelman, Eduardo Risso, Hermann, Sergio Aragonés, Marv Wolfman, Kevin O'neill, Kevin Maguire, Ron Garney... La verdad es que era nuestro tercer salón consecutivo y en el del año anterior ya habíamos notado como los dibujantes tendían a acortar sus sesiones de firmas o aducir directamente que en los stand de las editoriales no les permitían dibujar, cosa completamente cierta en el de Planeta, por ejemplo, según pudimos comprobar in situ. El caso es que Còm Radio, y más concretamente el programa Mes enllà de la vinyeta, había invitado a dos autores a su stand para realizar diversas sesiones de firmas de manera conjunta. Decidimos reservar una mañana entera para hacer cola a Ron Garney y Kevin Maguire. Resulta futil y absurdo intentar describir el cariño que sentía entonces -y sigo sintiendo- por la gloriosa etapa de Kevin Maguire y "su" JLI, o los momentos de diversión que me había deparado el Capi de Waid y Garney, un auténtico retorno a la grandeza para un personaje que llevaba dando tumbos varios años. Siguiendo la tónica de aquel salón, los frutos de la espera no sólo fueron inexistentes sino que acabaron resultando incluso amargos. Llegada la hora de firmar los autores decidieron hacer únicamente eso, firmar, y no realizaron dibujos para los aficionados. Cuando llegó mi turno casi supliqué a Ron por un dibujo del Capi, y desde luego, a veces es cierto el dicho de "ten cuidado con lo que deseas, porque a veces puede llegar a cumplirse", porque el resultado fue el que acompaña a estas líneas. No sé si pretendió hacer un esbozo rápido, una caricatura, o si quería quitarse de encima al Librero de los Simpson con ojos de cordero degollado. Este dibujo, que conservo como oro en paño en mi colección de sketchs, es el equivalente artístico de aquel esclavo persa que susurraba al oído del emperador Darío "Acuérdate de los Atenienses" en memoria de la derrota de sus ejércitos en la batalla de Maratón, calmando así posibles ataques de soberbia o prepotencia. Tanto si consigo un buen dibujo o un simple boceto, siempre tengo presente a Ron Garney y a este Capitán América que tan poco tiene que ver con los que dibujó tan excepcionalmente bien para su etapa en la serie y de la que nunca olvidaré esa viñeta final antes de Heroes Reborn y las tetas del Capi de Liefeld en el que Steve saludaba marcialmente a Sharon mientras ascendía al transporte de Shield. En fin, qué tiempos...

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