sábado, julio 11, 2009

El Teatro del Misterio de Sandman: Los callejones de la Edad de Oro (II)

Sandman Mystery Theatre #1 apareció con fecha de portada de abril de 1993 como uno de los primeros títulos de la recién nacida línea Vertigo (aunque dentro de la misma se englobaron colecciones que ya contaban con una amplia trayectoria como Animal Man, Sandman, Hellblazer, Swamp Thing o Doom Patrol). El título estaba escrito por Matt Wagner y dibujado por Guy Davis, dos autores cuya trayectoria presentaba no pocas semejanzas. Ambos eran autores completos, y habían triunfado en editoriales independientes: Wagner con Mage y Grendel para Comico; Davis con Baker Street para Caliber Press. Con esos antecedentes, DC apostaba con fuerza por un equipo personal que fuera capaz de crear una colección de gran calidad que no dependiera exclusivamente de la mera respuesta comercial. En la labor de escritura pronto Matt Wagner contó con la ayuda del solvente Steven T. Seagle, el cual acabaría encargándose en solitario de los guiones de la etapa final de la colección (números 60 a 70). Por su parte Guy Davis contó con la ayuda de diversos dibujantes (John Watkiss, R. G. Taylor, Warren Pleece, Mathew Smith, Michael Lark) que se encargaron de algunos de los arcos argumentales para poder mantener el alto grado de calidad, detallismo y verosimilitud de su dibujo. Mención especial merecen las portadas de la serie, realizadas mediante espectaculares fotomontajes por Gavin Wilson y Richard Brunning. Cada una de las imágenes viene acompañada por una frase impactante relacionada con la historia, con una maquetación y composición tipográfica que en ocasiones remite directamente a las revistas policíacas pulp de los años 30.


Sandman Mystery Theatre se estructuraba en arcos argumentales de cuatro números, cada uno de ellos centrado en un caso diferente y manteniendo como historia de fondo la vida de un puñado de personajes que conectan cada historia. El esquema seguido en cada arco es similar y presenta una estructura clásica: presentación de los nuevos personajes y situaciones que darán lugar a la trama criminal; sueños simbólicos que impulsan a Dodds a actuar; investigación y desarrollo de la trama criminal; desenlace en el cuarto y último número. Como ya hiciera en Grendel (donde se exploraba el concepto de rabia, ira y agresión y su personificación en diversas entidades conocidas como Grendel), Matt Wagner tenía la intención de centrar la serie en los crímenes y las actitudes creadas por el odio, por la animosidad y los prejuicios contra lo que es una persona, en contraposición con lo que ha hecho o lo que posee. Creo que estos crímenes, básense en el género, el origen étnico o la edad, podrían enseñarnos a redefinir nuestro cambiante mundo mientras contemplamos a Wesley Dodds luchar por erradicarlos frenéticamente del suyo. El crimen como elemento agresor externo que define a la sociedad que lo engendra y la marca indeleblemente con sus actos.


Cada arco argumental dividido en cuatro actos se centraba en un caso concreto, recibiendo el nombre propio del criminal o protagonista central del mismo, lo cual nos muestra claramente las intenciones de los autores y de la colección. Más que de simples whodunits estaríamos ante verdaderos estudios psicologicos de la mente criminal: La Tarantula, La Cara, La Bestia (estremecedor relato que contiene uno de los momentos más sórdidos y terribles que he padecido leyendo), La Vampiresa, El Carnicero (quizá mi arco preferido de la colección, con un magistral clímax en las cloacas de la ciudad, algo mucho más simbólico y menos burdo de lo que puede parecer), destacando los centrados en Hourman (con la aparición de uno de los héroes coetáneos del personaje y futuro compañero de grupo en la JSA) o en El Halcón Negro (con la intervención del piloto polaco Janosz Prohaska, Blackhawk, personaje de comics bélicos de la Golden Age que permite introducir de primera mano el conflicto naciente en Europa y plasmar las diferentes formas de ser percibido en los Estados Unidos antes de Pearl Harbor). Mención especial merecen dos de las últimas historias de la colección, La Ciudad y El Héroe. La primera, con una estructura a lo Rashomon en la que somos testigos de los diferentes sucesos ocurridos en la ciudad en un mismo día dependiendo del punto de vista de cuatro personajes (Wesley Dodds, Dian Belmont, el Teniente Burke, Humphries), ofrece un cuidadoso tramado de vidas e historias cruzadas con un telón de fondo privilegiado, Nueva York, lleno de vida y de muerte a partes iguales, de alegrías y miserias que se confunden y que afectan de un modo u otro a todos los que viven y respiran en ese escenario. Por su parte, El héroe, supone el final del camino y explora aún más a fondo si cabe las motivaciones, temores y valores de Wesley y de Dian, y con un final hermoso y ciertamente emotivo autores y lectores apartamos la mirada de unos personajes que marchan a enfrentarse a la mayor amenaza que el mundo ha conocido en los últimos siglos.


Ademas de los 70 números de la serie regular, el personaje protagonizó dos especiales. Sandman Mistery Theatre Annual (1994) cuenta con guión de Wagner y Seagle y dibujo de varios artistas, entre ellos Alex Ross, George Pratt, John Bolton o el propio Guy Davis. Cada uno de ellos se ocupa de un capítulo, centrado en un personaje diferente y en el modo que percibe los crímenes de un misterioso asesino enmascarado que actúa en Central Park. Por su parte, el Sandman Midnight Theatre (1996), con guión de Wagner y Gaiman y dibujo de Teddy Christensen, es un especial doblemente relevante, pues, además de presentar a un personaje importante en futuros sucesos de la serie, supone el encuentro cara a cara de los Sandman, ya que en el transcurso de una investigación criminal en Inglaterra Wesley Dodds conocería finalmente a Morfeo en su cautiverio.


Aun cuando, en último término, en cada una de esas historias se trataba de descubrir a un asesino o desvelar un caso complicado de extorsión, robo o secuestro, tanto o más importante que la trama criminal resultaba la descripción de los tipos y caracteres sociales, el reflejo veraz de una ciudad de Nueva York encaminada hacia el horror de la II Guerra Mundial y que todavía se hallaba inmersa en las consecuencias terribles de otro horror interno, que había afectado en mayor o menor medida a toda la sociedad norteamericana: la Gran Depresión. Uno de los grandes aciertos de Wagner y Seagle es reflejar fielmente el ambiente de la época y sus profundas contradicciones y miserias, sin aplicar necesariamente un juicio de valor desde nuestra mentalidad actual. Así, como lectores somos testigos de las fiestas benéficas de la alta sociedad neoyorquina, de la ajetreada vida nocturna en los clubs y cabarets de la época, de la vida cotidiana de los desclasados y criminales de la ciudad, pasando por las minorías étnicas que habitan en zonas como Chinatown o el Bronx.


En todo momento hay interés por reflejar las diferentes maneras de expresarse en cada ambiente (algo mucho más claro en la versión original, a veces ilegible cuando reproduce el inglés de los estibadores, asiáticos o irlandeses afincados en la ciudad), cómo se desenvolvían los más necesitados o qué empujaba a cierta clase de personas a realizar actos salvajes y aberrantes contra sus semajantes. Para reflejar ese ambiente lleno de contradicciones y claroscuros de forma naturalista, seca y contundente, Wagner reconoce la influencia de escritores como Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Jim Thompson, David Goodis o el contemporáneo James Ellroy. No menos encomiable que la descripción y la caracterización de los personajes a través del guión es la prodigiosa labor de Guy Davis a la hora de reflejar con su trazo sucio y lleno de detalles el Nueva York de los últimos años 30, con su arquitectura, sus coches y camiones, vestimentas y mobiliario... Todo aparece reflejado con tal detalle y convicción que uno no puede menos que creer estar leyendo historias que verdaderamente sucedieron en aquellos años 30.

No hay comentarios:

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...